domingo, 31 de marzo de 2019


EN DEBATE



“¿FRACASO ASEGURADO?”

El panorama en Argentina vislumbra un año muy duro para las expectativas de quienes aspiran a la presidencia del país como para los mismos ciudadanos ¿Podrá Macri jalar a tiempo la palanca para remontar vuelo?



Por Charles H. Slim
Algo parece estar cambiando en el extremo sur del continente americano, comentaba hace unas semanas un amigo que ocasionalmente estaba de paso en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Las cosas están muy complicadas para los habitantes del país de las pampas verdes y ello parece ser solo una consecuencia de una larga historia de ineptitudes y corrupción que tras décadas de no hacer nada por combatirlas, se ha extendido cual una gangrena en un órgano del cuerpo llevando a la necesaria y extrema solución de cortarlo antes de que comprometa la vida misma de la víctima.

Desde las posiciones políticas tanto internas como externas pasando por las controversias judiciales en las que varios de los funcionarios del gobierno de Macri se hallan involucrados en complejos asuntos, hasta la caótica situación económica que está empujando a grandes sectores de la sociedad a una crisis de la cual no se conoce aún las posibles consecuencias, hace prever que algo deberá pasar para que se reacomoden las cosas antes del mes de octubre.

Sea por malicia o incapacidad, Mauricio Macri y su gabinete trató de cambiar un Status Quo imperante durante décadas y que se caracterizó por el clientelismo empresarial con el estado, el clientelismo político que acomoda a sus familiares para vivir a costa del estado y ese acostumbramiento del electorado a creer en las soluciones mágicas que la demagogia nacional bautizada como “populismo”, alimento falsamente sus expectativas durante estas tres décadas de supuesta democracia. Para remate de esto, su programa económico parece haber fracasado y hoy la moneda nacional, frente a una escalada suba del dólar,  parece estar al borde de la extinción abriendo la puerta a una crisis mucho más profunda y nada previsible.

Los habitantes del país han aportado una gran cuota de pasividad y de pusilanimidad para que esta situación progresara. No se puede dejar de señalar que históricamente, la población –especialmente la de la capital federal- en su conformación vario muy poco desde que Juan Domingo Perón llego de su exilio en 1974 y apenas dos años después en 1976 tras el golpe militar, la inmensa mayoría aplaudió la medida; o desde allí hasta 1983 cuando de la noche a la mañana todos esos mismos, incluso quienes felicitaron a la junta militar de Videla, Agosti y Massera se volvieron “demócratas” sin saber muy bien que significaba eso. Los mismos que fustigaron una postura y personajes los habían aplaudido.

En lo estrictamente económico y financiero, por aquellas épocas pocos fueron los argentinos que se sintieron incomodos con la llamada “bicicleta financiera” que lleno los bolsillos a muchísimas familias –especialmente porteñas- y propicio el auge de las importaciones de electrodomésticos ingresados por el turismo de argentinos al exterior. En esos momentos el ministro Martínez de Hoz o incluso sus continuadores, no fueron fustigados o vilipendiados como mucho más tarde se hizo escarnio de ellos.  
Igualmente esto solo es prehistoria y no debería de alterar cíclicamente la agenda y la vida política del país. Si los franceses siguieran empantanados en los recuerdos de la ocupación nazi facilitada por los colaboracionistas de Vichy o los españoles siguieran con sus absurdos antagonismos entre “republicanos” y “franquistas”, no habrían llegado al lugar que llego cada uno de estos países dentro de la Unión Europea.  Ni que decir de Rusia, que de no haber superado las iniquidades de Stalin y la debacle de la URSS, simplemente se habría quedado en un mar de lágrimas.

Ello no ha sucedido en Argentina y se hace evidente que algunos sectores no quieren el avance. Pero, aunque ustedes no lo crean estas piezas de museo de la política argentina y sus tragedias, son parte de los negocios que usufructúan sectores de la población haciendo del victimismo una marca registrada.

Hay un serio problema en la idiosincrasia de esta gente, que ha llevado a la “viveza criolla” a los niveles de la obscenidad pretendiendo hacer pasar situaciones inexistentes o reprobables, por causas nobles o incluso pretendidamente épicas. De este modo encontraremos que desde las arcas del estado se giran millones de pesos al pago de pensiones a desaparecidos durante la dictadura militar que en realidad están viviendo en Europa, el pago de pensiones a guerrilleros setentistas (no se sabe por mérito de qué), el crecimiento del número de ex combatientes de Malvinas a cifras ridículas que no son denunciados por los verdaderos combatientes o el pago de subsidios a agitadores callejeros llamados “piqueteros” para que no compliquen al gobierno de turno, todo ello a costa de los impuestos –y que no son pocos hay que decirlo- pagan los contribuyentes argentinos. 
Tampoco es necesario aclarar que esa misma clase política que legisla este tipo de distribuciones nada productivas, es la misma que al mismo tiempo expolia otro tanto de las arcas del estado a sus propios bolsillos.

Desde el norte, en especial desde EEUU se observa con mucha atención la evolución de los eventos sin ser necesario tener que aclarar que no hace falta operaciones de inteligencia complejos para obtener la información ya que, la embajada en Buenos Aires tiene  a los más variados canales de fuentes locales que gustosamente –por dinero, obsecuencia o simpatía- reportan sus datos y conclusiones para que sean analizados por la “agencia” y el Departamento de Estado.

