viernes, 30 de diciembre de 2016



EN DEBATE




“LA GEOESTRATEGIA QUE VIENE”

Cómo evolucionara la política exterior norteamericana, la carrera armamentística y las relaciones entre los estados ante la nueva realidad internacional



Por Pepe Beru


Aunque aun no haya asumido Donald Trump a la presidencia, se puede intuir con mucha claridad que la “nueva política” que aquel prometió para  la Casa Blanca poco trae de eso y que más allá de los discursos, la próxima administración reeditara con un nuevo marco geopolítico, un complejo entramado de relaciones sociales  y nuevas tecnologías, aquella vieja política de los años de la era bipolar caracterizada por la intriga y la llamada “carrera armamentística”.

Por aquellos años y me refiero a la década de los cincuenta hasta comienzos de la década de los noventas del pasado siglo XX, la disputa por la supremacía político-estratégico-militar se enfoco en los dos grandes actores de aquel momento, EEUU y la Unión Soviética. Para ser más precisos, la disputa por el poder se dio entre la Organización del Atlántico Norte OTAN y su homóloga soviética denominada el “Pacto de Varsovia”  o PAC-VAR.

Ambas organizaciones militares trataron de extender sus jurisdicciones más allá de aquel límite invisible que marcaba la talasocracia convencional de las épocas del colonialismo del imperio británico, pero que los EEUU tras la segunda guerra mundial extendieron con su poderosa flota guerra. 

La pulseada fue cruenta y sin misericordia pero curiosamente no hubieron incidentes directos entre Washington y Moscú, salvo la llamada “Crisis de los misiles”  de 1962  ante la posible instalación de misiles nucleares en la Cuba de Fidel Castro y del cual no se llegaron a mayores incidentes. También habría que nombrar a la guerra de las Malvinas en 1982 como un posible  punto de choque entre ambos bloques dado que y como lo documentan archivos clasificados de la época, mientras Washington le dio una valiosa colaboración a Londres, hubieron preparativos para una intervención escalonada de la URSS a favor de Buenos Aires. Pero, por el contrario los países satélites que giraban en rededor de cada uno de estos bloques, fueron manipulados y usados como cobayos para ejercitar sus estrategias y probar sus arsenales en devastadoras guerras fratricidas (Corea 1953/ Vietnam 1964/ Malvinas1982).

Pero aquella carrera tenía una faz que no era muy publicitada y ella era la que se refiere, a los costos de desarrollar nuevas y más sofisticadas armas de destrucción masiva capaces de garantizar la eliminación instantánea del oponente en apenas unos minutos.  De ese modo, cuando la URSS detono su primer artefacto nuclear en 1949 y el “bip” del satélite  “Sputnik” comenzó a circundar la órbita terrestre en 1957, Washington cayó en el pánico y puso manos a la obra para desarrollar su propio programa espacial del cual, iría desarrollando a la par, los primeros sistemas de misiles de mediano y largo alcance que ya habían sido desarrollados una década y media antes por los científicos alemanes “refugiados” en EEUU.

Todo ello conllevo al desarrollo de los satélites espías, de la red NORAD y hasta plataformas orbitales de lanzamiento de misiles que  actualmente ante el desarrollo de armas mucho más sofisticadas y limpias, aquellas pueden considerárselas obsoletas.

Más allá de las incidencias y las circunstancias políticas que llevó al fin de aquella guerra fría, supuestamente se había detenido la loca carrera armamentística, con programas bélicos tan estrafalarios como obscenamente costosos  (Proyecto “Guerra de las Galaxias”), que mantuvieron en vilo a la población mundial. Con aquel final devino el fin del “terror nuclear” y todo el marketing mediático que lo rodeaba.  

Tras unos veinte años de la hegemonía brutal estadounidense que comenzó tras  arrasar Iraq en 1991 y que obviamente vehiculizo mediante la OTAN, las ínfulas de Washington por comerse al mundo comenzaron lentamente a decrecer a partir del 2001 llegando hoy a estar seriamente cuestionado por sus notorias injerencias en el caos actual. Agregado a esto, hoy el mundo se halla nuevamente ante las mismas paranoias que esgrimiendo supuestos peligros, vuelven a reimpulsar ya no solo el desarrollo sin control de misiles con capacidad nuclear sino también, de temibles y desconocidas armas tan o más dañinas que las ojivas  de Plutonio.

El desarrollo de los misiles balísticos capaces de llevar no solo carga nuclear sino también armas químicas y bacteriológicas cambiaron el enfoque de cómo se desarrollaría una guerra entre superpotencias. Los norteamericanos basándose en los diseños de los científicos alemanes, desarrollaron  misiles como los  “Atlas”  y “Titán” que sin lugar a dudas por su apariencia y alcance podían intimidar con solo verlos en sus lanzamientos. No tardo mucho para que los soviéticos sacaran al servicio en 1959 su propio misil de largo alcance denominado “SS-4”  que también, con una imponente dimensión,  había sido concebido de los proyectos de ingenieros alemanes “invitados a trabajar con ellos”.

A partir de allí el desarrollo y avance de este tipo de armas fue meteórico. Como medio de ataque, el misil llego a ser la verdadera carta bajo la manga de las potencias para amenazarse mutuamente antes posibles agresiones convencionales propias o de alguno de sus países satélites. Aunque la industria aeronáutica fue tan prolífica como novedosa, el desarrollo de estas armas de mediano y largo alcance harían la diferencia en un mundo a merced de los dos arsenales nucleares más importantes.  Esta potencialidad fue y sigue siendo una de las cartas  definitoria en entuertos diplomáticos complejos o situaciones que no pretenden resolverse, pero que se le agregan el desarrollo de nuevas tecnologías tan asombrosas como destructivas.

