EL DIA DE LA VICTORIA…ESTA LLEGANDO
Ha quedado claro que la administración de Biden y sus colegas de la
OTAN apuestan a tratar de destruir a Rusia más que asistir a Ucrania. Teniendo
en cuenta esta agenda ¿Cómo puede terminar esto?
Por
Dany Smith
El 9 de mayo pasado y como todos los años desde la victoria sobre el
Tercer Reich, la Plaza Roja de Moscú fue testigo de otra celebración con el
usual desfile militar en el marco de un momento muy especial y crítico en el
que se entremezclan el pasado glorioso, un presente muy complejo y un posible
futuro que amenaza a la paz, la soberanía y la libertad de los pueblos.
El
presidente Vladimir Putin fue claro en su discurso al señalar que una guerra
real se ha desatado contra Rusia detrás de la cual están los intereses
globalistas que están claramente encabezados por la elite político-financiera
angloestadounidense que hoy -sin argumentos creíbles- apoyan al
extremismo de las reminiscencias nazis eslavas.
Ni el
futurólogo más avezado ni el politólogo más brillante pudo prever lo que hoy
está viviendo el mundo. Ni Francis Fukuyama ni Samuel Huntington ni el
historiador británico Eric Hobsbawm se habrían atrevido a predecir que Rusia y
EEUU se volverían a trenzar en una nueva era de desconfianzas con la amenaza
cada día más real de un choque nuclear.
Aquí no hay
juegos bajo la mesa ni dobles raseros ni teléfonos rojos como los que en algún
momento antes del colapso de la URSS, los políticos en Washington y sus socios
de la OTAN utilizaban para tratar que esa caída no se llevara consigo el gran
negocio de la administración de la guerra. Para las todas administraciones de
La Casa Blanca el Status Quo nuclear era un negocio no negociable y eso
significaba que la paz, no era parte de las políticas de la guerra fría.
Ahora Washington
y sus socios, en especial los británicos, tratan de desbancar el consumo del
gas y petróleo ruso con el claro intento (además de tratar de colapsar la
economía y las finanzas rusas) de acaparar el lucrativo negocio de la energía
que necesita Europa. Un simple y puro atraco a mano armada (tal como lo
hicieron contra Iraq, Libia y Siria), solo que en este caso el ladrón puede
terminar lleno de plomo.
Mientras se
mantenga la guerra perdurara el caos y como sabemos, mediante este, Washington
y la oclocracia que se beneficia de todo esto, podrán obtener ganancias
siderales con la muerte, la demolición de las ciudades y obviamente, la venta
de toda clase de armamento a granel y el ensayo de novedosos sistemas de armas
para matar más y mejor. En estos últimos se apuntan la investigación y
desarrollo de las peligrosas armas bacteriológicas dirigidas por programas del
Pentágono que los avances rusos en el territorio ucraniano han logrado
comprobar.
El hallazgo
de estos laboratorios donde se elaboraban estas pestilencias, suma otro punto a
favor de la Operación Militar Especial. Así se pudo hallar abundante material
documental que incluso involucra al Hunter Biden, como parte en las inversiones
para el desarrollo en estas empresas sucias y los negociados con personeros de
Kiev. Si esta no se llevaba adelante ¿Cuánto tiempo habría pasado hasta que las
células extremistas filonazis de Kiev coordinados por la CIA y el MI6
comenzaran a dispersar esos experimentos dentro de la población rusa?
Todavía
seguimos preguntándonos ¿De dónde provino ese Covid-19 que sirvió para violar
todos los derechos y garantías que las democracias tanto decían defender?
Cuando ya sabemos que el SarS-CoV era un agente modificado y patentado por los
laboratorios norteamericanos allá temprano en el tiempo en 2003, no quedan
muchas dudas sobre quienes estaban detrás. No olvidar también que en esos
hallazgos, se pudo comprobar que no solo el Pentágono se hallaba involucrado en
estas investigaciones “científicas” sino las beneméritas y desinteresadas farmacéuticas
que tanto les preocupa la salud pública como Pfzier y Moderna, a las que en
occidente se les rinde pleitecía por sus vacunas.
Detrás de
toda esta calamidad inhumana, se esconde ese progreso que el capitalismo de
Wall Street y La City londinense aplaude de pie y que como tales, son los
autores o más bien los instigadores junto a la elite política de la
multiplicación de las guerras alrededor del globo.
Para estos
sectarios de la corriente neoconservadora, que se creen (además de estar por
encima del Congreso) puritanos en sus conductas y elegidos por algún designio
divino, quienes junto a sus aliados sionistas, hacen de la guerra y la muerte un
culto que persigue beneficios, sucios, pero beneficios económicos al fin que en
última instancia terminan siendo la ruina para propios y extraños.
Así la
guerra tras sus daños colaterales y el sufrimiento que pagan otros y es allí
donde radica la importancia de que se peleen en otros territorios. Así la
carnicería que se esta llevando a cabo en “Artemovsk” poco interesa a los
occidentales quienes están cómodos y con un plato de comida caliente en sus
mesas. Por supuesto que nada de esto le importa a Biden y Cia. Los
estadounidenses pueden ver lejos y apáticos estas consecuencias, aunque en el
actual cuadro de situación eso puede cambiar instantáneamente y los mismos EEUU
convertirse en un pandemónium. Pero hasta tanto eso no pase, la guerra seguirá
siendo un negocio redondo.
Lo mismo y
más de cerca para los británicos quienes por estar en una isla no hoy no les
garantiza estar seguros. El envío de misiles de largo alcance “Storm-Shadow” al
régimen filonazi de Kiev solo alimenta las ínfulas de Zelensky y legitima a
Moscú una devolución de gentilezas que bien puede cobrarse con los buques de la
Royal Navy que merodean el Mar Negro.
En lo que
hace a la inflación y aumento de los costos de energía para los europeos por la
voladura de los gasoductos rusos, los ganadores y perdedores están bien
diferenciados. Las industrias europeas ahora pagan más caro y tienen menor
volumen de acceso al gas. Esta subalternidad radica en creerse a la fuerza que
con ello cooperan en los esfuerzos para apoyar a Ucrania ¿Y los esfuerzos de
los estadounidenses dónde están?
Es ahí
donde radica el interés de los estadounidenses de que la guerra no se detenga.
Mientras esto se traduce en un monumental negocio para Washington, es proporcionalmente
costoso y desventajoso para la Unión Europea. El gas y el petróleo ruso que los
ciudadanos europeos han dejado de consumir, hoy es adquirido por la India quien
a su vez lo revende a los gobiernos europeos que lo pagan ocho veces más caro que
lo que pagaban a GAZPROM y su facturación se lo trasmiten al simple ciudadano de
a pie quienes deben seguir soportando a charlatanes como Von Der Leyen, Borrell
o los obsecuentes como el ministro de Países Bajos Mark Rutte que se tiran a
los pies de la OTAN con tal que le presten atención ¿Quién gana en esta
siniestra ecuación? Esta
muy claro quienes son.