domingo, 30 de marzo de 2025

 

FALSEANDO EL ORIGEN

¿Cómo los fundadores del actual estado de Israel y sus partidarios académicos e intelectuales en occidente han tratado de crear argumentos históricos para sostener los actuales crímenes contra la población palestina?

 

Por Yossi Tevi

Tal vez hoy como nunca, sea la ocasión de exponer a los farsantes que se escudan detrás del victimismo y la violencia. La verdad cuando es expuesta es mucho más fuerte que una bomba nuclear y eso lo saben los sionistas que con el genocidio que hoy cometen en Palestina, han expuesto a la luz pública su torva fas.

Desde el 18 de marzo y con asentimiento del presidente Donald Trump, las FDI rompieron abiertamente la tregua acordada mediante bestiales bombardeos sobre la población palestina en los precarios campamentos y refugios de UNICEF en la franja de Gaza matando y mutilando horriblemente a cientos de mujeres y niños. Naciones Unidas, como siempre mirando sin hacer nada[1].

Queda muy claro que a Netanyahu y su corte de supremacistas teológicos les importa nada cumplir con el acuerdo arribado en enero con Hamas y aprovechando la buena sintonía con Washington están dispuestos a exterminar a toda la población palestina a como dé lugar.

Pero ¿Cuáles son las razones por las cuales los sionistas (no los judíos en general) se creen superiores para robarle las tierras, sus bienes y la vida a los palestinos o a cualquiera que les apoye?

Ante todo, no existe ninguna superioridad o justificación teológica. El asunto radica en una disputa meramente política que los sionistas han tratado mediante el relato, de convertirlo en religioso que como hemos venido viendo, se les ha vuelto en su contra. En el planteo lógico de quien fue primero “el huevo o la gallina”, los sionistas han elucubrado montañas de supuestos históricos, etnográficos, semióticos y (por supuesto) teológicos que con la ayuda de los medios estadounidenses, han intentado presentar ese monolítico “pueblo elegido”…pero…No son solamente los “goyin” o gentiles quienes han advertido y denuncian este engaño, sino también los verdaderos judíos (verdaderos creyentes) son quienes les han desenmascarado.

No hacía falta que eruditos o grandes pensadores para desentrañar esto. Si el sentido común tuviera prensa o cotizara en las bolsas de Wall Street y la City hace tiempo sería un capital precioso en el pensamiento occidental. Pero como en este hemisferio así funcionan las cosas, la palabra de reconocidos intelectuales son quienes – y bajo presión- pueden visualizar sus elaboraciones.

Shlomo Sand[2] es uno de ellos y su trabajo reflejado en sus obras “La invención del pueblo judío” y “La invención de la tierra de Israel” pone sobre la mesa un análisis crítico y puntilloso sobre lo que la política del sionismo como una organización de alcance internacional, ha tratado de imponer a base engaños, subterfugios y que hoy vemos mediante la fuerza bestial.

En una resumida idea, los sionistas se auto perciben como “puros” pero no dentro del judaísmo sino, de la humanidad toda (esbozada por Arthur Ruppin[3]) dejando en evidencia una crasa falacia científico-discursiva ya que solo hay una raza, y esa es la humana[4]. En su discurso solemos escuchar el cliché del “pueblo elegido” que los apartan del resto de los demás mortales como si fueran algo superior y que los evangelistas neosionistas en occidente usan en sus predicas para sustentar y justificar las aberraciones que comete el estado de Israel. 

En la antigüedad Israel como entidad política monolítica jamás tuvo existencia. Tampoco existió como influencia globalizadora en la que todos hablaran hebrero o “yidish”[5] (esta última lengua proveniente de Europa Oriental). Los que si había en el territorio de la Palestina pre-cristiana eran tribus hebreas (que a su vez se hallaban enfrentadas) que convivían con otros pueblos semíticos como los, arameos, cananitas de Canaán, fenicios, filisteos, samaritanos y otros pueblos nómadas del Levante (el actual Iraq, Siria y el Líbano).

Como vemos, un verdadero caldero de pueblos semíticos entre los que había practicantes judíos en varias interpretaciones, otros eran politeístas pero a todos les unían un elemento en común, su tronco semita.

Con la llegada del Cristianismo se produjo un profundo cambio espiritual en la población judía que como la de Judea -por convicción y otros por conveniencia- se convirtió mayoritariamente a esta nueva fe reflejando un fenómeno que se verá más tarde por el siglo VIII en Europa oriental en Jazária[6] (en la actual Ucrania), donde en medio de la lucha entre cristianos y musulmanes sus habitantes, los jázaros (compuestos por tribus turkicas y hunos), optaron por convertirse al judaísmo como una medida política de conveniencia que los aislará momentáneamente de esa lucha hasta que más tarde los Bizantinos los diezmaron. Ante esto ¿Por qué Theodor Herzl[7], fundador del sionismo no planteó a Jazária como la tierra prometida?

Si razonamos la intención de este cambio confesional podríamos ir desde motivos de profunda convicción espiritual en algunos hasta una maniobra meramente política y de conveniencia para sobrevivir.

Pero volviendo a la conversión en Judea, veremos que con la llegada de los árabes de la península arábiga en el siglo VII, esa misma población que era cristiana en una buena parte se convirtió al Islam (construyendo la Mezquita de “Al Aqsa”[8] en Jerusalén) y que desde ese entonces terminó siendo la masa poblacional palestina mayoritariamente musulmana y de lengua árabe que habita Palestina y que desde 1948 los sionistas (judíos askenazis europeos) han estado en constante arrebatándole sus tierras.

Como hemos visto, lo que hubo en la Palestina histórica fue un gran y sucesivo proceso de conversiones religiosas pero no de recambios étnicos.

Con este repaso muy por arriba de mostrar cómo nunca existió el mentado estado de Israel en la antigüedad, vemos la falsedad del argumento de una supuesta trasplantación de árabes para justificar la foraneidad de los palestinos y que en realidad lo que ha venido sucediendo en los pueblos de la región es un cambio de religiones y la adopción del árabe como su lengua hablante.    

 

 

 

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