miércoles, 19 de enero de 2022

 

“QUE ES LO QUE TU PUEDE HACER POR EEUU”

A pesar de las contradictorias y erráticas posiciones en política exterior, el gobierno de Alberto Fernández busca la asistencia de Washington para tratar de negociar con el FMI. Pero todo tiene un precio.

 

Por Javier B. Dal  

Son horas aciagas para la Argentina. La inflación que no se detiene, la mediocridad política de una clase de representantes que no representan y la falta de un acuerdo con el FMI están llevando a los argentinos a que comiencen a transitar su peor pesadilla. Entrampados por sus propias contradicciones y por ese carácter ciclotímico del que la historia ha sido testigo, hoy se ven en el dilema de: Soberanía política a toda costa o ser un vasallo más del imperialismo anglosajón.

Así es. Las palabras del General Juan Domingo Perón gusten o no a quien les quepa recordar fueron proféticamente acertadas cuando dijo “el 2000 nos hallará unidos o dominados”.

Tal vez alguno se esté cuestionando que estas opciones son ridículas y hasta reduccionistas, pero ahora explicare por qué ello no es así.

Las expectativas en la entrevista del 18 de enero entre canciller Santiago Cafiero y el Secretario de Estado Anthony Blinken habían sido sobrevaloradas por los argentinos. Mientras la CAMPORA y los sectores más reactivos del gobierno creían que el canciller partía a una cruzada patriótica, los anglófilos y sionistas que se hallan en la otra vereda, esbozaban sus muecas de burla y carcajadas por este encuentro menospreciando de ante mano cualquier resultado.  Unos y otros, claramente tienen sus ojos bien tapados o mejor dicho, miran con el lente que mejor se ajusta a sus intereses.

Por el contrario, para Washington pese a la intrascendencia de la representación política argentina lo que les importa es el fondo y ello es, la situación estratégica del triángulo del sur. Para los Think Tanks y los asesores estadounidenses en Seguridad, el actual gobierno de Buenos Aires es una realidad de corto plazo carente de algún peso político y como tal no representa ningún desafío geopolítico y mucho menos una amenaza militar para los intereses de sus aliados británicos en el atlántico sur.

Washington sabe muy bien que toda la retórica del gobierno de Fernández es mera dialéctica sin sentido por lo cual, ni los británicos en “Mount Pleasant” ni el despliegue de grupos de tareas conjunto del Comando sur que a su vez respaldan los desplazamientos de otros grupos de tareas que responden a la OTAN (AUKUS y QUAD), corren riesgo alguno. Sus anunciados viajes a Rusia y China no son una preocupación para La Casa Blanca ya que los mismos rusos y chinos no ven en su gobierno, solidez y mucho menos garantías de persistencia para alinearse seriamente a su agenda. En resumen de cuentas, nadie en Londres o en Washington cree que en la entelequia estatal argentina (con o sin Fernández) moverá un dedo contra sus intereses.

Aquello no significa que deban ignorárselos. Los norteamericanos saben bien como sacar partido a las situaciones más inverosímiles o que en apariencias no revisten un interés. Muy por el contrario, Argentina desde varios ángulos es una plaza altamente estratégica que no puede dejarse abandonada a su suerte. La historia del siglo XX demuestra cómo tanto los ingleses como los norteamericanos le han dado un sitial (tal vez no preferencial) importante a este triángulo geográfico en el hemisferio sur.

La realidad del estado argentino actual es la de un adicto en rehabilitación que no puede vencer su compulsión y va a ver a su viejo proveedor para que le venda droga y así paliar sus padecimientos por la abstinencia. Y por supuesto, este le dará su dosis para que regrese. Esa es la relación enfermiza que existe entre Argentina y el FMI y que la condiciona a que pueda ejercer una soberanía política real con la cual desarrollar una política estratégica para el desarrollo económico, comercial y por supuesto militar con el cual proteger sus logros.

El gobierno argentino necesitaba de un apoyo político para poder negociar con el FMI y espera de Washington que se lo brinde, pero ello por sí solo no basta.

