domingo, 25 de octubre de 2015

VETERANOS DE AYER


“PRECEDENTES NAVALES DE CONTAMINACIÓN QUÍMICA”

Hasta dónde llego la contaminación química, biológica y radiactiva en las dotaciones navales destacadas en las aguas del Teatro de Operaciones del Golfo 1990-1991


Por Dany Smith  y Javier B. Dal

En la serie de medulosos artículos que hemos publicado sobre uno de los capítulos más borrosos de la guerra del Golfo en 1991  y que aún está pendiente de explicaciones (v. http://pensamientoestraegico.blogspot.com.ar/2015/10/veteranos-de-ayer-consecuencias-de-las.html ), con cada paso que se ha ido dando en el camino por esclarecer lo que ocurrió con el peligro “de la guerra química”,  se ido encontrando antecedentes y testimonios en primera persona de muchos veteranos de aquella contienda y que han dejado de ser exclusivamente norteamericanos e ingleses. Quizá –o más bien con seguridad- la notoriedad que adquirieron los casos de estos dos países, fue por la simple cuestión de que al notar que algo estaba mal con su salud individual, comenzaron a cuestionar la versión de su gobierno.

Recordemos que apenas comenzaron las denuncias de varios veteranos norteamericanos a mediados de los noventas, tan solo un par de años después de “Tormenta del Desierto”, el gobierno en Washington busco la forma de contrarestar los argumentos que referían a una contaminación sufrida por sus hombres, producto por la “presumible” utilización por parte de los iraquíes de armas químicas y biológicas. Para ello, puso en marcha una serie de investigaciones a cargo de varias Agencias Federales del gobierno y laboratorios especialistas en contaminación ambiental más dirigida a tapar el asunto que a buscar soluciones para los hombres y mujeres que enfermaban sin causas advertibles.

Se había determinado que una de las posibles fuentes en el origen de los males que aquejaba y sigue aquejando a miles de veteranos de esa guerra,  era la combinación de drogas aplicadas a cada hombre como antídoto contra las diversas amenazas químicas que el arsenal de Saddam tenía por entonces.  Para 1999 los estudios sobre las causas de varias afecciones  en veteranos británicos y norteamericanos, se determinó que no existe un “síndrome del Golfo” sino, varios síndromes relacionados  e interactuantes con aquel, que se plasman en sintomatologías como el “estado de ánimo descorazonado”, el respiratorio con una “neumonitis de Al Eskan”  inducido a los pulmones por “arena sucia” que se traslada por el viento tanto a tierra firme como al mar. Por supuesto todos estos síntomas, son independientes del llamado “estrés postraumático” que revelan los ex combatientes.

Las afecciones que sufren los veteranos de la GGP, han degradado la calidad de vida de cada uno de los afectados sin distinciones entre combatientes de primera o segunda línea, de tierra, aire o destacados en las aguas del Golfo, algo que se ha ido comprobando en forma progresiva con el paso de los años.  Fue precisamente por esta degradación del normal estado de salud que muchos han demandado ante las cortes, el rubro de “pérdida de salud” que está trayendo a mal traer a los gobiernos estadounidense y británico.  A las infecciones agresivas que se han registrado en muchos casos de estos afectados, también hubieron problemas neurológicos agudos y  casos de fatiga (Fibromalgia) y debilidad muscular asociados a problemas neurovegetativos que entre otras sintomatologías, se han reportado lumbalgias atípicas.  

Las investigaciones exhaustivamente orientadas a las causas biológicas y sus consecuencias sobre el organismo humano, expuesto en aquel medio ambiente,  dan una información bastante sustancial sobre posibles implicancias de agentes tóxicos lanzados, utilizados o como bien dijimos, inoculados por sus propias fuerzas pero se ha evitado continuamente reconocer el uso de ojivas químicas lanzadas por los iraquíes.

Desde el punto de vista científico, estos estudios son exhaustivamente notables (v. Revista cubana de medicina Militar, http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0138-65572010000300009&script=sci_arttext   ) pero, obviamente no se involucran en  las  vías militares que pudieron haber causado este coctel de síndromes que la prensa estadounidense en especial, bautizó como el síndrome de la guerra del Golfo.  Se trata de un terreno espinoso que relaciona varias inconsistencias y desatinos que Washington no está dispuesto a reconocer.  Es allí donde se han complicado las cosas para explicar coherentemente, situaciones de hombres que no estaban en las operaciones terrestres y a cientos de kilómetros adentrados en las aguas del golfo, han mostrado una variante de síntomas tan agresivos como los advertidos a hombres que estuvieron en Kuwait.

