martes, 23 de octubre de 2018


EN DEBATE




“VISA MORTAL EN ESTAMBUL”

Cómo la consuetudinaria impunidad para matar parece haber llegado a su límite ¿Habrán consecuencias políticas reales sobre Riad?



Por Dany Smith
Al parecer en algunas ocasiones, tratar de realizar un mero trámite administrativo o pedir refugio en una embajada puede significar un gran error. Esto es lo que pudo verse tras lo ocurrido al periodista saudita Jamal Khashoggi el 2 de octubre último quien tras acudir a la embajada de su país (Arabia Saudita) en Estambul, Turquía, para tramitar una solicitud de matrimonio fue atrapado por un grupo de tareas para, una vez reducido, ser bárbaramente torturado y su cuerpo despedazado. Como colaborador del periódico estadounidense “The Washington post”, Khashoggi se había convertido en un molesto elemento contrario a las políticas del heredero al trono Mohamed Ben Salman quien en el mundo de la criptografía de la inteligencia se lo denomina como MBS.

Los entretelones de la suerte de éste periodista rebelde, son muy confusos y han –una vez más- tocado elípticamente a Washington. Más allá de la histriónica condena pública de Trump por semejante crimen y las bravatas mediáticas de algunos sectores que cambian de posición según la ocasión, lo ocurrido pone sobre el tapete la operatividad de oscuros y viejos socios de la inteligencia estadounidense y en particular la larga historia de relaciones de la CIA con agencias de inteligencia de países con serios antecedentes de violaciones a los derechos humanos.

En este último sentido hay sospechas de que la inteligencia estadounidense estuviera a la saga sobre este operativo y por ello, la supuesta sorpresa expresada por la Casa Blanca solo es una actuación teatral.

Como señalan varios medios alternativos, Trump solo actúa para las cámaras y nada más. No expresa la misma consternación con las masacres y mutilaciones que está llevando adelante el gobierno de Benjamín Netanyahu contra la población palestina y mucho menos con el genocidio que se está llevando a cabo –con su colaboración- en Yemen. Incluso se están viendo manifestaciones frente a la Casa Blanca que delatan estas incoherencias.

El periodista saudí era una piedra en el zapato de Salman ya que además de criticar sus políticas domésticas, machacaba con dureza las consecuencias de la campaña bélica que Arabia Saudita y sus aliados viene llevando adelante desde hace casi tres años contra la soberanía yemenita. También era un reconocido crítico de las brutales  acciones de Israel sobre la población palestina sometida desde comienzos de año a inhumanas  y condenables acciones represivas contra hombres, mujeres y niños palestinos enmarcado todo ello a una escalonada y muy bien planificada política de usurpación de sus terrenos incluyendo a sus viviendas.

Lo ocurrido a Khashoggi fue la típica emboscada de un escuadrón de la muerte compuestos por asesinos y carniceros locales contratados por agencias occidentales, como los que la CIA armo en Nicaragua durante los setentas, en América Latina, Iraq y Libia.  Arabia Saudita no ha sido la excepción y se sabe bien que desde hace décadas mantienen con las mukhabarat sauditas, una aceitada maquinaria de represión. Pero a pesar de la preparación con la que cuentan y el adoctrinamiento que reciben, se excedieron a tal punto que no esperaban ser descubiertos y pensaban hacer desaparecer al periodista argumentando alguna excusa posterior.

Esto a su vez ha complicado al gobierno de Tiyip Erdogan quien al verse acorralado por la comisión de semejante crimen dentro de una embajada en suelo turco, no ha podido apartarse de las consecuencias mediáticas, políticas y diplomáticas que conllevara el descubrimiento de éste operativo secreto de un grupo de tareas extranjero, actuando supuestamente sin su conocimiento frente a las narices del MIT (Inteligencia turca) para concretar un atroz crimen y que para peor, contra un ciudadano de un estado aliado de Washington.