El país sigue sufriendo de tener una clase política y de representantes altamente volubles y corruptos, carentes de una visión estratégica que supere sus propios intereses y expectativas inmediatas por lo cual la construcción de una soberanía política (necesaria para un desarrollo) es difícil de esperar. Las breves conclusiones que Cafiero obtuvo de su par Blinken no ofrecen ese apoyo sustancial esperado y tan solo son palabras huecas que no dicen nada.

La frase gastada de que EEUU apoyara a la Argentina ante el FMI o más precisamente que “Argentina es amiga y socia” obtenida tras la reunión no quiere decir nada, o al menos no se traducen en una posible materialidad pero que sí es seguro que tendrán un precio.

Incluso no queda claro si estas palmaditas en la espalda significaría un abogar de Washington ante el FMI. Si así lo fuese ¿Qué ganan los norteamericanos? No solo los estadounidenses pretenden algo sino cualquiera que estuviera en su lugar. Pero en este caso, la cooperación de Argentina en asuntos estratégicos (de los EEUU) puede profundizarse aún más y sería el perfecto “Caballo de Troya” para penetrar y subvertir los procesos políticos de Venezuela y Nicaragua. No olvidemos que bajo las gastadas excusas de los derechos humanos y la democracia, Washington asigna anualmente un presupuesto para agencias y organizaciones como USAID que bajo aquellos argumentos no es más que una fachada para las operaciones de la CIA que ciertamente, nada tienen de fines humanitarios.

Entonces ¿Será el camino de la salvación para Argentina, el vasallaje? Lo que salió de la reunión entre Cafiero y Blinken no termina por responder esta cuestión. No hay que olvidar que el canciller argentino fue en búsqueda de una ayuda sustancial de Washington y es por ello que para recibir algo semejante es necesario ofrecer algo como contra prestación. Si bien el país (en lo profundo) esta controlado por familias y grupos de poder que se relacionan y entrelazan con el mundo anglosajón (particularmente Londres), asegurando que el país no arda, hay otra parte de la población compuesta de los habitantes comunes y silvestres, que absortos por los vaivenes socio-económicos solo van para donde los arrean los medios corporativos.

Si el presidente Alberto Fernández cree que las insípidas palabras del Secretario de Estado Blinken y de la presidente de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi son una credencial para exhibir ante el FMI hay que avisarle que la cuenta del favor vendrá cuando menos lo espere.  

 

 

lunes, 17 de enero de 2022

 

“REDOBLAR LA APUESTA”

El fracaso esperado en las conversaciones de Ginebra entre los representantes de EEUU y Rusia traerá consecuencias en breve. Igualmente y por lo visto Washington y sus socios no parecen ceder a las advertencias

 

Por Charles H. Slim

Como ya sabemos bien, una noticia significara una cosa de acuerdo a quién y al ángulo desde donde se la exponga. Quizás no sea necesario tener que aclarar esto ya que usted, a estas alturas tiene un juicio y un razonamiento propio con el cual sabrá discernir si lo que se le informa es un suceso basado en hechos fidedignos o una mera cortina de humo.

Esto viene a cuento de ver que es lo que ha sucedido en la ronda de negociaciones que tuvieron lugar en Viena hasta el jueves 13 de enero último entre la representación rusa, de los EEUU y la OTAN. Como bien sabemos no llegaron a nada y en parte ello se debió a la total falta de flexibilidad en los representantes occidentales quienes (como era de esperar) querían imponer su propia agenda.

La composición de la comitiva occidental ya preanunciaba el final de este encuentro. Anthony Blinken, Jake Sullivan, Victoria Nuland y Wendy Sherman son quizá la prosapia de las nuevas generaciones de los más recalcitrantes sectores neoconservadores y los cuales ya vienen con un extenso prontuario salpicado con la sangre de muchos inocentes.

Por lo cual para los rusos no había sorpresas. Antes de que se llevara adelante esta cumbre, Victoria Nuland (sionista recalcitrante) tras levantarse la prohibición de ingreso a la Federación rusa viajo el 11 de octubre del 2021 a Moscú donde mediante amenazas trato de intimidar al gobierno de Putin lo que obligó a que viajara el jefe de la CIA para distender la situación. Con estas señales quedaba en claro que no importa quién (demócrata o republicano) sea el presidente en la Casa Blanca. Los representantes occidentales fueron con la falsa ilusión de que Rusia no les hiciera una propuesta inaceptable como es “retrocedan o aténganse a las consecuencias”.

