domingo, 31 de marzo de 2019


EN DEBATE



“¿FRACASO ASEGURADO?”

El panorama en Argentina vislumbra un año muy duro para las expectativas de quienes aspiran a la presidencia del país como para los mismos ciudadanos ¿Podrá Macri jalar a tiempo la palanca para remontar vuelo?



Por Charles H. Slim
Algo parece estar cambiando en el extremo sur del continente americano, comentaba hace unas semanas un amigo que ocasionalmente estaba de paso en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Las cosas están muy complicadas para los habitantes del país de las pampas verdes y ello parece ser solo una consecuencia de una larga historia de ineptitudes y corrupción que tras décadas de no hacer nada por combatirlas, se ha extendido cual una gangrena en un órgano del cuerpo llevando a la necesaria y extrema solución de cortarlo antes de que comprometa la vida misma de la víctima.

Desde las posiciones políticas tanto internas como externas pasando por las controversias judiciales en las que varios de los funcionarios del gobierno de Macri se hallan involucrados en complejos asuntos, hasta la caótica situación económica que está empujando a grandes sectores de la sociedad a una crisis de la cual no se conoce aún las posibles consecuencias, hace prever que algo deberá pasar para que se reacomoden las cosas antes del mes de octubre.

Sea por malicia o incapacidad, Mauricio Macri y su gabinete trató de cambiar un Status Quo imperante durante décadas y que se caracterizó por el clientelismo empresarial con el estado, el clientelismo político que acomoda a sus familiares para vivir a costa del estado y ese acostumbramiento del electorado a creer en las soluciones mágicas que la demagogia nacional bautizada como “populismo”, alimento falsamente sus expectativas durante estas tres décadas de supuesta democracia. Para remate de esto, su programa económico parece haber fracasado y hoy la moneda nacional, frente a una escalada suba del dólar,  parece estar al borde de la extinción abriendo la puerta a una crisis mucho más profunda y nada previsible.

Los habitantes del país han aportado una gran cuota de pasividad y de pusilanimidad para que esta situación progresara. No se puede dejar de señalar que históricamente, la población –especialmente la de la capital federal- en su conformación vario muy poco desde que Juan Domingo Perón llego de su exilio en 1974 y apenas dos años después en 1976 tras el golpe militar, la inmensa mayoría aplaudió la medida; o desde allí hasta 1983 cuando de la noche a la mañana todos esos mismos, incluso quienes felicitaron a la junta militar de Videla, Agosti y Massera se volvieron “demócratas” sin saber muy bien que significaba eso. Los mismos que fustigaron una postura y personajes los habían aplaudido.

En lo estrictamente económico y financiero, por aquellas épocas pocos fueron los argentinos que se sintieron incomodos con la llamada “bicicleta financiera” que lleno los bolsillos a muchísimas familias –especialmente porteñas- y propicio el auge de las importaciones de electrodomésticos ingresados por el turismo de argentinos al exterior. En esos momentos el ministro Martínez de Hoz o incluso sus continuadores, no fueron fustigados o vilipendiados como mucho más tarde se hizo escarnio de ellos.  
Igualmente esto solo es prehistoria y no debería de alterar cíclicamente la agenda y la vida política del país. Si los franceses siguieran empantanados en los recuerdos de la ocupación nazi facilitada por los colaboracionistas de Vichy o los españoles siguieran con sus absurdos antagonismos entre “republicanos” y “franquistas”, no habrían llegado al lugar que llego cada uno de estos países dentro de la Unión Europea.  Ni que decir de Rusia, que de no haber superado las iniquidades de Stalin y la debacle de la URSS, simplemente se habría quedado en un mar de lágrimas.

Ello no ha sucedido en Argentina y se hace evidente que algunos sectores no quieren el avance. Pero, aunque ustedes no lo crean estas piezas de museo de la política argentina y sus tragedias, son parte de los negocios que usufructúan sectores de la población haciendo del victimismo una marca registrada.

Hay un serio problema en la idiosincrasia de esta gente, que ha llevado a la “viveza criolla” a los niveles de la obscenidad pretendiendo hacer pasar situaciones inexistentes o reprobables, por causas nobles o incluso pretendidamente épicas. De este modo encontraremos que desde las arcas del estado se giran millones de pesos al pago de pensiones a desaparecidos durante la dictadura militar que en realidad están viviendo en Europa, el pago de pensiones a guerrilleros setentistas (no se sabe por mérito de qué), el crecimiento del número de ex combatientes de Malvinas a cifras ridículas que no son denunciados por los verdaderos combatientes o el pago de subsidios a agitadores callejeros llamados “piqueteros” para que no compliquen al gobierno de turno, todo ello a costa de los impuestos –y que no son pocos hay que decirlo- pagan los contribuyentes argentinos. 
Tampoco es necesario aclarar que esa misma clase política que legisla este tipo de distribuciones nada productivas, es la misma que al mismo tiempo expolia otro tanto de las arcas del estado a sus propios bolsillos.

Desde el norte, en especial desde EEUU se observa con mucha atención la evolución de los eventos sin ser necesario tener que aclarar que no hace falta operaciones de inteligencia complejos para obtener la información ya que, la embajada en Buenos Aires tiene  a los más variados canales de fuentes locales que gustosamente –por dinero, obsecuencia o simpatía- reportan sus datos y conclusiones para que sean analizados por la “agencia” y el Departamento de Estado.

Desde la UE y en particular desde Londres también se sigue de cerca éste aletargado final de época, que sin lugar a dudas es el comienzo del fin para un sistema político que ha sido el medio por el cual la partidocracia y la corruptela sindical argentina hicieron a costa de un estado elefanteasico su agosto desde hace décadas. Nadie en éste país puede negar esto, salvo quienes se hallan inmersos hasta la coronilla en este sistema. Es así como en los anodinos programas de TV se pueden ver como políticos de todas las extracciones y economistas de todas las tendencias, juegan a ser los pronosticadores de una calamidad anunciada, pero nada más. Hay tras esto mucho más que una “pesada herencia” que el gobierno de Cambiemos dejará  a los que vengan; sin dudas, que se ha comprometido la existencia misma del estado como el representante de una nación, quien como actor político en el concierto internacional debiera ser absolutamente soberano.

En la Argentina no queda nada sin haber sido afectado por la globalización financiera y económica, pero ello ha podido suceder no a una intervención maliciosa del FMI comandada por Christine Lagarde, o la invasión armada del “imperio estadounidense” que desembarco a  fuego limpio en Buenos Aires para adueñarse de las cuencas acuíferas del noreste o de los incalculables yacimientos petroleros de “Vaca muerta” en Neuquén; no nada de eso, han sido los mismos dirigentes políticos y sus adeptos quienes pensando en la inmediatez  de ingresos a cualquier costo y sin miradas estratégicas, han entregado lo poco que quedaba en la soberanía económico territorial del país. Sin ello, nadie puede creerse que exista en estas condiciones un futuro promisorio y mucho menos una soberanía política posible.

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