jueves, 5 de enero de 2017

VETERANOS DE AYER




“RECONOCER EL SERVICIO”

Cómo evadir la situación de los combatientes del Golfo Pérsico de 1991 y su correspondiente reconocimiento compromete sus derechos




Por Charles H. Slim
Se dice que para que algo no se olvide, debemos conocer un poco la historia. Han pasado largos veintisiete años desde que el gobierno argentino tomo la inédita decisión política de ordenar el envió de la fuerza naval de batalla “G.T.88” que representó una bisagra tanto en las operaciones navales como en la vida política del país. Ambas fases de esto no son poca cosa.  La llamada crisis del Golfo Pérsico y su posterior conflagración en 1991 fue una cuestión tan destacable para la geopolítica internacional como peligrosa.  

Aquel acontecimiento que sacudió al mundo y que sigue manteniendo actualidad geoestratégica y militar demuestra que aún sigue habiendo un entendimiento “amateur” de lo que significó y significa, el tema de aquella guerra y sus posteriores consecuencias.

Cuando hablamos de “Amateur”, nos estamos refiriendo al manejo político de un caso particular y hasta disonante que hallamos en el grupo de países que participo de la llamada Coalición Aliada coordinada y comandada por un Comando de Operaciones angloestadounidense.  Nos referimos al caso argentino y su grupo de tareas “G.T.88” que dio una valiosa cooperación en las operaciones militares dentro del radio del Teatro de Operaciones que se había trazado. Cada país que participo en estas operaciones reconoció a sus grupos de tareas y a los hombres que los componían los derechos que sus legislaciones y  ley internacional les otorga el haber participado en semejante guerra.

Con variaciones en las interpretaciones que cada país le dio a la participación de sus unidades militares  todos les concedieron un reconocimiento generalizado a sus hombres que abarca desde las condecoraciones oficiales y el otorgamiento de beneficios compensatorios y previsionales que en la actualidad son indiscutibles (https://gobierno.usa.gov/beneficios-familias-militares#item-35707 ).  Para citar tan solo a uno de los casos más estrafalarios en comparación a la situación de aquella delegación argentina, veamos el caso de Bangladesh, un país asiático musulmán lindero con Pakistán que envió nada menos que unos 2.150 hombres de infantería para resguardar  previo al lanzamiento y luego de las operaciones militares las zonas fronterizas con Arabia Saudita y Kuwait.

Prácticamente no hubo contacto con los iraquíes y tras vencer el plazo del ultimátum se replegaron por órdenes del USCENTCOM para cuidar las espaldas de las unidades de los US marines que ingresaron a Kuwait por el flanco fronterizo saudita. Jugaron el papel de custodios del terreno ganado y cuando regresaron a su país, el gobierno de la primera ministra Jaleda Zia  les reconoció su condición veterana con los beneficios que dicha situación les accede.

El caso de Australia es más cercano a la realidad militar argentina –al menos en aquel momento- y en él también se cumplió con creces la deuda con sus miembros enviados al Golfo Pérsico que participaron con parte de las dotaciones del “HMAS” Sidney”, “HMAS Adelaide” y “HMAS Darwin” en la llamada “Operación Damasco” y que se extendieron luego de aquella guerra. Solo un pequeño grupo de hombres de su Armada participó con los británicos en operaciones del S.A.S. en la primera línea pero ello no resto mérito a sus colegas embarcados.  Lo cierto fue que el gobierno del primer ministro Bob Hawke quien tras el recambio de los hombres que habían participado en la llamada operación “Tormenta del Desierto” recibieron el correspondiente reconocimiento como veteranos de aquella campaña.

Igualmente esta breve reseña a dos ejemplos tan distantes como incompatibles, nos muestran que la ausencia de tratamiento para el caso de los marinos argentinos que participaron en aquellas operaciones de combate, evidencian un destrato, una arbitraria discriminación que evidencia a su vez una violación al derecho al trato igualitario que se halla expresamente previsto en la Carta magna de la república Argentina. Incluso esta situación inentendible, tiene una extensa cobertura legal en el llamado derecho internacional, que por el grado de legislación que esta representa para el sistema constitucional argentino, tiene validez dentro las situaciones en el que aquel se halle involucrado.

Claramente el gobierno argentino se hubo saltado constate y convenientemente el cumplimiento de estas preceptivas que obligan al estado, como miembro adherente a los pactos y tratados, a respetar estos derechos y garantías de jurisdicción internacional.

Esta rama del derecho internacional es nada menos que el llamado “Derecho Humanitario” que en el marco de Naciones Unidas, tiene como objeto de estudio y aplicación, al respeto de los derechos de los principales actores dentro de una conflagración sea esta de grado local, regional o internacional.  La regulación de estos derechos incluyen tanto a los combatientes regulares (Fuerzas armadas), irregulares (mercenarios), civiles y terceros que puedan participar en alguno de los bandos. Si vemos lo que sucede con los argentinos claramente los “mercenarios”  que actualmente actúan en Yemen, Siria e Iraq tienen más posibilidad de ser compensados por sus servicios que aquellos.