Para la visión occidental representada por los medios que pontifican al pie de la letra la política exterior de Washington, el que está amenazando la estabilidad regional es Rusia por estar concentrando tropas en las fronteras de Ucrania. Pero ¿Por qué está sucediendo esto? Y de ser así ¿Qué rol juega la OTAN en este marco?

Lo que en realidad esta sucediendo es, un avance voraz de la Alianza atlántica que desde 1997 intenta fagocitar los estados de la Europa del este que aún no se han plegado a sus estructuras con el nada secreto fin de rodear a Rusia y con ese cerco una vez establecido, condicionarla para que sus actividades comerciales, políticas y geopolíticas puedan ser seguidas, controladas y de ser necesario, abortadas antes de que se desplieguen.

Hasta el presente, la estrategia de Washington de las últimas décadas ha sido la de operar con sanciones comerciales, económicas y tecnológicas en una creencia de que ello serviría para convencer a Moscú que no debían resistirse a la extensión de la OTAN. Cuando Vladimir Putin demostró que las sanciones no lo iban a condicionar aún a riesgo de que parte de la población sufriera por estas extorsiones, Washington y sus socios pasaron a sumar otra fase peligrosa utilizando la subversión (revolución de colores) como su carta fuerte.

Las últimas señales de que ello intenta profundizarse pudimos verlo en lo producido una semana antes en Kazajistán que no puede ser considerado como una casualidad ni mucho menos. El nivel de organización de los “manifestantes” y las tácticas empleadas (asalto de cuarteles, estaciones de policía e incendio de edificios gubernamentales) nos retrotrajo a lo orquestado en Libia en 2011 y Maidán en 2014. La rápida intervención de la OTSC dirigida por Rusia logro desbaratar los planes de quienes estaban detrás y fue por ello que pudo reponerse el orden. Pronto comenzaron a encontrarse elementos y pistas que revelaban la implicancia de Washington.

Según algunas fuentes, tras la asunción de Biden la “National Endowment for Democracy” (NED) que no es más que una máscara de la CIA, recibió varios millones de dólares para aplicarlos en sus actividades para “extender la democracia” en…Kazajistán. La subida en 13% en el precio del gas licuado fue solo la excusa para activar las acciones. También se ha revelado las implicancias de la Corporación RAND como planificador de estas operaciones subversivas dejando más que claro que EEUU redobla la apuesta y que usara todos los medios a su alcance para tratar de ablandar las defensas rusas y al mismo tiempo colocar gobiernos títere.

Como bien se sabe el desarrollo de estas acciones subversivas causan la muerte de personas inocentes, instauran la inseguridad y producen la destrucción de sus bienes sin que ello encuentre un ápice de justificación legal más que el cumplimiento de objetivos económicos y geopolíticos espurios de unos cuantos burócratas con culos anchos sentados en sus oficinas de Washington. Nada respalda estas prácticas que han causado un gran daño a la humanidad en los últimos veinticinco años hasta esta parte. Por el contrario, este accionar que se enmarca claramente en el tan usado término del terrorismo va contra la ley internacional y la Carta orgánica de Naciones Unidas ¿Para qué se ejecutan estas acciones? No precisamente para llevar la democracia sino por el contrario, se crea el caos social conllevando con ello a fenomenales crisis humanitarias generadoras de oleadas de refugiados que muchos de ellos morirán en el Mediterráneo tratando de cruzar a la Unión Europea.

En resumen de cuentas, Washington persigue construir en rededor de la Federación Rusa un cerco de bases militares con capacidad de albergar flotas de bombarderos estratégicos y silos de misiles nucleares que condicionaran en los hechos cualquier iniciativa de desarrollo soberano de sus rutas comerciales (para asfixiar su economía), comunicaciones (internet), de las relaciones geopolíticas y financieras no solo de Rusia sino también de China y sus socios regionales (Corea del Norte, Irán y Pakistán).

La puerta de entrada para esta ambiciosa agenda de Washington es Ucrania donde tras el golpe de febrero de 2014 y en el cual la ex subsecretaria de Estado Victoria Nuland y el entonces embajador norteamericano en Kiev tuvieron un papel central, cuenta con un gobierno ansioso por incluir a su país no solo a la Unión Europea sino también a la Organización Atlantista. Biden apoya esta visión y es por ello que apenas asumió el cargo autorizo la provisión de armamento a Ucrania por unos 500 millones de dólares que se suma los cargamentos que se triangulan desde Turquía.

