jueves, 3 de septiembre de 2020

 

“CONOCER PARA PREVENIR”

¿Cuáles son las causas políticas del descontrol de la situación sanitaria en la Argentina?

Por Pepe Beru

Todo lo que ha causado la aparición del COVID-19 no debe perderse detrás de las consecuencias causadas por la discutida política de aislamiento forzado de toda la población. Aunque parece una obviedad es necesario remarcarlo ya que los medios están tratando de que se olviden las preguntas más elementales de este caso ¿De dónde provino este virus? O quizá con mejor precisión la pregunta debería ser ¿Quiénes fueron los que realmente elaboraron este virus y por qué parece ser más agresivo contra ciertas etnias?, ¿Ha sido diseñado como una Bioarma para agredir a ciertos pueblos determinados?

Queda claro que en la Argentina, no hay ánimo ni el interés político por escarvar en este asunto.

Todos estos cuestionamientos están fuera del campo visual de los políticos argentinos, no solo por la incapacidad y el desinterés que los destaca sino también porque con ello temen molestar a sus mecenas y rectores políticos que les monitorean desde las embajadas en Buenos Aires.

En lo que respecta a los insignes medios y periodistas a sueldo des Establishment nada diferente se puede decir ya que, se ha visto como han ido moldeando la percepción de la realidad a la conveniencia y el interés de sus empresas.

Como lo han señalado varias fuentes, para llegar a rastrear el origen de esta creación diabólica y artificial, hay que seguir la ruta del dinero que pueda financiar los estudios en los centros académicos más exclusivos y destacados, a los reclutadores de cerebros provenientes de todas partes del globo para esas universidades, los mejores y avanzados laboratorios de guerra biológica y por supuesto, como esconderlos de la vista del conocimiento público. Por fortuna esto último ya es imposible de hacer tal como quedo claro con las revelaciones de investigadores estadounidenses que (además de revelar la participación de la CIA en el desarrollo del COVID-19) acusan una colusión encubridora entre algunas universidades privadas y el “estado profundo” que dejan entrever una pavorosa y siniestra estrategia.

Para saber como luchar contra algo, es necesario conocer la amenaza, estar prevenido y entrenarse para ello. Se trata de una lógica obvia a la cual los gobiernos deben atenerse para no ser sorprendidos por sin la preparación necesaria. Esto es lo que debería haber hecho el gobierno argentino pero ya sabemos que desde hace más treintas años hasta el presente, cada uno de los gobiernos que han pasado por la Casa Rosada se han ocupado de meras contingencias y mezquinas peleas partidarias que ha llevado al estado a una situación patética e irremisible. Tal vez sea por eso que sus políticas sanitarias para afrontar la actual crisis global, han sido tan improvisadas como inacatables que  han hecho que su población, a estas alturas ya no les presente atención.

Y es que las consecuencias de ese aislamiento pandémico sobre la vida económica y productiva han sido por demás desastrosas ya que se agregaron a una continuidad económica calamitosa que venía de años antes, registrándose en abril de este año una caída del 26,4% con respecto al mismo mes de 2019, sin descontar tampoco, lo conveniente que ha sido esto para controlar y tratar de cooptar sectores de la administración como la justicia.

Como siempre, los gobernantes argentinos han ido a lo más fácil: Seguir el tren de los eventos. En este plan lo único que ha hecho Fernández y su “gabinete de expertos”  ha sido seguir cada una –incluso las más descabelladas- de las sugerencias de la OMS y de expertos extranjeros quienes además de no haber acertado en sus catastróficas visiones, algunos de ellos vienen de agendas políticas bastante oscuras.

Pero un gobierno de un país sin políticas de estado y mucho menos, objetivos estratégicos, se hace muy raro que pueda articular una planificación, llevar estadísticas serias y mucho menos invierta en la investigación e inteligencia para prevenir situaciones como las que han causado la difuminación del COVID-19. Incluso, en los hechos, sus gobernantes al no ser más que muñecos de alquiler (que representan intereses propios), no levantarían un dedo en tratar de poner en evidencia asuntos tan siniestros y sucios que involucran a sus pagadores (No muerdas la mano que te da de comer). En ése sentido, hubiera sido una ficción que el gobierno argentino hubiera llegado a una conclusión propia sobre el origen de esta pandemia.