Estos elementos han puesto de manifiesto, que la sola exposición a agentes químicos que habrían sido originados por un medio ambiente contaminado por una mezcla de fármacos, la toxicidad del petróleo ardiendo y los residuos invisibles del “polvo de uranio” originados por las municiones de Uranio empobrecido de los proyectiles de tanques, bombas y misiles de aviones y de sus respectivas municiones en buques de la coalición, no pudieron ser suficientes para enfermar los organismos de propios y ajenos. Los expertos han señalado que para que actúe con eficacia un agente químico como el “Tabun”, “Sarín” o el “Gas mostaza” debe ser esparcido en forma de microparticulas que como un finísimo rocío, regaría un área determinada del enemigo dejando además, una situación de contaminación latente sobre el terreno que se extenderá con el viento.

Y solo nombramos algunos de los agentes nerviosos y biológicos de los que disponía el arsenal de las FFAA iraquíes, que según algunos informes de inteligencia en plena época de la guerra con Irán, estaban el desarrollo de la cepa de llamada “fiebre de conejo” que podía incapacitar a una población de miles con el volumen de un terrón de azúcar.

Los testimonios indiscretos de varios combatientes que estuvieron en Kuwait y en el suroeste de Iraq se toparon con pruebas irremisibles de que los iraquíes habían estado lanzando municiones con cargas químicas e incluso biológicas, lo que al ser reportado a los superiores fue inmediatamente tapado con amenazas de consecuencias para sus carreras y su futuro al volver a casa.  Había varios motivos para que Washington se encargara de que sus muchachos mantuvieran la boca cerrada; algunos de carácter político y otros militar.

Uno de aquellos motivos y que se mantuvo escondido bajo la alfombra del Pentágono, fue que laboratorios estadounidenses como el Centro de Control de Enfermedades (CDC) ubicado en Atlanta, Georgia,  en 1985 había realizado una serie de envíos a Iraq del “Virus del Nilo Occidental”  que se justificaron para propósitos de investigación científica a cargo de un experto de éste centro que más tarde se corroboro su inexistencia. Era por ello y por muchos otros secretos, que había que negar el uso de estas armas y hacer desaparecer del campo de batalla, los restos –y ello incluía a los soldados muertos que estaban contaminados-  para enterrarlos con bulldosers en sitios desérticos.

Según algunos estudios de detalles militares ocurridos durante el conflicto, Iraq lanzó unos 40 misiles “SCUD” sobre Israel y 46 sobre Arabia Saudita, sin precisar qué tipo de cabeza de guerra llevaban en esos ataques.  Tanto los israelíes como los sauditas mantuvieron absoluto silencio sobre posibles detecciones de agentes químicos o biológicos, cooperando así con la postura del Pentágono de no “alarmar” a las tropas y a sus familias en sus casas.  Pero los indicios salidos de los testimonios de varios efectivos que vieron los restos de evidencia que hablaba de el uso de ojivas con cabezas químicas y sumado a la masividad de casos de veteranos enfermos, podría estimarse que en realidad se lanzaron  más de cien misiles alternados con cabezas convencionales y químicas. Y no solo eso, los vectores utilizados para estos agentes no solo fueron los misiles “Scud” sino también una gama de otros misiles en poder de Iraq e incluso en sus municiones de artillería.
Frog-7 missile abandoned in Kuwait

Cuando se ha planteado esto, los expertos del Pentágono y del Ministerio de Defensa británico simplemente lo desestimaron sin haber presentando argumentos científicos que pudieran rebatir estos hechos.  Cuando se abrió el frente oeste de Kuwait y comenzaron a avanzar, los marines y sus colegas de las brigadas mecanizadas pudieron ver a grupos de soldados iraquíes muertos provistos con los equipos y máscaras “NBC” (Nuclear-Biological- Chemical)  de origen soviético que habían reconocido en los entrenamientos sobre el equipamiento enemigo. Pero eso no era todo; cajas con morteros de 120mm y obuses de artillería con cabezas pintadas de amarillo aún descansaban en sus cajas detrás de las piezas de los 155mm e incluso, en los cohetes del sistema “Astros II”, que saturaban un terreno con resultados muy dañinos para una avanzada terrestre.