Pero pese a esto, sumado al entusiasmo en el gobierno de Zelensky y a la decisión del Secretario de la OTAN Jens Stoltenberg por asociar a Ucrania, los norteamericanos pisan con cautela y no quieren que una mala movida termine por arruinar toda la partida.

 

 

 

 

sábado, 15 de enero de 2022

 

“PENINSULA DE FUEGO”

¿Por qué Joe Biden no puede despegar a los EEUU de su injerencia en la guerra contra el Yemen?

 

Por Charles H. Slim

Para quienes no olvidamos las promesas de campaña del actual presidente estadounidense, detener la guerra en Yemen era una de ellas ¿Y por qué Biden se había comprometido a ello? Simplemente porque Washington en medio de la administración de Obama había tenido mucho que ver con envalentonar y apoyar a Riad para lanzar su intervención en 2015 que según los cerebros del Pentágono, sería rápida y aplastante.

Uno de los objetivos a conseguir sería la de controlar el estrecho de “Bab Al Mandab” que une el Mar Rojo y el Golfo de Adén, una ruta estratégica para el comercio marítimo global tan importante que China tiene en Dijbuti una base naval de vigilancia permanente, algo que fastidia a Washington.  

Pero como se puede ver, los pronósticos fallaron y lo único que acertaron a medias fue lo aplastante, pero para los sauditas y sus aliados que han sido seriamente vapuleados por las escurridizas guerrillas “Houties”. Esto ha trastocado los intereses de Washington que están viendo cómo se les escurre de las manos la poca influencia geopolítica que por intermedio de la Casa Blanca tienen en la región y en especial con Arabia Saudita que ha venido tomando un notorio acercamiento con Rusia.

Las promesas de los estrategas militares de que la guerra sería breve y no traería consecuencias negativas para La Casa Blanca cayeron en saco roto. Esto es algo que no sorprende a quienes conocen los entretelones de la burocracia del Departamento de Defensa y del Pentágono que se han vuelto tan políticos como a quienes asesoran. En parte fueron los mismos que habían pronosticado que Iraq sería rápidamente controlada y que la guerra en Afganistán no duraría mucho y en ambos casos fueron guerras que no acabaron nunca.

Así es que la preocupación por la paz, la destrucción que estaba causando un estado paria como el saudita, que durante la era Trump se profundizo la asistencia militar (y en inteligencia con el asunto Kashoggi) y el sufrimiento que ha causado con una guerra que no parece terminar nunca, se han ido al caño por el hecho de que, Biden necesita recuperar puntos en su corta pero muy desgastada gestión.

En ese plan y para tratar de recuperar la confianza de Mohamed Ben Salman (MBS) la administración de Biden ha continuado con el suministro de armamento sofisticado (misiles) a Riad bajo el pretexto bastante increíble de que los milicianos “Houties” reciben de Irán, un considerable apoyo en armas. Si bien es cierto de que Teherán proporciona apoyo político y militar a los “Houties” (ya que de no ser así, serían exterminados), en lo que hace a lo armamentístico no va más allá de embarques de fusiles AK-47, medio millar de municiones y los veteranos lanza cohetes RPG-7 que no tienen más precisión y guía que un buen pulso en su operador.

A contrario de esto, EEUU provee a Riad misiles aire-aire y aire tierra con los cuales lleva adelante bombardeos sobre enclaves urbanos. Otra de las provisiones más costosas son los Drones de inteligencia y de ataque que suelen ser derribados por los “Houties”. Pero también se conoce la presencia de grupos especiales y mercenarios de empresas privadas estadounidenses, quienes contratados como mano de obra tercerizada, trabajan codo a codo con células de “Al Qaeda” y obviamente con los regulares del ejército saudita.

Pero lo más preocupante de esta asistencia “convencional”, es la comprobada provisión de bombas con Uranio empobrecido y de dispositivos nucleares tácticos que lanzados desde los cazas sauditas provocan pequeñas detonaciones nucleares controladas con terribles efectos sobre la población. En la provisión de estos últimos ingenios están también sospechados los israelíes quienes desde un tiempo hasta aquí han blanqueado su alianza que mantenían en secreto con Arabia Saudita.