Este derecho se nutre de los Protocolos y Convenciones internacionales que a su vez se han desarrollado por la experiencia fáctica de las terribles guerras que se han llevado a cabo en Europa especialmente en lo que fue de finales del siglo XIX y el transcurso del siglo XX (I Guerra y II Guerra). Pero también y por el avance de la tecnología y de las implicancias que ello conllevo para la seguridad y la integridad de los habitantes civiles que un conflicto podían afectar, se fueron estudiando la perfectibilidad de cómo operar con dichos protocolos en una realidad tan mutable que han convertido a las ciudades en campos de batalla.

Sin lugar a dudas que el Convenio de Ginebra es el centro y la fuente para el reconocimiento de éstos derechos, que originados por la CICR ha sido la plataforma ineludible para el respeto de los lineamientos que hacen, en cuanto a los combatientes (Estatuto del Combatiente http://www.un.org/es/about-un/    ), el respeto a sus derechos cuando ellos han cumplido con misiones que se enmarcan en acciones que hacen en última instancia a una “guerra”.  

Según se conoce en la experiencia de Argentina en cuestiones de conflictos bélicos modernos –en especial el de Malvinas- es bastante amplia en comparación con los demás países de la región; pero pese a ello, su situación jurídica en lo que hace al reconocimiento de los derechos de sus combatientes ha sido lamentable –especialmente desde 1983- siendo recientemente reconocida tras años de ingente lucha. Esto no hace más que confirmar los pésimos antecedentes de discrecionalidad política que los gobiernos argentinos han tenido para con sus propios hombres de servicio.

Precisamente han sido esos actos de servicio que cumplidos en interés y beneficio de las políticas del entonces gobierno argentino, son los que han sido raleados acudiendo a todo tipo de excusas baladí (ej. Cascos azules; Misión de paz; Mandato de la ONU etc). 

Pero más allá de las pretendidas excusas políticas en las que se han amparado cada uno de los gobiernos pasatistas que fueron postergando estos derechos,  los combatientes claramente estuvieron y aún parecen estar totalmente desinformados de que esta batería de derechos y las herramientas legales para que se cumplan los mismos, estaban a su disposición.

Y solo nos estamos refiriendo a la parte estrictamente básica y primordial de los derechos que nacen de un combatiente que ha participado en una conflagración internacional. En este punto podemos intuir que es muy posible que el gobierno argentino y sus legisladores crean que con algunas leyes locales como la ley 23.848 y sus respectivas reglamentaciones, puedan aplicarlas a la situación de los hombres del golfo pérsico mediante el uso de la analogía. De ser ese el razonamiento claramente están en un error.

La guerra del “Golfo Pérsico” fue un conflicto con especiales características, desarrollado en un teatro de operaciones de ultramar y bajo el comando militar operacional extranjero, no es posible que sea tratado con aquellas legislaciones que claramente fueron proyectadas para una guerra diferente. El único elemento que podría aportar la experiencia legislativa que regula la situación de los combatientes en Malvinas es sin dudas, el elemento técnico y la reglamentación para determinar el involucramiento de las unidades navales dentro del área operacional que se denomina como Teatro de Operaciones.

La fuerza de tareas G.T.88 de la Armada Argentina ingresó al área del Teatro en Diciembre de 1990 e inmediatamente comenzó su tarea conjunta con las armadas de otras naciones, todas bajo el comando norteamericano con su Cuartel general en Dahram, Arabia Saudita. Cabe recordar que más allá de las implicancias políticas y los equivocados argumentos esgrimidos por algunos funcionarios argentinos para desentenderse de esta misión, las resoluciones emitidas por Naciones Unidas tras la invasión del 2 de agosto,  las mismas eran de carácter no vinculante para los miembros del foro y no constituyeron –como erróneamente lo han señalado algunos- un mandato o autorización para participar en campaña bélica alguna. Incluso –y cabe remarcar- el accionar que las naves argentinas que participaron en las operaciones bajo la denominación “Alfil I” realizaron claros y reconocidos actos hostiles contra Iraq como fueron el bloqueo marítimo y comercial que requiere el uso de la fuerza suficiente para que sea efectivo ( Declaración relativa al Derecho de la Guerra Marítima  de 1909)

A todo ello, la preparación constante a una posible reacción aérea o misilistica desde las costas kuwaitíes contra cualquiera de las unidades que navegaban dentro del Teatro, dejan en claro que las dotaciones de los buques “ARA Ate Brown” y “ARA Spiro” no solo cumplieron prolijamente con sus asignaciones establecidas por el Comando Naval aliado (USNAVCENT) sino que, tal como lo indican los abundantes testimonios documentales, gráficos y fílmicos de la época, las tareas implementadas nada tuvieron que ver con la denominación “dotaciones regulares en tiempo de paz” no solamente por la calidad de lo cumplido sino también, por las circunstancias que rodearon las operaciones “Escudo del Desierto” y “Tormenta del Desierto”, signadas por una tensión previa efectivizada con el bloqueo y escalada bélica que situaron al conflicto como el más destructivo y de “alta intensidad” de finales de siglo.



miércoles, 4 de enero de 2017

INTERNACIONAL





“CABEZA DE TURCO”

Qué fue lo que realmente ocurrió en Estambul en la primera hora del nuevo año y quiénes son los posibles autores?