La versión de que el grupo de tareas saudí solo pretendía convencer al Khashoggi de acompañarles a Riad suena a cuento de niños. El relato de una fuente anónima de la mukhabarat ha dejado entrever que “el equipo” al interceptar al periodista dentro de la embajada, lo intimó a que lo acompañaran a lo que aquel se opuso a golpes de puño  y al tratar de gritar le pasaron un lazo por la garganta y le taparon la boca asfixiándolo sin querer para que nadie escuchara sus gritos. Mediante esta versión baladí, Riad trata de explicar la mortal reacción de sus agentes. Pero la versión no explica las grabaciones (incluidas en video) que según se ha dicho, delatan la brutal tortura que se propino al periodista, su asesinato y la desaparición del cuerpo.

Con esto las excusas presentadas por el reino saudita, no logran convencer a la opinión pública mundial y para peor, ha puesto en el centro de la escena a las prácticas de sus agencias de seguridad y la operatividad de sus aliados americanos e incluso israelíes, especialistas en este tipo de tareas.

Pero si esta versión le parece una fábula total, el remate cierra con la sugerencia del reino de que el “equipo de agentes” actuó por su cuenta con el claro objetivo de deshacerse de la responsabilidad política y criminal  de tal hecho. Ahora bien ¿Cuál será el tenor del informe que presentara el Departamento de Estado y el jefe de la CIA sobre este evento?

domingo, 21 de octubre de 2018


EN LA MIRA



“LA VARA DE TRUMP”

A dónde llevara la forma que tiene el presidente de los EEUU para medir a las personas y a los países


Por Charles H. Slim
Si uno observa con atención, verá que las cosas no pueden estar peor. Me refiero a la situación geopolítica de los EEUU, atrapado sin remedio en una espiral descendente de administraciones caóticas y corruptas que han manchado la imagen brillante que alguna vez tuvo y que utilizo como mascaron de pro para su conquista imperial. Con George H. Bush se vislumbró el comienzo de la descomposición política norteamericana, sin lugar a dudas. El viejo zorro de la CIA acostumbrado en sus años de juventud a operar y matar en las sombras, no podía traer otro corolario que más muertes y negociados sucios.

Pero los años y las décadas pasaron sin que hubiera mejoras. La economía se fue acostumbrando a la necesidad de guerras para su crecimiento de la economía doméstica y el zaqueo para mantener de la disponibilidad de fuentes de energía barata. En síntesis, la Unión se volvió adicta a mantener un estilo de vida ampuloso y consumista a costa de los altos negocios sucios.

La era de George W. Bush consagro el ingreso de las empresas privadas de servicios como parte de funcional en el desarrollo de planes geopolíticos en el exterior y ello dio paso a fortalecer cada vez más al componente privado en los asuntos públicos del estado.

Donald Trump es la consagración de todo esto y nadie con un poco de honestidad intelectual puede negarlo. Y aunque muchos traten de argumentar que logro la presidencia por el hartazgo de las políticas belicistas neocon que solo beneficiaban al complejo militar industrial (mientras la economía doméstica se desplomaba), su administración demostró ser tan conservadora como la de sus adversarios que buscan seguir con la agenda de expansión del caos fronteras afuera.

Solo hay una diferencia de perspectivas, nada más. Mientras la era de los Bush y Obama propiciaron el despliegue de guerras en regiones altamente estratégicas con miras a acaparar recursos energéticos y controlar rutas comerciales importantísimas como la de la “seda” en el Medio Oriente, la atomización de Libia y el tráfico por el Mar de la China –disputadas a Rusia y China-, Trump se puso como meta la retracción de sus fuerzas a las fronteras y centrarse en políticas policiales anti migratorias, implicando con ello la necesidad de arrebatar las fuentes laborales a los extranjeros que usualmente las ocupaban con el fin de terminar con el problema endémico de la desocupación.