Pero lo peor estaba por verse. Algunos efectivos estadounidenses afirmaron que habían encontrado lanzadores móviles e incluso algunos fijos de misiles navales “Frog-7” que apuntaban al Golfo y entre zafarrancho de combate que se halló, habían cajas con los garrafones marcados con el símbolo de material “Biológico-Químico” que se usa para identificar estos elementos.  Lo mismo fue con algunas baterías de misiles “Silkworm” que los iraquíes les confiscaron a la marina kuwaití y le montaron reformas para adaptar ojivas con “Gas Sarín” y “Cloro”. No era necesario que cualquiera de estos vectores diera de lleno contra un buque; al ser interceptados por los sistemas como los “Sea Dart” o incluso algunos “Sea Cat” –que rara vez demostraron servir para algo- en los buques británicos,  con solo explotar a la velocidad que se desplazaban y si a ello le agregamos el viento a favor de los misiles atacantes, “BINGO!, se tiene una fumigación invisible sobre los buques y las aguas adyacentes que, hizo sonar en varias ocasiones las alarmas de ataque químico montadas en las unidades navales.

Para peor y según algunas fuentes de la inteligencia militar israelí por 1987 le soplaron a sus aliados estadounidenses, que Iraq había adquirido misiles SS-21 “Scarab” que mejoraba notablemente el rendimiento de las tareas a las que se empleaba a los “Frog-7” y  estaba capacitado para albergar cargas químicas y biológicas. Para la CIA la información era errónea y allí se terminaron las discusiones. Es que en esos años e incluso una semana antes del 2 de agosto de 1990,  “la agencia” y la mujabarat iraquí  trabajaron a la par contra Irán y cualquier cosa que pudiera molestar  a los esfuerzos de Bagdad por acabar con la revolución de Jomeini, era tapado.

Pero ni bien cambiaron las cosas, los iraquíes enterados de los intentos estadounidenses de manipular la situación, se propusieron hacerles frente sin mezquinar recursos.

Según lo han corroborado los documentos de la inteligencia de “Saddam” que pululan por el internet –robados del Ministerio de Inteligencia en Bagdad- especialmente referidos sobre  el aspecto de la estrategia que los iraquíes tenían previsto para cortar las líneas de suministro de la coalición, uno de los medios implementados –es decir que se utilizaron- fueron los misiles con cabezas contaminadas. Allí y con esos detalles, se podían comprender algunos reportes de la época que daban cuenta de que “misiles Scud caían al mar” o información similar. Bastaba que los mismos llegaran a un área determinada y de ser interceptados o al caer al mar, igualmente tras estallar diseminarían la carga que llevaban dentro.

En conclusión, a los ojos de los jefes del USCENTCOM la realidad era demasiado mala como para que incluso sus subordinados, estuvieran al tanto de todas estas circunstancias. Si se hubiese conocido semejante situación, pudieron haberse visto verdaderos estragos entre los grupos de tareas. Con solo pensar el grado de tensión al que estaba sometida cada tripulación en operaciones, que se hubiera filtrado un comunicado que simplemente acusara que uno de cada cuatro proyectiles que caían en los puertos y en las aguas cercanas, tenía cargas “químicas o biológicas”, simplemente hubieran desatado el pánico y con ello, el fracaso de las operaciones.   


Con seguridad se puede afirmar, que por los datos metereológicos de la época en los que se registraron los vientos y  tormentas que agitaron las candentes aguas del Golfo Pérsico, en solo unos días y con –tan solo-  una media docena de misiles con una carga de 500kg  como las que transportaba el “SS-Scud-B” o el misil “Al Abbas” de material “químico o biológico”  impactados en territorio saudita, habrían contaminado las aguas y los buques que operaban más allá del paralelo 26 y hasta las costas iraníes.

sábado, 24 de octubre de 2015

INTERNACIONAL


“CRIMINAL SE BUSCA”

El largo prontuario de uno de los funcionarios más siniestros e imaginativos de la operatividad de la inteligencia norteamericana


No es la primera vez ni será la última que criminales de todo tipo, se encumbren en y dentro de los aparatos gubernamentales de varios países alrededor del mundo. La lista es larga, pero los escalafones de este tipo de delincuentes son variados, especialmente en los involucrados en la política exterior de EEUU. Pero el caso que no trae hoy a cometario, es uno con un largo prontuario de gravísimos crímenes que han venido siendo amparados por el silencio de los grandes medios.

