domingo, 13 de noviembre de 2016

EN DEBATE





“LA HORA DEL NACIONALISMO”

Del Brexit británico al posible aislacionismo norteamericano y su impacto en el Cono sur




Por Charles H. Slim
Los últimos acontecimientos de la vida política estadounidense, sin dudas que tocaran a la realidad política de la Argentina, eso es inevitable. Desde la separación de gran Bretaña de la Unión Europea en junio último y los claros cambios de rumbo en los países asiáticos como Filipinas, el mundo ha dejado de ser lo que fue hasta el 2015 marcando el comienzo de una nueva era que aún sería aventurado prever como afectara las relaciones internacionales en el concierto de las naciones.

Al ver lo que ha ocurrido en EEUU con la elección de un Outsider para ocupar la Casa Blanca quien además de criticar las políticas intervencionistas que han desgastado a la infraestructura político-económico y social de la Unión, tiene planteos de retraer al país fronteras adentro dejando en evidencia una especie de “nacionalismo”  que en el caso norteamericano es más bien un volver al aislacionismo.

Por favor no malinterprete a donde se orienta este artículo.  Que Donald Trump haya ganado las elecciones en los EEUU no significa que él represente al “nacionalismo” o un modelo norteamericano digno de copiar; todo lo contrario. Este triunfo más que revelar una rebelión popular contra la continua  estafa del Stablishment norteamericano (entiéndase oligarquía) que se mueve tras la fachada de los demócratas y los llamados sectores de la izquierda, ha sido la más cruda revelación de cómo los medios corporativos estadounidenses que  son financiadas desde Wall Street trataron de manipular a la opinión pública con falsas sensaciones y estadísticas que le daban a Hillary Clinton una ventaja que jamás tuvo.

Tal como lo exponen los medios necon y sionistas, “el mundo libre vivirá sin el liderazgo de EEUU” una frase tan llena de sustancia real como la flatulencia de una anciana.  Ni el pueblo norteamericano es tan ignorante como esos sectores quieren hacer parecer ni el mundo queda desguarnecido como lo han señalado los columnistas de insignes editoriales como Foreing Policy  y Foreing Affairs que no han escatimado recursos para tratar de desacreditar una gestión que aún no ha comenzado. Sin dudas que esto es la demostración de un claro nerviosismo ante las posibles consecuencias de un Trump en acción. No es un miedo a la supuesta violación a los derechos constitucionales que esas editoriales argumentan  o la amenaza de que Trump se dedique a comerse crudos a los inmigrantes latinos  o construya un odioso muro con México; nada de eso, es simplemente el miedo a que se termine el fabuloso negocio del cual usufructúan los sectores financieros que trafican influencias, de la industria militar y de las aventuras intervencionistas que no son más que verdaderos joint venture para rapiñar sobre otras regiones. Tal vez uno de los argumentos más tragicómicos expuestos por estos sectores haya sido el usar a los musulmanes estadounidenses como posibles blancos del régimen de Donald Trump.  No hay que olvidar que estos mismos sectores y estas mismas editoriales fueron las que respaldaron, argumentaron y sostuvieron la campaña arabofoba e islamofoba que campeó masivamente desde el 2001 y que llevó a las intervenciones sobre Afganistán, Iraq y la implementación de una política en la que todos los musulmanes eran sospechosos y por ello, factibles de ser detenidos o simplemente asesinados. Por eso usar a los musulmanes como una supuesta preocupación de estos sectores criminales, es una burla cruel que no se puede dejar pasar por alto.

Como sea el viejo esquema de los politiqueros que simulaban estar de un lado o del otro fingiendo que unos luchaban por la igualdad de oportunidades mientras que los otros mostraban el puño de hierro y la existencia de unos era un complemento necesario de la política estadounidense, se han hundido en el mismo barco con bandera neoliberal en el que se encontraba Hillary Clinton y sin dudas será muy difícil que se pueda volver a reflotar.  Con ellos también se van a pique las ambiciones de desatar una tercera guerra a gran escala con la cual reactivar la economía doméstica obviamente, manejada por Corporaciones Transnacionales de todas las ramas de la industria.

Quienes han apoyado a Trump están por un EEUU con dirección propia y con políticas dirigidas a beneficiar al país y no a proyectos externos planificados por encargo de intereses transnacionales y otros regímenes que lo han usado en los últimos treinta años como un simple escudo  con el cual protegerse a discreción. De este modo las voluminosas –y nada sagradas- sumas de dinero que EEUU remite por año a Israel para sostener su insostenible existencia y mantener una fuerza militar que logre disuadir a sus vecinos árabes, podrían mermar o verse seriamente dificultadas.