En este sentido, el caso de Israel (país nuclear y aliado de EEUU) durante décadas se ha desvivido por sabotear los avances tecnológicos de sus vecinos árabes e islámicos (Irán y Pakistán), para que no logren desarrollar su propia capacidad nuclear ya que saben muy bien, que ante adquisición de estas capacidades por un estado árabe independiente (ajeno al club de los emiratos petroleros del Golfo) su posición variara  y no podrán chantajear a sus oponentes, especialmente ente temas como la insostenible situación palestina y sus continuas agresiones contra sus vecinos. 

Luego de la caída del muro de Berlín en 1989 y la disolución de la URSS, aparentemente la carrera armamentística se había terminado y a la par de ello, se firmaron algunos tratados de no proliferación de armas nucleares y Reducción de Armas Estratégicas (START), de cooperación y otros muchos papeles que solo parecen haber sido eso, papeles escritos en el aire.  También y hay que señalarlo existían Convenios y otros tratados que se firmaron en el marco de la OIEA (http://www.cinu.org.mx/temas/desarme/acue_des.htm ) que garantizaban que no producirían más armas nucleares y que se desmontaría un porcentaje importante de las existentes, pero sin abandonar en el ámbito político, las ambiciones de consolidar el unilateralismo con su centro de poder en Washington.

Pero a pesar de esas apariencias, EEUU y sus aliados fueron desarrollando en las sombras nuevas tácticas subversivas para reemplazar los viejos esquemas del clásico “golpe de estado” que solía patrocinar la CIA, apoyándose en una dinámica insurreccional  ajena  a las idiosincracias occidentales basada en la mística oriental que rodea al concepto de la “Jihad” que, además de haber sido pervertida por los ideólogos del embuste del “ISIS”,  causó  fuertes dolores de cabeza durante  la ocupación de Iraq.  Pese a semejantes irreverencias y las constantes evidencias de las implicancias –directas e indirectas- de Washington con “ISIS”, “Al Nusra” y muchas otras organizaciones criminales que se han dedicado a destruir a Siria, la prensa adicta a la Casa Blanca, aun a la vista de las evidencias trata de desviar las miradas de la opinión pública, acusando a Rusia de todo tipo de hechos e injurias  tratando de sermonear hipócritamente sobre cómo se debe ejercer el respeto a los derechos humanos.  A esto,  Obama creó  por ley el “Centro de Implicación Global destinado –según su texto- a combatir la “propaganda y la desinformación enemiga”, una herramienta burocrática que buscara acallar las informaciones que dejen expuesta las contradicciones y los desatinos que se han venido filtrando en su administración.

 Sin lugar a dudas, las contradicciones de la Casa Blanca se ampliaron cuando Alepo fue liberada hallándose en escondrijos subterráneos de “Al Nusra” y “Al Qaeda”, armamento y abundante material militar estadounidense y sus colegas de la OTAN (Global Research.ca. http://www.globalresearch.ca/syria-gate-nato-weaponry-and-personnel-in-east-aleppo/5565358 )

Igualmente tras el reciente abandono de Qatar a sus “jihadistas” y el cambio de bando de Turquía propiciado por la notable influencia de Moscú, demuestran a las claras que EEUU ha fracasado en su plan por rediseñar el Medio Oriente dejando a Tel Aviv como el más decepcionado con esta situación.

Tras las últimas ideas y venidas entre Washington, Moscú y Teherán, especialmente causadas por la situación en Siria, queda claro que todo lo antecedente ha quedado en letra muerta y que tras la firma de Obama de la ley para levantar la colaboración militar con Rusia ( Congress.gov.us.  https://www.congress.gov/bill/114th-congress/senate-bill/2943 ) que se enmarca en la ley de Defensa Nacional que presupuesta los gastos para el año próximo                      ( National Defense Authorization Act . https://armedservices.house.gov/sites/republicans.armedservices.house.gov/files/wysiwyg_uploaded/NDAA%20final%20passage%20Summary%20FINAL.pdf ) evidencia  que comienza una nueva era de discordias diplomáticas y la promesa de, a la par de acelerar una nueva carrera armamentística,  extender la silenciosa guerra de agencias de inteligencia-que se materializa con los llamados jihadistas-  a todos los rincones del globo.   

Asimismo, Obama ha decretado que pese a los acuerdos que llegó con Irán a finales por su programa nuclear y por las colaboraciones que forjaron a final del 2014 en su intervención en Iraq para “combatir al Daesh”, no habrá levantamiento de las sanciones comerciales dejando así la puerta abierta para que siga latente aquel estado de desconfianza y sospechas que a Israel tanto agrada.


A su vez, con esta batería legislativa, Obama dejará a su sucesor una agitada tarea por contrabalancear una ya compleja situación diplomática y peor aún, una peligrosa escalada  en el área militar y de inteligencia, donde a las rispideces que nacieron con la frustrada planificación para derruir a la República Árabe Siria mediante el despliegue y apoyo de grupos terroristas bajo eufemismos tales como “rebeldes moderados” o “luchadores por la libertad”, se agregan los sostenidos  intentos de la OTAN por crear un área de inestabilidad político-militar en el este de Europa usando como su principal ariete a un gobierno “títere” colocado mediante un golpe blando en Ucrania (a 10.000 kilómetros de distancia) que ha puesto sobre la mesa, el reinicio de las desconfianzas a niveles que no se veían desde antes de la “Perestroika” y que pueden peligrosamente escalar a un militarismo sin precedentes .  

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