Desde la UE y en particular desde Londres también se sigue de cerca éste aletargado final de época, que sin lugar a dudas es el comienzo del fin para un sistema político que ha sido el medio por el cual la partidocracia y la corruptela sindical argentina hicieron a costa de un estado elefanteasico su agosto desde hace décadas. Nadie en éste país puede negar esto, salvo quienes se hallan inmersos hasta la coronilla en este sistema. Es así como en los anodinos programas de TV se pueden ver como políticos de todas las extracciones y economistas de todas las tendencias, juegan a ser los pronosticadores de una calamidad anunciada, pero nada más. Hay tras esto mucho más que una “pesada herencia” que el gobierno de Cambiemos dejará  a los que vengan; sin dudas, que se ha comprometido la existencia misma del estado como el representante de una nación, quien como actor político en el concierto internacional debiera ser absolutamente soberano.

En la Argentina no queda nada sin haber sido afectado por la globalización financiera y económica, pero ello ha podido suceder no a una intervención maliciosa del FMI comandada por Christine Lagarde, o la invasión armada del “imperio estadounidense” que desembarco a  fuego limpio en Buenos Aires para adueñarse de las cuencas acuíferas del noreste o de los incalculables yacimientos petroleros de “Vaca muerta” en Neuquén; no nada de eso, han sido los mismos dirigentes políticos y sus adeptos quienes pensando en la inmediatez  de ingresos a cualquier costo y sin miradas estratégicas, han entregado lo poco que quedaba en la soberanía económico territorial del país. Sin ello, nadie puede creerse que exista en estas condiciones un futuro promisorio y mucho menos una soberanía política posible.

viernes, 29 de marzo de 2019



EN LA MIRA



“JUEGOS DE GUERRA”

Cuánto tiempo más deberá soportar la población árabe palestina las arbitrariedades y los crímenes de un estado invasor


Por Javier B. Dal
Cae la noche en Palestina y las luces de Gaza comienzan a encenderse en medio de las alarmas de un inminente ataque aéreo y naval por parte de las FDI. Los colonos judíos de los asentamientos de Eshkol,  Shaar Hanegev y Sdot Negev sacan sus reposeras para disfrutar de un espectáculo aterrador que pronto dará inicio. Así se vivía por parte de los colonos israelíes el terror que debían sufrir los palestinos de la Franja de Gaza. En muchos, caras de algarabía y sonrisas, nada nuevo en todo esto, dejando en evidencia el profundo odio y racismo que anida en una parte importante de la población israelí.

Desde el anochecer del 25 de marzo, los aviones israelíes y sus obuses de tierra y mar no han dado clemencia a la población palestina de Gaza, causando una cantidad abrumadora de heridos y muertos entre la población más vulnerable. La zona céntrica se vio golpeada por potentes bombas de 500 kg y lluvia de fósforo blanco iluminando las siluetas de los edificios cercanos. Los argumentos de Tel Aviv para estas bestialidades son las supuestas “ofensivas” de Hamas que acusan el disparo de cohetes a las colonias judías cercanas a Gaza. Pero las fuentes palestinas acusan a Israel de haber estado lanzando ataques previos y a causa de ellos, Hamas y otras facciones de la resistencia palestina habrían decidido responder con todo lo que puedan.

Pero el inicio de la escalada israelí se habría dado por el ataque con vector palestinos disparado desde el interior de la Franja. En lo referente al único cohete que fue disparado desde Gaza sobre el asentamiento de Eshkol y que no cayó en ninguna parte –usado como excusa para la campaña de bombardeos actual-, según comunicaron las fuentes palestinas fue disparado sin autorización de los movimientos de la resistencia Hamas ni de la Jihad Islámica.

Igualmente, ello fue la excusa perfecta para Netanyahu y Cia. La desproporción que acusa el uso de la fuerza israelí no es nueva. Contraria a toda la legislación humanitaria internacional (Entre ella de la misma Carta de Naciones Unidas), Tel Aviv ha cometido ingentes e incontables crímenes contra las poblaciones civiles de toda Palestina, siendo la Franja de Gaza su más encarnizado y claro objetivo por erradicar.

Y es que, jugar a la guerra contra milicias a pie y con armamento obsoleto es fácil de sortear para el ejército más poderoso de la región, con lo cual estamos en presencia de un abusador con todas las letras. Otro cantar es cuando debe hacer frente a combatientes que se hallan medianamente a su altura como el caso de “Hezbolla” o el ejército árabe sirio, de quienes ha preferido evadirlos en una confrontación directa con sus acostumbrados golpes agazapados.

Pero con los palestinos es más fácil y movilizar varias brigadas mecanizadas con infantería ligera a pie, no representa un riesgo ante Hamas siempre y cuando, se hallen cubiertos por la aviación. Además no pierdan de vista que Tel Aviv emplea muchos mercenarios en las filas de las FDI con lo cual trata de frenar los crecientes casos de soldados con problemas de conciencia (que terminan con problemas psicológicos y psiquiátricos)  y un alza de suicidios entre ellos y tal vez lo más importante para los férreos sionistas es que, se reduce el derramamiento de sangre judía; después de todo, hay suficiente dinero como para alquilar criminales de los cuatro rincones del globo. Al mismo tiempo y desde comienzos del 2018, los pobladores de la Franja de Gaza y de otros lugares, han estado concurriendo a la llamada “Marcha del regreso”, una manifestación popular que se volvió masiva y que pese a la brutal represión ejercida por Israel, hoy continúa activa.
Niños palestinos rescatando sus cosas tras el bombardeo israeli

Precisamente en momentos que la aviación israelí lanzó sus primeros ataques este 25 de marzo sobre la ciudad de Gaza, los francotiradores israelíes apostados en zonas altas cercanas al desarrollo de la manifestación asesinaron a dos jóvenes palestinos que estaban en esos momentos en el Campamento “Bureij”, levantado por los palestinos en el borde de la alambrada colocada por Israel.

