PRIVATIZANDO LA POLITICA EXTERIOR DE EEUU
¿Cómo se puede calificar o qué puede significar el descarado
llamamiento del CEO de una empresa de mercenarios estadounidense para atentar contra
la integridad física y política de Venezuela? Naciones Unidas…OEA, llamando!!
Por
Charles H. Slim
Durante el fin del siglo XIX y todo el XX, las revoluciones como
fenómeno político-social surgido violentamente de las bases de un pueblo como parte
de un proceso para remover regímenes intolerables, fue poco a poco siendo
cooptado por ciertos estados occidentales para crear su propia industria y
formato de revolución.
Los
colonialistas europeos (en especial los británicos) sin dudas fueron los
precursores de esta industria. Desestabilizar a un estado enemigo mediante la
subversión es uno de los fines que se busca fomentando la intranquilidad, el
descontento y contemporáneamente la inseguridad con fenómenos como el
terrorismo. Como se ve, la democracia no tiene nada que ver aquí.
A partir de
la segunda mitad del siglo XX y hasta no hace mucho, EEUU ha sido la Meca de la
conspiración para subvertir y derrocar gobiernos que le desagradan mediante la
creación y promoción de procesos revolucionarios (de color en Europa del este) o
contra revolucionarios (en Centroamérica y el mundo árabe-islámico). Para ello
cuenta con un oscuro universo de agencias de inteligencia (incrementadas desde
2001) que financiadas con presupuestos negros, son parte del llamado “estado
profundo” y que en los últimos treinta años han estado tercerizando muchas de
sus operaciones sucias con actores privados. Es por ello que no debería
sorprender a nadie que hoy se escuche que una corporación privada, nacida de
una empresa estadounidense de matones y mercenarios como “Blackwater” y
“Academi”, a plena luz del día y con total desparpajo esté ofertándose para
derrocar al gobierno venezolano.
Las
tácticas del golpe blando y del golpe de estado clásico ya hace tiempo que no
funcionan. Ahora como nunca y descaradamente, el emprendimiento privado da un
paso al frente y deja en evidencia su papel en los asuntos del Departamento de
Estado norteamericano y particularmente en el asunto Venezuela. Pero ¿Lo sabe
el gobierno federal en Washington? Por supuesto ya que estos tipos son viejos clientes
del estado para prestar servicios que son financiados por la descontrolada
impresión de billetes de la Reserva federal del Tesoro que es otros de los
motivos por los cuales crece la deuda pública hasta el cielo.
Es una
relación de conveniencia mutua en la que el gobierno federal (entiéndase el
Pentágono, la CIA y la docena de agencias que la secundan) paga a matones
privados para no mancharse las manos y evitar pagar costos políticos y
mediáticos. Ahí es cuando aparecen tipos como Erik Prince, fundador de la infame
“BlackWater” quien como contratista en la invasión a Iraq de 2003, sus
mercenarios cumpliendo tareas tercerizadas por el Pentágono, cometieron toda
clase de crímenes de guerra y aberraciones contra los iraquíes. Algunos ya han
salido a comparar a “Constellis” con la empresa rusa “Wagner” y valga decir,
que no hay comparación alguna dado que la diferencia entre una y otra se zanja
por el profesionalismo y la disciplina en sus trabajos. Mientras los hombres de
“Wagner” combaten y conquistan posiciones militares (especialmente demostrado
en Ucrania), los chicos de Prince torturaban y asesinaban civiles iraquíes que
hallaban a su paso.
Pero y a
pesar de los cuestionamientos que surgieron de aquello, este negocio sucio ha
sido muy conveniente para el gobierno y a su vez, muy lucrativo para Prince
quien convirtió a esa empresa de mercenarios en un emporio que actualmente cotiza
en la bolsa.
La mención
de Prince y su actual empresa “Constellis” vienen a cuento de su oferta de
irrumpir en Venezuela, derrocar el gobierno y capturar al presidente Nicolás Maduro
por la módica suma de 100 millones de dólares. Esto que no es otra cosa que una
demostración de una instigación criminal que bordea el terrorismo y que de boca
de otros hubiera sido motivo de extensos artículos condenatorios, pone sobre la
mesa una nueva intentona de Washington contra la soberanía política de
Venezuela.
Por fortuna
y más allá de las declaraciones que intentan crear incertidumbre y temor en la
población venezolana, las FFAA bolivarianas han demostrado estar preparadas
para aventuras como la promocionada por Prince.
Ya en el
pasado el mismo Hugo Chávez fue blanco de las operaciones clandestinas de la
CIA y de sus agentes reclutados en Venezuela. Como siempre y de acuerdo a la
lógica con la que se maneja la “agencia”, el dinero es la base para reclutar
traidores, políticos oportunistas y criminales locales, aunque con la Revolución
Bolivariana han fracasado todos sus intentos.
El episodio
más cercano en el tiempo y en el cual, el Departamento de Estado tercerizo sus
objetivos confiándolos en uno de sus reclutados como era Juan Guaidó quien la
derecha y los liberales sudamericanos ponían en los atriles de un representante
de la democracia y verdadero líder de la oposición, termino en una verdadera
humillación para Washington. Guaidó y sus
seguidores (Sergio Vergara, Juan José Rendón) en 2020 firmaron un contrato con
una empresa privada de mercenarios (con componentes estadounidenses) para
ejecutar la “Operación Gedeon” contra la integridad física del presidente
Nicolás Maduro Moros y la política de Venezuela que culminó en un fracaso total.
Más allá de
la provocación que representa la campaña lanzada por el CEO de “Constellis” y
de los nexos directos que tiene con los objetivos del gobierno federal, esto es
una muestra de la severa crisis por la que pasa los EEUU y un síntoma de que la
guerra es la única vía para tratar de distraer a su población y al mismo tiempo,
reflotar su economía.