EN LA MIRA
“LA VARA DE TRUMP”
A dónde llevara la forma que tiene el presidente de los EEUU para medir a las personas y a los países
Por
Charles H. Slim
Si uno
observa con atención, verá que las cosas no pueden estar peor. Me refiero a la
situación geopolítica de los EEUU, atrapado sin remedio en una espiral
descendente de administraciones caóticas y corruptas que han manchado la imagen
brillante que alguna vez tuvo y que utilizo como mascaron de pro para su
conquista imperial. Con George H. Bush se vislumbró el comienzo de la
descomposición política norteamericana, sin lugar a dudas. El viejo zorro de la
CIA acostumbrado en sus años de juventud a operar y matar en las sombras, no
podía traer otro corolario que más muertes y negociados sucios.
Pero los
años y las décadas pasaron sin que hubiera mejoras. La economía se fue
acostumbrando a la necesidad de guerras para su crecimiento de la economía
doméstica y el zaqueo para mantener de la disponibilidad de fuentes de energía
barata. En síntesis, la Unión se volvió adicta a mantener un estilo de vida ampuloso
y consumista a costa de los altos negocios sucios.
La era de
George W. Bush consagro el ingreso de las empresas privadas de servicios como
parte de funcional en el desarrollo de planes geopolíticos en el exterior y
ello dio paso a fortalecer cada vez más al componente privado en los asuntos
públicos del estado.
Donald
Trump es la consagración de todo esto y nadie con un poco de honestidad
intelectual puede negarlo. Y aunque muchos traten de argumentar que logro la
presidencia por el hartazgo de las políticas belicistas neocon que solo
beneficiaban al complejo militar industrial (mientras la economía doméstica se desplomaba),
su administración demostró ser tan conservadora como la de sus adversarios que buscan
seguir con la agenda de expansión del caos fronteras afuera.
Solo hay
una diferencia de perspectivas, nada más. Mientras la era de los Bush y Obama
propiciaron el despliegue de guerras en regiones altamente estratégicas con
miras a acaparar recursos energéticos y controlar rutas comerciales
importantísimas como la de la “seda” en el Medio Oriente, la atomización de
Libia y el tráfico por el Mar de la China –disputadas
a Rusia y China-, Trump se puso como meta la retracción de sus fuerzas a
las fronteras y centrarse en políticas policiales anti migratorias, implicando
con ello la necesidad de arrebatar las fuentes laborales a los extranjeros que
usualmente las ocupaban con el fin de terminar con el problema endémico de la
desocupación.
En ese
sentido Trump puede ser considerado un despiadado xenófobo por su cuestionada política
de inmigración y todos los epítetos que usted pueda decirle pero nunca podría
ser comparado con lo que hubiera significado una presidencia en las manos de
Hillary Clinton y su Comité demócrata marxista. Con esta última el país hubiera
mantenido la política de la guerra permanente y el plan de generar el caos para
dividir al mundo en regiones a gusto de Washington, no hubiera cesado. De haber
sucedido esto, “ISIS” no habría sido “vencido” en Iraq y continuaría como el
programa secreto de inteligencia militar que en realidad es.
En
resumen, como dijo Trump en uno de sus mitin en “Swing West”, los “demócratas
crean turbas” para un momento después enfatizar que los “republicanos crean
empleos” a modo de un disparo por elevación a los continuos pedidos de juicio
político contra su persona. Y no hay que caer en el engaño de las apariencias y
creer que los demócratas son los buenos de la película o cosas por el estilo;
es Trump con sus políticas de inmigración y ese odioso muro que hizo levantar
en la frontera con México lo que sirve de argumento para que la misma Hillary
Clinton lance sus dardos contra el mandatario y a su vez, el socialdemócrata
Berny Sanders les ataque recíprocamente.
Los
comentarios de Trump en ese sentido son inefables y ciertamente desopilantes,
llevándolo a ver en la inmigración que fundo e hizo prosperar a su país como la
fuente de todos los males de la Unión haciendo señalamientos tales como “muchas
de esas personas (migrantes), un porcentaje bastante grande, de esas personas,
son delincuentes”.
Su manera
de medir a las personas por su origen, religión y hasta forma de pensar como
“buenos” o “malos” habla de una personalidad mesiánica que nos recuerda al
orate de George W. Bush quien alentado por los evangelistas sionistas
proclamaba que tenía una misión sagrada contra el Islam.
Por
fortuna Trump no ha demostrado ese tipo de delirios pero, sus impetuosidades
han calado hondo dentro de su propia administración.
Es que el
mandatario norteamericano no puede con su genio y da rienda suelta a su
descontrolada lengua que molesta (y mucho) a varios de sus más cercanos
colaboradores del gabinete. No sería de extrañar que la posible salida del jefe
del Pentágono James “perro loco” Mattis esté vinculada a estos comportamientos
erráticos y caprichosos del mandatario. Ha sido la voz de la conciencia en el
aspecto militar tratando de moderar las sandeces que aquél ordenaba o qué
incluso llevó adelante contra sus consejos (salida del Tratado nuclear con
Irán). Su figura es tan respetada que muchos demócratas lo señalan como un
hombre equilibrado y sensato. Según varios analistas, Trump cesara a Mattis
tras las elecciones en noviembre o incluso el mismo general se retirara
voluntariamente.
Otros no
son tan nobles y dejan entrever sus desacuerdos con Trump.
Cuando se pone a
realizar comentarios fuera de lugar o incluso a exponer a la política exterior
de EEUU (como fueron sus comentarios sobre “Al Qaeda”, “ISIS” y su relación con
la inteligencia”), algunos contienen sus ganas de vomitar. Y sino piense usted
¿Qué cree que le pasa por la mente a tipos como John Bolton o del jefe de la
CIA Mike Pompeo cuando mete la pata con alguno de sus ácidos comentarios? No
olvide usted que el mismo Trump ha comprobado que existe una resistencia subterránea
dentro de su propia administración, ahí mismo bajo sus narices que cuenta con
el apoyo mediático de los más conservadores diarios de los EEUU.
Hoy por
hoy Trump se preocupa de reforzar a sus aliados republicanos de los estados de
la Unión para las próximas elecciones de noviembre.
Aquellos aún mantienen la
esperanza de que el presidente mantenga el caudal de convocatoria que tiene en
sus mitins, rezan por que no se corte pero esta vez esperan que sirva para que
haya participación en las elecciones. Hay mucho descontento en el público
norteamericano y los demócratas de Clinton y Sanders trataran de aprovecharlo
señalan muchos allí.
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