martes, 24 de enero de 2017



VETERANOS DE AYER





“REVISIÓN IRAQ”

Cuánto cuesta la vida de un iraquí para Washington? Tomo por sorpresa a EEUU el reclamo del actual primer ministro iraquí de una investigación seria y profunda sobre la invasión del 2003 y todas sus consecuencias.





Por Charles H. Slim
Cuando hace dos décadas y media atrás los ultra conservadores del neocon llegados a la Casa Blanca de la mano de George H. Bush  y sus colegas sionistas en el Congreso, jamás se les paso por la cabeza que la hoja de ruta que pondrían ejecución sobre el Medio Oriente sería el motivo por el cual daría el comienzo al declive de la influencia política y militar de EEUU en la región y el mundo.

En una mirada retrospectiva y situándonos a finales de la década de los setentas, podemos ver como Washington previo a estrechar lazos con el partido Baas empujo a Iraq a una guerra contra la república Islámica de Irán la cual, tras la revolución de 1979 había pasado de ser aquella corrupta  monarquía persa a un estado confesional con el Corán como Constitución escrita; una muy mala noticia para Israel. Cuando eso sucedió, Washington trató de cortar de gajo esta “revolución” pero fracasando en forma terminante. La  temible SABAK (policía secreta) creada, entrenada y dirigida por la CIA y el Mossad israelí que tan bien le sirvió para controlar la expansión del marxismo soviético y a la disidencia interna, a solo unas horas de la huida del Sha y su familia, simplemente cortaron sus lazos y muchos de ellos pasaron a jurar lealtad a la “revolución islámica” encabezada por el ayatola Rulloah Komeini.

Sin duda los iraníes aprendieron la lección y no se dejaron tentar por las mil y una tentaciones que desde Washington y Tel Aviv trataron de montar contra su nueva república. Con este despertar de conciencia nacional iraní, que implicó el de la fe islámica, las empresas petroleras norteamericanas y británicas que se habían saciado durante décadas a costa del crudo persa y de su baratísima mano de obra que les dejaba grandes márgenes de ganancia sin el menor costo para el trabajo humano, se terminó de la noche a la mañana. Sin dudas que la revolución de los Ayatolas les fregó un gran negocio y tumbo uno de los pilares estratégicos de EEUU en la región pero también agregó un elemento decididamente enfrentado a las políticas de Israel contra los palestinos y sus ambiciones sobre sus vecinos árabes.
James Carter y Sha Palevi

Inmediatamente vieron a Iraq como el único muro que podía bloquear la influencia iraní e incluso, el único que podía desbancar esa revolución alimentando la desconfianza de Bagdad hacia Komeini y su nuevo Status Quo. Para acelerar ello, Washington le propicio a Bagdad el acceso a las armas químicas y justificó por todos los medios la necesidad de usarlas.  La prensa angloestadounidense de los ochentas activamente financiada por la banca sionista, hizo de Irán, de los musulmanes chiitas  y del chiismo en particular, el demonio y una amenaza caricaturizada que proponía una imagen que inquietaba a los cristianos occidentales.

Culminada aquella sangrienta guerra para 1989 y en un acelerado cambio del marco geopolítico mundial –caída de la URSS-, Washington ya no necesitaba de Iraq dado que Teherán estaba literalmente agotado y no representaba amenaza alguna para Israel. 

Pero Saddam Hussein estaba impulsando que se aceptara al Dinar sustentado por oro, como moneda de cambio en la región para desplazar al dólar en el mercado petrolero y eso no agradaba a Wall Street.  De ese modo y conociendo los detalles de la sobredimensionada infraestructura militar y de defensa iraquí que tampoco era del agrado de Tel Aviv, Washington preparo la estocada con mucha anticipación.

De ese modo se creó una crisis y con ella se inició en 1991 una guerra que aún sigue persistiendo con diferentes actores, diferentes uniformes, ideologías y con nuevas armas pero vinculados a las consecuencias de aquella mal llamada “primera guerra del Golfo” ya que, lo que hoy ocurre en Iraq, es la continuación de lo que EEUU, Gran Bretaña y sus colegas de la UE pusieron en marcha el 17 de enero de 1991.

A la espantosa guerra que no estuvo exenta de brutalidad e inhumanidad contra los civiles iraquíes, vinieron trece años de un embargo arbitrario y criminal que por la cantidad de muertos que produjo y la miseria en que se sumió a toda la población del país árabe, no registra antecedentes desde que se instauró Naciones Unidas. Eso era lo que buscaban los “estrategas” en Washington, debilitar a Iraq para que su pueblo ahorcado por el hambre, la enfermedad y la carestía, se levantaran enfurecidos contra su gobierno y ellos, con la cobertura de la CNN y FOXNEWS desembarcarían en la península de Fao sin disparar un tiro.

Calcularon mal y creyeron que podían usar las mismas tácticas de presión que habían usado contra otro amigo descartable  que la CIA tenía en Panamá. Por el contrario el pueblo iraquí sin distinciones sabía y aún mantienen esa convicción, de que EEUU y sus aliados fueron los causantes de la ruina de sus familias, de sus vecinos y de su país. Incluso para malestar de Washington y a pesar de los años de guerra, Irán reactivaba sus contactos oficiales con Bagdad y extraoficiales con organizaciones chiitas permitiendo el flujo de personas desde ambos lados de la frontera.

