VETERANOS DE AYER
“REVISIÓN IRAQ”
Cuánto cuesta la vida de un iraquí para Washington? Tomo por sorpresa a EEUU el reclamo del actual primer ministro iraquí de una investigación seria y profunda sobre la invasión del 2003 y todas sus consecuencias.
Por
Charles H. Slim
Cuando hace dos décadas
y media atrás los ultra conservadores del neocon llegados a la Casa Blanca de
la mano de George H. Bush y sus colegas
sionistas en el Congreso, jamás se les paso por la cabeza que la hoja de ruta
que pondrían ejecución sobre el Medio Oriente sería el motivo por el cual daría
el comienzo al declive de la influencia política y militar de EEUU en la región
y el mundo.
En
una mirada retrospectiva y situándonos a finales de la década de los setentas,
podemos ver como Washington previo a estrechar lazos con el partido Baas empujo
a Iraq a una guerra contra la república Islámica de Irán la cual, tras la
revolución de 1979 había pasado de ser aquella corrupta monarquía persa a un estado confesional con
el Corán como Constitución escrita; una muy mala noticia para Israel. Cuando
eso sucedió, Washington trató de cortar de gajo esta “revolución” pero
fracasando en forma terminante. La
temible SABAK (policía secreta) creada, entrenada y dirigida por la CIA y
el Mossad israelí que tan bien le sirvió para controlar la expansión del
marxismo soviético y a la disidencia interna, a solo unas horas de la huida del
Sha y su familia, simplemente cortaron sus lazos y muchos de ellos pasaron a
jurar lealtad a la “revolución islámica” encabezada por el ayatola Rulloah
Komeini.
Sin
duda los iraníes aprendieron la lección y no se dejaron tentar por las mil y
una tentaciones que desde Washington y Tel Aviv trataron de montar contra su
nueva república. Con este despertar de conciencia nacional iraní, que implicó
el de la fe islámica, las empresas petroleras norteamericanas y británicas que
se habían saciado durante décadas a costa del crudo persa y de su baratísima
mano de obra que les dejaba grandes márgenes de ganancia sin el menor costo
para el trabajo humano, se terminó de la noche a la mañana. Sin dudas que la
revolución de los Ayatolas les fregó un gran negocio y tumbo uno de los pilares
estratégicos de EEUU en la región pero también agregó un elemento decididamente
enfrentado a las políticas de Israel contra los palestinos y sus ambiciones
sobre sus vecinos árabes.
James Carter y Sha Palevi |
Inmediatamente
vieron a Iraq como el único muro que podía bloquear la influencia iraní e
incluso, el único que podía desbancar esa revolución alimentando la
desconfianza de Bagdad hacia Komeini y su nuevo Status Quo. Para acelerar ello,
Washington le propicio a Bagdad el acceso a las armas químicas y justificó por
todos los medios la necesidad de usarlas. La prensa angloestadounidense de los ochentas activamente
financiada por la banca sionista, hizo de Irán, de los musulmanes chiitas y del chiismo en particular, el demonio y una
amenaza caricaturizada que proponía una imagen que inquietaba a los cristianos
occidentales.
Culminada
aquella sangrienta guerra para 1989 y en un acelerado cambio del marco
geopolítico mundial –caída de la URSS-, Washington ya no necesitaba de
Iraq dado que Teherán estaba literalmente agotado y no representaba amenaza
alguna para Israel.
Pero Saddam Hussein estaba impulsando que se aceptara al
Dinar sustentado por oro, como moneda de cambio en la región para desplazar al
dólar en el mercado petrolero y eso no agradaba a Wall Street. De ese modo y conociendo los detalles de la
sobredimensionada infraestructura militar y de defensa iraquí que tampoco era
del agrado de Tel Aviv, Washington preparo la estocada con mucha anticipación.
De
ese modo se creó una crisis y con ella se inició en 1991 una guerra que aún
sigue persistiendo con diferentes actores, diferentes uniformes, ideologías y
con nuevas armas pero vinculados a las consecuencias de aquella mal llamada
“primera guerra del Golfo” ya que, lo que hoy ocurre en Iraq, es la
continuación de lo que EEUU, Gran Bretaña y sus colegas de la UE pusieron en
marcha el 17 de enero de 1991.
A la
espantosa guerra que no estuvo exenta de brutalidad e inhumanidad contra los
civiles iraquíes, vinieron trece años de un embargo arbitrario y criminal que
por la cantidad de muertos que produjo y la miseria en que se sumió a toda la
población del país árabe, no registra antecedentes desde que se instauró
Naciones Unidas. Eso era lo que buscaban los “estrategas” en Washington,
debilitar a Iraq para que su pueblo ahorcado por el hambre, la enfermedad y la
carestía, se levantaran enfurecidos contra su gobierno y ellos, con la
cobertura de la CNN y FOXNEWS desembarcarían en la península de Fao sin
disparar un tiro.
Calcularon
mal y creyeron que podían usar las mismas tácticas de presión que habían usado
contra otro amigo descartable que la CIA
tenía en Panamá. Por el contrario el pueblo iraquí sin distinciones sabía y aún
mantienen esa convicción, de que EEUU y sus aliados fueron los causantes de la
ruina de sus familias, de sus vecinos y de su país. Incluso para malestar de
Washington y a pesar de los años de guerra, Irán reactivaba sus contactos
oficiales con Bagdad y extraoficiales con organizaciones chiitas permitiendo el
flujo de personas desde ambos lados de la frontera.
