viernes, 22 de marzo de 2019


EN LA MIRA



“¿DOS SAYAN EN BUENOS AIRES?”

Quiénes son realmente los supuestos iraníes que ingresaron al país el 12 de marzo pasado. Se trata de una célula terrorista o de un equipo de atacantes de una agencia de inteligencia israelí?


Por Dany Smith
Tan solo hace una semana, los medios capitalinos argentinos lanzaron un extraña primicia que confundía a los de por sí, desprevenidos ciudadanos porteños quienes acostumbrados a los estereotipos que su propia idiosincrasia los ha formado y que los medios explotan con frecuencia, no lograban entender de qué se trataba aquella confusa noticia referida a la detención  una pareja de supuestos ciudadanos iraníes con pasaportes ¿israelíes?

Una pareja de ciudadanos de supuesto origen iraní quienes dijeron llamarse Mashoreh Sabsali y Sajjad Sameil Naserani llegaron al país el 12 de marzo último y tras pasar sin problemas por la aduana, se instalaron en unos días en varios hoteles de la capital. Sin dudas que este comportamiento despertó sospechas. Obviamente el hecho no pasó desapercibido para los partidarios de Israel quienes, por espacios mediáticos facilitados por sus paisanos  ya sentenciaban con total desparpajo “seguro que son terroristas”.

Aparentemente el éxito de la AFI por detectarlos radico en el funcionamiento de un sistema proveído por Interpol (SICAM) que advirtió “inconsistencias” en ambos pasajeros cuando embarcaron en España.  Hasta ahí todo parece muy claro. Pero lo cierto fue que al llegar a Ezeiza, pudieron pasar los controles por una aparente “falla humana” o ¿Tal vez hubo órdenes de dejarlos entrar? Pero la avidez de la inteligencia argentina –que coopera con EEUU e Israel- habría comenzado un seguimiento para detectar alguna anomalía en sus desplazamientos en Buenos Aires.

Esta noticia justamente fue lanzada en momentos de cumplirse 27 años del ataque a la embajada de Israel, una causa que además de estar plagada de contradicciones e inconsistencias, mantiene al día de hoy dividida a la misma comunidad judía entre quienes aceptan de pie juntillas la versión oficial de un “coche bomba” conducido por un suicida (del cual no apareció nunca una sola pista de su existencia) y la de quienes ven además de la complicidad del entonces gobierno argentino, la mano negra  del gobierno israelí por cuestiones estrictamente políticas.
Esta última postura que obviamente es rehuida por dichos sectores y claro, por los medios convencionales, rompe el esquema panfletario estigmatizante de poner sobre los musulmanes, todas las sospechas por actos como estos.

No hay que olvidar que uno de los argumentos que recurrentemente presentan los partidarios del “ataque de origen islámico” refieren a la mano “árabe islámica”, que tras años de infundios y falsos trascendidos mediáticos que ponían las culpas sobre la OLP palestina, la “Jihad Islámica” (estigmatizando tangencialmente a la comunidad árabe islámica local), a Siria y hasta supuestas células nazi argentinas, ante la esterilidad y total falta de sustentabilidad de aquellas versiones, terminaron novelando (con la ayuda de falsos informes de la CIA y el Mossad) como culpables a “Hizb´allah” libanés con la supuesta anuencia política de Irán. De esta manera, ver cómo dos sujetos que se identifican como iraníes con pasaportes israelíes, luce claramente extraño o incluso podríamos decir, sospechoso.

Es por ello lo extraño de este episodio. El mismo tiene un raro olor a embuste y por el momento en que se lleva adelante este hallazgo, es posible que se trate de una mera acción distractiva y nada más. Esta pareja de supuestos iraníes –dado de que no se confirmó que lo fueran-, la cual argumento que habrían escapado de Irán (posiblemente por ser disidentes), nadie se preguntó ¿Por qué lo harían, son acaso activistas políticos contrarios al gobierno, son meros delincuentes que iban a ser encerrados por delitos cometidos en Irán o tal vez, miembros de alguna organización armada financiada por Washington como los “Mujaheedin Al Kalq”?

Además, se sabe en los círculos de la Comunidad de inteligencia, que desde hace décadas que la inteligencia israelí (como la CIA y el MI-6) usan lo que se denominan “agentes negros”, es decir, sujetos provenientes de los países enemigos a quienes reclutan y encargan misiones demasiado arriesgadas para que las lleven a cabo sus propios agentes. Serían parte de lo que Israel denomina “Sayanim”[1], si ellos fueran en realidad judíos de origen persa. Caso contrario, si solo se tratase de no judíos sean de la nacionalidad que en realidad fuesen, entrarían dentro de la categoría de los llamados “agentes negros”.

De este modo, estos “agentes negros” logran infiltrarse hasta el corazón del objetivo y traicionando a sus propios congéneres, ejecutan la misión encomendada. Un solo ejemplo de este empleo se vio con los asesinatos de científicos iraníes en 2009, llevados a cabo por una red de criminales locales pagados por el Mossad.

