“QUE
ES LO QUE TU PUEDE HACER POR EEUU”
A
pesar de las contradictorias y erráticas posiciones en política exterior, el
gobierno de Alberto Fernández busca la asistencia de Washington para tratar de
negociar con el FMI. Pero todo tiene un precio.
Por Javier B. Dal
Son
horas aciagas para la Argentina. La inflación que no se detiene, la mediocridad
política de una clase de representantes que no representan y la falta de un
acuerdo con el FMI están llevando a los argentinos a que comiencen a transitar
su peor pesadilla. Entrampados por sus propias contradicciones y por ese
carácter ciclotímico del que la historia ha sido testigo, hoy se ven en el
dilema de: Soberanía política a toda costa o ser un vasallo más del
imperialismo anglosajón.
Así es. Las palabras del General Juan Domingo Perón
gusten o no a quien les quepa recordar fueron proféticamente acertadas cuando
dijo “el 2000 nos hallará unidos o dominados”.
Tal vez alguno se esté cuestionando que estas opciones
son ridículas y hasta reduccionistas, pero ahora explicare por qué ello no es
así.
Las expectativas en la entrevista del 18 de enero
entre canciller Santiago Cafiero y el Secretario de Estado Anthony Blinken
habían sido sobrevaloradas por los argentinos. Mientras la CAMPORA y los
sectores más reactivos del gobierno creían que el canciller partía a una
cruzada patriótica, los anglófilos y sionistas que se hallan en la otra vereda,
esbozaban sus muecas de burla y carcajadas por este encuentro menospreciando de
ante mano cualquier resultado. Unos y
otros, claramente tienen sus ojos bien tapados o mejor dicho, miran con el
lente que mejor se ajusta a sus intereses.
Por el contrario, para Washington pese a la
intrascendencia de la representación política argentina lo que les importa es
el fondo y ello es, la situación estratégica del triángulo del sur. Para los
Think Tanks y los asesores estadounidenses en Seguridad, el actual gobierno de
Buenos Aires es una realidad de corto plazo carente de algún peso político y como
tal no representa ningún desafío geopolítico y mucho menos una amenaza militar
para los intereses de sus aliados británicos en el atlántico sur.
Washington sabe muy bien que toda la retórica del
gobierno de Fernández es mera dialéctica sin sentido por lo cual, ni los británicos
en “Mount Pleasant” ni el despliegue de grupos de tareas conjunto del Comando
sur que a su vez respaldan los desplazamientos de otros grupos de tareas que
responden a la OTAN (AUKUS y QUAD), corren riesgo alguno. Sus anunciados viajes
a Rusia y China no son una preocupación para La Casa Blanca ya que los mismos
rusos y chinos no ven en su gobierno, solidez y mucho menos garantías de
persistencia para alinearse seriamente a su agenda. En resumen de cuentas,
nadie en Londres o en Washington cree que en la entelequia estatal argentina (con
o sin Fernández) moverá un dedo contra sus intereses.
Aquello no significa que deban ignorárselos. Los
norteamericanos saben bien como sacar partido a las situaciones más
inverosímiles o que en apariencias no revisten un interés. Muy por el
contrario, Argentina desde varios ángulos es una plaza altamente estratégica
que no puede dejarse abandonada a su suerte. La historia del siglo XX demuestra
cómo tanto los ingleses como los norteamericanos le han dado un sitial (tal vez
no preferencial) importante a este triángulo geográfico en el hemisferio sur.
La realidad del estado argentino actual es la de un
adicto en rehabilitación que no puede vencer su compulsión y va a ver a su viejo
proveedor para que le venda droga y así paliar sus padecimientos por la abstinencia.
Y por supuesto, este le dará su dosis para que regrese. Esa es la relación
enfermiza que existe entre Argentina y el FMI y que la condiciona a que pueda
ejercer una soberanía política real con la cual desarrollar una política
estratégica para el desarrollo económico, comercial y por supuesto militar con
el cual proteger sus logros.
El gobierno argentino necesitaba de un apoyo político para
poder negociar con el FMI y espera de Washington que se lo brinde, pero ello
por sí solo no basta.
El país sigue sufriendo de tener una clase política y
de representantes altamente volubles y corruptos, carentes de una visión estratégica
que supere sus propios intereses y expectativas inmediatas por lo cual la
construcción de una soberanía política (necesaria para un desarrollo) es
difícil de esperar. Las breves conclusiones que Cafiero obtuvo de su par
Blinken no ofrecen ese apoyo sustancial esperado y tan solo son palabras huecas
que no dicen nada.
La frase gastada de que EEUU apoyara a la Argentina
ante el FMI o más precisamente que “Argentina es amiga y socia” obtenida tras
la reunión no quiere decir nada, o al menos no se traducen en una posible
materialidad pero que sí es seguro que tendrán un precio.
Incluso no queda claro si estas palmaditas en la
espalda significaría un abogar de Washington ante el FMI. Si así lo fuese ¿Qué
ganan los norteamericanos? No solo los estadounidenses pretenden algo sino
cualquiera que estuviera en su lugar. Pero en este caso, la cooperación de
Argentina en asuntos estratégicos (de los EEUU) puede profundizarse aún más y
sería el perfecto “Caballo de Troya” para penetrar y subvertir los procesos políticos
de Venezuela y Nicaragua. No olvidemos que bajo las gastadas excusas de los
derechos humanos y la democracia, Washington asigna anualmente un presupuesto
para agencias y organizaciones como USAID que bajo aquellos argumentos no es
más que una fachada para las operaciones de la CIA que ciertamente, nada tienen
de fines humanitarios.
Entonces ¿Será el camino de la salvación para
Argentina, el vasallaje? Lo que salió de la reunión entre Cafiero y Blinken no
termina por responder esta cuestión. No hay que olvidar que el canciller
argentino fue en búsqueda de una ayuda sustancial de Washington y es por ello
que para recibir algo semejante es necesario ofrecer algo como contra
prestación. Si bien el país (en lo profundo) esta controlado por familias y
grupos de poder que se relacionan y entrelazan con el mundo anglosajón
(particularmente Londres), asegurando que el país no arda, hay otra parte de la
población compuesta de los habitantes comunes y silvestres, que absortos por
los vaivenes socio-económicos solo van para donde los arrean los medios
corporativos.
Si el presidente Alberto Fernández cree que las insípidas
palabras del Secretario de Estado Blinken y de la presidente de la Cámara de
Representantes Nancy Pelosi son una credencial para exhibir ante el FMI hay que
avisarle que la cuenta del favor vendrá cuando menos lo espere.
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