Se trata de John Negroponte, uno de los personajes negros de la política estadounidense, que se desempeño como embajador en Honduras entre 1981 a 1985 en pleno proceso de  establecimiento en Latinoamérica  de gobiernos adictos a Washington. A pesar de ser un funcionario diplomático, demostró tener más ambiciones que un simple burócrata y se destaco por sus maquinaciones para-estatales destinadas a suprimir a los opositores a la política estadounidense en el exterior.

Sus antecedentes además de extensos, son brutales y teñidos de la sangre de miles de víctimas (v. JohnNegropontehttp://ww4report.com/node/379)  que a pesar del transcurso del tiempo, no han detenido la búsqueda de justicia.

Sin dudas, Negroponte fue la mano negra de la inteligencia estadounidense que trato de eliminar a los problemas con los métodos más inhumanos y sucios que más tarde se ventilaron al conocimiento público.

En ese carácter y con la demostración de un notable convencimiento en el papel que desempeño en aquel país, superviso las tareas de emplazamiento de la base de operaciones del “El Aguacate”, punto al cual la CIA llegaba con sus aviones para traer todo lo necesario para el entrenamiento a grupos de mercenarios al servicio de Washington que se conocieron como los “contras”, quienes debían aparentar ser una fuerza creada por patriotas hondureños que se oponían al avance marxista y castrista.

Las guerrillas “Contras” estaban asesoradas y equipadas por agentes y miliares estadounidenses, quienes dirigían el adiestramiento dentro de la base “El Aguacate” en donde además, se recluyó, torturó y asesino a unos cientos de hondureños acusados de  ser marxistas. Algunas investigaciones que se han llevado en dicha área, han descubierto fosas comunes con unos 185 cadáveres de personas que habían estado desaparecidas por décadas.

En aquella oportunidad el programa “Contras”, estuvo interconectado con las operaciones de la CIA que se desarrollaban al mismo tiempo en otras latitudes. Fue así que uno de los ribetes de esas conexiones, estuvo el conocido escándalo “Irán-Contras” en las que se vieron implicados el dinero sucio obtenido de la venta de drogas y el tráfico de armas por parte de  la agencia a Teherán en medio de la guerra con el aliado de Washington Iraq.

Las actividades de la CIA en aquel entonces y especialmente en Centroamérica, tuvieron como corolario, la participación de agencias “amigas” en las operaciones “contrainsurgentes”, una de ellas fue el “Batallón 601” del Ejército Argentino que, producto de estas cooperaciones se vio involucrado en algunas de las más siniestras faenas de la agencia americana.

Como parte de las operaciones que elaboró y dirigió Negroponte en Centroamérica, una de las tácticas más conocidas fue la implementación de los llamados “escuadrones de la muerte” compuestos de asesinos locales, que entrenados y pagados por la CIA, fueron responsables de secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones en Honduras, Nicaragua y El Salvador.

Pese a este historial negro de este funcionario consular, el entonces presidente George W. Bush lo nombra como embajador  ante Naciones Unidas para los “Derechos Humanos en EEUU y América Latina”, lo que representó una verdadera tomadura de pelo para el significado de lo que son los derechos humanos.  Desde el foro internacional, se encargo  junto a la delegación que representaba a EEUU, de presionar a los otros representantes para que apoyaran la moción contra Iraq. A pesar de los esfuerzos de la delegación de Negroponte, EEUU no contó con el apoyo de Naciones Unidas para justificar la intervención.

Los talentos de Negroponte fueron nuevamente requeridos tras la invasión de los EEUU a Iraq en 2003, quien con sus amplios conocimientos sobre las “tareas de contrainsurgencia” y con muchos contactos con el oscuro mundo de las operaciones negras que implementa Washington,  fue colocado en abril del 2004 como embajador en Bagdad, desde donde comenzó la ardua tarea de coordinar un nuevo programa de “contrainsurgencia” contra la resistencia iraquí y contra quienes fuesen sospechosos de simpatizar con su causa.

