EL TORCIDO DERECHO
INTERNACIONAL
¿SE DEBERÍA REESCRIBIR
LA LEY INTERNACIONAL HUMANITARIA O TAL VEZ HAYA QUE AMPLIAR SUS TERMINOS?, ¿ES
UN PROBLEMA JUDICIAL O POLÍTICO?
Por Charles H. Slim
El presente siglo
ha estado lejos de ser un escalón para propender al entendimiento y la paz
entre naciones. Con cada año que pasa vemos como se agudizan los
enfrentamientos, se modernizan los medios para llevarlos a cabo y se pierden
los límites legales que en alguna medida, controlaban las acciones bélicas.
Aquí se visualiza el fracaso de los foros como Naciones Unidas y la ineficacia
de las instancias judiciales internacionales para aplicar las piezas legales
que se enmarcan en el Derecho Internacional Humanitario (DIH).
Las dos grandes
guerras mundiales en el siglo XX fueron una lección sangrienta de cuales debían
ser los límites humanitarios en las contiendas. Fue así se redactaron
protocolos y enmiendas destinadas a reglar los alcances de una guerra y el respeto
de los derechos de los combatientes y en especial proteger a la población
civil. Pero como siempre sucede, la política del vencedor pone sus pautas y para
escapar a señalamientos de sus propios abusos y criminalidades, han tratado de
mostrar un lado de la historia para argumentar que otros eran quienes cometían
tales crímenes. De este modo solo se mencionaron como ejemplos los bombardeos
de Guernica, los de Londres sin hablar nunca del mismo horror creado por los
aliados sobre Berlín, Bremen y otras ciudades alemanas y obviamente, esos
increíbles razonamientos para justificar las infames bombas nucleares sobre el
Japón.
Como vimos la
instauración de Naciones Unidas en 1945 y su profusa legislación para tutelar
los derechos humanos, apenas tuvieron vigencia fue rápidamente pisoteada y
prontamente condicionada en aplicación por el enfrentamiento bipolar de la
época. El relativismo por el valor de la vida humana, de acuerdo a que lado del
alambre se hallaba la víctima seguía siendo la regla. Fue por ello que vimos
los atropellos en 1948 en palestina, los bombardeos horrorosos sobre Pyongyang
en 1950, los bombardeos de los B-52 durante toda la década de los sesentas sobre
Hanoi y todo el norte de Vietnam durante la “guerra de los 10.000 días”, los
bombardeos sobre Bagdad en 1991, Belgrado en 1999 y muchas otras aberraciones humanas
que llegan al presente.
Y así prosiguió
esta descomposición. Lo que era una carnicería en toda su regla, si era
cometida por el bando de la “democracia y la libertad” que encabezaban los
estadounidenses, no debía ser expuesto o simplemente había que ocultarla.
Esa forma de conducirse
ha llevado a que cada vez más se produzcan calamidades horrendas que al
parecer, buscan ser normalizadas ante la opinión pública global. En esto
último, el papel de los medios como una extensión de la guerra de propaganda y
manipulación psicológica fue creciendo con los años hasta quedar hoy bien al
descubierto. Tras el último ataque israelí registrado el 25 de marzo contra un
hospital de la Cruz Roja en la franja de Gaza o las ejecuciones de paramédicos
a manos de las FDI, pone obligadamente en discusión esta falta de límites y la
impunidad con la que se conducen sus ejecutores. Incluso esa impunidad
sobresale de forma obscena cuando sus líderes justifican el uso de la violencia
bélica aún, cuando los atacantes dicen justificar su ataque.
Israel no es la
primera vez que causa masacres similares. Solo para mantenernos en lo que viene
ocurriendo desde el 7 de octubre de 2023, no ha dudado en atacar de forma
sistemática escuelas, mezquitas, hospitales y refugios de UNICEF bajo
argumentos militares. En un resumen de estos torcidos argumentos, para un
comandante de las FDI la presencia de un combatiente en una dependencia civil es
suficiente para matarlos a todos. Lo mismo con los jefes de inteligencia Mossad
o cualquiera de sus células operativas en exterior, si el hay un sujeto
marcado, matar a todos lo que estén alrededor es una variable aceptable, máxime
cuando son árabes o musulmanes. Esa lógica la vimos y la continuamos viendo en
Beirut, Damasco y claro, alevosamente en Gaza y Cizjordania.
Si un atentado terrorista vuela un edificio con funcionarios israelíes es terrorismo, pero ¿Qué es volar cientos de edificios y demoler ciudades enteras con civiles? El crimen es crimen venga de quien venga y aunque ello parece una perogrullada, en Palestina esto viene siendo una odiosa excepción. La interpretación de la ley en estos casos aparece claramente sesgada y con lo que sucede en Gaza directamente es ignorada. Así, la ley internacional es aplicada cuando conviene o solo se aplica a los más débiles en procesos de dudosa legalidad.
Para peor los
impulsores de políticas y legislaciones protectoria de los derechos humanos con
alcance universal, son quienes de un tiempo hasta el presente las ignoran o las
interpretan a conveniencia de sus intereses políticos y que suelen estar
conectados a intereses económicos-financieros.
La sanción del
Estatuto de Roma en 1998 en el marco de la Unión Europea vino a traer una
importantísima herramienta legal para que las instancias internacionales, creando
la Corte Penal Internacional, a los fines de atender y avocarse a la
investigación de los crímenes en masa que cometen organizaciones estatales,
para-estatales y estados contra pueblos enteros. Pero tan importante avance legal
no podía estar ajeno a los manejos discrecionales de la política y también de
la geopolítica que contaminan su espíritu de justicia.
Los últimos casos
que reflejan estas inconsecuencias son paradigmáticos. Pero si hay uno vigente
y actual que lo resume todo es la agresión de Israel sobre todo un colectivo
bien identificado que ya no deja dudas en la calificación de los crímenes que
se han cometido y -pese a las medidas cautelares impuestas- los que
continúa cometiendo, todos contemplados en el Estatuto de Roma.
El último episodio
desalentador que refleja esta falta de fuerza o más bien voluntad en hacer
cumplir las previsiones de la ley la vemos con la impunidad con la cual el
primer ministro israelí Benjamín Netanyahu puede moverse sin problemas y viajar
a Europa o EEUU pese, a la orden de arresto ordenada en noviembre del 2024 por
la Corte Penal Internacional.
Honestamente, esto
no hubiera sucedido si este menosprecio por las leyes que protegen los derechos
humanos no hubiera sido tempranamente ignoradas u obstaculizadas con argucias.
Este mal ejemplo mostrado EEUU con sus repetidas amenazas a la Corte por
investigar los crímenes que se habían cometido en Iraq, Afganistán y Yemen sin
dudas alentaron esto. Su pésimo ejemplo solo ha profundizado el descredito y el
avance aún mayor de la ilegalidad y los desencuentros entre los estados que no conducirá
a un buen final.