EN LA MIRA
“LA NUEVA BIPOLARIDAD”
Cómo se halla la Argentina en su actual crisis y las circunstancias globales
Por
Charles H. Slim
Casi sin
darnos cuenta, quienes hemos sido testigos y participes del siglo que se ha
ido, no podemos dejar de resaltar las semejanzas existentes en lo referente a
la llamada “guerra fría” que se dio por aquellas épocas entre el bloque occidental
y el bloque del este. Al mismo tiempo no se puede pasar por alto las
diferencias que existen entre aquel momento de la historia y la actual
situación internacional, mucho más dinámica y volátil que cualquier época que
se haya visto antes.
Hoy no existen
dos bloques homogéneos y sólidos disputándose el dominio global como en aquel
entonces.
Aunque la
idea central sigue siendo la misma, la dominación global, las estrategias y las
tácticas han variado considerablemente llevando al mundo a ser un lugar
demasiado pequeño para encontrar seguridad.
Es en este mismo mundo en el cual la Argentina ha venido viendo pasar la
realidad de los grandes asuntos globales, como un actor ausente y hasta
podríamos decir un autista sin querer hacerse cargo de la parte que le toca en
esta nueva realidad que comenzó allá por el 2001.
Todas las
advertencias que algunos pocos políticos honestos y de voces independientes,
cayeron en saco roto y hoy por hoy ante el desastre consumado, los mismos que
se rieron de aquellos vaticinios, se rasgan las vestiduras y hasta en algunos
casos osan presentarse como conocedores
del tema. Para estos sectores que van desde el intelectualismo liberal hasta el
neo marxista, Argentina no podía elegir su propio camino sin estar influida por
corrientes externas coincidiendo también en la innecesariedad de una
geopolítica basada en intereses nacionales, por lo cual, la inversión en políticas
a los fines de articular sus propios intereses y la defensa de los mismos
debían estar a la par con los danzantes en cada época. Durante la “guerra fría”
los posicionamientos adoptados fueron como siempre, meramente oportunistas y
sin el menor atisbo de poner un agregado propio.
Hoy
acudimos a una nueva “guerra fría” pero bajo nuevos parámetros y la
profundización de estrategias que anteriormente fueron solo un complemento –que aunque necesario- hoy son la punta
de lanza para la conquista de un país o una región.
En este
sentido los conceptos y los objetivos de la geopolítica han variado
superlativamente yendo de la mano sin lugar a dudas de los avances en la
ciencia y tecnología, factores ineludibles al momento de tratar de controlar a
la opinión publica de un país, una región o de todo un hemisferio. Hemos visto
como en los últimos diez años la tecnología militar se ha sofisticado a niveles
impredecibles y en similar tónica la de las comunicaciones, siendo esta última
el centro de la nueva estrategia global de dominación.
Presentar
una realidad acorde a las necesidades de la agenda política del momento es
crucial para ganar la batalla moral y de influencia sobre el ánimo de una
opinión pública cada vez más informada y descreída de las políticas
gubernamentales. No olvidemos que pese a todo lo argumentado por George W. Bush
y su administración tras el 11/S del 2001, no pudo sostener por mucho tiempo la
justificación de invadir Afganistán en 2001 y luego Iraq en 2003; e incluso,
pese a la formidable mano que le dieron las corporaciones de medios por tratar
de conectar a Bagdad con “Al Qaeda” al poco tiempo quedo en evidencia que solo
habían sido excusas inventadas.
Siguiendo
con el mismo ejemplo, se vio como para tratar de mantener una visión maquillada
de las operaciones militares que terminaron en la ocupación, se puso énfasis no solo en eliminar a los
partidarios de Saddam Hussein (desbaatización) sino también, en acallar a los
medios, periodistas y cualquier otra fuente local que no estuviera controlada
por los huéspedes.
Fue así como un simple pasquín apoyando la resistencia o
criticando a la administración republicana de Bush y Cheney o a la
“administración provisional” instalada en la “Zona Verde” en Bagdad se volvió
tan o más peligroso que las trampa-bomba que destruían sus tanques en calles y
carreteras. En aquel momento “ganarse la mente y los corazones de los iraquíes”
era el objetivo político pero como sabemos, fracasó rotundamente.
Fue una
lección dura pero a la vez invalorable para los expertos en guerra psicológica
quienes inmediatamente tras los fracasos mencionados, pasaron a subir un
escalón más arriba que los generales y asesores militares. Aún faltaban unos
años para que Rusia tomara la determinación de dar el paso fundamental de
llevar su visión informativa más allá de las fronteras asiáticas, que la
posicionaría en un sitial no pronosticado por los expertos occidentales. Para cuando ello ocurrió (en 2010) en
Washington y Londres se menosprecio el crecimiento y alcance de éste
emprendimiento y muy pronto se darían cuenta de ello. Hoy los medios rusos
tienen un alcance global y accesible en varios idiomas, representando una voz
alternativa respetable y muy consultada de la realidad internacional.
En este
contexto la Argentina continuamente se bandeo de un lado hacia el otro y como
cualquier otro estado subordinado a los intereses dominantes, lo hizo conforme
le convenía a Washington y Londres. Quede claro que los doce años de supuesto
socialismo “progresista” no infirió en nada para que el país tomara caminos independientes
o de reconstrucción de una soberanía política económica y financiera; solo se
trató de una máscara de cartón de cara a la plebe, pero nada más. Hoy por hoy, Argentina sigue siendo un
monigote de trapo, sacudido por los huracanes de estas nuevas circunstancias
geopolíticas.
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