Las marcas de la presencia estadounidense comenzaron a variar en su sello, especialmente para cuando comenzaron a aparecer grupos de hombres enmascarados que imitando los movimientos de la resistencia, comenzaron a realizar secuestros, torturas y asesinatos contra sectores determinados de la población, en especial chiitas, lo que claramente fue el comienzo de la búsqueda de crear un conflicto interno en la comunidad islámica del país.
La bandera original de Al Qaeda en Iraq vista desde 2004

En febrero del 2005 John Negroponte es nombrado como Director general de inteligencia pasando a estar a cargo no solo de la CIA, de la NSA, la DIA, el FBI y otra docena de agencias que no aparecen en las publicaciones oficiales, sino que además se le encomendó el diseño de una solución de “contrainsurgencia” para la insoportable situación de las tropas en Iraq.   Los resultados de la implementación de sus “escuadrones de la muerte” –creación ingeniosa y siniestra de su propio genio- se sintieron más sobre la población civil que sobre los grupos de la resistencia iraquí. Estaba claro que el objetivo principal de estos grupos disfrazados de iraquíes, era el sembrar el terror, la incertidumbre y la discordia entre los chiitas y sunitas para evitar que coordinaran mancomunadamente sus acciones contra las tropas de ocupación. 

Aunque en principio lograron sembrar las desconfianzas entre grupos rivales como el “Ejército Mahdi” dirigido por el clérigo Muqtader Al Sadr y el “Ejército islámico de Iraq” dirigido por el Partido nacionalista Baath para citar algunos casos más conocidos.
Casi inmediatamente y paralelamente a estas operaciones,  para el 2005 apareció de la nada  “Al Qaeda-Iraq” liderada por un jordano llamado Abu Muzab Al Zarkawi, con oscuros antecedentes vinculados con la CIA y que tras haberse convertido en “dispensable” –y en medio de una situación política muy difícil para Bush- fue eliminado con una sospechosa precisión en junio del 2006.

El engaño no duró mucho y los iraquíes se dieron cuenta de que esos asesinos que plantaban alternativamente bombas en mezquitas chiitas en ciudad “Sadr” y en mezquitas sunitas en el norte de Bagdad, eran de autoría foránea con la notoria colaboración de grupos de iraquíes que, reclutados para formar parte del gobierno títere, colaboraban con los invasores en sus esfuerzos por tratar de degradar la resistencia.    


A pesar de la larga lista de crímenes por los que Negroponte fue responsable como parte de una compleja maquinaria represiva de la inteligencia estadounidense, continua libre y goza de la protección en EEUU pero, queda claro que con los avances que se vienen advirtiendo en el campo del cumplimiento efectivo de las leyes que punen los crímenes de lesa humanidad, especímenes como John Negroponte corren el riesgo de ser arrestados en cualquier Aeropuerto en el mundo. 

EN LA MIRA


EL SUCIO SECRETO DE LA INTELIGENCIA ANGLOSAJONA”

Como se pueden explicar muchos de los fenómenos como el terrorismo, el narcotráfico y la trata de personas, atendiendo al origen de su financiamiento

SFA a CIA creation

Cuantas veces habremos escuchado y visto en las entretenidas películas de Hollywood, sobre la eficacia y muy elegante inteligencia británica. Hombres de bombín y paraguas, podían infiltrarse en cualquier lugar del mundo donde los servicios de su Real majestad lo requirieran.  Pues, tal como se veía eso era una mera ilusión de lo que realmente se escondía y aún hoy día esconden, las operaciones con las que se financian las redes del MI-6 y sus colegas estadounidenses. 

El columnista de VeteransToday.com Preston James, ha publicado un interesante artículo en el que, además de promover el libro “Dope. Inc”, nos da una somera idea de lo que ha venido ocultando el Pentágono y sus colegas británicos en uno de los negocios sucios que sacuden al mundo contemporáneo  (v. http://www.veteranstoday.com/2015/10/17/the-pentagons-biggest-dirty-secret /) El libro aborda como se desarrollaron las redes del narcotráfico y los suculentos negocios que se logran con ello, mediante la operatoria del lavado de activos mediante la creación de bancos  privados, que son los que manejan detrás de escena, un negocio tan ilegal como lucrativo.

El control de las redes del narcotráfico, comenzó con el Imperio británico en Asia, cuando por las rutas de Turquía, los ingleses descubrieron que había un elemento altamente adictivo y que volvía a sus consumidores  dependientes cotidianos. Se trataba del opio.  Los británicos al ver estos efectos, además de las ventajas económicas que representaba el tráfico y control de las rutas por donde se trasladaba el opio, razonaron que con su poder adictivo, serviría como un arma subversiva con la cual envilecer y derruir a una sociedad desde adentro.