Por Charles H. Slim
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El último ataque terrorista que sacudió a Turquía justo a comienzo del año nuevo, vino a despertar más sospechas de que todo lo que se ha venido discursando sobre el terrorismo y su dinámica,  es más bien  una gran charada dirigida desde un lugar muy distinto al que la corporación mediática sionista ha tratado de instalar en el imaginario colectivo mundial. Pasadas la 1:18 de la madrugada hora de Estambul, un sujeto disfrazado presuntamente como “Santa Claus” entro a un elegante y exclusivo night club “Reina de Estambul” concurrido por la selecta clase rica turca y por los turistas adinerados que suelen llegar de Europa.

El ataque fue tan sorpresivo como shockeante. Armado con un fusil de asalto “AK-47”, aquel hombre enmascarado comenzó su raid de muerte disparando desde la calle, matando a varias personas que se hallaban en la entrada. Tras penetrar a fuego limpio en el interior y recambiar los cargadores de su arma, terminó fríamente con la vida de 39 personas y más de sesenta heridas entre las que se hallaban ciudadanos turcos y muchos turistas extranjeros. Culminada su faena se acomodo la ropa  y salió raudo de allí para perderse en la lluviosa noche de año nuevo.

Un detalle que se debe señalar, es el comportamiento y los movimientos de este sujeto y que fueron  tomados por una cámara de vigilancia de la entrada de la discoteca. 

Claramente calmado, caminando  apuntaba y abría  fuego en ráfagas cortas contra sus blancos de oportunidad; eso no lo haría un demente o un loco improvisado.  La versión oficial difundida por los medios “había sido ISIS”, “el Estado Islámico” o publicaban titulares tales como “El Estado Islámico reivindico el ataque en Estambul”.
secuencia de la cam de la entrada

Toda esta psicosis innegable ante tanta locura, pretendía ser explicada con el gastado argumento de que “había sido ISIS” y hasta allí llegaría la noticia.  Los movimientos ejecutados y su forma de emplear el arma delatan una profesionalidad que escaparía a un supuesto loco aislado fanatizado por la dialéctica del “Daesh”.  Otro detalle era la misma arma y las municiones empleadas, que desde que aquella franquicia comenzó a ser la supuesta autora de ataques en suelo europeo, los controles para detectar armas de contrabando habrían hecho muy difícil pasearla por territorio turco.  Pero las pasadas filtraciones informativas, los documentos y testimonios recopilados en Siria e Iraq que revelaban la real naturaleza de esa “franquicia” obligaba a que muchos comenzaran a profundizar en quienes realmente pudieron haber sido los verdaderos orquestadores de estos golpes como el llevado en Estambul.  

Lo visto no era nuevo. Si nos retrotraíamos a ocho años antes, aquel extraño ataque de supuestos integristas islámicos de “Al Qaeda” –la vedette del momento- en Bombay, India, dejó al descubierto varias pistas que evidenciaron que los perpetradores no eran aficionados y además, sus mentores estaban relacionados con agencias de inteligencia entre ellas la CIA.

Su complejidad en la ejecución solo se comparaba con la de su planificación para la cual debieron contar con un importante soporte de inteligencia y una clara apoyatura de terceras agencias que tienen acostumbradas conexiones con grupos radicales en Asia como el ISI pakistaní, un antiguo aliado de Washington en la creación de “Brigadas Islámicas” y del mismo programa “Al Qaeda”  (Globalresearch.ca. “Al Qaeda and the war on terrorism”. http://www.globalresearch.ca/al-qaeda-and-the-war-on-terrorism/7718 )

Lo orquestado en Bombay en aquel momento fue en el marco de las disputas que existen entre la India y Pakistán por el territorio de Cachemira, un enclave conflictivo que ha venido siendo foco de intrigas y manipulaciones por propios y ajenos, especialmente de EEUU que trata de usufructuarlo para concretar sus planes geoestratégicos que, usando a la India como un pivote regional, busca como objetivos prioritarios  rodear a China y a la Federación Rusa.
Epilogo del ataque en Bombay

Con ese episodio de Bombay, Washington y la corporación de medios angloestadounidenses, proyectaron el peligro de “Al Qaeda” sobre una nación multiconfesional y con fuertes antagonismos étnicos religiosos que nunca fueron saldados. Pero el tiempo demostró que ese peligro era tan falso como el Islam de “Al Qaeda”.