En ese sentido Trump puede ser considerado un despiadado xenófobo por su cuestionada política de inmigración y todos los epítetos que usted pueda decirle pero nunca podría ser comparado con lo que hubiera significado una presidencia en las manos de Hillary Clinton y su Comité demócrata marxista. Con esta última el país hubiera mantenido la política de la guerra permanente y el plan de generar el caos para dividir al mundo en regiones a gusto de Washington, no hubiera cesado. De haber sucedido esto, “ISIS” no habría sido “vencido” en Iraq y continuaría como el programa secreto de inteligencia militar que en realidad es.

En resumen, como dijo Trump en uno de sus mitin en “Swing West”, los “demócratas crean turbas” para un momento después enfatizar que los “republicanos crean empleos” a modo de un disparo por elevación a los continuos pedidos de juicio político contra su persona. Y no hay que caer en el engaño de las apariencias y creer que los demócratas son los buenos de la película o cosas por el estilo; es Trump con sus políticas de inmigración y ese odioso muro que hizo levantar en la frontera con México lo que sirve de argumento para que la misma Hillary Clinton lance sus dardos contra el mandatario y a su vez, el socialdemócrata Berny Sanders les ataque recíprocamente.

Los comentarios de Trump en ese sentido son inefables y ciertamente desopilantes, llevándolo a ver en la inmigración que fundo e hizo prosperar a su país como la fuente de todos los males de la Unión haciendo señalamientos tales como “muchas de esas personas (migrantes), un porcentaje bastante grande, de esas personas, son delincuentes”.

Su manera de medir a las personas por su origen, religión y hasta forma de pensar como “buenos” o “malos” habla de una personalidad mesiánica que nos recuerda al orate de George W. Bush quien alentado por los evangelistas sionistas proclamaba que tenía una misión sagrada contra el Islam.

Por fortuna Trump no ha demostrado ese tipo de delirios pero, sus impetuosidades han calado hondo dentro de su propia administración.

Es que el mandatario norteamericano no puede con su genio y da rienda suelta a su descontrolada lengua que molesta (y mucho) a varios de sus más cercanos colaboradores del gabinete. No sería de extrañar que la posible salida del jefe del Pentágono James “perro loco” Mattis esté vinculada a estos comportamientos erráticos y caprichosos del mandatario. Ha sido la voz de la conciencia en el aspecto militar tratando de moderar las sandeces que aquél ordenaba o qué incluso llevó adelante contra sus consejos (salida del Tratado nuclear con Irán). Su figura es tan respetada que muchos demócratas lo señalan como un hombre equilibrado y sensato. Según varios analistas, Trump cesara a Mattis tras las elecciones en noviembre o incluso el mismo general se retirara voluntariamente.

Otros no son tan nobles y dejan entrever sus desacuerdos con Trump. 
Cuando se pone a realizar comentarios fuera de lugar o incluso a exponer a la política exterior de EEUU (como fueron sus comentarios sobre “Al Qaeda”, “ISIS” y su relación con la inteligencia”), algunos contienen sus ganas de vomitar. Y sino piense usted ¿Qué cree que le pasa por la mente a tipos como John Bolton o del jefe de la CIA Mike Pompeo cuando mete la pata con alguno de sus ácidos comentarios? No olvide usted que el mismo Trump ha comprobado que existe una resistencia subterránea dentro de su propia administración, ahí mismo bajo sus narices que cuenta con el apoyo mediático de los más conservadores diarios de los EEUU.

Hoy por hoy Trump se preocupa de reforzar a sus aliados republicanos de los estados de la Unión para las próximas elecciones de noviembre. 
Aquellos aún mantienen la esperanza de que el presidente mantenga el caudal de convocatoria que tiene en sus mitins, rezan por que no se corte pero esta vez esperan que sirva para que haya participación en las elecciones. Hay mucho descontento en el público norteamericano y los demócratas de Clinton y Sanders trataran de aprovecharlo señalan muchos allí.

domingo, 7 de octubre de 2018


EN LA MIRA



“LA NUEVA BIPOLARIDAD”

Cómo se halla la Argentina en su actual crisis y las circunstancias globales



Por Charles H. Slim
Casi sin darnos cuenta, quienes hemos sido testigos y participes del siglo que se ha ido, no podemos dejar de resaltar las semejanzas existentes en lo referente a la llamada “guerra fría” que se dio por aquellas épocas entre el bloque occidental y el bloque del este. Al mismo tiempo no se puede pasar por alto las diferencias que existen entre aquel momento de la historia y la actual situación internacional, mucho más dinámica y volátil que cualquier época que se haya visto antes.