Fue así que, con la bendición de la Reina, los británicos comenzaron sus operaciones de traficar opio a través de la frontera China en búsqueda de experimentar los resultados que se habían calculado. Las evidencias del poder de esta arma de subversión fue tan apabullante, que la violencia a causa del opio llevó a que el gobierno chino advirtiera el involucramiento en la maniobra de la Corona británica. Con esto, se desató la guerra del opio que fue ganada por el Imperio Británico.  Con ello, los ingleses promovieron los opiáceos y controlaron a los carteles que los manejaban, concitando la corrupción de las autoridades gubernamentales mediante el soborno o incluso la participación en el negocio.

Durante la mitad del siglo XX en adelante, aquel papel de regenteo de las llamadas ·”líneas de sangre” y todos los negocios que provienen del narcotráfico más alto han pasado al Pentágono junto a la cadena de bancos manejados por las familias como los Rothschild  que manejan el sistema financiero internacional.

Con las últimas y fastuosas aventuras en el Norte de África lanzadas en 2010 y que se extendieron hasta Siria, se pueden comprobar los contubernios entre las agencias de inteligencia anglosajonas y las aliadas regionales –árabes del golfo e Israel-  para armar y alimentar grupos armados que –como Al Qaeda, ISIL, Jabbat Al Nusrah-, con la inexcusable complacencia de EEUU y la UE,  destruyeron países y los convirtieron  en sus bases de operaciones  para dirigir las actividades en otras latitudes.

Cualquier ser pensante se daría cuenta, que la creación de estos grupos que usando formas e imitando consignas robadas a la tradición de los “Mujahidines” y  la resistencia iraquí especialmente, conllevó una considerable suma de dinero y que para que continúen en acción se deben desembolsar otras millonadas no solo para las pagas personales sino también, para el gasto de armamento y municiones, éstas últimas tan o más importantes que las armas mismas.

Como están las cosas hoy,  los países han perdido la poca soberanía que tenían sobre sus bancas “nacionales” y es seguro que sea más el dinero sucio que manejan, que el salido de actividades financieras licitas.   



jueves, 22 de octubre de 2015

VETERANOS DE AYER


ANECDOTICOS HECHOS EN EL TOK 1991”


Anécdota de un veterano estadounidense sobre la participación militar argentina en la operación “Tormenta del Desierto”

Por Charles H. Slim

Cuando recibí unos mails allá por el mes de enero que provenía de un investigador argentino que estaba trabajando en la intervención de su país en las operaciones desarrolladas en el Golfo Pérsico entre 1990 y 1991, sentí curiosidad  y hasta cierta perplejidad ya que no era muy común que alguien de esos lugares se preocupara por este tipo de hechos históricos (comentó este “vet” de la marina estadounidense que llamaremos “Joe B.”)

En esa comunicación me preguntaba si sabía que grado de participación habían tenido los buques argentinos en la operación “Tormenta del desierto” en la que los historiadores se han centrado más en la parte terrestre y aérea, sin detenerse en las continuas y extenuantes actividades que se realizaron en el mar. Como ex oficial de comunicaciones y destinado en el “USS Wisconsin” tuve la oportunidad de estar cerca de las dos unidades argentinas que nos acompañaron en el grupo y que si mal no recuerdo, tenían la denominación ALFIL y estaban comandados por los australianos.

Es más, recordando con mayor atención me di cuenta que estuve a bordo de uno de esos buques en el cual junto a mi equipo, establecimos un sistema de contacto compatible con el comando de operaciones en el NAVCENT, que mantendría una visualización del grupo mediante una señal que recibían los satélites y estos a su vez la retrasmitían al centro de operaciones electrónicas en tierra, desde donde se coordinaban los movimientos y comunicaciones con todos los grupos de tareas.

El comandante de operaciones  del “USS Midway” que fue transportado al “USS Wisconsin”  traía consigo una carpeta con tareas para encomendar a los oficiales de comunicaciones.  Pero no venía solo, estaba acompañado de dos altos cargos del denominado CENTIJ –inteligencia- que nos darían una pequeña charla de lo que si debían saber nuestros aliados y lo que no les correspondía saber. 

Nuestros superiores querían asegurarse de que grupos como el de los argentinos, no fueran más un peligro que una ventaja, ya que –según nuestros cerebros en la mesa de estrategia- no tenían una experiencia solvente en operaciones navales como la que se les presentaba; y en realidad nosotros tampoco la teníamos desde que ocurrió el desembarco de Normandía.

