VETERANOS DE AYER
“ANECDOTICOS HECHOS EN EL TOK
1991”
Anécdota de un veterano estadounidense sobre la participación militar argentina en la operación “Tormenta del Desierto”
Por Charles H.
Slim
Cuando
recibí unos mails allá por el mes de enero que provenía de un investigador
argentino que estaba trabajando en la intervención de su país en las
operaciones desarrolladas en el Golfo Pérsico entre 1990 y 1991, sentí
curiosidad y hasta cierta perplejidad ya
que no era muy común que alguien de esos lugares se preocupara por este tipo de
hechos históricos (comentó este “vet” de la marina estadounidense que
llamaremos “Joe B.”)
En esa comunicación me preguntaba
si sabía que grado de participación habían tenido los buques argentinos en la
operación “Tormenta del desierto” en la que los historiadores se han centrado
más en la parte terrestre y aérea, sin detenerse en las continuas y extenuantes
actividades que se realizaron en el mar. Como ex oficial de comunicaciones y destinado
en el “USS Wisconsin” tuve la oportunidad de estar cerca de las dos unidades
argentinas que nos acompañaron en el grupo y que si mal no recuerdo, tenían la
denominación ALFIL y estaban comandados por los australianos.
Es más, recordando con mayor atención
me di cuenta que estuve a bordo de uno de esos buques en el cual junto a mi
equipo, establecimos un sistema de contacto compatible con el comando de
operaciones en el NAVCENT, que mantendría una visualización del grupo mediante
una señal que recibían los satélites y estos a su vez la retrasmitían al centro
de operaciones electrónicas en tierra, desde donde se coordinaban los
movimientos y comunicaciones con todos los grupos de tareas.
El comandante de operaciones del “USS Midway” que fue transportado al “USS
Wisconsin” traía consigo una carpeta con
tareas para encomendar a los oficiales de comunicaciones. Pero no venía solo, estaba acompañado de dos
altos cargos del denominado CENTIJ –inteligencia- que nos darían una
pequeña charla de lo que si debían saber nuestros aliados y lo que no les
correspondía saber.
Nuestros superiores querían
asegurarse de que grupos como el de los argentinos, no fueran más un peligro
que una ventaja, ya que –según nuestros cerebros en la mesa de estrategia- no
tenían una experiencia solvente en operaciones navales como la que se les
presentaba; y en realidad nosotros tampoco la teníamos desde que ocurrió el
desembarco de Normandía.
Había sido necesario aplicar la
doctrina TRADOC, en la cual se buscaba uniformar –en lo que fuera posible- las
señales y mensajes que se trasmitían entre las diferentes armadas que
participaban en una reducida área marítima como es el Golfo. Para los países que eran parte de la OTAN no
había problemas de comunicaciones y menos aún de protocolos de procedimientos
en temas tan sensibles como era la alerta para ataques con armas “Químicas,
Biológicas o Radiadas”. Fue
necesario establecer con los argentinos,
un protocolo para que se adaptaran a nuestros sistemas de comunicaciones y para
que, en caso de un requerimiento específico, pudieran entender la orden y
ejecutarla sin dilación.
Ciertamente que los argentinos
fueron muy competentes en las tareas que se les ordenaron y modestamente desde
mi punto de vista –nos relata el veterano-, comprobé como se desempeñaron
en situaciones que pudieron haber terminado en un completo desastre. Algo que
no saben muchos, era que, apenas comenzó la operación, hubieron incidentes
verbales de órdenes y contraordenes
entre varias unidades de algunos grupos que no estaban dispuestos a
correr ciertos riesgos. Hubieron momentos de tensión y sus frutos se pudieron
ver en varios errores de juicio en unidades navales supuestamente más
avanzadas. Se puede decir que fueron más los problemas entre los aliados de la
OTAN que con elementos ajenos como era el caso de los argentinos.
Aquel factor proveniente de la
tensión y el nerviosismo, apareció ni bien empezó el combate y ninguna de las
tripulaciones que estuvieron operando estoy
seguro, pudieron evitarla. Hubo casos de neurosis, parálisis traumáticas
y peleas en varios buques de nuestro grupo, producto de una sensación
angustiante que pareces que vas a morirte en cualquier momento y no puedes
hacer nada para evitarlo. En un incidente que ocurrió en el Midway los nervios
llegaron a tal nivel que oficiales y personal de cubierta se trenzaron a golpes
de puño resultando el arresto de varios de ellos. Y otras trifulcas similares en unidades
vecinas. ¡Mi Dios! Era una locura ¿Te imaginas si los chicos que debían volar a
territorio enemigo, no controlaban sus nervios? Fue por eso que los que
comandaban desde Riyahd, tenían un
protocolo de contingencia por si las cosas se desmadraban.
Fue por ello y como parte de un
protocolo predeterminado, que se debían mantener en contacto directo a todas
las unidades navales que operaban en el Teatro,
que además de servir para los propósitos del despliegue táctico en la
mesa de estrategia, servía para controlar las actividades abordo. Se trataba de establecer un comando de comunicaciones
permanente, algo bastante complicado por aquella época. Para nuestras propias
fuerzas –las estadounidenses- representó un desafío enorme el establecimiento de un comando
centralizado para cada una de las fuerzas operativas propias, imagínense lo que
fue tratar de establecerla con otras armadas con otros idiomas y otros
equipamientos.
Para cuando el grupo ALFIL 1
entró al área de operaciones –al cruzar el estrecho de Ormuz- fue que se
nos indicó la preparación del equipo y las directivas que nos entregaría el CENTIJ
para instalar a bordo del buque líder. Era a mediados de diciembre y lo
recuerdo bien porque se corrían rumores de que los iraquíes podían atacarnos
por sorpresa por medio de grupos aliados en la región. En esos momentos los argentinos estaban
navegando con los franceses y más precisamente estuvieron realizando maniobras de alije o mejor dicho,
aprovisionamiento de combustible del buque cisterna “Marne” cuando se estaban
dirigiendo a Dubai.
Recuerdo que unos días después de que comenzaron las
hostilidades, el grupo ALFIL 1 se incorporo al grupo de ataque liderado por el “USS
Midway” y sus doce escoltas, entre ellas
el acorazado “Wisconsin” en donde me encontraba.
En esos momentos la alerta era
permanente y los vuelos de patrulla e intercambio de oficiales era constante y en uno de ellos nos
trasladaron a uno de sus buques para
traslado de material e izamiento de personal. Su equipamiento era bueno y el
desempeño profesional de su tripulación hasta donde pude ver fue bastante
profesional, si tomas en cuenta que estaban en una zona minada sometidos a la
presión de guiar y ofrecer protección a la línea de abastecimiento de buques de
otras nacionalidades que entraban a la zona para hacer llegar combustible,
armas y pertrechos que iban hasta puertos sauditas en la primera línea como “Al Jubayl”, a nadie
le quedaron dudas de que lo hicieron muy bien.
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