Uno de sus confesos autores políticos e intelectuales de ésta política de neto cuneo sionista es el ex ministro de defensa Avigdor Lieberman quien además de defender estos asesinatos, solo es uno más,  de un colectivo mucho más grande dentro de la comunidad judía mundial que aplaude y apoya la comisión de estos crímenes de lesa humanidad. 

Desde el régimen liderado por Benjamín Netanyahu, hay una clara y obscena política por tratar de erradicar a cualquier costo a la población palestina en general y la de Gaza en particular , buscando todas las excusas posibles para acelerar una “solución final”, como paradójicamente lo buscaron los nazis con los judíos europeos en el siglo XX. Ello ha despertado el desprecio de muchos ciudadanos judíos tanto dentro como fuera de Israel y ello ha creado una grieta dentro de la misma comunidad, aunque no se quiera reconocer.

Desde la instalación del estado de Israel en 1948 y desde allí durante décadas los subsiguientes gobiernos que vinieron, se procuró mantener en silencio las políticas estatales del ente que siempre estuvieron dirigidas a expulsar a los habitantes nativos árabes de todo el territorio palestino para reemplazarlos por habitantes de origen judío en la diáspora. Parece loco o incluso, un delirio paranoico, pero los ingenieros de estas intenciones desde aquel entonces,  llevaron adelante varios programas que se convirtieron en operaciones que involucraron la expropiación forzada de territorios y la expulsión de los árabes palestinos y a su vez, la suplantación por judíos traídos desde otros países. Una de las consecuencias de aquellas aspiraciones es la existencia de la hoy conocida “Triple frontera”, cuyos habitantes originarios de origen árabe llegaron por las gestiones de una compleja y muy costosa operación montada por Israel allá en la década de los cincuentas y sesentas, con la esperanza de deshacerse de la mayor cantidad de árabes palestinos posible.

Por supuesto que para llevar adelante todo ello, hubo mucho dinero en danza  que compro las voluntades de políticos y militares corruptos de los países que terminaron jugando a favor de lo que Tel Aviv dispuso en ese entonces.

Hoy Tel Aviv apuesta por adueñarse de todo el territorio palestino sin necesidad de negociar nada y para ello ha recibido una colaboración invalorable de Donald Trump y su administración compuesta –no casualmente- por reconocidos militantes sionistas tanto judíos como no judíos que cabildean en el congreso.

Si bien los israelíes cuentan con la superioridad militar y de recursos tecnológicos de última generación –posibilitados por el apoyo de EEUU- que les facilita estar por encima de las milicias palestinas, ello no les ha bastado para doblegar a la voluntad de la población árabe y mucho menos, argüir algún grado de moralidad en sus acciones.

Por su parte la población palestina ha demostrado estar más allá del heroísmo y el martirio, soportando además de las brutales e indiscriminadas acciones de las fuerzas militares israelíes, de las siniestras tácticas de eugenesia para tratar de dañar la salud de las mujeres palestinas rociando con Drones y aviones, elementos químicos (algunos perceptibles) y cortando el suministro de agua potable de Gaza obligando a los palestinos que allí se hallan encerrados a tomar aguas altamente contaminadas.  

Los últimos eventos en Gaza no son nuevos. En realidad desde el año pasado, los aviones y los helicópteros israelíes han estado lanzando esporádicos pero destructivos ataques contra blancos en el centro poblado de la franja mientras al mismo tiempo y como una forma por tratar de justificar estas mostruosidades, sus grupos de tareas tratan de hacer creer que existe una alianza entre “Hamas” y el “Estado Islámico”. Que ello no se halla hecho público por los medios, no quiere significar que no haya sucedido. A estas alturas no es necesario aclarar el porqué de ello y quienes son los que sostienen a las corporaciones de medios occidentales. 

Igualmente y pese a todo esto, hay algo positivo que puede sacarse a concluir y ello es, que pese a la gran influencia desplegada por Tel Aviv y sus organizaciones sionistas alrededor del mundo que tratan de argumentar estas masacres como acaecidos en el marco de “enfrentamientos”, no logran callar ni esconder los crímenes contra la humanidad y solo es cuestión de tiempo para que los responsables sean llevados a una Corte Penal Internacional más empoderada e independiente de lo que lo es ahora.

miércoles, 27 de marzo de 2019


VETERANOS DE AYER






“EL ROL DEL OP. ALFIL EN 
LA INTELIGENCIA DE LA GUERRA DEL GOLFO”

Aspectos operacionales llevados adelante por la flota aliada y su papel en las tareas de inteligencia en la Crisis y guerra del golfo




Por Charles H. Slim
Continuando con la extensa casuística de hechos que formaron parte de la llamada “Guerra del Golfo” de 1991, vamos a repasar algunos aspectos muy poco conocidos por la opinión pública en general pero de la argentina en particular ya que como hemos venido estudiando, no existe aún una conciencia clara de cuales fueron los alcances y las incumbencias a las que se vieron sometidos los efectivos de la Armada Argentina en el Teatro de operaciones bélico de aquel entonces.

Los eventos que se desataron desde aquella misma madrugada del 2 de agosto de 1990 cuando los iraquíes cruzaron la frontera kuwaití ya estaban previstos por el Pentágono. Desde meses antes los aviones “E-3 Sentry” AWACS (Airborne Warning and Control Systems) y el comando satelital NORAD (North American Aerospace Defense Command) venían monitoreando los movimientos del ejército iraquí sin que en esos momentos ello hubiera causado  inquietudes  en la Casa Blanca. Bush, Powell y obviamente el entonces secretario de estado James Baker conocían esto. A la distancia a nadie le queda dudas de ello, salvo el caso de algunos aliados de entonces –caso del gobierno de Argentina- que ni siquiera se informaron y evaluaron como evolucionarían los eventos. Hussein no se salió con la suya (como arguyeron varios personeros en esos momentos), fue Washington quien usándolo para sus propósitos, lograron lo que necesitaban: La excusa perfecta para entrar a la región. 