Sin
dudas que esto además de enfurecer al sector neocon y sus socios sionistas,
movilizó la inquietud de Tel Aviv que desde hacía mucho tiempo buscaba la
excusa perfecta para intervenir sobre Iraq y eliminar a Saddam Hussein y al
partido Baas. Los hechos de septiembre del 2001 vinieron a cubrir esa necesidad
e incluso lograron que George W. Bush se pusiera a la cabeza de la empresa que
como ya es de público conocimiento, estuvo sustentada con una sarta de mentiras
que fue entusiastamente propagada por cadenas noticiosas y periodistas como
Judith Miller catalogada por la opinión pública estadounidense como una
mentirosa llana.
Un interrogatorio, según Washington |
Tras
la invasión en 2003, comenzó para los iraquíes una verdadera pesadilla que solo
podría haber sido elucubrada en una película de terror. Desde el ingreso de los
US marines a territorio iraquí no pararon los testimonios de testigos civiles,
soldados iraquíes e incluso de norteamericanos arrepentidos sobre abusos,
ejecuciones sumarias y ocultamiento de cuerpos en fosas comunes. Las tragedias
se fueron masificando casi en forma geométrica y como una plaga de langostas,
las tropas norteamericanas lo arrasaban todo sin importar si había familias,
mujeres, niños o combatientes.
La
llamada por Washington “Libertad para Iraq” lo único que les concedió a los
iraquíes fue el derecho a que cerraran la boca o a morir si se oponían. Fueron
cientos los casos en los que los norteamericanos y sus colegas británicos entraban
a las casas sacando a golpes a las familias atándolos con precintos y cintas en
sus bocas para que terminaran de “vivar a Saddam”. Otros no tuvieron mejor
suerte y simplemente fueron asesinados en el acto por aquellos psicópatas uniformados
para luego, limpiar el lugar y simularlo en sus reportes para sus superiores como
bajas en acción.
Un
capítulo aparte fue sin dudas la guerra sucia que tipos como John Negroponte,
David, Petreaus, Jeffrey Feltman, Paul Bremer, John Allen y la lista sigue,
diseñaron y pusieron a rodar en Iraq, que con el sello de “Al Qaeda-Iraq” y
luego el “ISI” en 2007, implementaron para tratar de contrarestar a parte de la
resistencia que no se había dejado comprar.
Otro
calvario fue el sufrido por miles de mujeres y niñas iraquíes que fueron
secuestradas y tras ser recluidas en el sistema de prisiones montado por los
norteamericanos y británicos, fueron puestas a disposición para la prostitución
de todos los grados y formas sin conocerse a ciencia cierta, cuántas de éstas
víctimas desaparecieron en esa red mafiosa.
torturadores judíos-estadounidenses en Abu-Graib |
Mientras
el pueblo iraquí sufría esto, los políticos advenedizos colaboracionistas que
venían apoyando a Paul Bremer y su equipo de funcionarios como Salem Chalabi
quien mantenía contactos directos con nada menos que Paul Wolfowitz y el vice
Cheney, Ylad Alawi que le dio a la CIA
detalles de las fricciones internas y el que sería más tarde primer ministro, Nouri
Al Maliki un oscuro dirigente del partido “Dawa”, que quedo más identificado
como un estafador que impulso en colaboración con las tropas ocupantes, la
persecución, secuestros, detenciones, desapariciones y ejecuciones de cientos
de miles de sus propios compatriotas que contabiliza a más de un millón y medio
de personas.
A
pesar de que tanto oficialmente desde Washington, como desde la literatura
nutrida de los medios como CNN se dijo que la campaña fue rápida, que “les
arrojarían flores por las calles” y que
el costo en vidas humanas civiles había
sido muy bajo, lo cierto que los documentos que irían saliendo casi
inmediatamente a la llegada de los invasores y que serían filtrados por fuentes
de la incipiente resistencia, les dejaría enmudecidos ante tantas
evidencias.
La
ocupación reveló un plan sistemático de limpieza humana, saqueos y disgregación
social en el que participaron equipos israelíes y que trabajaron bajo cubierta y
muchas veces participando en los centros de detención que los norteamericanos y
los británicos construyeron en el país.
Hace
uno días el títere que imposta como primer ministro de Iraq Haider Al Abadi
sometido a una presión insoportable por la galopante corrupción de su gobierno,
su ineficacia para combatir al “Daesh” y su revulsiva cooperación con EEUU que
detesta la mayoría de la población, pidió ante el Centro de Estudios
Estratégicos e
Internacionales en Washington que se realice una profunda
investigación por la invasión del 2003 y todas sus consecuencias con la
finalidad última de que se indemnice por los daños humanos y al patrimonio
histórico de su país (VeteransToday. http://www.veteranstoday.com/2017/01/18/iraq-urges-full-inquiry-into-2003-us-led-occupation/). No hay dudas de que la verdadera motivación de Al Abadi está en
tratar de calmar la ira de un pueblo que quiere sacudirse a funcionarios como
él y a sus amos que se hallan enquistados en la llamada “Zona Verde” en Bagdad.
Actualmente
los sectores que avalaron todo esto comienzan a preocuparse por éstas reivindicaciones que coinciden con la
promesa de Donald Trump de revisar a lo que calificó como “la peor decisión de
la historia de los EEUU”. De esta manera un amplio espectro del arco político
estadounidense –por no decir todo- ven rondar sobre sus cabezas el
síndrome “Chilcot”, un informe de 6000 páginas que hundió al ex primer ministro Anthony Blair
en Gran Bretaña y dejando a la islas bajo un severo cuestionamiento
internacional.