LIVE THE HOMELAND!
Ante el 43ª
aniversario de la recuperación argentina de las islas Malvinas, Sandwich y
Georgias del sur, nadie espera nada del gobierno pro-angloestadounidense en Buenos
Aires pero ¿Cómo expresarán los argentinos su orgullo por esta gesta?
Por Charles H. Slim
La historia de un pueblo se forja con hechos, no con relatos. El 2 de abril es uno de esos hechos, un hito crucial en la historia de la Argentina aún, cuando lamentablemente algunos historiadores y los medios que venden sus espacios al mejor postor sigan desdeñando su trascendente importancia para la refundación del país.
Más allá de la
guerra en sí y de lo que dejó a los argentinos, estos tendrían qué reconocer
que es lo que aún queda por explotar como enseñanza aquella traumática
experiencia, digna de los pueblos que luchan por conservar y proteger el legado
de sus ancestros.
Hoy el país se
halla en una nueva etapa de entrega y sometimiento, una repetición de un ciclo
kármico interminable que hoy se reedita con un gobierno adepto a lo peor de las
influencias geopolíticas contemporáneas, enemigas de las raíces nativas y
comprobadamente nocivas para la paz.
Este nuevo
aniversario de la gesta halla a un país bajo un nuevo capítulo del colonialismo
económico-financiero angloestadounidense que los Milei buscan profundizar con
uno de carácter cultural en el cual el sionismo es su elemento nuclear. Este
último aspecto además de buscar controlar las instituciones (en especial de
seguridad y defensa), tratarán de cooptar el sentimiento nacional y sus gestas
escudándose (con las solapadas injerencias de Tel Aviv y sus FDI[1]) detrás del necesario y
merecido reconocimiento de reconstruir a las FFAA, sistemáticamente vilipendiadas
y materialmente destruidas por todos los procesos políticos posteriores a 1982.
No hace falta
resaltar la anglofilia y la predilección atlantista del actual gobierno, lo
peor es ver lo que se esta dejando hacer a los británicos en las islas y las
aguas del atlántico sur y la ruta a la Antártida. Mientras el gobierno y los
medios distraen a la ciudadanía con sus trucos de magia financiera, los
movimientos navales de la Royal Navy en el atlántico sur son incesantes ¿Qué es
lo que esta sucediendo? Eso no solo es un despropósito para los caídos y todos
aquellos que llevaron adelante la recuperación de un archipiélago
indiscutiblemente argentino, sino un problema que heredaran las próximas
generaciones.
Es cierto que la
situación socio-económica del país distrae al gobierno (como desde hace 40
años) de los asuntos de la alta política y de la geopolítica, eso al menos en
lo que hace a los intereses nacionales. Somos testigos como los Milei deja de
lado un compromiso tan caro e importante como es fortalecer la posición
argentina por la soberanía de las islas, por un seguidismo odioso a geopolíticas
y entuertos bélicos, notoriamente ajenos al interés nacional (caso Ucrania con
un régimen neonazi y de Israel que comete un genocidio atroz contra la
población palestina).
La causa Malvinas
también además de ser la piedra angular de una tan postergada unidad nacional,
en cada aniversario es el reflejo que visualiza el divorcio que existe entre el
interior y la capital que se evidencia con la intensidad que aún mantiene el
recuerdo y homenaje que suele ser tratado muy por encima y con los
acostumbrados reparos, en los medios capitalinos.
Con el actual
gobierno y el ideario al que responde, esperar que trabaje en políticas
pro-activas por la causa Malvinas, es como pedirle peras al olmo. Es cierto que
las circunstancias geopolíticas no son las más propicias aunque, de haber voluntad
y una decisión de dirigirla con determinación e inteligencia ello solo sería un
obstáculo salvable. Tal vez, la famosa motosierra con la cual Milei prometía
recortar sectores inútiles de la administración del estado, debería ser usada
con el Ministerio de Relaciones Exteriores y dejar tan solo una pequeña oficina
con un cartel que diga “Administración de Intereses Exteriores”.
Es posible que
todo esto sea solo un proceso pasajero y en algún momento una nueva generación
postrera, se ponga los pantalones y trabaje por la refundación de la nación y
con ello, de una nueva estructura estatal basada sobre el verdadero trabajo por
los intereses nacionales.
La guerra por las
islas Malvinas, Sandwich y Georgias del sur no fueron una loca aventura de una
junta militar como suelen plantearla los anglófilos y sus ignaros repetidores.
Más allá de los gobernantes de aquel entonces, fue la razón de vivir y morir
para quienes fueron a recuperarlas y a pelear por retenerlas de una potencia
neocolonial sustentada estratégicamente por una organización (La OTAN[2]) que hoy esta en boca de
todos.
Más allá de los
discursos y de los merecidos homenajes que éste 2 de abril los argentinos
volverán a escuchar, hay en la sustancia de aquellas frías jornadas en el TOAS[3] y también porque no, en
todo el país (que iba a ser el blanco de bombardeos si la gesta prosperaba),
una enseñanza que aún no han aplicado, empezando por los representantes
políticos y que de hacerlo cambiaría la suerte de su país.
Ante la
superioridad de medios, armas, inteligencia (y un grado de suerte) de los
británicos y la cobertura diplomática ante Naciones Unidas prestada desde
Washington y Bruselas (CEE[4]), estuvo el carácter, la
determinación y persistencia de los combatientes argentinos quienes hasta el
último momento y sin miramientos empujaron a una de las flotas más poderosas
del mundo a tener que poner en consideración una retirada inmediata.
El mejor documento
que reflejó y sintetizo esta situación vino de la boca de quien estuvo a cargo
del Comando del Grupo de batalla naval británico (Navy Task Force) el Almirante
John Woodward quien tras ser testigo de los daños sufridos y las pérdidas en la
flota que conducía, dijo “De haber resistido los argentinos una semana más,
habríamos perdido”. Si los propios argentinos no develan el poderoso mensaje en
esta declaración histórica ¿Quiénes lo harán?
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