VETERANOS DE AYER
“GEORGIAS, EL COMIENZO”
Una parte importante de la historia de la recuperación del archipiélago del Atlántico sur que no puede obviarse
Por Javier B. Dal
Que mejor forma
de contar una historia que comenzando desde el inicio. Cuando se trata de la
llamada “guerra de las Malvinas” suele comenzarse a contar desde el 2 de abril
cuando la Argentina dio un paso trascendental para cortar las aspiraciones
británicas por legitimar su posesión forzada sobre el archipiélago del
Atlántico sur. Por supuesto que no nos vamos a remontar a 1833 ni tampoco vamos
a hacer un prologo de diez años antes sobre cómo había progresado en algunos
aspectos la relación entre los isleños y Buenos Aires. Solo nos remontaremos al
lugar y el momento en donde todo comenzó y que, como era de esperar fue
adulterado por varias maliciosas narraciones históricas.
En
momentos previos a las acciones argentinas, el buque oceanográfico “HMS Endurance”
se hallaba navegando en las aguas del sur y no precisamente para realizar
estudios de los pingüinos o la fauna marina insular. El “Endurance” era un
barco espía que además de armado, estaba desde hacía bastante tiempo realizando
operaciones de interceptación de comunicaciones civiles y militares del
continente, algo que al parecer no estaban al tanto los argentinos; al menos
eso creían en Londres.
Para
comienzos de 1982 las actividades de inteligencia y contrainteligencia
británica se había redoblado asombrosamente y ello por un motivo puntual: Se
cumplirían 150 años desde que invadieron las islas y si Argentina no realizaba
un acto efectivo de reivindicación, Londres (por efecto de la doctrina Stoppel)
vería tácitamente reconocido su derecho sobre las islas Malvinas, Georgias y
Sandwiches del sur, lo que a la luz de la historia hubiera sido una calamidad
para los intereses argentinos. Era por ello que los argentinos debían realizar
un acto material efectivo que interrumpiera ese término.
A
parecer, el desembarco de un grupo de obreros de la empresa “Davidoff” en
Georgias, fue la ocasión para realizar aquel acto material mediante el
izamiento de la bandera en Grytviken y Leith.
Sobre
esto, los británicos y varios intelectuales anglófilos argentinos han tratado
de remozar la historia dando una peculiar y amañada explicación de la presencia
del “HMS Endurance” en las aguas argentinas de ese momento y por supuesto,
evadiendo cualquier referencia a esta doctrina de los actos propios que refiere
el “Stoppel”. Más allá de la supuesta “Operación Alfa” que habría planeado la
Armada Argentina para instalar en Georgias una base de avanzada, el buque
inglés Endurance seguía de cerca los movimientos de los obreros argentinos que
iban a aquella isla para desmontar las fabricas balleneras.
Para
mayor detalle y en realidad, las actividades de Davidoff y sus tratativas con
la Armada venían siendo monitoreadas por
informantes del MI-6 que operaban en Buenos Aires. Pero aunque cueste creerlo,
la contrainteligencia argentina trabajo muy bien esto y logró despistar en gran
parte los planes que habían para Georgias y Sandwiches.
Pese
a que Buenos Aires encargo a ésta empresa que desmontara las fabricas
balleneras en Georgias y para ello notificó a Londres de estas actividades, los
británicos, sospechando que estaban tramando algo, trataron de imponer una burocracia tal, que
prácticamente era como una especie de rogatoria para que el buque que
transportaría a los obreros llegara a su destino rindiendo pleitesías a la
corona.
Más
allá de las excusas que presentaría el Foreing Office ante el gobierno
de Buenos Aires, los argentinos presentaron la petición correspondiente por los
canales diplomáticos ante la embajada en Buenos Aires por lo que, Londres no podía
alegar sorpresa alguna.
En
este sentido para los cerebros del Foreing Office se hacía necesario
encontrar una excusa de suficiente peso como para dejar en claro que había una
violación a los intereses de ultramar de la corona; y si no se hallaba, había
que fabricarla.
La
excusa británica fue que el buque argentino “ARA Bahía Buen Suceso”, era de la
Armada, no había respetado la ruta de paso por Grytviken y cuando una patrulla
de marinos reales vieron al buque con la bandera argentina se hallaba
desembarcando personal militar y carga en el puerto Leith y para peor llevaba
la bandera argentina enarbolada en su mástil, informaron rápidamente al
gobernador de Malvinas Rex Hunt y este dio cuenta directamente a Londres donde,
por decisión del Foreing Office se le ordenó al “HMS Endurance” que casualmente
se hallaba en la región, para que interviniera en la situación.
Para
los británicos, Buenos Aires había violado los códigos diplomáticos y por ello,
por canales discretos, el día 14 de marzo “10 Downstreet” ordenó por intermedio
del ministerio de Defensa que el “HMS Endurance” partiera de Puerto Stanley
(Puerto Argentino) con una fuerza de 22 marines reales y equipo para un asalto
liviano. El 16 de marzo zarpó con esta
fuerza armada rumbo a Georgias con la expectativa de desalojar a obreros pero
nada más.