Hoy no existen dos bloques homogéneos y sólidos disputándose el dominio global como en aquel entonces.

Aunque la idea central sigue siendo la misma, la dominación global, las estrategias y las tácticas han variado considerablemente llevando al mundo a ser un lugar demasiado pequeño para encontrar seguridad.  Es en este mismo mundo en el cual la Argentina ha venido viendo pasar la realidad de los grandes asuntos globales, como un actor ausente y hasta podríamos decir un autista sin querer hacerse cargo de la parte que le toca en esta nueva realidad que comenzó allá por el 2001.

Todas las advertencias que algunos pocos políticos honestos y de voces independientes, cayeron en saco roto y hoy por hoy ante el desastre consumado, los mismos que se rieron de aquellos vaticinios, se rasgan las vestiduras y hasta en algunos casos osan presentarse como  conocedores del tema. Para estos sectores que van desde el intelectualismo liberal hasta el neo marxista, Argentina no podía elegir su propio camino sin estar influida por corrientes externas coincidiendo también en la innecesariedad de una geopolítica basada en intereses nacionales, por lo cual, la inversión en políticas a los fines de articular sus propios intereses y la defensa de los mismos debían estar a la par con los danzantes en cada época. Durante la “guerra fría” los posicionamientos adoptados fueron como siempre, meramente oportunistas y sin el menor atisbo de poner un agregado propio.  

Hoy acudimos a una nueva “guerra fría” pero bajo nuevos parámetros y la profundización de estrategias que anteriormente fueron solo un complemento –que aunque necesario- hoy son la punta de lanza para la conquista de un país o una región.

En este sentido los conceptos y los objetivos de la geopolítica han variado superlativamente yendo de la mano sin lugar a dudas de los avances en la ciencia y tecnología, factores ineludibles al momento de tratar de controlar a la opinión publica de un país, una región o de todo un hemisferio. Hemos visto como en los últimos diez años la tecnología militar se ha sofisticado a niveles impredecibles y en similar tónica la de las comunicaciones, siendo esta última el centro de la nueva estrategia global de dominación.

Presentar una realidad acorde a las necesidades de la agenda política del momento es crucial para ganar la batalla moral y de influencia sobre el ánimo de una opinión pública cada vez más informada y descreída de las políticas gubernamentales. No olvidemos que pese a todo lo argumentado por George W. Bush y su administración tras el 11/S del 2001, no pudo sostener por mucho tiempo la justificación de invadir Afganistán en 2001 y luego Iraq en 2003; e incluso, pese a la formidable mano que le dieron las corporaciones de medios por tratar de conectar a Bagdad con “Al Qaeda” al poco tiempo quedo en evidencia que solo habían sido excusas inventadas.

Siguiendo con el mismo ejemplo, se vio como para tratar de mantener una visión maquillada de las operaciones militares que terminaron en la ocupación,  se puso énfasis no solo en eliminar a los partidarios de Saddam Hussein (desbaatización) sino también, en acallar a los medios, periodistas y cualquier otra fuente local que no estuviera controlada por los huéspedes. 
Fue así como un simple pasquín apoyando la resistencia o criticando a la administración republicana de Bush y Cheney o a la “administración provisional” instalada en la “Zona Verde” en Bagdad se volvió tan o más peligroso que las trampa-bomba que destruían sus tanques en calles y carreteras. En aquel momento “ganarse la mente y los corazones de los iraquíes” era el objetivo político pero como sabemos, fracasó rotundamente.

