EN LA MIRA
“SALMAN LIKE SADDAM”
La cadena de eventos que han venido sacudiendo desde finales de
octubre al reino de Arabia Saudita parecen hablar de una nueva dinámica
política conducida por un posible nuevo líder de los musulmanes sunitas ¿Un
nuevo Saddam pero saudita?
Por
Charles H. Slim
Que no ha
ocurrido en Arabia Saudita últimamente debería decirse, luego del inesperado y
masivo arresto de príncipes, empresarios y funcionarios del estado real
ordenado por el joven príncipe heredero Mohamed Bin Salman.
Para la sorpresa de los más altos círculos
gubernamentales y del establishment corporativo anglosajón fue un baldazo de
agua fría del cual aún no logran reponerse. El único que ha puesto cara de no
saber nada ha sido el presidente Donald Trump quien unos días antes de que esto
comenzara (por finales de octubre), había comisionado a su hijo político, el
sionista Jared Kushner para entrevistarse con Mohamed Bin Salman para tratar
temas que no trascendieron al público.
Según
las versiones “Ligth” y que tratan de enmascarar lo que sucede en la península
arábiga, lo que ocurre es una especie de “manipulite” árabe para combatir la
galopante corrupción que –según estas fuentes- han hundido al reino en
una crisis moral y económica inédita.
Como
nota de color –y que no podía faltar- una delegación argentina
encabezada por la vicepresidente Gabriela Michetti llegaría a Arabia Saudita y
se entrevistaría con Mohamed Bin Salman en los mismos momentos que, con notable
sigilo y discreción las fuerzas de seguridad conducidas por la Mukhabarat
estaban llevando a cabo los arrestos, confiscaciones y congelamiento de cuentas
bancarias de los sospechados de malversación.
Igualmente y conociendo el
peculiar carácter de los argentinos, no hubiera sido de extrañar que en algún
momento alguno de la comitiva hubiere advertido movimientos extraños en torno a
donde se hallaban, llevándolo instintivamente a mirar hacia otro lado y salir
de allí silbando como un pájaro.
Para
agregar otros matices a esta notoria purga, quienes no han sido arrestados han
sufrido la muerte que más allá de habérselas explicado como accidentes
infortunados, los hechos demuestran que fueron simples atentados que entre
otros, costaron la vida del príncipe Mansour Bin Muqrin y a otros funcionarios
cuando su helicóptero “se precipito al suelo” en momentos que volaban en la frontera
con Yemen en la provincia de Asir sin mayores explicaciones.
Todos
los prominentes arrestados que hoy se hallan privados de su libertad en las
recamaras del lujoso hotel Ritz-Carlton de Riad, pertenecen a los más altos
círculos de la familia real y tienen desde hace décadas negocios millonarios
con empresas estadounidenses y británicas, incluyendo a la “BINLADIN.Group” la
más grande empresa de construcción asociada al reino saudita.
Según
informaciones filtradas por algunas agencias de inteligencia, el número de
purgados llega a las 2400 personalidades, lo que no es poco para un golpe
palaciego dentro de una monarquía como la saudita.
Pero
las cosas se han ido complejizando con el pasar de los días y tal como se ha hecho
público en los cuatro rincones del planeta, el primer ministro libanes Saad
Hariri que se hallaba fortuitamente con su familia en Arabia Saudita,
repentinamente apareció en la televisión y con un tono monocorde leyó un extraño
comunicado que fue visto desde Bahrein hasta Beirut en el cual responsabilizó a
Irán y a Hezbolla por el caos regional, intentando como dijeron algunos
analistas, crear la controversia entre comunidades dentro del Líbano y desatar
una ola anti chiita que complicara la posición política de Hezbolla en el
parlamento. Pese al intento, no se logró ese objetivo.
No
solo porque la población libanesa no presto oídos a las acusaciones de Hariri,
sino y contrariamente a lo que habrían esperado los orquestadores de esta
pantomima guionada, el presidente libanes Michel Aoun quien además es cristiano
no solo reclamo públicamente la devolución de Saad Hariri (dejando en claro que
estaba retenido contra su voluntad) sino que sentenció que “de no ser por
Hezbolla el Líbano hacía mucho tiempo hubiera caído en las manos de Israel”.
Quienes también sintieron el duro revés fueron los personeros en Tel Aviv y en
especial Benjamín Netanyahu y su círculo ultraderechista, quienes hubieran
aplaudido con alegría el inicio de una trifulca entre sunitas, chiitas y
cristianos libaneses.
Al Sadr y Salman en Riad |
Apenas
hace unos meses atrás, sorprendió a muchos los contactos que tomo Mohamed Bin
Salman con el líder chiita iraquí Moqtadar Al Sadr reconocido por haberse
opuesto a la invasión y ocupación de su país en 2003 y sus continuas disputas con el gobierno
colaboracionista del partido DAWA de Nouri Al Maliki plagado de casos de crímenes
contra la población y malversación de caudales. Esto demostró que Salman está
distanciado de los conflictos sectarios y que sus relaciones estratégicas se
basan en actores que busquen la renovación en base a la rectitud y el
combate a la corrupción.
Aunque
hay algunos que especulan una intensionalidad megalómana en el príncipe
heredero, algo así como el de convertirse en el “protector de los árabes
musulmanes sunitas” emulando a la personalidad de Saddam Hussein durante la
guerra del Golfo en 1991, no hace falta tener que aclarar que no son las mismas
circunstancias ni Salman tiene las mismas características del asesinado
mandatario iraquí. Los sunitas de la región no pueden agradecer que por los
manejos oscuros que el reino estuvo elaborando desde 2010 junto a Washington,
Londres y París, han causado demasiado dolor y la irá en las poblaciones de la
región que se les vuelve en su contra.
Precisamente,
Francia uno de los implicados en toda esa operación denominada como Primavera
árabe con la cual desbancaron los gobiernos laicos del norte de África y
destruyeron a Libia con una invasión criminal, tras la asunción del presidente
Emanuel Macron quien entre otras cosas, demostró no saber nada de los intereses
de la región del Golfo. Tras haber viajado a Riad para pretender “rescatar” o
al menos reclamar ante Salman la liberación del primer ministro Saad Hariri y
creyendo que por su cargo haría que los sauditas se lanzaran a sus pies para
cumplir sus deseos, recibió en persona
del mismo príncipe heredero Mohamed Bin Salman un mensaje alto y claro de que
París, había perdido la influencia que alguna vez tuvo en los asuntos árabes
tanto del Golfo como del Líbano (Red Voltaire.org. “La bofetada de Arabia
Saudita al presidente francés Macron”. Por Therry Meyssan. http://www.voltairenet.org/article198772.html )