Sin dudas que esto además de enfurecer al sector neocon y sus socios sionistas, movilizó la inquietud de Tel Aviv que desde hacía mucho tiempo buscaba la excusa perfecta para intervenir sobre Iraq y eliminar a Saddam Hussein y al partido Baas. Los hechos de septiembre del 2001 vinieron a cubrir esa necesidad e incluso lograron que George W. Bush se pusiera a la cabeza de la empresa que como ya es de público conocimiento, estuvo sustentada con una sarta de mentiras que fue entusiastamente propagada por cadenas noticiosas y periodistas como Judith Miller catalogada por la opinión pública estadounidense como una mentirosa llana.
Un interrogatorio, según Washington

Tras la invasión en 2003, comenzó para los iraquíes una verdadera pesadilla que solo podría haber sido elucubrada en una película de terror. Desde el ingreso de los US marines a territorio iraquí no pararon los testimonios de testigos civiles, soldados iraquíes e incluso de norteamericanos arrepentidos sobre abusos, ejecuciones sumarias y ocultamiento de cuerpos en fosas comunes. Las tragedias se fueron masificando casi en forma geométrica y como una plaga de langostas, las tropas norteamericanas lo arrasaban todo sin importar si había familias, mujeres, niños o combatientes.

La llamada por Washington “Libertad para Iraq” lo único que les concedió a los iraquíes fue el derecho a que cerraran la boca o a morir si se oponían. Fueron cientos los casos en los que los norteamericanos y sus colegas británicos entraban a las casas sacando a golpes a las familias atándolos con precintos y cintas en sus bocas para que terminaran de “vivar a Saddam”. Otros no tuvieron mejor suerte y simplemente fueron asesinados en el acto por aquellos psicópatas uniformados para luego, limpiar el lugar y simularlo en sus reportes para sus superiores como bajas en acción.

Un capítulo aparte fue sin dudas la guerra sucia que tipos como John Negroponte, David, Petreaus, Jeffrey Feltman, Paul Bremer, John Allen y la lista sigue, diseñaron y pusieron a rodar en Iraq, que con el sello de “Al Qaeda-Iraq” y luego el “ISI” en 2007, implementaron para tratar de contrarestar a parte de la resistencia que no se había dejado comprar.

Otro calvario fue el sufrido por miles de mujeres y niñas iraquíes que fueron secuestradas y tras ser recluidas en el sistema de prisiones montado por los norteamericanos y británicos, fueron puestas a disposición para la prostitución de todos los grados y formas sin conocerse a ciencia cierta, cuántas de éstas víctimas desaparecieron en esa red mafiosa.
torturadores judíos-estadounidenses en Abu-Graib

Mientras el pueblo iraquí sufría esto, los políticos advenedizos colaboracionistas que venían apoyando a Paul Bremer y su equipo de funcionarios como Salem Chalabi quien mantenía contactos directos con nada menos que Paul Wolfowitz y el vice Cheney, Ylad Alawi  que le dio a la CIA detalles de las fricciones internas y el que sería más tarde primer ministro, Nouri Al Maliki un oscuro dirigente del partido “Dawa”, que quedo más identificado como un estafador que impulso en colaboración con las tropas ocupantes, la persecución, secuestros, detenciones, desapariciones y ejecuciones de cientos de miles de sus propios compatriotas que contabiliza a más de un millón y medio de personas.

A pesar de que tanto oficialmente desde Washington, como desde la literatura nutrida de los medios como CNN se dijo que la campaña fue rápida, que “les arrojarían flores por las calles”  y que el costo en vidas humanas  civiles había sido muy bajo, lo cierto que los documentos que irían saliendo casi inmediatamente a la llegada de los invasores y que serían filtrados por fuentes de la incipiente resistencia, les dejaría enmudecidos ante tantas evidencias. 

La ocupación reveló un plan sistemático de limpieza humana, saqueos y disgregación social en el que participaron equipos israelíes y que trabajaron bajo cubierta y muchas veces participando en los centros de detención que los norteamericanos y los británicos construyeron en el país.

Hace uno días el títere que imposta como primer ministro de Iraq Haider Al Abadi sometido a una presión insoportable por la galopante corrupción de su gobierno, su ineficacia para combatir al “Daesh” y su revulsiva cooperación con EEUU que detesta la mayoría de la población, pidió ante el Centro de Estudios Estratégicos e 
Internacionales en Washington que se realice una profunda investigación por la invasión del 2003 y todas sus consecuencias con la finalidad última de que se indemnice por los daños humanos y al patrimonio histórico de su país (VeteransToday. http://www.veteranstoday.com/2017/01/18/iraq-urges-full-inquiry-into-2003-us-led-occupation/). No hay dudas de que la verdadera motivación de Al Abadi está en tratar de calmar la ira de un pueblo que quiere sacudirse a funcionarios como él y a sus amos que se hallan enquistados en la llamada “Zona Verde” en Bagdad.


Actualmente los sectores que avalaron todo esto comienzan a preocuparse por  éstas reivindicaciones que coinciden con la promesa de Donald Trump de revisar a lo que calificó como “la peor decisión de la historia de los EEUU”. De esta manera un amplio espectro del arco político estadounidense –por no decir todo- ven rondar sobre sus cabezas el síndrome “Chilcot”, un informe de 6000 páginas  que hundió al ex primer ministro Anthony Blair en Gran Bretaña y dejando a la islas bajo un severo cuestionamiento internacional.

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