Fue una lección dura pero a la vez invalorable para los expertos en guerra psicológica quienes inmediatamente tras los fracasos mencionados, pasaron a subir un escalón más arriba que los generales y asesores militares. Aún faltaban unos años para que Rusia tomara la determinación de dar el paso fundamental de llevar su visión informativa más allá de las fronteras asiáticas, que la posicionaría en un sitial no pronosticado por los expertos occidentales.  Para cuando ello ocurrió (en 2010) en Washington y Londres se menosprecio el crecimiento y alcance de éste emprendimiento y muy pronto se darían cuenta de ello. Hoy los medios rusos tienen un alcance global y accesible en varios idiomas, representando una voz alternativa respetable y muy consultada de la realidad internacional.

En este contexto la Argentina continuamente se bandeo de un lado hacia el otro y como cualquier otro estado subordinado a los intereses dominantes, lo hizo conforme le convenía a Washington y Londres. Quede claro que los doce años de supuesto socialismo “progresista” no infirió en nada para que el país tomara caminos independientes o de reconstrucción de una soberanía política económica y financiera; solo se trató de una máscara de cartón de cara a la plebe, pero nada más.  Hoy por hoy, Argentina sigue siendo un monigote de trapo, sacudido por los huracanes de estas nuevas circunstancias geopolíticas.

viernes, 28 de septiembre de 2018


EN LA MIRA



“EL MAR DE
LAS INCERTIDUMBRES”

Cuál es el destino de Argentina ante las actuales y confusas circunstancias socio-económicas que sacuden al gobierno. Pese al nuevo acuerdo con el FMI  ¿Habrá adelantamiento de elecciones como muchos presagian?


Por Javier B. Dal
Nadie ignora que actualmente el mundo es un lugar complejo y peligroso, no apto para cándidos e improvisados. Pero pese a esta obviedad en Argentina pareciera que nadie advirtiera todo esto y sus gobernantes continúan jugando con las reglas engañosas  y de doble rasero de los polos de poder global que están hundiendo al país en una ciénaga de la cual nada podrá rescatarla.

Lo vemos con notable y espantosa claridad en su situación económico financiera que ha llevado al extremo de plantear entre una dolarización de su economía o el regreso a una –por cierto muy dudosa-  convertibilidad como la implementada por el ministro Domingo Felipe Cavallo en la década de los noventas. Tanto una como otra opción representaría para la estabilidad social del país, un terremoto con consecuencias impredecibles.

Como las señales son muy claras de ello y la tensión popular escala con cada hora que pasa, los grandes medios y periodistas alquilados del país no cejan en sus mensajes narcotizantes intentando adormecer a la opinión pública con “análisis” recortados de la realidad e insistiendo a modo de mantra, que pese a que todo está mal, ello no justifica la violencia. Al hacer eso no parecen darse cuenta que están haciendo realidad el presagio de una tragedia preanunciada que deberá manifestarse tarde o temprano.  De este modo –y como en las mejores parodias de Leslie Nielsen-  los periodistas  de los canales de aire, tratan de explicar que no ocurre nada mientras detrás de sus espaldas se incendian las calles de la capital.

El problema en este meta mensaje radica en que ellos (la clase política y los medios) no tienen la capacidad moral para esgrimir estos sermones, mucho menos cuando han sido conspicuos y silentes testigos de todas las políticas de los gobiernos pasatistas que arrasaron a la nación argenta, hoy absolutamente entregada a los intereses financieros y geopolíticos foráneos. 
Esto es una realidad ineludible y no hay nadie con conciencia en este país que a la altura de las circunstancias no se haya dado cuenta que están en manos totalmente ajenas.