Para que estos agentes lleven adelante estas acciones, (además del dinero y los contactos) se les provee de identidades falsas, proporcionándoles los pasaportes que, como  en el presente caso, se hace muy extraño que hayan podido ser “robados” en Israel. A nadie que conoce de la historia de los manejos de la inteligencia israelí puede creerse que a Tel Aviv le birlaron un par de pasaportes que para colmo, estaban a nombre de agentes de inteligencia israelíes.

Ante esto hay que cuestionarse ¿Cuál sería el propósito para ingresar en Argentina con estas identidades? Pues está muy claro que hay que –ante un nuevo aniversario- seguir metiéndole en la cabeza a la opinión pública, que “fue Irán el autor de los atentados” y que ellos son una amenaza “para la Argentina”, aunque no haya una sola prueba de ello. Y es que siempre ha sido -como parte de la guerra psicológica-  muy útil lanzar una cortina de humo en momentos que se cumple un nuevo aniversario del ataque a la embajada de Israel, para mantener en vilo la versión oficial y a su vez distraer sobre las reales implicancias que tuvo la inteligencia israelí por aquel entonces y sus conexiones locales, algo que de un tiempo a esta parte ha puesto muy nerviosos tanto a los funcionarios en Tel Aviv como a los militantes sionistas locales. 

No se trata de meras especulaciones o de posiciones “antisemitas” como cancinamente acusan los sectores alineados al sionismo que –y vale recalcarlo- no son precisamente representativos del judaísmo, sino de una idea política mesiánica que desde hace tiempo y por estas horas da pábulo de horror por la entidad de sus crímenes en contra de la población palestina y en particular sobre la Franja de Gaza.

Sin dudas y como lo han expuesto algunos valientes investigadores[2], el atentado de la embajada pudo ejecutado con el conocimiento de la contrainteligencia (Shin bet) y el silencio del Mossad israelí. Entonces ¿A quién fue dirigido el ataque y cuáles fueron sus verdaderos propósitos políticos? Como bien señalan algunos, fue sin dudas una de las llamadas “operaciones de falsa bandera” a costa de la ciudadanía argentina, aprovechando la vulnerabilidad y el ya por aquel entonces, descalabro de la seguridad y la inteligencia del estado.

Quienes ejecutaron este ataque, usaron la lógica de la guerra buscaron el punto más vulnerable y más conveniente para enviar un mensaje escrito con sangre; y la pregunta es ¿Para quién? Para saber a quienes estaba dirigido, debemos situarnos en aquel contexto y en ese mismo instante que se produce este crimen que se caracterizaba por una profunda y cruda lucha intestina entre los ultraderechistas judíos encabezados Yisack Shamir que no querían un acuerdo de paz con la OLP y los moderados encolumnados detrás de Yisack Rabin, cada uno de ellos, seguidos por poderosos sectores del mundo financiero y económico.

Así como estos bloques políticos y sus adeptos se hallaban separados por este tema, las estructuras de los temibles cuerpos de inteligencia y seguridad israelíes, llámense Shin Bet, Shabak, Mossad y sus células exteriores también estaban fuertemente polarizadas por este conflicto. Un ejemplo de ello era el entonces jefe del “Shin Bet” Shabtai Shavit, conocido por su oposición tajante a llegar a un acuerdo con los árabes, quien haría cualquier cosa por arruinar las posibilidades de un acercamiento con Yasser Arafat y el resto de la OLP.

Todo esto siempre fue guardado bajo la alfombra y de ese modo se engañó deliberadamente y manipulo vilmente a la opinión pública argentina. Pero eso parece estar cambiando de un tiempo hasta esta parte con las publicaciones de investigaciones y tesis que demostrando incoherencias, contradicciones y falsedades de la versión “oficial” siempre habían sido rehuidas de explicar tanto por funcionarios israelíes como funcionarios políticos de la comunidad en Argentina.

Es por ello que la aparición de esta “extraña” pareja que ya está confirmado que no son lo que dicen ser y mucho menos lo que aparentaban ante los ojos del desprevenido público, pone sobre el tapete algunas inquietudes referidas a lo que casi al mismo tiempo ocurría en Nueva Zelanda con aquella horrible masacre de cincuenta musulmanes en dos mezquitas ¿Acaso también se había diseñado una masacre similar para recrear una atmosfera de terror que ya existe en otras regiones? Y si fuese ¿Quiénes son los que salen beneficiados?


[1] RED VOLTAIRE.org. “Los sayanim, ciudadanos comunes y corrientes que colaboran con el Mossad por patriotismo”. Por Silvia Cattori. Publicado el 26 de abril de 2012. https://www.voltairenet.org/article173893.html
[2] PAJARO ROJO. Com. “Embajada de Israel. Enésima maniobra de distracción..”. Publicado el 17 de marzo de 2019. http://pajarorojo.com.ar/?p=41843

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