En ese sentido el rol de Naciones Unidas y su función de mantenedor de la paz fue claramente un fracaso. No solo no hubo paz sino que incluso se le relego de las actividades que se designan en el capítulo VI y VII de la Carta que habría dado la legitimidad para que se conformara una fuerza militar bajo los auspicios y el control operacional de la organización. Como es sabido, nunca hubieron cascos azules en las operaciones que se desarrollaron en el TOK[1], sino fue mucho más tarde, una vez finalizada la guerra con la firma de la rendición en la base iraquí de “Safwan” en marzo de 1991, y fue allí cuando se  conformó una fuerza de paz y de observadores el 9 de abril de ese mismo año (UNIKOM).

Regresando a las incidencias que ocurrieron antes y durante las acciones bélicas, debemos tener en cuenta que en esos momentos, los movimientos de tropas, carros y suministros iraquíes eran perfectamente monitoreados por los satélites de vigilancia estadounidenses aunque, cierto es de señalar, que los iraquíes en cierta medida estaban conscientes de estas capacidades de sus anteriores amigos y fue por ello que tomaron varias medidas exitosas para confundir a los agresores.

Pero veamos uno de los aspectos pocos conocidos de aquella guerra y de la cual, todos los partícipes –incluyendo a la Argentina- ejecutaron bajo la dirección de los comandos de operaciones liderados por los EEUU, actividades preparativas y encubiertas antes y en pleno de las hostilidades. 
Nos referimos a las operaciones de inteligencia y contrainteligencia, las cuales fueron clave para el desarrollo de las acciones militares contra los objetivos iraquíes en Kuwait e Iraq. Uno de los documentos más destacados denominado Excutive Summary elaborado en julio de 1991 (Clasificado por CINCCENT y desclasificado unos años más tarde por la OADR), determina con precisión el alcance de las misiones y sus partícipes durante las operaciones “Escudo del desierto” y “Tormenta del Desierto”. Allí se detalla la importancia central en recopilar y producir información capaz de lidiar con un “enemigo íntimo” y altamente preparado para combatir en un terreno con el cual estaban familiarizados.

Sobre aquello, no hay que olvidar que Washington conocía al milímetro las existencias del número y clase de armamento en los búnkeres y bases de las Fuerzas Armadas iraquíes, gracias a la estrecha colaboración forjada años antes en el marco de la guerra impulsada contra Irán.  Pese a ello, se supo que Saddam Hussein nunca confío en sus socios americanos y fue por ello que ordenó el traslado continuo de varias instalaciones estratégicas conllevando a que muchos de los objetivos que fueron bombardeados durante la guerra estuvieran vacíos.

El capítulo que inaugura este documento se refiere a la decisiva importancia que fue el sostenimiento de los requerimientos logísticos que sostuvieron las operaciones militares de la primera línea. El caso del “Op. Alfil” compuesto por una corbeta y un destructor de la Armada Argentina, (según documentos reservados) su actuación dentro del Teatro de Operaciones gravito entre la segunda y tercera línea (comprendiendo un total de tres en grado concéntrico) algo de lo cual, constituyo un importante antecedente del alcance de las operaciones que se realizaron tanto en la faz previa como en el pleno de las hostilidades. El operativo argentino compartió actividades y con similares tareas junto a la misión canadiense (Operación Fricción), habiéndose –según evaluaciones del Pentágono- complementado altamente eficiente.
vecinos iraquies contemplando los efectos de las bombas en sus casas

Estos grupos de tareas conformados por cada país que se alió a la Coalición angloestadounidense y que en la faz naval se subordinó a las órdenes del Almirante Stanley R. Arthur, no solo llevo a cabo las tareas operacionales de interceptación e interdicción para ejecutar el embargo que autorizó Naciones Unidas sino que en pleno de la “Operación escudo del Desierto”, previa a las hostilidades, jugaron un papel crucial para mantener controlada la actividad marítima en el Golfo y para ello, sirvieron indirectamente a las tareas encubiertas de la inteligencia electrónica (SIGINT) trasmitiendo y retrasmitiendo señales dentro del Teatro de Operaciones con el objetivo de despistar a las fuerzas iraquíes (Niebla). Esto tuvo vital importancia al momento de lanzar el ataque en las primeras horas tras vencer el ultimátum ya que, con ello se interfirieron las comunicaciones y los sistemas antiaéreos de origen soviético que poseían los iraquíes tanto en Kuwait como en Iraq.

En aquel sentido, cada grupo de tareas en el mar eran los ojos del CENTCOM de cara no solo para evitar ataques iraquíes sino también de posibles acciones desde Irán. Para ello, la instalación de sistemas de guerra electrónica (entre ellos el GPS) y antenas en las unidades navales,  sirvió para establecer en el mapa de operaciones, un posicionamiento en tiempo real de las actividades de los grupos de tareas.

Durante años, esta gravitación parece haberse mantenido en el más estricto secreto, al menos en lo que respecta a lo que la Armada Argentina se refiere ya que, según fuentes confiables dentro del Ministerio de Defensa de épocas del gobierno de Fernando De La Rúa (comienzos del 2000), no existían antecedentes oficiales o informes disponibles en sus archivos para la consulta referidos a las acciones de los buques que habían conformado aquel grupo naval que –como señala aquel informe-  fue parte de los 800.000 hombres y mujeres que conformaron la “Coalición aliada” contra Iraq y que se reporta en el informe como de gran mérito.

