miércoles, 30 de octubre de 2024

 

VOLVER A LA COLONIA ¿OTRA VEZ?

¿Cuál es el precio oculto para reactivar a la Argentina? Y si lo pagan ¿Quiénes controlarán al país?

 

Por Charles H. Slim

Tal vez suene repetitivo y hasta cansador, pero la Argentina es un país con inquilinos, no con habitantes. Para ser justos, así se comportan sus gobernantes y representantes apoltronados en la ciudad de Buenos Aires y que son elegidos por ellos mismos. No hay otra forma de describir la idiosincrasia de quienes una y otra vez vuelven a tropezar con la misma piedra que a lo largo de la historia, líderes políticos y militares juraron haber arrojado al mar para no volver a verla.

Las falsas doctrinas importadas, el alineamiento a las agendas políticas foráneas siguen siendo las condicionantes de gobernabilidad de un país quebrado por décadas de corrupción institucionalizada por un sistema político altamente corrupto. Pese a que han cambiado los tiempos en Argentina nada parece haber cambiado.

La queja es una institución nacional y a base de ella, la clase política ha hecho escuela para generar sus negociados. Y mientras esa queja alimenta a los oportunistas de la política que viven del dinero público, sigilosa y discretamente el país va pasando a otras manos, obviamente por una política planificada y consensuada por los Milei y Cía quienes fueron puestos allí con ese propósito. Los ejemplos sobran sobre esto y solo para nombrar uno, el escándalo entre dos anglófilos de vidriera como son la canciller Mondino y el inefable ministro de defensa Petri al quedar en evidencia ante la opinión pública por la nominación de las islas Malvinas como “Falklands”.

Cualquiera con dos dedos de frente se pregunta ¿Cómo llegaron al gobierno semejantes funcionarios? La respuesta se halla ahí afuera, en la mentalidad verbalizada de su propia población.

“Pero eso no importa si nos saca de la crisis”, braman muchos de estos ciudadanos argentinos, en especial esos que viajan a Miami y adoran visitar New York y Londres. Quedar bajo la tutela de una potencia en decadencia como EEUU y socio de un estado criminal como Israel no es nada si ello les ayuda a llenar sus bolsillos y hasta seguramente otros dirán que “siempre ha sido así ¿Qué podemos hacer?”

Hoy el gobierno de los Milei está recálculando su posicionamiento con Washington DC a la espera de ver quien surja vencedor el 5 de noviembre próximo demostrando que se comporta de la misma forma que lo ha hecho la clase política que él llama “casta” creyendo que la salvación está arrodillándose con el norte

Mientras continúa cosechando triunfos en macroeconomía y las altas finanzas, la economía doméstica y el costo de vida para el ciudadano de a pie no muestra los reflejos de aquellos. La población se ve cada día más sometida a una inflación que pese a su acusado descenso, no se refleja en amplios sectores de la economía. Lo mismo con el blanqueo de capitales y el tan festejado descenso del riesgo país que alentaría a las inversiones externas que en última instancia beneficia a un puñado de oligarcas locales. Pero para los argentinos de a pie viajar, pagar impuestos, la comida, los servicios públicos y la atención médica se ha vuelto mucho más cara y ya se anuncian nuevas subas.

Lo mismo con la energía. En un país que tiene bajo el suelo extensos y ricos yacimientos de petróleo, gas y carbón sus habitantes además de que muchos aún no tienen acceso a alguno de estos, el gobierno los importa como productos refinados. Los combustibles pese a una ridícula baja del 1% en el mes pasado, ya se prevé nuevos aumentos lo que encarecerá todo nuevamente, entonces ¿Dónde están las mejoras en economía de las que se vanagloria Javier Milei? El plan de recortes y ajuste brutal para bajar el gasto fiscal es la excusa por medio de la cual, se esta allanando el camino para que las grandes corporaciones foráneas (en especial de EEUU y Europa), puedan instalarse en el país con la garantía de que sus capitales no serán dilapidados o retenidos por la inseguridad jurídica proveniente de una acostumbrada variabilidad en las reglas de juego con cada cambio de gobierno; allí es donde entra Federico Sturzenegger para dibujar el mapa ajustado a los intereses foráneos.

Esto que podría verse razonable y hasta muy conveniente, esconde una entrega total de la soberanía económica y política de un estado que ya no existía por la corrupción que lo infectaba. Aquí es donde los ciudadanos que votaron a Milei, hartos de los negociados de la clase política, el clientelismo que los K institucionalizaron de forma descarada y la corruptela institucional de simples empleados en todos los niveles del estado (municipios, provincias, nación), le dieron crédito para sanear esta situación.

Pero esto es algo muy peligroso y los argentinos podrían llegar a pagar muy cara esta aparente correntada de transparencia en la política de estado que Milei presenta con su eslogan “No hay plata”. Pero ¿realmente no hay plata? Si no la hubiera ¿De dónde sale el dinero para pagarle los abultados sueldos de sus funcionarios entre los cuales se halla el de su hermana Karina Milei? O los fondos para poner en marcha la operatividad de la inteligencia bajo regencia estadounidense e israelí.

El gobierno de los Milei y sus tecnócratas estrella están construyendo una estructura para que una economía enferma y con severos problemas propios como es la estadounidense, haga su nido en el sur del continente y aunque ella no sirva para generar beneficios genuinos ni hará desarrollarse al país, servirá para posicionarse geopolíticamente en la región (especialmente con objetivos estratégicos en el Atlántico sur) con miras a convertir al país en un “Stand Behind”, un refugio para proteger sus propios intereses, un punto geográfico de cobertura para sus operaciones globales mediante la OTAN y de paso, entorpecer o al menos intentar, fastidiar los emprendimientos y las relaciones de China en el hemisferio.

Nada de esto obviamente es gratis y todos sabemos que los desacreditados organismos internacionales a los que Milei y el arco empresarial-financiero se someten (como el G-7, el G-20, el FMI etcetc), están laborando en pos e interés de un solo actor que no es otro que Washington DC. De ese modo, sea con un republicano como Donald Trump o una demócrata como Kamala Harris en La Casa Blanca, los Milei y sus partidarios además de pasar desapercibidos, deberán aceptar a pie juntillas lo que desde allí se mande quedando bien claro que el trato no es de socios sino, de simples súbditos.

Lamentablemente no hay nada del otro lado. La oposición política a los Milei además de insulsa y nada creíble, está poblada de arribistas charlatanes con estridentes proposiciones que hoy están siendo usados por algunos medios de aire para, sostener el juego del mismo sistema corrupto que denuncian aborrecer. 

 

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