Con solo este antecedente, veremos que hay un pequeño salto en el relato mediático –léase de Washington-  y ese es, el conveniente cambio de villano ante los ojos de la opinión pública. En esa oportunidad “Al Qaeda” era el cuco y Bin Ladem era su cara visible, un embuste que quedo comprobado con los pésimos videos elaborados por la CIA durante la administración de Bush y que muy convenientemente en mayo del 2011, en medio de fuertes controversias sobre la veracidad de la lucha contra esa franquicia,  la administración Obama pretendió cerrar cualquier cuestionamiento haciendo público la supuesta ejecución de Osama Bin Ladem en una villa de Pakistán.

Para tratar de entender que es lo que ocurre en Turquía, debemos considerar algunas cuestiones. Primero, no caben dudas de que existen fanáticos islamistas que han sido una constante fuente de problemas para los mismos partidos islamistas (AKP) que tratan de ayornarse a las nuevas circunstancias,  pero no son los únicos fanáticos que existen en Turquía, esto a cuento de desmitificar algunos convenientes artículos que tratan de volcar las culpas de lo ocurrido a y solo a los turcos (Foreing Affair. https://www.foreignaffairs.com/articles/turkey/2015-10-28/turkeys-politics-terrorism. ) 

Hay una gran variedad de tendencias extremas que van desde aquellos pasando por facciones kurdas marxistas (PKK), kurdos nacionalistas, turcos marxistas, izquierdistas turcomanos, nacionalistas laicos (MHP) y podríamos continuar.    Una verdadera constelación de grupos celulares extremistas que no vacilarían en poder acometer sus acciones cuando la oportunidad lo hiciese posible. Y entonces es allí donde comienzan las preguntas ¿Quién puede tirar de los hilos para utilizar a algunos de estos grupos para concretar alguna operación sucia que cubra la verdadera autoría intelectual? O también ¿Cuáles pueden ser los motivos para generar estos brutales atentados que dañan a inocentes?

Respondiendo con algún grado de laxitud, solo invitamos a los lectores a rever los sucesos violentos más destacados acaecidos en el año que se había ido.  Enumerar los atentados que se realizaron en suelo turco solo sería una simple reedición de noticias pasadas; lo que aquí importa es determinar quienes estaban en condiciones de ejecutar estos ataques y sus motivaciones. Haciendo una breve reseña veremos que ya para el 2013 Washington ya no veía a  Erdogan como un aliado confiable en la región.  En este plan, la CIA comienza a operar con partidos minoritarios tratando de contrarestar el poder de Erdogan e incluso organiza el movimiento de protesta en el parque Taskim Gezi. Más tarde en junio del  2015, la agencia financia las operaciones del partido de las minorías “HDP” para tratar de alterar las elecciones legislativas, una maniobra que intentaría nuevamente por el mes de noviembre del mismo año sin conseguir sus objetivos.

Las operaciones blandas de la CIA habían fracasado por lo que pasaron a tomar medidas más drásticas contra el gobierno de Erdogan. Según fuentes bien informadas, en el 2016 trataron de asesinarlo cuatro veces fracasando en forma definitiva tras el fallido golpe de estado apoyado por el sector “Kemalista”  de las Fuerzas Armadas que desató una purga interna que ha generado ingentes condenas internacionales por la brutalidad y la arbitrariedad con la que se conducen los partidarios de Tiyip Erdogan  (Red Voltaire.org.  http://www.voltairenet.org/article194810.html )
Pero, Erdogan tiene mucho que ver con lo que ha ocurrido en este comienzo de año. 

Las familias turcas y extranjeras que han visto perder a sus familiares no pueden culpar solo a un atacante que ha salido de un programa financiado por los países petroleros del golfo,  que a su vez fueron apoyados por la CIA –y colegas occidentales y regionales- que prepararon con la venia de Erdogan y Cía a los grupos como “Al Qaeda” y el “Daesh” que además de sembrar la muerte y la desolación en las poblaciones de Siria e Iraq, se encargaron de abrirle el camino al zaqueo descarado que beneficio a los bolsillos de toda su familia.

El asesinato del embajador ruso Andrei Karlov es una clara señal de quienes se hallan detrás de todo esto. El joven policía que supuestamente era un islamista enojado por el asesinato de musulmanes, trató de justificar el hecho por “las muertes que Rusia causaba en Alepo” pero, ¿Qué había de los millones que EEUU ha masacrado desde hace dos décadas y media en la región?

Con esto podemos ver que Erdogan no es un pobre mandatario asediado por la injusticia; para nada. Es un mafioso que tras años de haberse congraciado con los deseos de Washington y sacar partido a lo que ayudo a crear en Siria, tras verse traicionado por sus amigos occidentales y sabiendo que no podría sobrevivir a un quinto intento de sacarlo del poder, como primera medida se paso al bando de Rusia y hoy clama con el fervor de un converso que tiene las pruebas de que EEUU había venido apoyando a las bandas como el “Daesh” tanto en Siria como en Iraq, algo que él mismo ya conocía desde que todo este circo se puso en marcha y del cual, aprovecho para llenarse los bolsillos con activos y dinero robado en Siria.