La participación naval argentina fue decidida a partir de lo determinado en la cumbre llevada adelante tras la el acuerdo arribado en la “Conferencia de Planeamiento Naval”  realizada el 9 de septiembre de 1990 en Bahrein (influenciado por Londres) bajo los auspicios de EEUU. Es a partir de estas conversaciones donde varios países –entre ellos la Argentina- aceptan ser parte de una coalición con miras a presionar a Iraq. Recuerden que inmediatamente de concluida esta conferencia el presidente Menem ordena a su Estado Mayor Conjunto alistar las unidades que se encontraran en condiciones para una larga travesía y obviamente, para afrontar un escenario complicado.

Fue así que el 25 de septiembre zarparon bajo el código “GT.88”, el destructor “ARA Brown” y la corbeta “ARA Spiro”. Producto de esta conferencia se logró presionar a Naciones Unidas para que elaborase las resoluciones 666 y la 669, como base legal para imponer un embargo marítimo contra Iraq, no tanto para hacer valer la ley internacional sino más bien como un factor de presión más, una táctica claramente hostil orientada a minar políticamente al liderazgo iraquí ante su pueblo y obviamente también para debilitar las defensas iraquíes ante una ya advertida e indetenible campaña bélica.  

También se deja constancia del éxito de las operaciones de intercepción e interdicción marítima ejecutada por la flota aliada en la cual participaron unidades navales argentinas (Conf. Res. Consejo de Seguridad 665), señalando en este informe, que dichas acciones degradaron en grado sumo las condiciones comerciales y de la infraestructura económica del país árabe, aunque ello –a la vista de los analistas en Washington- no bastaba para cumplir con la misión central; con lo cual y pese a ello, había que proseguir con una operación militar a gran escala.

Como parte de las tareas de la flota aliada estaba la custodia de la ruta de abastecimiento por la cual, según este informe, se transportaron 1.7 billones de galones de combustible sin el cual no se habría movido la maquinaria que se desplego en Arabia Saudita.

Allí también se detalla como los informes previos a esta guerra, ya determinaba como contener o mejor dicho, como resolver el asunto de un Iraq potencia con aspiraciones regionales, dejando entrever cual fue la verdadera naturaleza de la intervención estadounidense. También se lee como el Comando regional USCINCCENT a cargo de monitorear las posibles penetraciones de la Unión Soviética en el Suroeste de Asia hasta finales de la guerra fría ya delegaba gran parte de sus tareas al USCENTCOM que había sido creado para ejercer jurisdicción de control y vigilancia electrónica más específica en el Medio Oriente teniendo como principal aliado a Arabia Saudita.

En esta estructura de exhaustiva planificación y de muy bien previstas acciones fue que ingreso la Argentina sin haber tenido, para contener sus efectos, una propia agenda de contingencias que estudiara los pormenores de una situación a la cual no se habían entrenado en específico. Sin dudas que el factor improvisación les jugo a favor pero no puede esperarse que ello se mantenga en una forma constante y para siempre. Pese a ello, las tareas encomendadas fueron acometidas con éxito y profesionalismo, incluso en aquellas de inteligencia de las que nunca supieron que estaban llevando a cabo.


[1] Teatro de Operaciones de Kuwait

viernes, 22 de marzo de 2019


EN LA MIRA



“¿DOS SAYAN EN BUENOS AIRES?”

Quiénes son realmente los supuestos iraníes que ingresaron al país el 12 de marzo pasado. Se trata de una célula terrorista o de un equipo de atacantes de una agencia de inteligencia israelí?


Por Dany Smith
Tan solo hace una semana, los medios capitalinos argentinos lanzaron un extraña primicia que confundía a los de por sí, desprevenidos ciudadanos porteños quienes acostumbrados a los estereotipos que su propia idiosincrasia los ha formado y que los medios explotan con frecuencia, no lograban entender de qué se trataba aquella confusa noticia referida a la detención  una pareja de supuestos ciudadanos iraníes con pasaportes ¿israelíes?

Una pareja de ciudadanos de supuesto origen iraní quienes dijeron llamarse Mashoreh Sabsali y Sajjad Sameil Naserani llegaron al país el 12 de marzo último y tras pasar sin problemas por la aduana, se instalaron en unos días en varios hoteles de la capital. Sin dudas que este comportamiento despertó sospechas. Obviamente el hecho no pasó desapercibido para los partidarios de Israel quienes, por espacios mediáticos facilitados por sus paisanos  ya sentenciaban con total desparpajo “seguro que son terroristas”.

Aparentemente el éxito de la AFI por detectarlos radico en el funcionamiento de un sistema proveído por Interpol (SICAM) que advirtió “inconsistencias” en ambos pasajeros cuando embarcaron en España.  Hasta ahí todo parece muy claro. Pero lo cierto fue que al llegar a Ezeiza, pudieron pasar los controles por una aparente “falla humana” o ¿Tal vez hubo órdenes de dejarlos entrar? Pero la avidez de la inteligencia argentina –que coopera con EEUU e Israel- habría comenzado un seguimiento para detectar alguna anomalía en sus desplazamientos en Buenos Aires.

Esta noticia justamente fue lanzada en momentos de cumplirse 27 años del ataque a la embajada de Israel, una causa que además de estar plagada de contradicciones e inconsistencias, mantiene al día de hoy dividida a la misma comunidad judía entre quienes aceptan de pie juntillas la versión oficial de un “coche bomba” conducido por un suicida (del cual no apareció nunca una sola pista de su existencia) y la de quienes ven además de la complicidad del entonces gobierno argentino, la mano negra  del gobierno israelí por cuestiones estrictamente políticas.
Esta última postura que obviamente es rehuida por dichos sectores y claro, por los medios convencionales, rompe el esquema panfletario estigmatizante de poner sobre los musulmanes, todas las sospechas por actos como estos.