Si bien es cierto que esto no es auspicioso, no debe olvidarse los doce años de despilfarro a costa de las arcas del estado para mantener a cuadros de parásitos que dentro de las estructuras administrativas del estado (en Secretarías, direcciones y departamentos sin finalidades especificas)  y por fuera de él mediante el cobro de jubilaciones de invalidez, veteranía y otros beneficios ilegítimos, sirvieron como cortina de humo para cubrir el saqueo multimillonario que se ejecutaba desde las altas jefaturas del gobierno Kirchnerista. Y para peor, en ese festival estuvieron muchos de los que hoy se pasaron al bando de los llamados “peronistas razonables” (no Kirchneristas).   

Desde el llano, la población de a pie no sabe para dónde ir. Los mensajes que se irradian desde los medios corporativos, que están previamente deliberados con la clase política al servicio de los grandes intereses,  no ayudan a esclarecer o dar certidumbre en lo que realmente está sucediendo. 
Sumado a esto, estos sectores del Establishment no han podido combatir los nuevos focos alternativos de información que tienen su plataforma en el internet haciéndolos cada día más influyentes. Hay un estado de movilización general que está subiendo poco a poco a los niveles más impensados de la sociedad argentina que reedita los temores a un nuevo 2001. Se está viendo con preocupación cómo la clase media, acostumbrada a un comportamiento apático y frío comienza a ser parte de esas movilizaciones demostrando su desencanto con un gobierno que prometió cambios, sin que ello signifique avalar el regreso de la ex presidente Cristina Fernández y su troupe de ladrones.

Tratando de remontar una catastrófica situación financiera estructural, el gobierno acudió presuroso al odiado FMI y pese a ello, los problemas económicos  no cesan. Entre sonrisas y abrazos la directora Christine Lagarde allá por junio concedió al país un suculento préstamo de 50.000 millones de dólares del cual ya no quedaría nada. Como si se tratara de agua, los fondos inyectados para reactivar el sistema financiero y cortar con las corridas cambiarias, se han evaporado y para peor Buenos Aires todavía no cumple con su parte. Mientras el gobierno sigue cubriendo agujeros con parches, el FMI quiere que el dólar tenga libre flotabilidad lo que podría llegar a costar un alto precio político y social. Y como ello pone muy nerviosos a las bases del PRO y de CAMBIEMOS, las consecuencias no tardaron en salir a la luz.

Esto está causando bajas entre las filas del gobierno de Macri y la última de ellas es la salida tempestuosa del presidente del Banco Central Luís “Toto” Caputo dejando en evidencia dos cuestiones: Primero que la situación es inmanejable y segundo, han quedado confirmadas sus diferencias con el ministro de economía Nicolás Dujovne quien siempre había sido partidario de relaciones estrechas con el FMI.

El punto fundamental de estas diferencias radica en la situación del dólar, siendo éste el factor crucial para el encarrilamiento ordenado  de la situación económica del país. Con una trepada infartante el valor de la divisa estadounidense paso de valer en enero de este año  19.40 pesos a los actuales 40 pesos. Se sabe que los argentinos son recurrentes adquirentes de esta divisa con la cual hacen la diferencia para mantener la integridad en sus ahorros y ello a lo largo de los años se convirtió en una práctica consuetudinaria que ha llevado a un comportamiento de imitación en masa (de quienes tienen un aceptable  poder adquisitivo), creando las llamadas corridas cambiarias que solo desataban los grandes compradores como ser empresas y corporaciones.  

A su vez todo esto deja en evidencia la falta de visión estratégica de los gobiernos que han venido pasando en los últimos 40 años ya que, la dependencia monetaria que se ve en el país es tan nefasta como una ocupación militar extranjera a la cual varios sectores nacionalistas y populistas denuncian airadamente por estas horas.