Con esta nueva inconsecuencia, Biden queda como un verdadero mentiroso y complica a los EEUU en una realidad humanitaria desesperante producto de las bestialidades y la saña con la que Riad (por intermedio de estas implicancias) castiga a la población yemení. La hambruna, la falta de agua potable y medicamentos por el embargo que se impone al país árabe recuerda aquellas desesperantes jornadas en que los EEUU y Gran Bretaña entre 1991 a 2003 bloqueaban por tierra, mar y aire a Iraq llegando a causar por falta de medicinas y comida la muerte lenta y agonizante de más de 500.000 niños.

Tal vez Biden tenía sinceras intensiones de terminar con esta guerra ya que, no sería nada bueno para los EEUU que la guerra en el Yemen termine extendiéndose de forma indefinida como Afganistán. Pero dentro de EEUU y más precisamente en el Congreso están los lobbies que presionan para que continúe esta situación. Casualmente son los mismos que inspiraron la “la guerra preventiva” tras la bandera falsa del 11/S y que el ex funcionario del Consejo de Derechos Humanos de la ONU Richard Falk denunció en abril de 2008.

Pero más allá de estos instigadores caseros ¿Quién si se beneficiaría con un escenario así? Así es, usted lo adivino. Israel es quien sacaría mucha ventaja en mantener un caos regional que además de servirle para mantener cautivos a sus socios árabes del golfo (monarquías) y adquirir nuevos clientes para su mercado de armas para usarlas contra los grupos pro-iraníes, le permitiría seguir operando de forma encubierta en el Cuerno de África donde por medio de su inteligencia está promoviendo la inestabilidad en especial contra Sudán y Eritrea.

Para lograr margen de maniobra, Tel Aviv sigue necesitando de EEUU y es por ello que su dependencia aumenta a medida que aumentan sus ambiciones expansionistas.

Sobre esto no hay que perder de vista que se ha oficializado el apoyo de AIPAC a los candidatos presidenciales que sostengan la política del estado de Israel sin importar las consecuencias que ella traiga. El incentivo más poderoso con el que cuentan es sin dudas el dinerario y el del manejo de una gran parte del espectro de medios en los EEUU. También no debe perderse de vista que esta organización y otras de similar naturaleza, además de estos apoyos, trabajan para sabotear a quienes no apoyen al estado de Israel o tan solo se atrevan a cuestionarlo. Como se podrá intuir, poco de democrático hay en estas “instituciones”.

Aún hay margen para enderezar el camino y sacar a los EEUU de todo esto. El problema es que Biden no es un presidente joven y con la energía suficiente para poder soportar las presiones que le imprimen los sectores que bregan por la “israelización” de la política exterior. El tiempo ciertamente no es su aliado. Su salud no es óptima y ello podría obligarlo en algún momento a salir de escena de forma permanente y en su reemplazo asumiría Kamala Harris quien por lo que sabemos, de carácter maleable y una obsecuente más de estos sectores  hará a pie juntillas lo que la agenda neoconservadora le marque que es lo mismo que decir, lo que Tel Aviv le sugiera.

jueves, 13 de enero de 2022

 

“¿QUIEN DIRIGE LA POLITICA EXTERIOR ARGENTINA?”

La asunción del presidente Daniel Ortega en Nicaragua fue la oportunidad para que los sionistas en Buenos Aires movilicen la agenda política de Tel Aviv en la región. Cuando la verdad es lo último que se busca

Por Pepe Beru

La asunción del presidente Daniel Ortega llevada a cabo el 10 de enero pasado en Nicaragua además de molestar al Departamento de Estado norteamericano, removió las tripas de sus partidarios y obsecuentes acólitos en el resto de la región y particular en la Argentina donde se agrega el plus de ser el polo de actividad sionista más influyente del sur del continente.

