martes, 23 de octubre de 2018


EN DEBATE




“VISA MORTAL EN ESTAMBUL”

Cómo la consuetudinaria impunidad para matar parece haber llegado a su límite ¿Habrán consecuencias políticas reales sobre Riad?



Por Dany Smith
Al parecer en algunas ocasiones, tratar de realizar un mero trámite administrativo o pedir refugio en una embajada puede significar un gran error. Esto es lo que pudo verse tras lo ocurrido al periodista saudita Jamal Khashoggi el 2 de octubre último quien tras acudir a la embajada de su país (Arabia Saudita) en Estambul, Turquía, para tramitar una solicitud de matrimonio fue atrapado por un grupo de tareas para, una vez reducido, ser bárbaramente torturado y su cuerpo despedazado. Como colaborador del periódico estadounidense “The Washington post”, Khashoggi se había convertido en un molesto elemento contrario a las políticas del heredero al trono Mohamed Ben Salman quien en el mundo de la criptografía de la inteligencia se lo denomina como MBS.

Los entretelones de la suerte de éste periodista rebelde, son muy confusos y han –una vez más- tocado elípticamente a Washington. Más allá de la histriónica condena pública de Trump por semejante crimen y las bravatas mediáticas de algunos sectores que cambian de posición según la ocasión, lo ocurrido pone sobre el tapete la operatividad de oscuros y viejos socios de la inteligencia estadounidense y en particular la larga historia de relaciones de la CIA con agencias de inteligencia de países con serios antecedentes de violaciones a los derechos humanos.

En este último sentido hay sospechas de que la inteligencia estadounidense estuviera a la saga sobre este operativo y por ello, la supuesta sorpresa expresada por la Casa Blanca solo es una actuación teatral.

Como señalan varios medios alternativos, Trump solo actúa para las cámaras y nada más. No expresa la misma consternación con las masacres y mutilaciones que está llevando adelante el gobierno de Benjamín Netanyahu contra la población palestina y mucho menos con el genocidio que se está llevando a cabo –con su colaboración- en Yemen. Incluso se están viendo manifestaciones frente a la Casa Blanca que delatan estas incoherencias.

El periodista saudí era una piedra en el zapato de Salman ya que además de criticar sus políticas domésticas, machacaba con dureza las consecuencias de la campaña bélica que Arabia Saudita y sus aliados viene llevando adelante desde hace casi tres años contra la soberanía yemenita. También era un reconocido crítico de las brutales  acciones de Israel sobre la población palestina sometida desde comienzos de año a inhumanas  y condenables acciones represivas contra hombres, mujeres y niños palestinos enmarcado todo ello a una escalonada y muy bien planificada política de usurpación de sus terrenos incluyendo a sus viviendas.

Lo ocurrido a Khashoggi fue la típica emboscada de un escuadrón de la muerte compuestos por asesinos y carniceros locales contratados por agencias occidentales, como los que la CIA armo en Nicaragua durante los setentas, en América Latina, Iraq y Libia.  Arabia Saudita no ha sido la excepción y se sabe bien que desde hace décadas mantienen con las mukhabarat sauditas, una aceitada maquinaria de represión. Pero a pesar de la preparación con la que cuentan y el adoctrinamiento que reciben, se excedieron a tal punto que no esperaban ser descubiertos y pensaban hacer desaparecer al periodista argumentando alguna excusa posterior.

Esto a su vez ha complicado al gobierno de Tiyip Erdogan quien al verse acorralado por la comisión de semejante crimen dentro de una embajada en suelo turco, no ha podido apartarse de las consecuencias mediáticas, políticas y diplomáticas que conllevara el descubrimiento de éste operativo secreto de un grupo de tareas extranjero, actuando supuestamente sin su conocimiento frente a las narices del MIT (Inteligencia turca) para concretar un atroz crimen y que para peor, contra un ciudadano de un estado aliado de Washington.

La versión de que el grupo de tareas saudí solo pretendía convencer al Khashoggi de acompañarles a Riad suena a cuento de niños. El relato de una fuente anónima de la mukhabarat ha dejado entrever que “el equipo” al interceptar al periodista dentro de la embajada, lo intimó a que lo acompañaran a lo que aquel se opuso a golpes de puño  y al tratar de gritar le pasaron un lazo por la garganta y le taparon la boca asfixiándolo sin querer para que nadie escuchara sus gritos. Mediante esta versión baladí, Riad trata de explicar la mortal reacción de sus agentes. Pero la versión no explica las grabaciones (incluidas en video) que según se ha dicho, delatan la brutal tortura que se propino al periodista, su asesinato y la desaparición del cuerpo.

Con esto las excusas presentadas por el reino saudita, no logran convencer a la opinión pública mundial y para peor, ha puesto en el centro de la escena a las prácticas de sus agencias de seguridad y la operatividad de sus aliados americanos e incluso israelíes, especialistas en este tipo de tareas.

Pero si esta versión le parece una fábula total, el remate cierra con la sugerencia del reino de que el “equipo de agentes” actuó por su cuenta con el claro objetivo de deshacerse de la responsabilidad política y criminal  de tal hecho. Ahora bien ¿Cuál será el tenor del informe que presentara el Departamento de Estado y el jefe de la CIA sobre este evento?

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