Sin dudas, esta masacre en Estambul ha sido un mensaje a su persona y el mismo parece recordarle que “ellos” está allí, agazapados y preparados para acabarlo cuando la oportunidad lo amerite.

domingo, 1 de enero de 2017

EN LA MIRA





“ARGENTINA Y LA REALIDAD INTERNACIONAL”

¿Hay chances de que Argentina tome un camino propio para recuperar su propia agenda nacional?




Por Charles H. Slim
No es una novedad que Argentina trata de pasar inadvertida en todas las incidencias que se producen en la vida de una agitada y cada vez más compleja realidad internacional.  No sorprende para nada. Es una característica de la idiosincrasia de su clase política que solo ha demostrado tener vocación de llenarse los bolsillos tan rápido como  puedan mover sus manos. Pero bueno, hoy día la corrupción es un tema mundial y no puede endilgársele tan solo a los afamados argentinos, pero si hay algo que sin dudas fueron, fue el ser pioneros en delitos financieros a altos niveles del estado. Una deuda externa generada privadamente para convertirla en pública y el “corralito financiero” que dejó al país al borde del remate son las obras cumbre de los tecnocratas de traje y corbata.

En lo estrictamente político si podemos decir mucho, tal vez demasiado.  Pero antes debemos preguntarnos ¿qué ha hecho Argentina para tratar de salir de su histórico atolladero político? E incluso, ¿qué clase de política ha manejado ese país en los últimos cincuenta años y cuál parece ser la que se orienta actualmente desde la Casa Rosada? Como se puede ver, son solo dos cuestiones que encierran una parte de la respuesta que podría sacar adelante a una nación en decadencia.

Para darle un orden a estas cuestiones, debemos ver como se ha parado Argentina en el concierto internacional y cuáles han sido sus consecuencias.

Por principio de cuentas, al país no lo manejan argentinos o más bien, intereses auténticamente nacionales y es allí la madre del borrego. Con una histórica burguesía conservadora ligada al campo y la producción agropecuaria que se enlazaba con Londres, tras la segunda guerra mundial, el Imperio Británico desgastado y en retirada había perdido su peso específico y los admiradores de la política anglosajona no dudaron un minuto en redireccionar sus miradas a Washington, el nuevo rector y autoproclamado “líder del mundo libre”.  

La aparición de Juan Domingo Perón y de su  movimiento popular Justicialista allá por mediados de los años cuarenta, llamo tempranamente a la atención al Departamento de Estado Norteamericano que tras realizar un exhaustivo estudio de la dinámica de masas que convocaba aquel líder militar, no dudaron en colocarle un sello de “sospechoso”  y para nada conveniente para los planes que Washington preparaba desplegar en América del Sur y el Caribe.

Fue precisamente desde EEUU donde se promovieron las “operaciones de propaganda” para subvertir al insolente gobierno de Perón para lo cual  contó con la inestimable ayuda Británica que a su vez contaron con la colaboración de un sector selecto de la ciudadanía argentina que veía en Perón, el detestable defensor de los llamados despectivamente “cabecitas negras”.

Pero lo que más preocupaba a Washington y Londres era la política de desarrollo industrial que había diseñado y estaba implementando el gobierno peronista y que de la mano de hombres como el general Manuel  Nicolás Aristobulo Savio, amenazaban con desplazar a la industria pesada estadounidense que pretendía –de acuerdo a los planes del Departamento de Estado- mantener cautiva a la región obligándola a comprar la manofactura pesada estadounidense, relegando a la en particular Argentina a ser un territorio para el cultivo y la ganadería.

Juan Domingo Perón y su mujer Eva Duarte, eran un serio obstáculo a estos planes estratégicos y mucho más, cuando Perón ideó la alianza estratégica con Brasil y Chile que, de haber progresado, podría haber consolidado un triangulo estratégico que pudo haber cambiado el destino de la región.  A ello no hay que olvidar los tempranos proyectos de Perón por desarrollar la energía atómica y que se conocería como “Proyecto Huemul”, una idea admirablemente osada de su gobierno, pero intolerable para los intereses anglosajones que no permitirían que ello se concretara.

Con la masacre de Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955 montada con aviones pintados como los de la aviación naval argentina pilotados por británicos que habían partido desde Uruguay, se sembró la semilla de la discordia que promovió la desconfianza social y política en el país que  terminarían definitivamente el 16 de septiembre del mismo año con el gobierno peronista.

A partir de allí y como una esponja, poco a poco se fue absorbiendo la americanización política, cultural y hasta filosófica –si es que EEUU tiene alguna filosofía- que con algunas pausas, se estableció en la Argentina mediante una moderada relación bilateral entre Washington y Buenos Aires  que no estuvo exenta de idas y venidas e intromisiones indebidas por parte de EEUU.

