¿UN G-4 DE LA MORALIDAD?
¿Qué implicancias supondrían para Argentina la idea de un pretencioso bloque
“moral” propuesto por los Milei en la cumbre de conservadores de Florida?
Por
Javier B. Dal
Como bien podemos ver, los cambios que se están produciendo en las relaciones internacionales son mucho más acelerados que lo que cualquier analista haya podido prever. Entre el pánico en Washington por perder los resquicios de hegemonía que aún le queda y el paulatino crecimiento de la alternativa BRICS+ tirado por la locomotora comercial China, no faltan intensiones de crear un gran caos. Sumado a esto, el tipo de relaciones geopolíticas que antes nadie se hubiera animado a predecir están a la vuelta de la esquina.
El triunfo de Trump parece haber sido detonador de estos cambios y
Sudamérica es el centro de ellos. Con el viaje que el presidente “libertario” Javier
Milei y su hermana a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) realizada
en Mar a Lago, Florida, llevaron consigo una propuesta novedosa, muy ambiciosa
y altamente peligrosa para la seguridad nacional y regional. Milei ha propuesto
a Donald Trump la creación de una “Liga de naciones conservadoras” que tendría
la finalidad de aunar lineamientos morales y políticos comunes,
económicos-financieros y por supuesto geopolíticos con estados y mandatarios que
él considera con afinidades valorativas.
A primera vista, surgen muchas dudas de la sustancia moral de algunos
de estos miembros[1] y
menos aún, su legitimidad para imponerla a los demás.
Queda muy claro que la chispa de esta idea que no es otra cosa que
conformar una alianza “judeo-cristiana” (veladamente islamófoba y anti
oriental), surgida del entorno de los Milei, muy cercano y ligados
ideológicamente a la embajada de Tel Aviv en Buenos Aires.
Para concretar estos planes, los Milei han propuesto integrar esta
formación con Italia, EEUU e Israel como una alternativa conservadora a la
llamada agenda 2030 de la ONU que como es sabido, fue pospuesta al 2045. Esto no
debiera asombrar ya que hemos dicho que los Milei están seriamente
comprometidos -más allá de lo religioso- con la militancia política sionista
que muy poco tiene de espiritual y se halla profundamente consustanciada en el
Establecimiento estadounidense y que al parecer los Milei y sus partidarios
quieren emular en la Argentina.
Obviamente que esta asociación irá revestida de un relato mediático
amañado y con muchos adornos para persuadir al rebaño popular de que esto es
muy bueno.
Por ahora solo es un boceto pero, ello pone en perspectiva la
volatilidad y el maniqueísmo político que hay en la sociedad y en particular,
la clase política argentina -reflejada en los medios capitalinos- que de
un momento al otro pasó de ser la posible puerta de ingreso para Rusia en el
continente a una zona de libre movimiento para EEUU (sus aliados europeos) y de
un estado genocida como Israel.
Aunque algunos tratan de distanciar esto de las “relaciones carnales” del menemismo en los noventas, sus esfuerzos son estériles ya que se ve claro que son una continuación, pero mucho más profunda y riesgosa para la seguridad y la integridad del país. La propuesta de los Milei apunta a generar una cooperación comercial y militar en la cual a los ojos de quienes quieren ver, Washington saca todas las de ganar. Milei cree que con ello ganará puntos con la personalidad de Trump para que éste gestione ante el FMI un nuevo desembolso de 10 mil millones de dólares destinados a reforzar las arcas del Banco Central y a su vez aliviar la tan proclamada salida del cepo cambiario.
Milei y su hermana al parecer se olvidan que pese a los efusivos
abrazos, brindis y sonrisas de George H. Bush con Carlos Menem a comienzos de
los años noventa, las promesas y compromisos por la buena voluntad proferida a
Washington quedaron en la nada. La participación de la Armada Argentina en la coalición
que peleo la guerra contra Iraq de 1991 es un ejemplo medular de esto. Aquella experiencia
-más allá de lo institucional- no le rindió ningún beneficio político al
país, por el contrario, fue un salto gratuito a un conflicto que se ha ido
agravando con el paso del tiempo y perdura hasta estos días.
En lo que respecta al interés económico-comercial, no es nada nuevo.
Argentina -indistintamente de sus gobiernos- siempre ha estado a saga de
lo que dice y hace Washington con lo cual, no hay grandes novedades sobre esto.
Sobre la cooperación militar, ello viene ratificar lo que ya habíamos dicho
antes sobre los planes del actual ministro de defensa Luís Petri de comprometer
a las FFAA en las operaciones militares de la OTAN en Eurasia (contra Rusia),
en el Mar Rojo y en las que Israel está llevando de forma indiscriminada y
brutal en la Franja de Gaza y en el Líbano. Esto no sería otra cosa que el
cambio de “carne de cañón” en guerras ajenas por beneficios monetarios. A pesar
de que en su momento el ministerio desmintió por varios canales que eso fuera a
suceder, lo esbozado por los Milei en Florida dice todo lo contrario y
confirman nuestras fuentes.
Esto también implicaría la profundización y galvanización de las
relaciones oficiales entre la CIA y la actual Secretaría de Inteligencia con lo
cual, ello abrirá las puertas de par en par a sus socios británicos del MI6 y a
los israelíes del Mossad. Ante esto cabe la pregunta ¿Dónde quedan los
intereses estratégicos del país y entre ellos la situación de ocupación británica
en las islas del atlántico sur?
En cuanto a la membrecía de Italia en este grupo, habría que ver como
lo tomará el gobierno de la república y particularmente la propia primer
ministra Georgia Meloni quien aún no sale de su estupor por el escándalo de
espionaje y robo de información sensible por parte de una empresa italiana que a
fin de cuentas, encubría una operación de la inteligencia israelí. Meloni y en
especial el estado profundo italiano tienen mucho para pensar antes de confiar
con esta clase de socios.
[1] En
especial Israel que a las últimas masacres en el campo de refugiados de Deir Al
Balah del norte de Gaza ha cometido varios crímenes de guerra en el Líbano, uno
de los últimos registrados fue el 14 de noviembre con el ataque con bombas
guiadas de alto poder contra el barrio de Choueifet Al Aamoroussieh al lado del
aeropuerto de Beirut. En lo que respecta
a EEUU, la nómina de crímenes y desastres que su política exterior ha creado tan
solo en los últimos treinta años ya no pueden justificarse como errores de una
política guiada por nobles fines.