¿Qué son los sionistas? Son quienes militan el sionismo, una ideología basado en el nacionalismo judío fundado por el periodista Austro Húngaro Theodor Herzl en el siglo XIX, piedra angular del actual estado de Israel. Sus partidarios no necesariamente son judíos y en EEUU sus partidarios se agrupan en influyentes lobbies como AIPAC. Su espectro interpretativo se extiende de derecha a izquierda. En Argentina no alcanzan el grado de influencia de sus colegas norteamericanos, pero comparten la misma visión de justificar todas las acciones políticas, militares y criminales tendientes a mantenerlo y a extenderlo a costa de los territorios árabes.

Tanto los liberales anglófilos (camuflados con el pomposo rotulo de republicanos populares) como los sionistas (judíos y no judíos) comparten su odio -además de a los árabes y musulmanes- a quienes (como Venezuela y Nicaragua) van a contra mano de las políticas de Washington y Londres. Son parte del activo regional de la política de relaciones públicas de Israel y como tal, juegan su rol en los medios. Además de islamófobos y racistas consumados con un extenso prontuario en su haber, al mismo tiempo (y como no podía ser de otra forma) respaldan la estabilidad de Israel, un estado policial, colonialista y de “Apartheid”[1] que usa todo su poderío militar contra la población árabe-palestina que sin ese inestimable apoyo norteamericano (en dinero, cobertura política y armamento) sería inviable.

La particular aversión a los iraníes tiene su historia. Irán desde 1979 no ha cesado su apoyo a la causa palestina y eso no agrada a Israel y a sus seguidores. Para peor y con el paso de los años (y tras la destrucción de Iraq) la república islámica se ha convertido en un actor regional con peso propio y eso representa un serio obstáculo para las ambiciones geopolíticas israelíes.

Fue así como la presencia del canciller iraní Mohsen Rezai en la ceremonia de asunción de mando de Ortega ambas tribus volvieron a coincidir en su discurso distorsivo y claramente odioso alegando (con una impostada seguridad de verdad) que dicho funcionario es uno de los “autores” del atentado de la AMIA de 1994 cuando aún al día de hoy (y salvo por los nada creíbles informes de inteligencia a los que el fiscal Alberto Nisman se aferraba) no hay pruebas concretas y verificables que conecten ese ataque con la pista iraní. Igualmente, la presión que ejerce este sector de lobistas mediáticos que utiliza seguido el artificioso latiguillo del “antisemitismo” para bloquear críticas y condenas por los crímenes del estado al que defienden, no pasa inadvertido.

En el país su activismo es muy fuerte y aunque la acusación contra Irán no sea real, repetir hasta el hartazgo algo que no es veraz es una de las tácticas más comunes en la política de relaciones públicas con las que Israel siempre ha tratado de justificarse ante el mundo. Para ellos, la culpa la tienen los otros y parece paradójico que sean tan estrictos y esmerados en ejecutar las tácticas de propaganda que ideo Goebbels[2].

En este marco, el gobierno de Alberto Fernández no brilla por su poder o determinación política ni mucho menos por su cohesión ideológica ante los asuntos exteriores y ello lo hace visiblemente débil ante estas presiones por lo cual, ante la oleada de cuestionamientos de aquellos sectores debió sacar en forma presurosa un comunicado oficial repudiando la presencia del funcionario iraní en Nicaragua.

Según los vehementes voceros mediáticos (empleados) de estos sectores racistas, el funcionario Mohsen Rezai es uno de los “autores del atentado”, uno de los funcionarios que cuenta con una “alerta roja” de la Interpol para ser arrestado si se halla fuera de Irán. A pesar de la vehemencia con la que estos periodistas claman esta versión hay cuestiones en este relato que no se explican. Las actuales notificaciones rojas no contemplan a ningún funcionario iraní[3]. Pero si ello fuera realmente así ¿Por qué la interpol que tiene informantes y fuentes de agencias de inteligencia de todas partes (incluidos a los israelíes), no lo siguió y monto un operativo para arrestarlo?

Como se dice por acá “esto huele a pescado podrido” y huele peor por la antigüedad de su podredumbre que ya lleva 27 años. Es por ello que las descaradas afirmaciones que tratan de reforzar la hipotesis del fallecido fiscal federal Alberto Nisman (leáse Mossad y CIA) es tan inconsistente como la de una supuesta camioneta “Renault Traffic” cargada con explosivos. Y aunque la Corte Suprema avaló esta teoría insustancial cargándosela sin pruebas a la república Islámica de Irán, ello no es un aval de veracidad y solo deja de relieve y confirma la extendida desconfianza que existe en la población hacia una administración de justicia federal históricamente sensible a las presiones de los servicios de inteligencia (SIDE, hoy AFI) y con jueces obsecuentes a los gobiernos de turno.