No hay que olvidar que uno de los argumentos que recurrentemente presentan los partidarios del “ataque de origen islámico” refieren a la mano “árabe islámica”, que tras años de infundios y falsos trascendidos mediáticos que ponían las culpas sobre la OLP palestina, la “Jihad Islámica” (estigmatizando tangencialmente a la comunidad árabe islámica local), a Siria y hasta supuestas células nazi argentinas, ante la esterilidad y total falta de sustentabilidad de aquellas versiones, terminaron novelando (con la ayuda de falsos informes de la CIA y el Mossad) como culpables a “Hizb´allah” libanés con la supuesta anuencia política de Irán. De esta manera, ver cómo dos sujetos que se identifican como iraníes con pasaportes israelíes, luce claramente extraño o incluso podríamos decir, sospechoso.

Es por ello lo extraño de este episodio. El mismo tiene un raro olor a embuste y por el momento en que se lleva adelante este hallazgo, es posible que se trate de una mera acción distractiva y nada más. Esta pareja de supuestos iraníes –dado de que no se confirmó que lo fueran-, la cual argumento que habrían escapado de Irán (posiblemente por ser disidentes), nadie se preguntó ¿Por qué lo harían, son acaso activistas políticos contrarios al gobierno, son meros delincuentes que iban a ser encerrados por delitos cometidos en Irán o tal vez, miembros de alguna organización armada financiada por Washington como los “Mujaheedin Al Kalq”?

Además, se sabe en los círculos de la Comunidad de inteligencia, que desde hace décadas que la inteligencia israelí (como la CIA y el MI-6) usan lo que se denominan “agentes negros”, es decir, sujetos provenientes de los países enemigos a quienes reclutan y encargan misiones demasiado arriesgadas para que las lleven a cabo sus propios agentes. Serían parte de lo que Israel denomina “Sayanim”[1], si ellos fueran en realidad judíos de origen persa. Caso contrario, si solo se tratase de no judíos sean de la nacionalidad que en realidad fuesen, entrarían dentro de la categoría de los llamados “agentes negros”.

De este modo, estos “agentes negros” logran infiltrarse hasta el corazón del objetivo y traicionando a sus propios congéneres, ejecutan la misión encomendada. Un solo ejemplo de este empleo se vio con los asesinatos de científicos iraníes en 2009, llevados a cabo por una red de criminales locales pagados por el Mossad.

Para que estos agentes lleven adelante estas acciones, (además del dinero y los contactos) se les provee de identidades falsas, proporcionándoles los pasaportes que, como  en el presente caso, se hace muy extraño que hayan podido ser “robados” en Israel. A nadie que conoce de la historia de los manejos de la inteligencia israelí puede creerse que a Tel Aviv le birlaron un par de pasaportes que para colmo, estaban a nombre de agentes de inteligencia israelíes.

Ante esto hay que cuestionarse ¿Cuál sería el propósito para ingresar en Argentina con estas identidades? Pues está muy claro que hay que –ante un nuevo aniversario- seguir metiéndole en la cabeza a la opinión pública, que “fue Irán el autor de los atentados” y que ellos son una amenaza “para la Argentina”, aunque no haya una sola prueba de ello. Y es que siempre ha sido -como parte de la guerra psicológica-  muy útil lanzar una cortina de humo en momentos que se cumple un nuevo aniversario del ataque a la embajada de Israel, para mantener en vilo la versión oficial y a su vez distraer sobre las reales implicancias que tuvo la inteligencia israelí por aquel entonces y sus conexiones locales, algo que de un tiempo a esta parte ha puesto muy nerviosos tanto a los funcionarios en Tel Aviv como a los militantes sionistas locales. 

No se trata de meras especulaciones o de posiciones “antisemitas” como cancinamente acusan los sectores alineados al sionismo que –y vale recalcarlo- no son precisamente representativos del judaísmo, sino de una idea política mesiánica que desde hace tiempo y por estas horas da pábulo de horror por la entidad de sus crímenes en contra de la población palestina y en particular sobre la Franja de Gaza.

Sin dudas y como lo han expuesto algunos valientes investigadores[2], el atentado de la embajada pudo ejecutado con el conocimiento de la contrainteligencia (Shin bet) y el silencio del Mossad israelí. Entonces ¿A quién fue dirigido el ataque y cuáles fueron sus verdaderos propósitos políticos? Como bien señalan algunos, fue sin dudas una de las llamadas “operaciones de falsa bandera” a costa de la ciudadanía argentina, aprovechando la vulnerabilidad y el ya por aquel entonces, descalabro de la seguridad y la inteligencia del estado.

Quienes ejecutaron este ataque, usaron la lógica de la guerra buscaron el punto más vulnerable y más conveniente para enviar un mensaje escrito con sangre; y la pregunta es ¿Para quién? Para saber a quienes estaba dirigido, debemos situarnos en aquel contexto y en ese mismo instante que se produce este crimen que se caracterizaba por una profunda y cruda lucha intestina entre los ultraderechistas judíos encabezados Yisack Shamir que no querían un acuerdo de paz con la OLP y los moderados encolumnados detrás de Yisack Rabin, cada uno de ellos, seguidos por poderosos sectores del mundo financiero y económico.

Así como estos bloques políticos y sus adeptos se hallaban separados por este tema, las estructuras de los temibles cuerpos de inteligencia y seguridad israelíes, llámense Shin Bet, Shabak, Mossad y sus células exteriores también estaban fuertemente polarizadas por este conflicto. Un ejemplo de ello era el entonces jefe del “Shin Bet” Shabtai Shavit, conocido por su oposición tajante a llegar a un acuerdo con los árabes, quien haría cualquier cosa por arruinar las posibilidades de un acercamiento con Yasser Arafat y el resto de la OLP.

