EN LA MIRA
“BREXIT, MALVINAS, KELPERS ¿Y ARGENTINA?
Cuál será la política de Buenos Aires sobre Malvinas ante el cambio político británico que preocupa seriamente a los Kelpers?
Por
Javier B. Dal
Han pasado 35
años de aquella la llamada “Operación Rosario”, que sirvió para vindicar una
centuria y media de ocupación ilegal de suelo insular a manos del imperio
británico. Su desarrollo y ejecución fue un éxito táctico inobjetable y con
ello la Armada Argentina bautizaba en las postrimerías del siglo XX, su
bautismo de fuego nada menos que con un enemigo íntimo y muy peligroso como son
los británicos.
La
causa Malvinas ha sido el gran elemento aglutinante dentro de una sociedad
bipolar y continuamente dividida por los partidismos mezquinos que se
arremolinan en torno a las temáticas meramente económicas y contingentes. Carentes
de ideas y mucho menos de compromiso político real, los políticos argentinos han
rehuido a éste tema central de la geopolítica nacional. El 2 de abril de 1982
fue y sigue siendo una fecha cara para el sentimiento de los bien paridos
argentinos y una fecha nefasta para los anglófilos argentinos más británicos
que los que viven en Gran Bretaña y que suelen ser los exponentes del llamado
“liberalismo” que últimamente se veían identificados por personajes como
Hillary Clinton.
Vergonzosamente
tapada por los militares de aquel entonces y luego olvidada por los gobiernos
civiles que vinieron desde 1983 en adelante, la causa Malvinas sigue siendo un
tema gravitante para los intereses de Argentina y mucho más, en momentos que ve
tambalearse por la crisis económico-financiera que tiene alcance global. Objeto
de prebendas de gobiernos neoliberales y silencios de los comprometidos
sectores políticos nacionales, hoy acudimos a nuevos intentos de que vuelva a
esconder esta situación bajo la alfombra de la Casa Rosada o más deberíamos
decir, “bajo los paraguas” que Menem y Cía acordara con Londres en octubre de
1989 que entre otras consecuencias desataría la reacción –provocada por
agencias foráneas- del alzamiento del 3 de diciembre de 1990.
A 35
años de todo aquello, podemos ver que el mundo ha cambiado notablemente y hoy
podemos ver como la Unión Europea trata de no desmembrarse ante continuos
movimientos intestinos –especialmente instigados por Londres- que han
puesto en tela de juicio, la utilidad, la legitimidad y las necesidad de un
gobierno europeo que como dijo el representante británico Iván Rogers ante el
Parlamento Europeo en Bruselas, “No representa a nadie”. A la par de estos
argumentos, Londres aprovecho para separarse de esa unión que, a pesar de
mantenerse en aspectos comerciales,
quedó políticamente oficializada el 29 de marzo pasado y que puede
llevar a que comiencen a reorganizar los viejos hábitos neocoloniales de
Buckinham impulsados por la necesidad de paliar una ralentización de la
economía y bajas inversiones.
A la
par de esto, se crece el temor de los Kelpers por el desinterés de Londres.
Igualmente los ingleses no están en Malvinas por sus colonos sino por tener
allí una base que es a su vez uno de los centros de inteligencia electrónica de
la OTAN y el gran negocio de la exploración y explotación de petróleo de la
plataforma de las islas y el mar circundante.
En
ese sentido y al contrario de Buenos Aires, los británicos no han abandonado un
solo minuto sus tareas de prospección e inteligencia sobre el estado argentino
e incluso sobre las comunicaciones de toda la población. A cargo de estas
actividades se halla el denominado GCHQ, que es la versión inglesa de espionaje
electrónico ECHELON de la NSA estadounidense que hoy tiene otra denominación.
Hoy
Gran Bretaña se alista a poner velas al viento a su nueva y propia agenda
geopolítica internacional en la cual, Malvinas, las aguas adyacentes del
Atlántico sur y la Antártida son parte importante en sus objetivos de cara a
mantener una supremacía geoestratégica global en la cual, comparten un interés
común con los EEUU.
En
este sentido no hay que perder de vista cuales han sido y siguen siendo las
herramientas con las cuales Londres y sus colegas “Chauvinistas” de la Francia
de Sarkozi y del “socialista” Hollande, tomaron por asalto a los países árabes
en el norte de África y el Medio Oriente, tratando de revivir las glorias
imperialistas de comienzos del siglo XX. Y que no queden dudas de que estas empresas
están movidas por y solo por un claro interés recaudatorio.
Hoy
con el liderazgo de la primer ministro Theresa May, Gran Bretaña ingresa en una
nueva etapa con el Brexit y con él, buscará sin dudas hacer sus propias jugadas
en el plano internacional sin dejar de apoyarse en los beneficios comerciales
que la repudiada Unión europea aún mantiene vigentes. No hay que extrañarse de
esto; es una típica costumbre británica que en la política prima la practicidad
por sobre los ideales y las abstracciones intelectuales.
Precisamente
sobre este regreso a la individualidad estadual de Londres, que representara su
discresionalidad en el campo de su política exterior, no verá obstáculos en
poder maniobrar con mayor tranquilidad y lejos de cuestionamientos de bloque,
para fortalecer sus políticas neocoloniales que tienen por fin retener territorios
que se hallan cuestionados ante el foro de Naciones Unidas.
Actualmente
las islas Malvinas son una fortificación militar, aunque el Foreing Office no
lo reconozca y peor aún; despliega con desparpajo e impunidad sus fuerzas
militares por las aguas y el espacio aéreo patagónico sin que Buenos Aires
tenga el menor atisbo de hacer algo por impedirlo. A la par, los Kelpers
realizan sus propias campañas de relaciones públicas en las que intentan
sembrar las discordias en el colectivo argentino especialmente propiciadas, tras
la visita de la comitiva encabezada por Pérez Esquivel y la representante de
Madres de Plaza de Mayo Nora Cortiñaz quienes trataron de usufructuar con los
muertos argentinos en las islas tratando errónea o maliciosamente de
calificarlos como NN, en un intento patético de convertirlos en un botín para
sus intereses sectoriales.
Para
peor, la cancillería argentina dio su apoyo a esta “iniciativa” que pretende
darle un sesgo político ciertamente discutible.
Pero
en lo estrictamente político ¿qué ha hecho Argentina en todo este tiempo para
estudiar la situación británica en las islas y su zona de influencia?
Simplemente nada.
Parece seguir siendo una clara muestra de ignorancia política
en la que los políticos argentinos no se den cuenta que la cuestión Malvinas es
central para la geopolítica de su país y vital para su desarrollo económico. Tal
como lo ha demostrado la historia, la causa fue el aglutinante más poderoso que
ha experimentado como nación y ello puede ser explotado para impulsar nuevas
políticas que renueven el espectro.
Cuando
los sectores políticos argentinos caigan en cuentas de que aquel episodio de
masiva unidad y fervor en la que estalló el pueblo argentino en 1982 había
causado pavor en los círculos políticos de Londres y reparen en que tienen
mucho trabajo aún por realizar para comenzar una nueva etapa de lucha por
recuperar sus derechos inalienables que tienen sobre Malvinas, Georgias y
Sandwiches del sur a lo que hay que agregar, los mares insulares adyacentes,
podrán entender que tan ciegos habían estado al no ver lo que significa un país
con su propia agenda geopolítica y estratégica que le dará sus propias
ganancias pero sin obviar un oposición tenaz de Gran Bretaña y esos sectores anglófilos internos que viven para y
de las migajas de Londres.
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