domingo, 21 de octubre de 2018


EN LA MIRA



“LA VARA DE TRUMP”

A dónde llevara la forma que tiene el presidente de los EEUU para medir a las personas y a los países


Por Charles H. Slim
Si uno observa con atención, verá que las cosas no pueden estar peor. Me refiero a la situación geopolítica de los EEUU, atrapado sin remedio en una espiral descendente de administraciones caóticas y corruptas que han manchado la imagen brillante que alguna vez tuvo y que utilizo como mascaron de pro para su conquista imperial. Con George H. Bush se vislumbró el comienzo de la descomposición política norteamericana, sin lugar a dudas. El viejo zorro de la CIA acostumbrado en sus años de juventud a operar y matar en las sombras, no podía traer otro corolario que más muertes y negociados sucios.

Pero los años y las décadas pasaron sin que hubiera mejoras. La economía se fue acostumbrando a la necesidad de guerras para su crecimiento de la economía doméstica y el zaqueo para mantener de la disponibilidad de fuentes de energía barata. En síntesis, la Unión se volvió adicta a mantener un estilo de vida ampuloso y consumista a costa de los altos negocios sucios.

La era de George W. Bush consagro el ingreso de las empresas privadas de servicios como parte de funcional en el desarrollo de planes geopolíticos en el exterior y ello dio paso a fortalecer cada vez más al componente privado en los asuntos públicos del estado.

Donald Trump es la consagración de todo esto y nadie con un poco de honestidad intelectual puede negarlo. Y aunque muchos traten de argumentar que logro la presidencia por el hartazgo de las políticas belicistas neocon que solo beneficiaban al complejo militar industrial (mientras la economía doméstica se desplomaba), su administración demostró ser tan conservadora como la de sus adversarios que buscan seguir con la agenda de expansión del caos fronteras afuera.

Solo hay una diferencia de perspectivas, nada más. Mientras la era de los Bush y Obama propiciaron el despliegue de guerras en regiones altamente estratégicas con miras a acaparar recursos energéticos y controlar rutas comerciales importantísimas como la de la “seda” en el Medio Oriente, la atomización de Libia y el tráfico por el Mar de la China –disputadas a Rusia y China-, Trump se puso como meta la retracción de sus fuerzas a las fronteras y centrarse en políticas policiales anti migratorias, implicando con ello la necesidad de arrebatar las fuentes laborales a los extranjeros que usualmente las ocupaban con el fin de terminar con el problema endémico de la desocupación.

En ese sentido Trump puede ser considerado un despiadado xenófobo por su cuestionada política de inmigración y todos los epítetos que usted pueda decirle pero nunca podría ser comparado con lo que hubiera significado una presidencia en las manos de Hillary Clinton y su Comité demócrata marxista. Con esta última el país hubiera mantenido la política de la guerra permanente y el plan de generar el caos para dividir al mundo en regiones a gusto de Washington, no hubiera cesado. De haber sucedido esto, “ISIS” no habría sido “vencido” en Iraq y continuaría como el programa secreto de inteligencia militar que en realidad es.

En resumen, como dijo Trump en uno de sus mitin en “Swing West”, los “demócratas crean turbas” para un momento después enfatizar que los “republicanos crean empleos” a modo de un disparo por elevación a los continuos pedidos de juicio político contra su persona. Y no hay que caer en el engaño de las apariencias y creer que los demócratas son los buenos de la película o cosas por el estilo; es Trump con sus políticas de inmigración y ese odioso muro que hizo levantar en la frontera con México lo que sirve de argumento para que la misma Hillary Clinton lance sus dardos contra el mandatario y a su vez, el socialdemócrata Berny Sanders les ataque recíprocamente.

Los comentarios de Trump en ese sentido son inefables y ciertamente desopilantes, llevándolo a ver en la inmigración que fundo e hizo prosperar a su país como la fuente de todos los males de la Unión haciendo señalamientos tales como “muchas de esas personas (migrantes), un porcentaje bastante grande, de esas personas, son delincuentes”.

Su manera de medir a las personas por su origen, religión y hasta forma de pensar como “buenos” o “malos” habla de una personalidad mesiánica que nos recuerda al orate de George W. Bush quien alentado por los evangelistas sionistas proclamaba que tenía una misión sagrada contra el Islam.

Por fortuna Trump no ha demostrado ese tipo de delirios pero, sus impetuosidades han calado hondo dentro de su propia administración.

Es que el mandatario norteamericano no puede con su genio y da rienda suelta a su descontrolada lengua que molesta (y mucho) a varios de sus más cercanos colaboradores del gabinete. No sería de extrañar que la posible salida del jefe del Pentágono James “perro loco” Mattis esté vinculada a estos comportamientos erráticos y caprichosos del mandatario. Ha sido la voz de la conciencia en el aspecto militar tratando de moderar las sandeces que aquél ordenaba o qué incluso llevó adelante contra sus consejos (salida del Tratado nuclear con Irán). Su figura es tan respetada que muchos demócratas lo señalan como un hombre equilibrado y sensato. Según varios analistas, Trump cesara a Mattis tras las elecciones en noviembre o incluso el mismo general se retirara voluntariamente.

Otros no son tan nobles y dejan entrever sus desacuerdos con Trump. 
Cuando se pone a realizar comentarios fuera de lugar o incluso a exponer a la política exterior de EEUU (como fueron sus comentarios sobre “Al Qaeda”, “ISIS” y su relación con la inteligencia”), algunos contienen sus ganas de vomitar. Y sino piense usted ¿Qué cree que le pasa por la mente a tipos como John Bolton o del jefe de la CIA Mike Pompeo cuando mete la pata con alguno de sus ácidos comentarios? No olvide usted que el mismo Trump ha comprobado que existe una resistencia subterránea dentro de su propia administración, ahí mismo bajo sus narices que cuenta con el apoyo mediático de los más conservadores diarios de los EEUU.

Hoy por hoy Trump se preocupa de reforzar a sus aliados republicanos de los estados de la Unión para las próximas elecciones de noviembre. 
Aquellos aún mantienen la esperanza de que el presidente mantenga el caudal de convocatoria que tiene en sus mitins, rezan por que no se corte pero esta vez esperan que sirva para que haya participación en las elecciones. Hay mucho descontento en el público norteamericano y los demócratas de Clinton y Sanders trataran de aprovecharlo señalan muchos allí.

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