Washington ha sido un constante castrador de las expectativas de progreso científico y desarrollo tecnológico independiente en varias áreas sensibles del país, especialmente en el tecnológico. Y aunque EEUU tenía un rango de potencia que la Argentina no podía negar, se puede asegurar que su clase dirigente –de haber tenido voluntad-  muy bien pudo haber resistido.  Lamentablemente la historia ha demostrado como por el contrario, sectores radicales, socialistas y hasta algunos peronistas colaboraron gustosamente para cumplir los designios norteamericanos que obviamente no eran ad honorem.

Los gobiernos militares de finales del sesenta y comienzos de los setentas, salvo honrosas excepciones fueron prolijos cumplidores de las directivas de Washington. En ese entonces lo que provenía de Washington era “palabra santa” y nadie se hubiera jugado el cuello por contradecirla. Y no olvidemos que cuando ello ocurría, muchos de los más importantes dirigentes –civiles- indistintamente de su color político, acompañaron aquel Status Quo y que como muestra de ello nunca faltaron a las fiestas de la embajada norteamericana.

Con el ascenso de la socialdemocracia de Raúl Alfonsín en 1983 y su comisariado político encarnado la “Coordinadora”, las distancias entre Washington y Buenos Aires se ampliaron pero, tal vez sin darse cuenta, terminó beneficiando con claridad a los norteamericanos. Su gobierno revanchista descalabro importantes áreas del estado, en especial la militar y de inteligencia, entregándola estúpidamente a una supuesta reestructuración a manos de agencias extranjeras (enemigas); una medida estratégica nada lúcida y rayana en la traición a la patria (art. 29 de la Const. Nac,)

La llegada de Carlos Saúl Menem a la Casa Rosada en 1989, fue la conclusión a décadas de idas y venidas con Washington, colaborando como pocos (envío de naves de guerra al Golfo Pérsico) y entregándole en forma obscena las pocas estructuras del desarrollo misilistico y aeronáutico de autoría plenamente nacional. Otra de las consecuencias que se arrastraba desde la administración de Alfonsín, fue la total permeabilidad en seguridad e inteligencia que in lugar a dudas  propició la ejecución de dos atentados terroristas en plena capital. Casi podríamos asegurar que la era Menem, fue un retroceso abismal en el ideario nacional para un desarrollo independiente y soberano.

La pasada gestión kirchnerista bajo el rótulo “Nacional y Popular”, además de constituir una burla a los verdaderos intereses nacionales fue más bien, la continuación de la  entusiasta política de desintegración de la poca estructura industrial de defensa que quedaba en pie. Más cómica fue su pretendida política de un nacionalismo mutante que además de no convencer a nadie, al tratar de usarla en el tema Malvinas, desató una oleada de carcajadas desde las islas hasta “Downing Street 10”. Curiosamente, sus políticas fueron tan dañinas como las impulsadas por Menen.

Actualmente la administración de Mauricio Macri parece orientada a restablecer una relación bilateral bien sintonizada con Washington aunque, sin caer en la prostibularia postura del “alineamiento automático” del menemismo de los noventas. Incluso logro buenas observaciones de la saliente administración Obama-Biden que vaticinaron la reinserción del país en el sistema financiero internacional. Igualmente,  algunas medidas tomadas por Macri causan preocupación; la instalación de dos bases militares en el territorio nacional y los estrechos contactos con las agencias de inteligencia que supuestamente ayudarían a las desarticuladas agencias locales (en especial a la AFI), dan indicios de una comprometida inserción en una geoestratégica mucho más compleja, ajena y peligrosa para la cual Argentina no se halla preparada.


En este marco ¿podrá el gobierno argentino, construir una política propia que se centre en los intereses nacionales o, terminara siendo un peón de los juegos de guerra de EEUU y sus aliados?

viernes, 30 de diciembre de 2016



EN DEBATE




“LA GEOESTRATEGIA QUE VIENE”

Cómo evolucionara la política exterior norteamericana, la carrera armamentística y las relaciones entre los estados ante la nueva realidad internacional



Por Pepe Beru


Aunque aun no haya asumido Donald Trump a la presidencia, se puede intuir con mucha claridad que la “nueva política” que aquel prometió para  la Casa Blanca poco trae de eso y que más allá de los discursos, la próxima administración reeditara con un nuevo marco geopolítico, un complejo entramado de relaciones sociales  y nuevas tecnologías, aquella vieja política de los años de la era bipolar caracterizada por la intriga y la llamada “carrera armamentística”.

Por aquellos años y me refiero a la década de los cincuenta hasta comienzos de la década de los noventas del pasado siglo XX, la disputa por la supremacía político-estratégico-militar se enfoco en los dos grandes actores de aquel momento, EEUU y la Unión Soviética. Para ser más precisos, la disputa por el poder se dio entre la Organización del Atlántico Norte OTAN y su homóloga soviética denominada el “Pacto de Varsovia”  o PAC-VAR.

Ambas organizaciones militares trataron de extender sus jurisdicciones más allá de aquel límite invisible que marcaba la talasocracia convencional de las épocas del colonialismo del imperio británico, pero que los EEUU tras la segunda guerra mundial extendieron con su poderosa flota guerra. 