Todo esto siempre fue guardado bajo la alfombra y de ese modo se engañó deliberadamente y manipulo vilmente a la opinión pública argentina. Pero eso parece estar cambiando de un tiempo hasta esta parte con las publicaciones de investigaciones y tesis que demostrando incoherencias, contradicciones y falsedades de la versión “oficial” siempre habían sido rehuidas de explicar tanto por funcionarios israelíes como funcionarios políticos de la comunidad en Argentina.

Es por ello que la aparición de esta “extraña” pareja que ya está confirmado que no son lo que dicen ser y mucho menos lo que aparentaban ante los ojos del desprevenido público, pone sobre el tapete algunas inquietudes referidas a lo que casi al mismo tiempo ocurría en Nueva Zelanda con aquella horrible masacre de cincuenta musulmanes en dos mezquitas ¿Acaso también se había diseñado una masacre similar para recrear una atmosfera de terror que ya existe en otras regiones? Y si fuese ¿Quiénes son los que salen beneficiados?


[1] RED VOLTAIRE.org. “Los sayanim, ciudadanos comunes y corrientes que colaboran con el Mossad por patriotismo”. Por Silvia Cattori. Publicado el 26 de abril de 2012. https://www.voltairenet.org/article173893.html
[2] PAJARO ROJO. Com. “Embajada de Israel. Enésima maniobra de distracción..”. Publicado el 17 de marzo de 2019. http://pajarorojo.com.ar/?p=41843

miércoles, 20 de marzo de 2019


EN DEBATE



“MALVINAS Y LA GEOESTRATEGIA GLOBAL”

El contrasentido de las políticas de la Casa Rosada y el abandono del papel estratégico del atlántico sur y en particular de las islas Malvinas


Por Charles H. Slim
Pasados 37 años de la guerra por las islas Malvinas y su archipiélago circundante, aún no surge a la vista algún plan argentino para establecer una postura propia ante el claro despliegue de estrategias foráneas que están acorde a los desafíos actuales en un mundo mucho más complejo y peligroso. Pese a la actual política de acercamiento a cualquier costo que impulsa la Casa Rosada hacía el Foreing Office en Londres, la cuestión de la soberanía de las islas del Atlántico sur y de sus aguas adyacentes, la Argentina no logra articular una geopolítica coherente a sus propios intereses estratégicos. Para algunos es simplemente una estrategia basada en la cordialidad a largo plazo y para la mayoría de los argentinos un renunciamiento imperdonable. A la par de esta ausencia de políticas de estado tendientes a formar un planeamiento para atender los intereses nacionales, los británicos no han detenido sus actividades –tanto militares como las económico y comerciales- tendientes a ampliar su influencia no solo ya en el archipiélago, sino sobre la Antártida y la Patagonia argentina.

Lo más contradictorio de todo esto, es que ha sido el mismo gobierno argentino (con la cooperación de un sector de la sociedad) quienes les han abierto las puertas de par en par para que –entre otros- los británicos entren como en su casa y digiten los aspectos de la política exterior e incluso algunos de los más sensibles de la política doméstica. Nadie puede escandalizarse con esto ya que, no hay que olvidar la situación a la que el gobierno de Carlos Saúl Menem sometió a su país al –entre otras cuestiones mediante los Tratados de Madrid de 1990- entregarle el control operativo (obviamente encubierto y muy callado durante más de una década) de las Fuerzas Armadas de su país. 

Sin lugar a dudas, la desgracia del “ARA San Juan” acaecida en noviembre de 2017 es parte de esto y aunque la jueza de Caleta Olivia haya hecho su parte en tapar las pruebas que revelan una acción hostil sobre el submarino, hoy son pocos los que creen que se haya tratado de un accidente por el defectuoso estado de la nave.

Con esto en consideración, se advierte que no hay nada nuevo en el espectro de la política nacional. La improvisación y la carestía en materia de defensa continuara, en apariencias,  sin cambios. Con ello y en vistas de las próximas elecciones, no se advierte ninguna fuerza novedosa y menos aún con coraje político para proponer una reestructuración del país cortando con estos lazos invisibles que como en lo económico (con el FMI) mantienen inermes y en un estado de completa indefensión.

En este marco, cualquier tipo de proyecto de desarrollo de una geopolítica propia es imposible. Por el contrario y a la par de esto, otros actores si están en curso de fortalecer y otros de iniciar políticas activas para llevar adelante sus propias iniciativas de expansión de geopolíticas tendientes a controlar uno de los puntos más determinantes desde el punto de vista estratégico del planeta como es el Atlántico sur.

Para los británicos que se hayan en una pulseada interna entre si continúan bajo la égida de la Unión Europea (especialmente por las conveniencias del tráfico económico y mercantil) o adoptan definitivamente el Breixt, el control del archipiélago y sus aguas es una cuestión estratégica  para dominar una importante ruta marítima en el hemisferio sur que además, contiene en su extensa plataforma, riquezas minerales y energéticas (gas, carbón y petróleo) incalculables. 

Desde otro ángulo, la OTAN también tiene interés en que los británicos sean quienes controlen la zona, no porque sean parte del tratado solamente, o los consideren sus legítimos poseedores o cosas por el estilo; su fundamento pasa por el hecho de que en Malvinas se halla una de sus principales estaciones de antena para el control y posicionamiento global de sus despliegues operacionales. De ese modo, Bruselas puede monitorear toda la región e incluso intervenir las comunicaciones de todo espectro y de cualquier país de la región a voluntad.