Sin caer en los discursos de estas tendencias políticas (ni mucho menos de los populistas de modé), la falta de una moneda soberana es un déficit imperdonable para una nación que se precie de ser tal ya que, no hay posibilidades reales de poder competir y menos aún negociar en igualdad de condiciones incluso con los pequeños y menos aún con los grandes actores internacionales.  Y si a ello se le suma el estado de indefensión real  en el que se halla el país y que quedara en evidencia con el inédito despliegue de milicias extranjeras en 2020 para custodiar la cumbre del G-20, nadie en su sano juicio y mirando el panorama desde afuera se atrevería a asegurar que Argentina es una nación soberana.


sábado, 15 de septiembre de 2018

EN DEBATE



LA HORA DE LA VERDAD”

Cómo impactara la verdad que se había venido ocultando sobre los atentados en Buenos Aires y sus estrechas  vinculaciones con la muerte del fiscal a cargo de las investigaciones


Por Javier B. Dal
A la par de la crisis que sacude a la Argentina, se está viendo con mucho beneplácito para quienes buscamos el camino de la claridad y la transparencia, cómo empiezan a caerse algunas máscaras que cubrieron durante décadas los crímenes y engaños más siniestros ejecutados dentro de la democracia moderna del país. En este caso nos referimos a los dos atentados que sacudieron Buenos Aires en 1992 y 1994, episodios inéditos en lo que hace a la historia de la violencia política nacional y del terrorismo internacional.

La inmediata reacción tanto del gobierno como de los medios informativos fue, endilgarle las culpas al “terrorismo islámico” o como se lo denominaba también “integrismo islámico”.

Aquello generó la inmediata pregunta ¿Por qué el terrorismo “islámico” golpeo con semejante saña Buenos Aires? Aunque las hipótesis para esta son muchas y en apariencia razonables, el problema para identificar los propósitos de ello no están en las respuestas sino en la misma pregunta; es decir, es necesario reformular la pregunta diciendo ¿Por qué se golpeó con semejante saña Buenos Aires? Como se podrá ver, sacamos el deliberado rótulo “terrorismo islámico” que fue usado para direccionar unívoca y maliciosamente las culpas de esos hechos a un actor usado como “cabeza de turco”.

Antes contextualicemos la época. En ese entonces los medios de información seguían en cabeza de pocas manos que a su vez respondían a los diarios más influyentes y de mayor difusión del país. Instalar una versión acorde a los intereses de influyentes sectores era muy fácil y el periodismo independiente era ciencia ficción. A ello, no hay que dejar de lado el temor que causaba discurrir sobre estos temas en los que se mezclaban conflictos políticos y religiosos, condicionando en forma clara a la mayoría de la opinión pública. Disentir de la versión oficial, era un boleto al escarnio aún para voces autorizadas.

Pero el paso del tiempo fue cambiando esto y desde el 11 de septiembre del 2001 gracias a las perseverantes investigaciones de cientos o tal vez miles de investigadores anónimos y de valientes exponentes, se dejo en evidencia como los gobiernos, con amplios recursos del estado pueden fabricar eventos nefastos a costa de la vida de sus propios conciudadanos para usarlos como excusas en sus agendas geopolíticas. Desde allí el mundo conoció el término “falsa bandera” y las “Black Ops.” que no son más que engaños al más alto nivel urdidos por las agencias de inteligencia como la CIA que con la cooperación del conglomerado de medios, imponen una realidad sobre la base de un hecho prefabricado. Ello se vio en aquel 11/S, en los supuestos autores de origen árabe, “Al Qaeda” y la conveniente eliminación de Osama Bin Ladem en Pakistán en 2011, las armas de destrucción masiva de Iraq y los engaños que  estamos viendo en Siria con la feroz propaganda mediática contra el gobierno de Bashar Al Assad y los ataques químicos elaborados por grupos apoyados por dicha agencia y sus aliados británicos del MI-6, entre otros.

