martes, 3 de septiembre de 2019




“RETOMAR EL ENGAÑO”
Para los EEUU las políticas exteriores de sus últimas administraciones ha resultado ser un desastre que ha mellado la credibilidad del país ante los ojos del mundo. Afganistán se ha convertido en el paradigma de ello y la prueba latente de que las cosas nunca fueron como Bush, Obama y menos Trump han dicho

Por Charles H. Slim
Dieciocho años son demasiados para que una situación tan grave como aquellos ataques del 11 de septiembre de 2001 esté aún sumida en la nebulosa de las dudas muy bien fundadas sobre la verdad del relato oficial de lo que ocurrió ese día. La misma duda se extiende a todas las medidas y políticas que implemento por aquel entonces la administración republicana y neoconservadora de George W. Bush y Dick Cheney y que Barak Obama continuo, que pese a los beneficios que hubieron calculado obtener, dieron inicio al declive geopolítico de la nación ante el mundo.

El primer movimiento surgido de aquellas extrañas circunstancias fue, el conveniente y rápido hallazgo de un culpable a quien se le puso nombre y una cara: Osama Bin Ladem. En esos momentos muy pocos sabían quién era él, pero los medios corporativos estadounidenses  se encargarían de fabricar e intoxicar su historia y la supuesta relación de éste personaje con otro embuste histórico como lo es “Al Qaeda”.

Ambos actores fueron usados como la llave de ingreso al escenario Centro Asiático para inmediatamente, dar un zarpazo sobre la Mesopotamia del Creciente Fértil, es decir sobre Iraq. Esto ya había sido planificado y documentado varios años antes. Los cerebros de esta campaña de conquista, reunidos en sus sesiones a espaldas del conocimiento público, creyeron que sería pan comido y bajo el fundamento ante la opinión pública de haber sido atacados por una organización terrorista “fantasmal” –creada por la CIA en 1979-  EEUU saldría a una cruzada Sacro Santa contra la amenaza islamista, a la que eufemísticamente bautizaron “la lucha contra el terrorismo”.

El objetivo real y escondido de todo esto era sin duda, acceder a objetivos económicos-estratégicos y políticos en dos golpes: Primero invadir Afganistán para deshacerse del “Talibán” (viejos socios de la CIA), desarrollar importantísimas inversiones en el área de energía (Gas y Carbón) y establecer un punto de apoyo para operaciones profundas en Asia con miras a Irán, Rusia y China. Segundo, justificar un nexo entre “Al Qaeda” y Saddam Hussein para justificar la invasión a Iraq y de ese modo (entre los objetivos económicos y geoestratégicos para Washington), destruir al único rival árabe de Israel.

Ambos escenarios siguen siendo al día presente, dos calamidades para sus poblaciones y para Washington. En el caso de Iraq, pese a la férrea resistencia EEUU ha podido controlar a sus títeres con bastante fortuna a quienes, como el caso de Nouri Al Maliki, sacrifico con otro de los embustes de la inteligencia llamado “ISIS”. En lo que respecta al caso afgano, las cosas no han salido para nada bien. Pese a que los títeres colocados en Kabul son leales a Washington y Bruselas, estos no pueden salirse del radio de la ciudad sin el temor a ser asesinados. Son los primeros en rogar que no se vayan las fuerzas de la ISOF, salvo que se los lleven con ellos. Son como se dice “prisioneros en jaulas de oro”.

Y como las cosas no han ido nada bien y el Talibán ha demostrado que está un paso delante de las operaciones militares convencionales e incluso de los embustes colocados en el terreno por la CIA y sus colegas israelíes, Washington ha estado tratando durante años de llegar a un arreglo, a un acuerdo que les permita salvar el honor en una guerra que saben muy bien –los estadounidenses- nunca podrán ganar.

Ahora deben explicar esto y ello se ha vuelto muy embarazoso.  
Curiosamente hoy las editoriales que fabrican relatos  e historias que tratan de mantener en el tiempo la línea del discurso del estado profundo norteamericano, que tratan de mantener en pie el relato oficial de la “lucha contra el terror” y los esfuerzos por lograr obtener una victoria decisiva, vemos como los villanos de ese momento en realidad no lo eran tanto y viceversa. Las inconvenientes revelaciones sobre la relación entre Osama y la CIA y el uso que hizo ésta última de su imagen –falsificando videos- para justificar la discutida intervención en Afganistán fueron parte del disparador de aquella farsa montada en mayo de 2011 denominada “Operación Gerónimo” en donde se hizo creer que Osama Bin Ladem había sido asesinado. Curiosamente, la mayoría de quienes participaron en esta “Black Op.”, han muerto.

Con éste supuesto “ajusticiamiento”, Obama creyó que con aquello se acabarían las preguntas sobre la incoherente historia tejida desde el 11/S de 2001 que comprometía la credibilidad de sus agencias federales y de la nación. Por el contrario, las investigaciones revisionistas no han cesado llevando a que el gobierno federal se vea constantemente presionado por demandas de desclasificación de información clasificada. Ello ha llevado a que se revelen en documentos fechados entre 1990 y 1999 esas conexiones sucias que venían desde décadas entre la CIA y los que hoy Washington acusa como terroristas.

En estas nuevas “desclasificaciones”, que seguramente están compuestas por documentos arreglados para que encajen en el discurso oficial de las actuales circunstancias en las que se enmarca la situación afgana, se habla de pasados “esfuerzos” y de “contactos” entre representantes de EEUU y del Talibán para que “mantengan controlado o entreguen a Osama Bin Ladem”. Supuestamente, uno de estos documentos revela que en 1999 un representante norteamericano reunido con un homólogo del Talibán le habría pedido que entreguen a Osama para ponerlo a disposición de la justicia.

Como supuestamente el Talibán no cumplió con este reclamo, dos años después (2001) Osama Bin Ladem organizó y ejecuto el ataque a EEUU. A simple vista, esto último surge tan fantástico como inverosímil. He aquí donde se puede advertir la conveniencia de sacar de la escena al “agente” Osama Bin Ladem ¿Cuál habría su declaración ante un jurado o ante la Comisión de Inteligencia del Senado? Eso no debía suceder nunca y se encargaron de que así fuese.  Como sea, en los últimos meses los esfuerzos negociadores de Washington para una salida de Afganistán, concertada con el Talibán no parecen marchar y es por ello que estas editoriales anglosajonas tratan de reforzar los argumentos cansinos de la era Bush como una forma de decirle a su público, “han visto, lo hemos intentado pero ellos no quisieron”.

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