Aunque seguramente aquello no ocurra si es posible que Trump modere las pretensiones de los Lobbies sionistas del Congreso que han sido los históricos e insignes instigadores detrás de las últimas intervenciones estadounidenses en el Medio Oriente, desatando sus peligrosas maquinaciones que tan acostumbradamente montan para deshacerse de quienes les obstaculizan en sus planes. Igualmente Trump cuenta con un grueso de la población que ha tomado conciencia de que eso puede llegar a suceder y las cosas serían diferentes. 

Sin dudas han pasado las épocas en que estas manos negras que movían sigilosamente  los hilos detrás del poder para llevar adelante los fraudes y crímenes más grandes de la historia contemporánea  ya están al descubierto y será muy difícil que puedan escapar al juicio iracundo de la masa.

No caben dudas de que apenas se conoció su triunfo, varios comenzaron a limpiar sus escritorios en los despachos de las diversas áreas del gigantesco aparato administrativo norteamericano.  Incluso se ha dicho que en el Pentágono varios generales y asesores habrían vaciado sus escritorios dejando vacante sus puestos. Similar situación se ha dicho de Langley, Virginia donde se ubican los cuarteles generales de la CIA y en donde se hallan archivados todos los asuntos sucios que hacen a las operaciones que Washington ha venido realizando alrededor del globo.

Asimismo y pese a que se ataca a Trump por ser un empresario privado sin experiencia pública, hay que decir que ese argumento es falaz ya que, el poder neoliberal que conforma el Stablishment  le encargaría a Hillary que manejara sus intereses como cualquiera de los CEOS que actualmente intervienen en los gobiernos neoliberales del Cono sur. Igualmente  y para reforzar aquella falacia hay que señalar que ese poder en las sombras mantendrá conexiones importantes con el nuevo gobierno, con la inclusión de varios impresentables de la administración de George W. Bush.  Como verán, Trump no es tan revolucionario como se lo pinta.

Pese a la masiva campaña mediática y de costosas encuestadoras destinada a darle a Hillary Clinton una ventaja que en realidad jamás tuvo y de los trucos sucios que se montaron en muchas maquinas de voto electrónico a lo largo del país que entre alguno de sus artilugios estaba la imposibilidad de votar por el candidato Trump, éste logró llegar a la Casa Blanca y dicen los que lo conocen que él está al tanto de que hay mucha ira en su contra y que buscaran una revancha. Al parecer Trump no es el demente que los medios querían vender o el arrebatado que sus más costosas encuestadoras habían querido plantear previo a que se desarrollaran las elecciones. Era prácticamente antisonante ver como los medios como CNN, la FOX y los diarios THE WASHINGTON POST y THE NEW YORK TIME hacían una editorial sobre las vulgaridades sexistas  de un Trump cuando dejaban de lado, los variados y muy graves delitos cometidos por la señora de la sonrisa perfecta. Cortinas de humo para que el ciudadano común no pudiera –así lo pretendieron infructuosamente-  ver lo mala que es esa ex funcionaria que  además de buscar la presidencia, pretendía escapar de la justicia la cual entre otros cargos, le imputa el intento de eliminar pruebas incriminatorias al determinar el FBI que sus ayudantes de campaña habían tratado de deshacerse de varios teléfonos móviles que contenían correos sospechosos utilizando un martillo. Y esto no es un chisme o un rumor. Se trata de la confesión de uno de sus asesores de nombre Justin Cooper  quien al ser interrogado por el Bureau de investigaciones les dijo que había destruido a martillazos un par de teléfonos viejos por indicaciones de su “jefa”, Hillary Clinton.

De ser así, Clinton y Cía tendrán mucho que explicar ante la justicia, incluso si Obama tratara de relegarla de ella con algún decreto especial.  Trump sabe que si realmente quiere cambiar las cosas en “América” deberá poner el ejemplo de que las cosas como las que los Clinton, Bush, Mc Cain, Albright, Rumsfeld y la larga lista de políticos que ayudaron a hundir al país, pagaran un alto precio como lo pagaría cualquiera de los ciudadanos de a pie de su país y que los beneficios elitistas de pertenecer a una clase política tradicional, no son una carta blanca para llevar adelante actos de impunidad que terminan por imprimir el oprobio sobre la nación toda.

Para concluir podemos decir que la llegada de Trump beneficiara el desarrollo de nuevos nacionalismos en los países que se han visto condicionados o directamente sojuzgados por las acostumbradas políticas agresivas de Washington  que no eran sino, la refracción material de los intereses corporativos que sacaban pingues ganancias con las intervenciones militares, invasiones, creación de inestabilidad política, de terrorismo en fin,  de todo lo que ha engrandecido a los bolsillos de esas pocas familias que manejan el sistema financiero global.


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