VETERANOS DE AYER
“LOS UNOS Y NOSOTROS”
Durante la guerra del golfo Pérsico de 1991 hubieron varios
episodios que jamás se conocieron y que los gobiernos involucrados nunca se
preocuparon por esclarecer
Por Dany Smith
La mejor forma
de manipular a la opinión pública es esconderle la realidad, me decía un viejo
camarada del S.B.S. cuando servíamos en África. Eso lo aprendimos muy bien
cuando fuimos a Iraq en 1991 y luego en 2003 algo de lo que no me siento nada
orgulloso. En la guerra ves de todo y mucho de eso crees que parece salido de
otra realidad, de una pesadilla que vives con todos tus sentidos y que al
sentarte a tratar e razonar te das cuenta que no tienen sentido salvo, que haya
un motivo poderoso para ello. En Iraq vimos muchas de estas situaciones y todas
ellas estaban motivadas solo por el dinero.
Cuantas veces habré comentado la presencia de todo tipo de sujetos
extraños, pero en cada una de estas guerras, las curiosidades fueron creciendo
con cada paso que dábamos. Allá en el caluroso noviembre de 1990 cuando
desembarcábamos nuestros bártulos en nuestra base de operaciones en Dubai,
vimos con asombro como dos buques con la bandera celeste y blanca, ingresaba en
proximidades de “Sarjah” a las aguas del
Golfo. Recuerdo al enano “Perry” quien era uno de los ingenieros gritando “¿Qué
hacen los “argies” aquí? Era cierto y nos sorprendió a todos ver a los
argentinos que entraban a la zona de operaciones; fue todo una novedad, mucho
más para nosotros que habíamos estado en la guerra de 1982.
Pero eso solo sería una de las tantas cosas extrañas que nos
cruzamos por aquel entonces. Cuando a mediados de febrero realizamos una
operación de penetración en terreno enemigo más precisamente sobre una
instalación de radar en “Abu Al Khasib” en la provincia de Basora, tuvimos un
encuentro inesperado con un “grupo” no identificado que arruino nuestra
operación.
Nadie supo explicarnos que sucedió ni quiénes eran aquellos ni para
quién estaban trabajando. Se trataban de unos tipos con uniformes similares a
los iraquíes pero nos dimos cuenta que no eran del lugar cuando abrieron fuego
sobre nosotros. Y no solo eso. Al avanzar encontramos sus rastros de muerte,
dos soldados y unas jóvenes mujeres degollados eran los mudos testigos de esos
malditos. Los tipos eran unos bastardos ya que nosotros no hubiéramos hecho eso
de no ser necesario. No vimos el propósito de ello hasta que logramos deducir
quienes eran realmente.
Cuando nos dispararon con sus metralletas con silenciador,
confirmamos que era un grupo especial y de inmediato nuestro jefe trato de
enviar un mensaje codificado para que nos informaran si había “amigos”
trabajando” en el sector. ¿Rangers americanos, se pregunto uno de los nuestros?
Descartamos que fueran iraquíes por lo que habíamos visto e incluso algunos de
mis camaradas que tenían la experticia en distinguir e identificar las armas
con el solo sonido o sus siluetas, nos informaban que las mismas eran muy
especiales y los iraquíes seguramente no las tenían. Tampoco sus conformaciones
físicas y sus movimientos delataban ese origen.
Cuando trataban de abrirse paso hacia el canal (Shatt Al Arab) en
el intercambio de fuego logramos derribar a uno de esos tipos y fue allí donde
escuchamos con claridad y en perfecto castellano “recójanlo y vámonos rápido!”
Con mis compañeros nos miramos y dije: ¿Qué diablo fue eso?
Mientras abrían una
pared de fuego dos de esos tipos levantan al herido y tratan de arrastrarlo con
dirección a las orillas del canal donde seguramente habría botes de goma por
donde estos habían venido. Era curioso. El canal estaba muy bien vigilado por
los iraquíes para que un grupo especial hubiera podido navegarlo con botes de
goma desde la desembocadura en la península, no tenía sentido.
Lo cierto fue que a pesar del intento, otro de ellos es
inmediatamente herido y cae junto al compañero que trataban de sacar a rastra,
logrando así que abandonaran a ambos sin que ello impidiera que tomaran una
extraña medida.
Cuando vieron que no podían sacar a esos dos hombres el tercero
que estaba próximo a ellos y antes de alejarse, lanzo una granada de fósforo
similar a las “Willie Peter” o algo similar que incinero a sus compañeros, de
los cuales uno de ellos aún seguía vivo haciendo que esa escena fuera
imborrable. Fue horrible ver eso y escucharlo. Todo ese alboroto alerto a los
iraquíes quienes ya venían desde el norte para interceptarnos. La misión había
fracasado por estos tipos.
Nuestro jefe que era u tipo rudo y con experiencia en el trabajo no
podía asegurar con ciencia cierta quiénes podían ser, pero si tenía su propia
conclusión la cual no se atrevía a ventilar. Alguien se atrevió a sugerir que
podrían ser los argentinos que estaban en la zona pero ¿Para qué?
Para algunos de nosotros no había dudas de que ello tenía el sello
de los israelíes. El método de incinerar a los cuerpos es una forma de eliminar
rastros y también de dejar un mensaje al enemigo que las células de la
inteligencia militar y civil israelí solía utilizar mucho alrededor del mundo.
Pero solo podíamos conjeturar y nada más.
Por unos instantes me quede mirando hipnotizado esa fogata que
devoraba esos cuerpos y tras reaccionar, buscando alrededor de ella no pudimos
hallar sus armas o implementos que pudieran identificar su procedencia. Se
aseguraron de no dejar rastros para evitar ser identificados. El tiempo urgía y
debíamos salir cuanto antes por lo que nuestro jefe nos ordenó ponernos en
marcha y prepararnos para salir pronto al punto “Delta” para evacuación. Sobre
a donde se fueron aquellos tipos no tuve idea pero si me quedó algo en claro, y
ello era que quienes hubieran sido estaban muy bien preparados y buscaban algo
más que destruir el radar del sector.
Habíamos quedado expuestos por este encuentro inesperado y debíamos
salir cuanto antes. Las sirenas del complejo militar a unos kilómetros
comenzaron a sonar sin parar y los primeros disparos de los iraquíes comenzaron
a volar por nuestras cabezas. Eran las 4.35 de la madrugada y pronto amanecería
por lo cual si no llegaba a tiempo el helicóptero caeríamos prisioneros o nos
aniquilarían sin piedad.
Gracias a Dios el “Sea Sikorsky” llego a tiempo pero no falto
mucho para que los iraquíes nos
derribaran. Pareció una eternidad en medio de los interminables tableteos de
metrallas ver bajar nuestro aparato y luego subir uno a uno abandonando en el
camino nuestros pesos extras. Y para cuando nos elevamos no paramos de escuchar
los repiques y golpes de las metrallas contra el casco que nos fastidió los
nervios a todos. Saben una cosa, nunca te olvidas de una experiencia así y tu
cabeza te lo recuerda varias veces a lo largo del resto de tus días. Aún y pese
a esto no podía sacarme de la mente aquellas escenas y en especial aquellos
tipos hablando en castellano en medio de un paraje tan lejano y extraño para
que de la nada aparecieran estos latinos.
Si te pones a rememorar lo que ocurrió en Libia en 2011, lo que ocurre
en Siria y Yemen hoy no te quedan dudas a quienes servían estos tipos.