EN LA MIRA
“EL MUSCULO DE RUSIA”
Como en el ajedrez, el jugador más calmo, observador e inteligente prevalece sobre su rival. Algo similar podemos ver con la geopolítica de Rusia impulsada por un Vladimir Putin que ha elegido usar el cerebro más que los músculos contra los subterfugios y provocaciones del occidente anglosajón
Por
Charles H. Slim
Acostumbradamente
hemos visto como desde la elite político y militar de Washington y su caja de
resonancia mediática que representa la gigantesca Corporación de Medios, se
achaca a Rusia todo tipo maldades tratando de hacerlo parecer a esos ogros feos
y sucios de los cuentos de hadas de otras épocas. Para estas elites no hay
límites cuando tratan de menospreciar a quiénes se vuelven una amenaza para sus
intereses. Si son los musulmanes, además de negros –como suelen calificarlos
tanto los neocon como sus socios sionistas- son extremistas y locos que
deben ser eliminados preventivamente.
En
lo que hace a Rusia, existe en Washington una gran frustración que claramente
comenzó desde que Vladimir Putin asumió la presidencia y que sigue sacudiendo
los cimientos del estado profundo de la Unión hasta la actualidad.
Como
una forma de explicar los errores y las torpezas propias, Washington ha elegido
como chivo expiatorio a su viejo rival de la “guerra fría”, sospechándose que (detrás
de la gran maquinaria mediática y propagandista) se busca desatar una nueva y
lucrativa carrera armamentística que llenara los bolsillos de los empresarios
corporativos de la tentacular Corporación armamentística industrial
norteamericana.
En
ese sentido, los discursos rancios con olor a “Macartismo” y naftalina han
venido siendo una cosa común provenientes de personajes insignes de la política
estadounidense. Quizá el más conocido de todos sea el caso del senador y
veterano de Vietnam John Mc Cain, quien desde hace años viene predicando que
“Putin es ese carnicero de la KGB” que es una amenaza para EEUU y que ha venido
siendo el aliado de “regímenes” dictatoriales como el de Bashar Al Assad en
Siria.
La
base argumentativa de Mc Cain se suele apoyar básicamente en que Putin es un
“ex KGB” (Servicio secreto de la URSS) sin darse cuenta que su país, estuvo
gobernado por un “ex CIA” como George H. Bush quien estuvo claramente implicado
en todo tipo de crímenes durante su ejercicio como director de la Agencia tanto
como cuando fue presidente.
Incluso
el propio Mc Cain no está libre para arrojar ninguna piedra. A sus estruendosas
palabras no hay que olvidar sus continuas y comprobadas acciones por apoyar a
los grupos irregulares armados, entre ellos el ISIS en momentos que la entonces
secretario de Estado Hillary Clinton, viajaba incesantemente para organizar una
“oposición política siria en el exterior”.
Pese
a lo básico de las diatribas del viejo político norteamericano, las mismas son
el sentir de una amplia franja de partidarios neoconservadores y de sionistas
dentro y fuera de los EEUU, que ven al mandatario ruso como un estorbo a sus
planes más preciados como son, destruir de una buena vez a Siria y por
supuesto, a la república Islámica de Irán.
En base a estos argumentos es que
EEUU había impuesto a Rusia una batería de sanciones comerciales contra
empresas y empresarios de este país, como una forma artera de degradar la
economía doméstica de la Federación.
Cuando
hace poco el cineasta norteamericano Oliver Stone entrevisto a Vladimir Putin
por 19 horas en su estancia en Moscú, el mandatario ruso, entre otras
cuestiones, se apiado del senador Mc Cain
señalando que era un personaje político que se había quedado en el
tiempo y que lejos de avanzar en los nuevos desafíos que amenazan al mundo,
arrastran tras de sí viejos conflictos que ya no existen. Sin rodeos, Putin fue
elegante y no lo califico de “senil”.
Son
estos los sectores que trabajan para desestabilizar de diversas formas a Rusia,
proponiendo e impulsando políticas como las sanciones comerciales que buscan
dañar internamente el tejido social de la población con artilugios financieros
y boicots a ciertos productos, buscando crear ese efecto de descontento que se
vuelva contra el gobierno pero que Putin ha logrado contra restar con bastante
éxito.
Por
su parte, Trump como su Staff, hacen alardes de sus razones y puntos de vista
sobre las medidas impulsadas contra Rusia.
Al mismo tiempo, los sectores neoconservadores que detestan ésta
administración y a su estrambótico presidente, parecieran ser más virulentos
con éste, su propio presidente, que con el tan odiado Putin.
Pero
lejos de las cámaras y de las agradables entrevistas para televisión, ambas
partes se movilizan en forma constante y atenta, por prevalecer y mantener la cúspide del poder
en el ámbito de la geopolítica internacional. Más allá de que EEUU seguiría
actualmente en posesión del estatus de
“primera potencia” militar, ello no basta y menos actualmente en el marco de un
mundo complejizado por las atomizaciones políticas, étnicas y religiosas que
curiosamente ellos mismos ayudaron a crear.
En
el medio de esto, los europeos jugando a los “policías buenos” que tratan de
moderar la irascibilidad estadounidense, como en algún momento lo dejo entrever
el historiador Robert Kagan al tratar de explicar que ambos no comparten la
misma visión del mundo, algo que se ve reafirmado tras la asunción de Trump a
la presidencia (Foreing Affairs. https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/2017-06-14/how-foreign-policy-came-divide-america?cid=int-lea&pgtype=hpg )
En
todo este desastre, la inesperada intervención de Rusia ha sido la vara de
hierro para limitar y detener la extensión de ese caos controlado que
tanto los EEUU como Gran Bretaña
supieron instigar para remodelar el Medio Oriente para convertirlo en un puzle de
territorios desorganizado a costa de las naciones árabes laicas como Iraq,
Siria y el Líbano, objetivos primordiales de toda esta componenda que había
sido públicamente denunciada por el General Wesley Clark allá por 2004.
Y
mientras EEUU se empantanaba en más guerras imposibles de ganar, Rusia
impulsaba una política de apertura y de relaciones internacionales como nunca
se habría pronosticado, teniendo como principal mentor al presidente Putin, quien
llegó a tender un puente en base al entendimiento multilateral en varios campos
con Latinoamérica.
También
fue la astucia y la oportunidad muy bien explotada por Putin en 2014, cuando contra
todo pronóstico del Pentágono, ordenó entrar a Crimea para conjurar la
extensión de las consecuencias por aquel golpe de estado instigado y apoyado por
las agencias de inteligencia occidentales contra Kiev las cuales desde
bastidores EEUU y la UE pretendieron extender hasta la península.
Moscú
le fárrago los planes a Washington y peor aún, dejo en evidencia los juegos
sucios que se dirigían desde la embajada estadounidense en Kiev con las
bochornosas filtraciones telefónicas de altos funcionarios consulares. A contrario de estas políticas conspirativas y
de provocación que viola el derecho
internacional, el Kremlin mantuvo la cordura y la mesura política que le
previno de caer en las trampas que sus socios occidentales le habían tendido.
Sin dudas que por aquellos momentos, Barack Obama sus asesores militares y de
inteligencia, reunidos en el más absoluto secreto se habrían preguntado ¿Por
qué diablos no devuelven el golpe?, sin advertir que el verdadero musculo de
Rusia era y sigue siendo, el cerebro de su mandatario.