lunes, 17 de enero de 2022

 

“REDOBLAR LA APUESTA”

El fracaso esperado en las conversaciones de Ginebra entre los representantes de EEUU y Rusia traerá consecuencias en breve. Igualmente y por lo visto Washington y sus socios no parecen ceder a las advertencias

 

Por Charles H. Slim

Como ya sabemos bien, una noticia significara una cosa de acuerdo a quién y al ángulo desde donde se la exponga. Quizás no sea necesario tener que aclarar esto ya que usted, a estas alturas tiene un juicio y un razonamiento propio con el cual sabrá discernir si lo que se le informa es un suceso basado en hechos fidedignos o una mera cortina de humo.

Esto viene a cuento de ver que es lo que ha sucedido en la ronda de negociaciones que tuvieron lugar en Viena hasta el jueves 13 de enero último entre la representación rusa, de los EEUU y la OTAN. Como bien sabemos no llegaron a nada y en parte ello se debió a la total falta de flexibilidad en los representantes occidentales quienes (como era de esperar) querían imponer su propia agenda.

La composición de la comitiva occidental ya preanunciaba el final de este encuentro. Anthony Blinken, Jake Sullivan, Victoria Nuland y Wendy Sherman son quizá la prosapia de las nuevas generaciones de los más recalcitrantes sectores neoconservadores y los cuales ya vienen con un extenso prontuario salpicado con la sangre de muchos inocentes.

Por lo cual para los rusos no había sorpresas. Antes de que se llevara adelante esta cumbre, Victoria Nuland (sionista recalcitrante) tras levantarse la prohibición de ingreso a la Federación rusa viajo el 11 de octubre del 2021 a Moscú donde mediante amenazas trato de intimidar al gobierno de Putin lo que obligó a que viajara el jefe de la CIA para distender la situación. Con estas señales quedaba en claro que no importa quién (demócrata o republicano) sea el presidente en la Casa Blanca. Los representantes occidentales fueron con la falsa ilusión de que Rusia no les hiciera una propuesta inaceptable como es “retrocedan o aténganse a las consecuencias”.

Para la visión occidental representada por los medios que pontifican al pie de la letra la política exterior de Washington, el que está amenazando la estabilidad regional es Rusia por estar concentrando tropas en las fronteras de Ucrania. Pero ¿Por qué está sucediendo esto? Y de ser así ¿Qué rol juega la OTAN en este marco?

Lo que en realidad esta sucediendo es, un avance voraz de la Alianza atlántica que desde 1997 intenta fagocitar los estados de la Europa del este que aún no se han plegado a sus estructuras con el nada secreto fin de rodear a Rusia y con ese cerco una vez establecido, condicionarla para que sus actividades comerciales, políticas y geopolíticas puedan ser seguidas, controladas y de ser necesario, abortadas antes de que se desplieguen.

Hasta el presente, la estrategia de Washington de las últimas décadas ha sido la de operar con sanciones comerciales, económicas y tecnológicas en una creencia de que ello serviría para convencer a Moscú que no debían resistirse a la extensión de la OTAN. Cuando Vladimir Putin demostró que las sanciones no lo iban a condicionar aún a riesgo de que parte de la población sufriera por estas extorsiones, Washington y sus socios pasaron a sumar otra fase peligrosa utilizando la subversión (revolución de colores) como su carta fuerte.

Las últimas señales de que ello intenta profundizarse pudimos verlo en lo producido una semana antes en Kazajistán que no puede ser considerado como una casualidad ni mucho menos. El nivel de organización de los “manifestantes” y las tácticas empleadas (asalto de cuarteles, estaciones de policía e incendio de edificios gubernamentales) nos retrotrajo a lo orquestado en Libia en 2011 y Maidán en 2014. La rápida intervención de la OTSC dirigida por Rusia logro desbaratar los planes de quienes estaban detrás y fue por ello que pudo reponerse el orden. Pronto comenzaron a encontrarse elementos y pistas que revelaban la implicancia de Washington.

Según algunas fuentes, tras la asunción de Biden la “National Endowment for Democracy” (NED) que no es más que una máscara de la CIA, recibió varios millones de dólares para aplicarlos en sus actividades para “extender la democracia” en…Kazajistán. La subida en 13% en el precio del gas licuado fue solo la excusa para activar las acciones. También se ha revelado las implicancias de la Corporación RAND como planificador de estas operaciones subversivas dejando más que claro que EEUU redobla la apuesta y que usara todos los medios a su alcance para tratar de ablandar las defensas rusas y al mismo tiempo colocar gobiernos títere.

Como bien se sabe el desarrollo de estas acciones subversivas causan la muerte de personas inocentes, instauran la inseguridad y producen la destrucción de sus bienes sin que ello encuentre un ápice de justificación legal más que el cumplimiento de objetivos económicos y geopolíticos espurios de unos cuantos burócratas con culos anchos sentados en sus oficinas de Washington. Nada respalda estas prácticas que han causado un gran daño a la humanidad en los últimos veinticinco años hasta esta parte. Por el contrario, este accionar que se enmarca claramente en el tan usado término del terrorismo va contra la ley internacional y la Carta orgánica de Naciones Unidas ¿Para qué se ejecutan estas acciones? No precisamente para llevar la democracia sino por el contrario, se crea el caos social conllevando con ello a fenomenales crisis humanitarias generadoras de oleadas de refugiados que muchos de ellos morirán en el Mediterráneo tratando de cruzar a la Unión Europea.

En resumen de cuentas, Washington persigue construir en rededor de la Federación Rusa un cerco de bases militares con capacidad de albergar flotas de bombarderos estratégicos y silos de misiles nucleares que condicionaran en los hechos cualquier iniciativa de desarrollo soberano de sus rutas comerciales (para asfixiar su economía), comunicaciones (internet), de las relaciones geopolíticas y financieras no solo de Rusia sino también de China y sus socios regionales (Corea del Norte, Irán y Pakistán).

La puerta de entrada para esta ambiciosa agenda de Washington es Ucrania donde tras el golpe de febrero de 2014 y en el cual la ex subsecretaria de Estado Victoria Nuland y el entonces embajador norteamericano en Kiev tuvieron un papel central, cuenta con un gobierno ansioso por incluir a su país no solo a la Unión Europea sino también a la Organización Atlantista. Biden apoya esta visión y es por ello que apenas asumió el cargo autorizo la provisión de armamento a Ucrania por unos 500 millones de dólares que se suma los cargamentos que se triangulan desde Turquía.

Pero pese a esto, sumado al entusiasmo en el gobierno de Zelensky y a la decisión del Secretario de la OTAN Jens Stoltenberg por asociar a Ucrania, los norteamericanos pisan con cautela y no quieren que una mala movida termine por arruinar toda la partida.

 

 

 

 

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