Igualmente,
el “HMS Endurance” no estaba solo. Según filtraciones de inteligencia de esa
época un submarino nuclear de la real armada venía siguiendo con cuidado al
buque para que en caso de contingencias, prestar apoyo con un equipo del
“S.B.S.” que se hallaba a bordo. Aquel
submarino era nada menos que el “HMS Conqueror”.
Los
británicos esperaban un grupo de revoltosos y ebrios argentinos que se habían
revelado a las normativas diplomáticas y tan solo llegarían a la isla y los
desalojarían de unas cuantas patadas en el trasero y nada más.
Los
obreros enarbolaron la bandera argentina en Georgias y eso debía cambiar
inmediatamente. Pero a medida que se acercaba el “Endurace”, los argentinos
desplegaron varios buques de la Armada, uno de ellos el “ARA Bahía Paraíso” con
el cual al verlo anclado en Puerto Leith y advertidos de que los británicos
habían hecho contacto visual, pusieron en marcha sus máquinas y como en un
juego de escondidas, se persiguieron y escondían entre las irregularidades de
las costas de la isla hasta que perdieron definitivamente el contacto.
A
medida que hacían su avance, los británicos sabían que las cosas eran más
pesadas de lo esperado y echaron mano a sus cartas bajo la manga. De esa
manera, el comando naval británico remite desde la isla Ascensión a un grupo
del S.A.S. en dos helicópteros para que traten de ingresar por el lado ciego de
la isla y tomen por sorpresa a los argentinos.
El
plan que sería apoyado por el “HMS Antrim” (y que sería seriamente dañado
durante la guerra) resulto ser un fracaso en el cual se perdieron dos
helicópteros de la Real Armada Británica y todo el equipo que transportaban.
Los elementos del S.A.S. debieron ser evacuados al borde del congelamiento y
bajo el riesgo de que el submarino “ARA Santa Fe” que patrullaba en esas aguas pudiera
sorprender a la tripulación del Antrim.
Al
mismo tiempo el “ARA Bahía Paraíso” se retira de puerto Leith dejando a los
quince buzos tácticos comandados por el Capitán Astiz asignados para proteger a
los obreros. En Buenos Aires para el 26 de marzo, se habían cortado las
negociaciones entre la Casa Rosada y la embajada británica.
Para
finales de marzo los marinos británicos y argentinos se veían las caras en las
aguas de Georgias y ninguno estaba dispuesto a ceder nada.
Para
mediados de abril, la Armada Argentina había desplegado infantes de marina
mediante helicópteros “Puma” que no pudieron ser interceptados por los “Royal
Marine” lo que hubiera sido una tragedia. Si hubo un ataque sorpresa por parte
de comandos británicos que agazapados en las rocas de Caleta Cap. Vago y en el
momento que un “Puma” desembarcaba a sus infantes de marina, abrieron fuego
matando a dos soldados conscriptos e hiriendo a tres más. Pese a que el aparato
fue alcanzado por fuego de fusiles automáticos, los pilotos del ejército
argentino Tte.
Primero Eduardo López Leguizamon y el Tte. Primero Juan Carlos Villagara
logran estabilizar el aparato y dejarlo suavemente en tierra, algo que lograron
en parte ya que aquel se volcó de costado para abandonarlo y unirse a la lucha.
El
combate no fue fácil y los intentos británicos por tomar las posiciones
argentinas encontraron fuerte resistencia y una imaginativa estrategia por
parte de la marina argentina, que en momentos que los helicópteros “Linx”
británicos atacaban a las posiciones argentinas, el “ARA Guerrico” se interpuso
entre el fuego enemigo y sus camaradas de tierra para absorber los ataques de
todo tipo de calibres evidenciado más de doscientas perforaciones. Su
participación fue decisiva para someter a los Royal Marines y rendirlos.
Los
británicos regresarían para el 23 de abril con poderosos refuerzos desde
Ascensión y mediante la llamada “Operación Paraquet”, tomaron por asalto a
Georgias sin llevárselas de arriba.
El
capitán argentino Luis Lago a cargo de la guarnición de Georgias al principio
ofreció una feroz resistencia y con el
apoyo del fuego naval de la “ARA Guerrico” (que al comienzo de todo esto se
hallaba en dique seco en Puerto Belgrano) y de sus hombres desplegados entre
Grytviken y puerto Leith donde se hallaba un grupo de comando de quince buzos
tácticos de la Armada liderados por el Capitán Alfredo Astiz, sometidos a un incesante
fuego de helicópteros y de naves británicas, combatieron ferozmente contra
varios intentos de allanarle el camino a los comandos S.A.S. y a los S.B.S. que
se aprestaban a colarse por los costados de la isla.
Finalmente
y tras rechazar el pedido de Astiz para replegar a sus hombres al interior de
la isla para una guerra de guerrillas, el 25 de abril el Capitán Lago sin
querer comprometer la vida de sus subordinados acepta rendirse.