La pulseada fue cruenta y sin misericordia pero curiosamente no hubieron incidentes directos entre Washington y Moscú, salvo la llamada “Crisis de los misiles”  de 1962  ante la posible instalación de misiles nucleares en la Cuba de Fidel Castro y del cual no se llegaron a mayores incidentes. También habría que nombrar a la guerra de las Malvinas en 1982 como un posible  punto de choque entre ambos bloques dado que y como lo documentan archivos clasificados de la época, mientras Washington le dio una valiosa colaboración a Londres, hubieron preparativos para una intervención escalonada de la URSS a favor de Buenos Aires. Pero, por el contrario los países satélites que giraban en rededor de cada uno de estos bloques, fueron manipulados y usados como cobayos para ejercitar sus estrategias y probar sus arsenales en devastadoras guerras fratricidas (Corea 1953/ Vietnam 1964/ Malvinas1982).

Pero aquella carrera tenía una faz que no era muy publicitada y ella era la que se refiere, a los costos de desarrollar nuevas y más sofisticadas armas de destrucción masiva capaces de garantizar la eliminación instantánea del oponente en apenas unos minutos.  De ese modo, cuando la URSS detono su primer artefacto nuclear en 1949 y el “bip” del satélite  “Sputnik” comenzó a circundar la órbita terrestre en 1957, Washington cayó en el pánico y puso manos a la obra para desarrollar su propio programa espacial del cual, iría desarrollando a la par, los primeros sistemas de misiles de mediano y largo alcance que ya habían sido desarrollados una década y media antes por los científicos alemanes “refugiados” en EEUU.

Todo ello conllevo al desarrollo de los satélites espías, de la red NORAD y hasta plataformas orbitales de lanzamiento de misiles que  actualmente ante el desarrollo de armas mucho más sofisticadas y limpias, aquellas pueden considerárselas obsoletas.

Más allá de las incidencias y las circunstancias políticas que llevó al fin de aquella guerra fría, supuestamente se había detenido la loca carrera armamentística, con programas bélicos tan estrafalarios como obscenamente costosos  (Proyecto “Guerra de las Galaxias”), que mantuvieron en vilo a la población mundial. Con aquel final devino el fin del “terror nuclear” y todo el marketing mediático que lo rodeaba.  

Tras unos veinte años de la hegemonía brutal estadounidense que comenzó tras  arrasar Iraq en 1991 y que obviamente vehiculizo mediante la OTAN, las ínfulas de Washington por comerse al mundo comenzaron lentamente a decrecer a partir del 2001 llegando hoy a estar seriamente cuestionado por sus notorias injerencias en el caos actual. Agregado a esto, hoy el mundo se halla nuevamente ante las mismas paranoias que esgrimiendo supuestos peligros, vuelven a reimpulsar ya no solo el desarrollo sin control de misiles con capacidad nuclear sino también, de temibles y desconocidas armas tan o más dañinas que las ojivas  de Plutonio.

El desarrollo de los misiles balísticos capaces de llevar no solo carga nuclear sino también armas químicas y bacteriológicas cambiaron el enfoque de cómo se desarrollaría una guerra entre superpotencias. Los norteamericanos basándose en los diseños de los científicos alemanes, desarrollaron  misiles como los  “Atlas”  y “Titán” que sin lugar a dudas por su apariencia y alcance podían intimidar con solo verlos en sus lanzamientos. No tardo mucho para que los soviéticos sacaran al servicio en 1959 su propio misil de largo alcance denominado “SS-4”  que también, con una imponente dimensión,  había sido concebido de los proyectos de ingenieros alemanes “invitados a trabajar con ellos”.

A partir de allí el desarrollo y avance de este tipo de armas fue meteórico. Como medio de ataque, el misil llego a ser la verdadera carta bajo la manga de las potencias para amenazarse mutuamente antes posibles agresiones convencionales propias o de alguno de sus países satélites. Aunque la industria aeronáutica fue tan prolífica como novedosa, el desarrollo de estas armas de mediano y largo alcance harían la diferencia en un mundo a merced de los dos arsenales nucleares más importantes.  Esta potencialidad fue y sigue siendo una de las cartas  definitoria en entuertos diplomáticos complejos o situaciones que no pretenden resolverse, pero que se le agregan el desarrollo de nuevas tecnologías tan asombrosas como destructivas.

En este sentido, el caso de Israel (país nuclear y aliado de EEUU) durante décadas se ha desvivido por sabotear los avances tecnológicos de sus vecinos árabes e islámicos (Irán y Pakistán), para que no logren desarrollar su propia capacidad nuclear ya que saben muy bien, que ante adquisición de estas capacidades por un estado árabe independiente (ajeno al club de los emiratos petroleros del Golfo) su posición variara  y no podrán chantajear a sus oponentes, especialmente ente temas como la insostenible situación palestina y sus continuas agresiones contra sus vecinos. 