En lo ocurrido contra la embajada de Israel en 1992 y la AMIA en 1994 se advirtió desde el comienzo mucho de esa torcida lógica en la cual se entrecruzaron intereses mafiosos, económicos y políticos del liderazgo de la comunidad local. En el primer caso, cuando los investigadores argentinos comenzaron a pesquisar el sector se toparon con varias incoherencias y algunas curiosidades que no tenían explicación, pero que fueron forzosamente tomadas por ciertas en base a los informes del “Shin Bet” (Inteligencia interior israelí) que concluían –entre otras cosas- que el ataque había sido perpetrado por una camioneta bomba la que había sido detonada ante el edificio acusando de ello a “integristas islámicos”. Aunque jamás se corroboró esto y se desmintieron las supuestas reivindicaciones de facciones árabes palestinas, la justicia argentina lo tomo como un hecho probado y los medios dieron rienda suelta a las versiones arabofobas e islamofobas que se extenderían por años sin que ello desatara un ánimo de rectificación ante la falsedad de esas acusaciones.
Según el entonces gobierno de Carlos Saúl Menem, permitió el ingreso de militares israelíes para que se hicieran cargo del rescate y remoción de escombros bajo el argumento de la “experiencia” en este tipo de situaciones. Lo cierto fue que su misión fue más orientada a tapar las evidencias que otra cosa.

El 18 de julio de 1994 otra portentosa explosión que puedo sentirse a kilómetros de distancia, voló el edificio de la AMIA ubicada en el centro de la capital. Una vez más, desde el primer momento y antes de que el polvo terminara de caer al suelo, testigos y voluntarios que trataron de auxiliar a personas atrapadas bajo los escombros, detectaron varias inconsistencias que no se condecirían con la posterior tesis expuesta por el gobierno y amplificada por los medios como una verdad irrefutable.

Nuevamente y contra las experticias de ingenieros y expertos en explosivos, Tel Aviv por intermedio de sus voceros locales vuelve a señalar el uso de una camioneta cargada con explosivos “Traffic Blanca” que además de no haberse probado su existencia, nunca fue vista por nadie en esa mañana. En esta oportunidad las autoridades israelíes comienzan a señalar insistentemente a Siria y como ello no pudo cuajar pasaron a acusar “Hizb`allah” (Partido de Dios) como el autor material y a Irán como su instigador.

El mensaje era claro: “Había sido el Hizb`allah libanes”, aunque no hubiera una sola prueba de ello.

Pero algunos investigadores locales lograron rebatir estos argumentos presentando pormenorizados análisis de cuales en realidad fueron las causas probables de esas explosiones. Uno de ellos –y tal vez el más determinante- es la falacia de la “camioneta bomba” cargada con “Amonal”, largamente discutida en estos hechos. Obviamente, por el poder e influencia de los sectores locales que responden a Tel Aviv, hicieron que esas investigaciones fueran poco conocidas e incluso, no tratadas como parte de las pruebas de la realidad sobre lo ocurrido. Incluso dichos esfuerzos llegaron a emplear a funcionarios dentro de la justicia que fueron más representativos de esos sectores que de los intentos de la justicia por bregar por el esclarecer la verdad. Pero ¿Por qué?

Tras largos años de encubrimientos, complicidades y manoseo a las víctimas de estas tragedias, en especial a las de la AMIA quienes han sido constantes luchadores por el esclarecimiento de la verdad –sin arreglos ni condiciones- periodistas como Juan Salinas han logrado ir más allá y determinar mediante sus sagaces investigaciones, determinar quiénes realmente orquestaron estos ataques y cuáles podrían ser sus objetivos.  Para ello ha publicado su nuevo libro titulado “InfAmia” en el cual expone como el Mossad, la CIA y una SIDE completamente abyecta al servicio del mejor postor, fabricaron estas tragedias  a medida de una agenda extraña a los intereses argentinos, pero curiosamente convenientes a los de Israel. Agregado a ello, discurre sobre las supuestas investigaciones de la Unidad Especial UFI-AMIA conducida por el fiscal Alberto Natalio Nisman quien tras jugar un doble juego con las agencias de inteligencia extranjeras como la CIA y el Mossad, tras verse cercado por las nuevas facetas geopolíticas moriría en circunstancias extrañas a comienzos del 2015.


Más allá del contenido de esta publicación que saldrá en breve, hay una cosa que es cierta y ello es que todo parece indicar que es el momento de la verdad y dejar en evidencia a los verdaderos perpetradores de estos crímenes.