DOS PUÑOS CONTRA WASHINGTON
No importa quién sea el ganador de las próximas elecciones, sea Trump o
Harris, en Washington no tienen expectativas de solucionar sus problemas más
acuciantes
Por
Charles H. Slim
El otoño está tan cerca como las elecciones
presidenciales y los dos candidatos con más posibilidades de ganarlas ya se
preparan para continuar con sus agendas tras el debate del martes. En realidad,
la importancia del debate es más para las relaciones públicas, los comentarios
especulativos y los comerciales que mostrar las posibles soluciones a los
problemas de fondo de todos los estadounidenses.
En apariencias se mostró una inesperada y sagaz Kamala Harris quien,
con mucha ayuda -demasiado obvia- de los moderadores de la cadena ABC
NEWS, apabullo a un Trump mal iluminado y enfocado de forma deliberada para mostrarlo
como un viejo agotado y dubitativo. Pero ¿Fue realmente un debate amañado en
favor de los demócratas o más bien una muy buena actuación consensuada y bien
ensayada para el público? Como era de esperar, los medios y los periodistas editorialistas
sobaculistas argentinos lo tomaron como indiscutiblemente real.
Pero si sacamos los interesados puntos de vista de estos empleados
externos del Establecimiento angloestadounidense, veremos que el espectáculo
montado por la cadena ABC NEWS es cuando menos raro. Hasta antes de que Harris
ingresara al set, era una ignota y descolorida vice presidenta que venía siendo
humillada por propios y extraños considerándola cuando menos que un “cero a la
izquierda”. Incluso, cuando Joe Biden cometía papelones de proporciones al
mejor estilo de películas cómicas como “y dónde está el piloto” o “La Pistola
desnuda”, Harris parecía querer superarle con sus terribles metidas de pata y sus
inteligibles discursos. Incluso cuando Biden ya había quedado en evidencia
sobre su incapacidad para hilar una frase o recordar el nombre del “tipo negro”
(por Lloyd Austin) que maneja el Pentágono, Harris al tomar su lugar solo lo
hizo de forma decorativa ya que quienes realmente vienen manejando el gobierno desde
detrás del telón son los maquiavélicos belicistas Anthony Blinken y Jake
Sullivan, líneas de trasmisión entre el estado profundo y el Salón Oval.
Considerando que esto es “América” y los montajes farsescos son una
especialidad del sistema y de la clase política estadounidense, no sería nada
extraño que Harris haya usado audífonos provistos por ABC para soplarle las
preguntas o que incluso peor, se haya determinado de antemano, quien ocupara La
Casa Blanca después de noviembre. Hay que ver cómo evoluciona la geopolítica
estadounidense en Eurasia y que tiene a Ucrania como escenario central para verificar
si estamos en lo cierto con esta especulación. Y si bien cualquiera de ambos
candidatos se halla dentro del rango de las especificidades del sistema, hay
matices que les diferencian. Si hay una verdadera diferencia entre ambos y que
los distingue ante el público esa es la política de inmigración ya que ha sido
un parte aguas en EEUU llevando incluso a grotescas insinuaciones de posibles
secesiones de los estados del sur como sucedió con Texas.
A grandes rasgos en todo lo demás, en especial en la política exterior
no presentan diferencias determinantes y más allá de las discusiones de forma
sobre cómo lograrlos, en el fondo persiguen los mismos objetivos. Estos últimos
son los casos de Ucrania, la Franja de Gaza y Taiwán. Sin dudas el tema de Ucrania es centralmente
urgente para las expectativas de su geopolítica ya que bajo las actuales
circunstancias y de los datos reales que se recopilan del frente, Kiev se halla
en una situación crítica que trasciende los objetivos meramente militares y que
se centran en la inviabilidad política del régimen ante un creciente clamor
social de los mismos ciudadanos ucranianos reclamando a un alto al fuego y una
paz duradera.
Incluso Gran Bretaña y sus socios de la UE también ya acusan
agotamiento por las consecuencias socio-económico-productivas (además de la
privación del gas ruso) por verse forzados a canalizar abultadas sumas de
dinero para sostener a Zelensky y su régimen ultraderechista. Esto se ve
justificado ante los terribles fracasos estratégicos ucranianos que ya se
advierten en Kursk y el recule que hoy se constata en toda la línea del frente
en Donetsk.
Más allá de la épica partidista, las diatribas públicas y las supuestas
disputas ideológicas entre Trump y Harris que venden los medios, lo cierto es
que en el fondo ambos están del mismo lado y eso se resume en que ambos
obedecen a los intereses y planes del estado profundo.
Esto es ciertamente desilusionante para ciudadano estadounidense, pero
a estas alturas debería saber que todo esto es un circo soporífero y que el
verdadero cambio no está en avatares como Trump, Harris o quien se postule en la
política partidaria, sino que dependerá de cada uno de ellos desde su lugar en
la sociedad.
Así el reto de una economía en crisis, de una legislación de
inmigración muy liviana (por fines demagógico-electoralistas), el desempleo en
crecimiento (43% en el mes de julio), las descontroladas políticas de subvención
que han convertido en haraganes a una buena parte de los trabajadores y el
descontrol en el área de la deuda pública presentan a un estado de la Unión muy
complicado. Sobre esto último, incluso la percepción de los mismos ciudadanos
es más que negativa llegando su nivel de confianza a un 60,9%.
Pero también ambos y cuanto a sus políticas son lo mismo para las relaciones
de EEUU con el mundo. Trump ya ha dejado claro que impondrá un arancelamiento
salvaje contra los productos de los países que compiten con EEUU e incluso, para
tratar de revertir el fenómeno que trácciona el crecimiento de los BRICS+, no
va a permitir que los países abandonen el dólar como moneda de cambio comercial
y que incluso para lograrlo, usara la fuerza para impedirlo ¿Qué tiene de nuevo
esto?
Harris no plantea nada diferente, tal vez lo diga de una manera más
elegante o haya aprendido algunos trucos dialécticos pero el fondo de sus políticas
seguirá estando delineadas por el Establecimiento.
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