sábado, 30 de junio de 2018

VETERANOS DE AYER


“LOS UNOS Y NOSOTROS”

Durante la guerra del golfo Pérsico de 1991 hubieron varios episodios que jamás se conocieron y que los gobiernos involucrados nunca se preocuparon por esclarecer



Por Dany Smith
La mejor forma de manipular a la opinión pública es esconderle la realidad, me decía un viejo camarada del S.B.S. cuando servíamos en África. Eso lo aprendimos muy bien cuando fuimos a Iraq en 1991 y luego en 2003 algo de lo que no me siento nada orgulloso. En la guerra ves de todo y mucho de eso crees que parece salido de otra realidad, de una pesadilla que vives con todos tus sentidos y que al sentarte a tratar e razonar te das cuenta que no tienen sentido salvo, que haya un motivo poderoso para ello. En Iraq vimos muchas de estas situaciones y todas ellas estaban motivadas solo por el dinero.

Cuantas veces habré comentado la presencia de todo tipo de sujetos extraños, pero en cada una de estas guerras, las curiosidades fueron creciendo con cada paso que dábamos. Allá en el caluroso noviembre de 1990 cuando desembarcábamos nuestros bártulos en nuestra base de operaciones en Dubai, vimos con asombro como dos buques con la bandera celeste y blanca, ingresaba en proximidades de “Sarjah” a las aguas  del Golfo. Recuerdo al enano “Perry” quien era uno de los ingenieros gritando “¿Qué hacen los “argies” aquí? Era cierto y nos sorprendió a todos ver a los argentinos que entraban a la zona de operaciones; fue todo una novedad, mucho más para nosotros que habíamos estado en la guerra de 1982.

Pero eso solo sería una de las tantas cosas extrañas que nos cruzamos por aquel entonces. Cuando a mediados de febrero realizamos una operación de penetración en terreno enemigo más precisamente sobre una instalación de radar en “Abu Al Khasib” en la provincia de Basora, tuvimos un encuentro inesperado con un “grupo” no identificado que arruino nuestra operación. 
Nadie supo explicarnos que sucedió ni quiénes eran aquellos ni para quién estaban trabajando. Se trataban de unos tipos con uniformes similares a los iraquíes pero nos dimos cuenta que no eran del lugar cuando abrieron fuego sobre nosotros. Y no solo eso. Al avanzar encontramos sus rastros de muerte, dos soldados y unas jóvenes mujeres degollados eran los mudos testigos de esos malditos. Los tipos eran unos bastardos ya que nosotros no hubiéramos hecho eso de no ser necesario. No vimos el propósito de ello hasta que logramos deducir quienes eran realmente.

Cuando nos dispararon con sus metralletas con silenciador, confirmamos que era un grupo especial y de inmediato nuestro jefe trato de enviar un mensaje codificado para que nos informaran si había “amigos” trabajando” en el sector. ¿Rangers americanos, se pregunto uno de los nuestros? Descartamos que fueran iraquíes por lo que habíamos visto e incluso algunos de mis camaradas que tenían la experticia en distinguir e identificar las armas con el solo sonido o sus siluetas, nos informaban que las mismas eran muy especiales y los iraquíes seguramente no las tenían. Tampoco sus conformaciones físicas y sus movimientos delataban ese origen.

Cuando trataban de abrirse paso hacia el canal (Shatt Al Arab) en el intercambio de fuego logramos derribar a uno de esos tipos y fue allí donde escuchamos con claridad y en perfecto castellano “recójanlo y vámonos rápido!” Con mis compañeros nos miramos y dije: ¿Qué diablo fue eso? 
Mientras abrían una pared de fuego dos de esos tipos levantan al herido y tratan de arrastrarlo con dirección a las orillas del canal donde seguramente habría botes de goma por donde estos habían venido. Era curioso. El canal estaba muy bien vigilado por los iraquíes para que un grupo especial hubiera podido navegarlo con botes de goma desde la desembocadura en la península, no tenía sentido.

Lo cierto fue que a pesar del intento, otro de ellos es inmediatamente herido y cae junto al compañero que trataban de sacar a rastra, logrando así que abandonaran a ambos sin que ello impidiera que tomaran una extraña medida. 
Cuando vieron que no podían sacar a esos dos hombres el tercero que estaba próximo a ellos y antes de alejarse, lanzo una granada de fósforo similar a las “Willie Peter” o algo similar que incinero a sus compañeros, de los cuales uno de ellos aún seguía vivo haciendo que esa escena fuera imborrable. Fue horrible ver eso y escucharlo. Todo ese alboroto alerto a los iraquíes quienes ya venían desde el norte para interceptarnos. La misión había fracasado por estos tipos.

Nuestro jefe que era u tipo rudo y con experiencia en el trabajo no podía asegurar con ciencia cierta quiénes podían ser, pero si tenía su propia conclusión la cual no se atrevía a ventilar. Alguien se atrevió a sugerir que podrían ser los argentinos que estaban en la zona pero ¿Para qué?

Para algunos de nosotros no había dudas de que ello tenía el sello de los israelíes. El método de incinerar a los cuerpos es una forma de eliminar rastros y también de dejar un mensaje al enemigo que las células de la inteligencia militar y civil israelí solía utilizar mucho alrededor del mundo. Pero solo podíamos conjeturar y nada más.

Por unos instantes me quede mirando hipnotizado esa fogata que devoraba esos cuerpos y tras reaccionar, buscando alrededor de ella no pudimos hallar sus armas o implementos que pudieran identificar su procedencia. Se aseguraron de no dejar rastros para evitar ser identificados. El tiempo urgía y debíamos salir cuanto antes por lo que nuestro jefe nos ordenó ponernos en marcha y prepararnos para salir pronto al punto “Delta” para evacuación. Sobre a donde se fueron aquellos tipos no tuve idea pero si me quedó algo en claro, y ello era que quienes hubieran sido estaban muy bien preparados y buscaban algo más que destruir el radar del sector.

Habíamos quedado expuestos por este encuentro inesperado y debíamos salir cuanto antes. Las sirenas del complejo militar a unos kilómetros comenzaron a sonar sin parar y los primeros disparos de los iraquíes comenzaron a volar por nuestras cabezas. Eran las 4.35 de la madrugada y pronto amanecería por lo cual si no llegaba a tiempo el helicóptero caeríamos prisioneros o nos aniquilarían sin piedad. 

Gracias a Dios el “Sea Sikorsky” llego a tiempo pero no falto mucho  para que los iraquíes nos derribaran. Pareció una eternidad en medio de los interminables tableteos de metrallas ver bajar nuestro aparato y luego subir uno a uno abandonando en el camino nuestros pesos extras. Y para cuando nos elevamos no paramos de escuchar los repiques y golpes de las metrallas contra el casco que nos fastidió los nervios a todos. Saben una cosa, nunca te olvidas de una experiencia así y tu cabeza te lo recuerda varias veces a lo largo del resto de tus días. Aún y pese a esto no podía sacarme de la mente aquellas escenas y en especial aquellos tipos hablando en castellano en medio de un paraje tan lejano y extraño para que de la nada aparecieran estos latinos.  Si te pones a rememorar lo que ocurrió en Libia en 2011, lo que ocurre en Siria y Yemen hoy no te quedan dudas a quienes servían estos tipos.

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