Había sido necesario aplicar la doctrina TRADOC, en la cual se buscaba uniformar –en lo que fuera posible- las señales y mensajes que se trasmitían entre las diferentes armadas que participaban en una reducida área marítima como es el Golfo.  Para los países que eran parte de la OTAN no había problemas de comunicaciones y menos aún de protocolos de procedimientos en temas tan sensibles como era la alerta para ataques con armas “Químicas, Biológicas o Radiadas”.  Fue necesario  establecer con los argentinos, un protocolo para que se adaptaran a nuestros sistemas de comunicaciones y para que, en caso de un requerimiento específico, pudieran entender la orden y ejecutarla sin dilación.

Ciertamente que los argentinos fueron muy competentes en las tareas que se les ordenaron y modestamente desde mi punto de vista –nos relata el veterano-, comprobé como se desempeñaron en situaciones que pudieron haber terminado en un completo desastre. Algo que no saben muchos, era que, apenas comenzó la operación, hubieron incidentes verbales de órdenes y contraordenes  entre varias unidades de algunos grupos que no estaban dispuestos a correr ciertos riesgos. Hubieron momentos de tensión y sus frutos se pudieron ver en varios errores de juicio en unidades navales supuestamente más avanzadas. Se puede decir que fueron más los problemas entre los aliados de la OTAN que con elementos ajenos como era el caso de los argentinos.

Aquel factor proveniente de la tensión y el nerviosismo, apareció ni bien empezó el combate y ninguna de las tripulaciones  que estuvieron operando estoy seguro,  pudieron evitarla.  Hubo casos de neurosis, parálisis traumáticas y peleas en varios buques de nuestro grupo, producto de una sensación angustiante que pareces que vas a morirte en cualquier momento y no puedes hacer nada para evitarlo. En un incidente que ocurrió en el Midway los nervios llegaron a tal nivel que oficiales y personal de cubierta se trenzaron a golpes de puño resultando el arresto de varios de ellos.  Y otras trifulcas similares en unidades vecinas. ¡Mi Dios! Era una locura ¿Te imaginas si los chicos que debían volar a territorio enemigo, no controlaban sus nervios? Fue por eso que los que comandaban desde Riyahd,  tenían un protocolo de contingencia por si las cosas se desmadraban.

Fue por ello y como parte de un protocolo predeterminado, que se debían mantener en contacto directo a todas las unidades navales que operaban en el Teatro,  que además de servir para los propósitos del despliegue táctico en la mesa de estrategia, servía para controlar las actividades abordo.  Se trataba de establecer un comando de comunicaciones permanente, algo bastante complicado por aquella época. Para nuestras propias fuerzas –las estadounidenses- representó un desafío  enorme el establecimiento de un comando centralizado para cada una de las fuerzas operativas propias, imagínense lo que fue tratar de establecerla con otras armadas con otros idiomas y otros equipamientos.

Para cuando el grupo ALFIL 1 entró al área de operaciones –al cruzar el estrecho de Ormuz- fue que se nos indicó la preparación del equipo y las directivas que nos entregaría el CENTIJ para instalar a bordo del buque líder. Era a mediados de diciembre y lo recuerdo bien porque se corrían rumores de que los iraquíes podían atacarnos por sorpresa por medio de grupos aliados en la región.  En esos momentos los argentinos estaban navegando con los franceses y más precisamente estuvieron  realizando maniobras de alije o mejor dicho, aprovisionamiento de combustible del buque cisterna “Marne” cuando se estaban dirigiendo a Dubai.  

Recuerdo que  unos días después de que comenzaron las hostilidades, el grupo ALFIL 1 se incorporo al grupo de ataque liderado por el “USS Midway”  y sus doce escoltas, entre ellas el acorazado “Wisconsin” en donde me encontraba.

En esos momentos la alerta era permanente y los vuelos de patrulla e intercambio de oficiales  era constante y en uno de ellos nos trasladaron a uno de sus buques  para traslado de material e izamiento de personal. Su equipamiento era bueno y el desempeño profesional de su tripulación hasta donde pude ver fue bastante profesional, si tomas en cuenta que estaban en una zona minada sometidos a la presión de guiar y ofrecer protección a la línea de abastecimiento de buques de otras nacionalidades que entraban a la zona para hacer llegar combustible, armas y pertrechos que iban hasta puertos sauditas  en la primera línea como “Al Jubayl”, a nadie le quedaron dudas de que lo hicieron muy bien.