Luego de la caída del muro de Berlín en 1989 y la disolución de la URSS, aparentemente la carrera armamentística se había terminado y a la par de ello, se firmaron algunos tratados de no proliferación de armas nucleares y Reducción de Armas Estratégicas (START), de cooperación y otros muchos papeles que solo parecen haber sido eso, papeles escritos en el aire.  También y hay que señalarlo existían Convenios y otros tratados que se firmaron en el marco de la OIEA (http://www.cinu.org.mx/temas/desarme/acue_des.htm ) que garantizaban que no producirían más armas nucleares y que se desmontaría un porcentaje importante de las existentes, pero sin abandonar en el ámbito político, las ambiciones de consolidar el unilateralismo con su centro de poder en Washington.

Pero a pesar de esas apariencias, EEUU y sus aliados fueron desarrollando en las sombras nuevas tácticas subversivas para reemplazar los viejos esquemas del clásico “golpe de estado” que solía patrocinar la CIA, apoyándose en una dinámica insurreccional  ajena  a las idiosincracias occidentales basada en la mística oriental que rodea al concepto de la “Jihad” que, además de haber sido pervertida por los ideólogos del embuste del “ISIS”,  causó  fuertes dolores de cabeza durante  la ocupación de Iraq.  Pese a semejantes irreverencias y las constantes evidencias de las implicancias –directas e indirectas- de Washington con “ISIS”, “Al Nusra” y muchas otras organizaciones criminales que se han dedicado a destruir a Siria, la prensa adicta a la Casa Blanca, aun a la vista de las evidencias trata de desviar las miradas de la opinión pública, acusando a Rusia de todo tipo de hechos e injurias  tratando de sermonear hipócritamente sobre cómo se debe ejercer el respeto a los derechos humanos.  A esto,  Obama creó  por ley el “Centro de Implicación Global destinado –según su texto- a combatir la “propaganda y la desinformación enemiga”, una herramienta burocrática que buscara acallar las informaciones que dejen expuesta las contradicciones y los desatinos que se han venido filtrando en su administración.

 Sin lugar a dudas, las contradicciones de la Casa Blanca se ampliaron cuando Alepo fue liberada hallándose en escondrijos subterráneos de “Al Nusra” y “Al Qaeda”, armamento y abundante material militar estadounidense y sus colegas de la OTAN (Global Research.ca. http://www.globalresearch.ca/syria-gate-nato-weaponry-and-personnel-in-east-aleppo/5565358 )

Igualmente tras el reciente abandono de Qatar a sus “jihadistas” y el cambio de bando de Turquía propiciado por la notable influencia de Moscú, demuestran a las claras que EEUU ha fracasado en su plan por rediseñar el Medio Oriente dejando a Tel Aviv como el más decepcionado con esta situación.

Tras las últimas ideas y venidas entre Washington, Moscú y Teherán, especialmente causadas por la situación en Siria, queda claro que todo lo antecedente ha quedado en letra muerta y que tras la firma de Obama de la ley para levantar la colaboración militar con Rusia ( Congress.gov.us.  https://www.congress.gov/bill/114th-congress/senate-bill/2943 ) que se enmarca en la ley de Defensa Nacional que presupuesta los gastos para el año próximo                      ( National Defense Authorization Act . https://armedservices.house.gov/sites/republicans.armedservices.house.gov/files/wysiwyg_uploaded/NDAA%20final%20passage%20Summary%20FINAL.pdf ) evidencia  que comienza una nueva era de discordias diplomáticas y la promesa de, a la par de acelerar una nueva carrera armamentística,  extender la silenciosa guerra de agencias de inteligencia-que se materializa con los llamados jihadistas-  a todos los rincones del globo.   

Asimismo, Obama ha decretado que pese a los acuerdos que llegó con Irán a finales por su programa nuclear y por las colaboraciones que forjaron a final del 2014 en su intervención en Iraq para “combatir al Daesh”, no habrá levantamiento de las sanciones comerciales dejando así la puerta abierta para que siga latente aquel estado de desconfianza y sospechas que a Israel tanto agrada.


A su vez, con esta batería legislativa, Obama dejará a su sucesor una agitada tarea por contrabalancear una ya compleja situación diplomática y peor aún, una peligrosa escalada  en el área militar y de inteligencia, donde a las rispideces que nacieron con la frustrada planificación para derruir a la República Árabe Siria mediante el despliegue y apoyo de grupos terroristas bajo eufemismos tales como “rebeldes moderados” o “luchadores por la libertad”, se agregan los sostenidos  intentos de la OTAN por crear un área de inestabilidad político-militar en el este de Europa usando como su principal ariete a un gobierno “títere” colocado mediante un golpe blando en Ucrania (a 10.000 kilómetros de distancia) que ha puesto sobre la mesa, el reinicio de las desconfianzas a niveles que no se veían desde antes de la “Perestroika” y que pueden peligrosamente escalar a un militarismo sin precedentes .