Es por ello que los estadounidenses  (Comando Sur) están operando con mucha regularidad en la zona que se ve facilitada por la ayuda que les proporciona Chile por el corredor bioceánico del estrecho de Magallanes. 
En lo que hace a su presencia en territorio continental argentino, a las bases prexistentes se sumó la que se está instalando en la provincia del Neuquén, una señal más de la debilidad en el que se halla el país. Sobre esto recordemos, que el anterior gobierno nada hizo por tratar de mejorar las capacidades de las Fuerzas Armadas por lo cual, al quedarse en la mera retórica con posicionamientos meramente ideológicos desde una estéril UNASUR sin adoptar medidas realistas como si lo hizo Venezuela, se entiende la cronicidad de la situación y la falta de avances en su cambio.

Para ello, la política oficial de la Casa Rosada ha quitado relevancia al tema y hasta ha entregado con notable desparpajo el ejercicio de la soberanía a los buques y aviones británicos que pasan sin la menor objeción o amenaza por parte de la jurisdicción antes argentina. Para tapar esto, nada mejor que ventilar hechos y crónicas baladí impulsadas desde el espectro mediático empresarial que se encarga a toda hora, por entretener y distraer con sandeces a una opinión pública agobiada por una crisis económica doméstica y el crecimiento de la inseguridad urbana, siendo hoy por hoy la mejor cortina de humo para calmar las ansiedades el desarrollo de las próximas elecciones.

Pero mientras esto sucede, desde el Atlántico y podemos decirlo bien, desde el otro lado del océano, los estrategas y analistas militares de países como Rusia y China estudian con profundidad el desarrollo de una política geoestratégica para el Atlántico sur y la Antártida (ocupada por Gran Bretaña) entonces, en aquellos gobiernos habría surgido un cuestionamiento que lleva a hacerse la siguiente pregunta ¿Con quiénes deberán tratar para poder desarrollar actividades o establecer rutas marítimas en dicha zona, con Buenos Aires o Londres?

Y  aunque la pregunta incomode a la Casa Rosada, ella es clara. Si geográficamente es Argentina quien (pese a la guerra de 1982) debiera tener el ejercicio exclusivo y soberano de su jurisdicción sobre dicha zona pero, es el mismo gobierno argentino quien parece haber renunciado “oficialmente” a dichos derechos en favor de Londres y tangencialmente de Bruselas (Sede de la OTAN), los gobiernos de Moscú y Pekín no ven con  claridad quienes jurisdiccionalmente  son los que ejercen el efectivo control. Los chinos con su base en “Bajada del Agrio” (Neuquén) al menos ya están en camino.

Desde el punto de vista de los hechos, son los británicos y sus aliados regionales quienes ejercen de facto el control jurisdiccional, económico y político de las aguas y el espacio aéreo que rodea al archipiélago y que desde la asunción del gobierno de Cambiemos se han extendido hasta las costas del continente.

Desde el punto de vista del derecho, la posición de Argentina es indiscutible y no hay forma que Gran Bretaña ante los foros internacionales  pueda rebatir las reclamaciones históricas de Buenos Aires. Igualmente, el único fundamento que sustenta la actual situación de las islas y de las aguas circundantes es el monopolio de la fuerza y la presencia de facto que detentan los británicos quienes cuentan para moderar el impacto diplomático y mediático con el apoyo de entre otros de Israel.
Igualmente si Moscú como ha sido históricamente, un coherente interprete de la ley internacional y solo reconoce a la Argentina como el legítimo titular de los derechos soberanos de las aguas y el archipiélago del Atlántico sur, su agregaduría naval o una comitiva que buscara tratar con el actual gobierno argentino un posible desarrollo bilateral en cuanto hace a una geopolítica marítima conjunta en la región, chocaría con una reticencia política absoluta y una realidad material de las fuerzas armadas (en particular de la Armada) que harían inviables cualquier acuerdo.

No solo existe una pobreza material en la cuantía sino –y tal vez lo peor- en la calidad del existente,  sin un desarrollo y modernización del material empleado para las vitales tareas de la defensa y custodia del patrimonio económico-territorial y político argentino, lo que ha facilitado la cooptación del área por la adquisición y empleo de material de segunda mano (rezagos) proveído casualmente, por los enemigos del país. En este sentido, éstos mismos “aliados” para el gobierno, no han propiciado (y jamás lo harán) un programa de dimensionamiento real y eficaz de las instalaciones de la defensa –mucho menos de la marítima y aérea- no solo por el aporte de sistemas y aparatos modernos a la altura de las actuales amenazas en un campo bélico sino, por la ausencia de cualquier proyecto de desarrollo de nuevas estructuras en donde el país desarrolle sus propios potenciales.  
Igualmente como últimamente se ha sabido, la industria militar estadounidense ha venido en baja al producir proyectos de armamento altamente costoso y deficiente.

Si el gobierno fuera independiente en la toma de decisiones, libre de sus compromisos y de sus claras pulsiones ideológicas queda claro que, una cooperación o incluso una asociación con la Federación rusa en materia de desarrollo estratégico en el campo de la defensa para la construcción de puertos y su infraestructura en zonas frías como es el Atlántico sur y la Antártida, cambiaría radicalmente la posición del país e incluso de todo el cono sur, algo de lo cual (y es cierto aclararlo) demanda valor y decisión política, dos activos muy escasos o inexistentes en la corrupta clase política local.

Pese a estos obstáculos, la posibilidad existe si el gobierno argentino ingenierizara desde sus propios claustros, planes de una geopolítica de desarrollo sostenido que no estuviese sometida a las interferencias electoralistas y partidocraticas que caracterizan a cada periodo de gobierno, algo que ha resultado ser el freno y fundamento habitual del autoboicot que cíclicamente sufre el país que sin lugar a dudas, viene siendo funcional (y por ende son apoyados) a los intereses británicos, estadounidenses y de sus aliados que hoy tienen presencia física en el país y la región.