Las evidencias de que la pandemia fue creada son inconstrastables. Tal como lo habíamos dicho a comienzos de año, éste brote viral no solo no tenía nada de natural sino que incluso ya se había producido unos meses antes dentro de los EEUU (Fort Detrick, Maryland). El mediatizado brote en Wuhan por el mes de febrero de éste año solo fue el coletazo de una jugada sucia que salio mal.

¿Pero que sucedía en esos momentos en Argentina? O más bien ¿Qué sabía el gobierno de Fernández de lo que estaba ocurriendo entre EEUU y China? Obviamente nada. Y es que además de la acostumbrada desconexión con la realidad política global, la clase dirigente argentina está más preocupada para ver como preserva sus privilegios y aumenta las ganancias para sus bolsillos que atender a problemas que podrían llegar a tocar la puerta del país.

A pesar de que el actual gobierno se vanagloria de promover la investigación científica con sus principales exponentes de su  propaganda al INVAP y el CONICET, el desarrollo y alcance de éstas áreas es evidentemente muy limitada. En lo referente a las investigaciones y desarrollos del campo de la defensa, podemos decir que son casi nulas  manteniéndose en la raya que Londres le hubo impuesto de forma tácita en aquellos oprobiosos acuerdos consensuados y firmados a comienzos de la década de los noventas (1989/1990) por el entonces presidente peronista Carlos Menem. Fue por ello que nadie podía sorprenderse de las conclusiones a las que arribaron los asesores del Ministerio de Defensa británico en la cuales quedaba claro que “la Argentina ya no era una potencia militar capaz”.

De ese modo, todos los avances y las investigaciones científicas que pudiesen ser dirigidas a mejorar el bienestar de la población, que incluye la defensa y su inteligencia (lo que incluye a las amenazas NBQ que contemplan las Bioarmas), fueron abandonados y desmontados, cortando sus presupuestos para el área o siendo recurrentemente desviados a los bolsillos de sectores y funcionarios corruptos. Como resultado de ello, los cerebros nativos sin expectativas para desarrollar sus talentos en la tierra que los educo, al ver que  para sobrevivir debían emplearse en trabajos mediocres para sobrevivir, comenzaron a ser tentados y reclutados para aplicar sus invalorables conocimientos adquiridos en el exterior ¿Quién puede culparles por tener que optar por esta solución que en algunos más que otros, causa un doloroso desarraigo?

Fue en este marco que Argentina (por intermedio de sus gobiernos) renuncio a sus proyecciones estratégicas (creyendo que con ello se eliminarían los problemas), cerró las investigaciones nucleares con orientación bélica (dejándole el puesto a Brasil), entrego su desarrollo de misiles más avanzado de toda la región (Cóndor I y II) y su industria militar convencional en general (que ofrecía productos de alta calidad que competían en el mercado mundial) que fue extendiéndose paulatinamente a las áreas de mayor complejidad.

El país cayó en un pozo de mediocridad y controversias sin sentido del cual ningún gobierno ha tratado de sacarlo. Para los gobernantes ello no podía ser mejor. De esa manera, el deterioro político y social ha venido siendo piramidalmente democrático llegando a infectar con esa ideología de una desidia y corrupción tolerada a los más bajos estratos sociales.

Las actuales circunstancias no son nada alentadoras. La grieta política lejos ha estado de cerrarse y por el contrario, hoy los ciudadanos argentinos desconfiados de sus representantes carentes de autoridad moral, de las instituciones vaciadas de propósitos y de las autoridades con miedo a ejercer el monopolio de la fuerza, están pasando de ser meros observadores a protagonistas de la profundización de esta situación critica, revelando que los días de mutismo y apatía de las masas anónimas se han acabado para dar lugar a las movilizaciones apartidarias y encendidas que ponen  muy nerviosos a los personeros y profesionales del negocio político.

En un país en el cual puede ingresar un elefante pintado de rojo por sus aduanas sin que las autoridades “se den cuenta” ¿Cómo pretender esperar que pudieran prevenir y mucho menos detectar el ingreso de un virus de diseño como el COVID-19?

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