Desde los medios de la capital federal que se enfilan en una decidida y caustica postura contraria al gobierno, la presencia del hermano del gobernador del Chaco en la asunción del presidente Ortega fue suficiente para lanzar sus críticas. Para ello y aprovechado para matar dos pájaros de un tiro y usando una dialéctica plagada de falsedades, lanzaron su ponzoña contra el gobierno nicaragüense y contra su invitado de la república Islámica de Irán (al que despectivamente nombraban como “el iraní”) arengando con argumentos insustanciales que esto suponía una afrenta a las víctimas de la AMIA o incluso a la Argentina.

Varios de los familiares de este crimen saben muy bien que hay detrás de ese discurso anti iraní (que en el fondo es anti islámico) y que nada tiene que ver con perseguir la verdad y justicia para sus muertos. No confían en los directivos políticos de instituciones como la DAIA y de muchas otras que se encolumnan detrás acusándolas sin medias tintas de perseguir intereses geopolíticos del estado de Israel. No hay que olvidar las promiscuas relaciones de contubernio entre Carlos Menem y directivos de la DAIA como Rubén Beraja dirigido a encubrir a los verdaderos perpetradores que estos ávidos desinformadores obstan recordar.

Incluso hoy ya no es un secreto que horas después del bombazo de julio de 1994, Tel Aviv (en medio de una fuerte presión interna con la ultraderecha sionista -entre ellos los colonos- por las conversaciones de paz con los palestinos) presionó al gobierno argentino para “unificar las versiones” debiéndose acusar a Irán[4]. Si la orden bajo así, ¿Quiere decir que los israelíes estaban al tanto de quiénes fueron los verdaderos ejecutores? Y de haber sido así ¿Por qué tanto interés en encubrirlos?

Este pequeño detalle ausente del relato de estos sectores no lo está para los familiares que siguen buscando la verdad real y no una excusa política. Todo esto fue denunciado varias veces ante la opinión pública y fue motivo de una causa por encubrimiento, pero por supuesto, pareciera pesar más la influencia de la embajada de Israel que este clamor.

Más allá de la inexistencia de evidencias palpables en las mega causas por los atentados, la mera acusación contra los “iraníes” (como despectivamente se suele hablar por los medios capitalinos) carece de asidero no solo a la vista de muchos investigadores no judíos sino incluso de judíos como el polítologo Carlos Escude quien lo dejo por escrito en su artículo “¡Y Luis D’Elía tenía razón! El triángulo Argentina-Estados Unidos- Irán”[5] que además de desenmascarar toda esta charada, causó retorcijones y dolores de cabeza entre judíos sionistas como sionistas no judíos (que son los más) de la Argentina.

Agredir de forma verbal y despectiva a los “iraníes” sigue siendo en estos lugares la táctica para que estos sectores que responden a una política de un estado que no es el argentino y que tiene finalidades geopoliticas ya nada ocultables, hacen entrever que además de obvios, estos sectores están desesperados por no lograr sus propósitos como ha sido y siguen aún intentando, aislar a Irán del concierto internacional, en particular en sus relaciones con Latinoamérica. El fin último es debilitarlo en el escenario regional del Oriente Medio ya que es el un obstáculo para Tel Aviv en su carrera por expandirse territorialmente.



[1] DW.com. HRW acusa a Israel por "crimen de apartheid" contra palestinos, 27 de abril 2021, https://www.dw.com/es/hrw-acusa-a-israel-por-crimen-de-apartheid-contra-palestinos/a-57345462

[2] “Si dices una mentira suficientemente grande y la sigues repitiendo, la gente eventualmente llegará a creerla. La mentira sólo puede mantenerse durante el tiempo que el Estado puede proteger a las personas de las consecuencias políticas, económicas y/o militares de la mentira. Así, resulta de vital importancia para el Estado utilizar todos sus poderes para reprimir la disidencia, porque la verdad es el enemigo mortal de la mentira, y por extensión, la verdad es el mayor enemigo del Estado”.