“REACTIVANDO
EL ENCONO”
¿Por
qué ISIS está retomando fuerza en Iraq?¿ A quién beneficiaría su reaparición?
La unidad iraquí nacional sigue siendo el peligro más preocupante para
Washington y Tel Aviv
Por Ali Al Najafi y Zeynav Azalanay
Tal
vez sea necesario volver a recordar que cuando los EEUU retiro de Iraq a sus
tropas en octubre de 2011, no lo hizo sin un plan B. Obama no le iba a devolver
a los iraquíes su soberanía política ni mucho menos el control de los activos
petroleros que tras la invasión de 2003 ellos se apoderaron. Solo se trató de
una retirada estratégica, un cambio cosmético para dar paso a otra forma de
ocupación basado en la creación de un caos controlado a distancia mediante
nuevas estructuras de agentes agresivos y desestabilizadores que se encargarían
de mantener en estado de coma al país.
Nada nuevo en la historia de cómo procede la “democracia”
del norte contra quienes considera enemigos. Pero en el caso del mundo árabe islámico
en general y en de Iraq en particular, el desprecio por la vida de los
musulmanes ha quedado ampliamente documentada y grabado en el inconsciente
popular de todos los iraquíes.
El programa de contrainsurgencia implementado desde
2006 por el General David Petraeus y los escuadrones de la muerte ideados por el
embajador John Negroponte no bastaron para “democratizar” a los iraquíes pero
si sirvió para crear un caos y la desconfianza mutua entre las comunidades
chiitas y sunitas de Iraq. La táctica era simple: Grupos de hombres disfrazados
(mercenarios) como árabes con sus caras tapadas con “kufiyas” o simplemente con
máscaras, armados con fusiles AK-47 y unos lanza cohetes RPG-7 que atacaran
sitios públicos de una y otra comunidad era suficiente para crear esa
atmosfera. Otra era la de estacionar vehículos cargados con explosivos para
causar masacres colectivas que tuvieran trascendencia internacional ¿Cuál era
el objetivo de semejante crimen? Construir una aparente guerra civil y con ello
la necesidad de justificar la estancia de las tropas de ocupación. Un dato que cierra estas pérfidas tácticas
era que cuando se retiraban de uno de estos ataques, estos falsos muyahidines
debían gritar bien alto “Allah Hu Akbar” (Dios es grande) para darle mayor
credibilidad a estos hechos.
Pero los iraquíes desde el inicio se dieron cuenta de
esto y a pesar que sus voces estaban silenciadas por el terror imperante que
implementaban los ocupantes con la cooperación de un gobierno títere, no se
olvidan de estos embustes.
Aún lo recuerda Munir Ubeidi H. un hombre sunita de
mediana edad de Bagdad que en aquellos momentos tenía una despensa en cercanías
de lo que hoy es el barrio de “Ciudad Sadr” y recuerda que hasta la llegada de
los invasores no existían rencillas con sus vecinos por cuestiones de religión.
Incluso me muestra unas fotografías de sus hermanas que estaban casadas con dos
hombres chiitas de Karbala y que tras la llegada de los estadounidenses y los
británicos fueron asesinados en circunstancias nunca aclaradas.
“En realidad nadie se creyó eso de Al Qaeda y menos
que Saddam los respaldara”, me dijo con una sonrisa que entremezclaba un poco
de ironía y amargura por todo lo sucedido. Continuando con su relato me dijo “Incluso
cuando comenzaron los atentados contra las mezquitas de ambas comunidades,
muchos de nosotros nos reuníamos sin vernos las caras para distinguirnos entre
sunitas y chiitas y ninguno de nosotros creía que esto era cosa de iraquíes”.
En aquellos días muchos Shiej sunitas fueron arrestados, torturados y asesinados.
Pero también muchos otros clérigos chiitas tuvieron la misma suerte y en ambos
casos la mayoría se oponían al Status Quo ocupante.
Lo mismo nos decía Ali Akbar J. un vecino chiita de la
populosa Ciudad Sadr que en 2003 con veintiún años de edad estaba tratando de
terminar sus estudios en la Universidad de Bagdad. Las bombas, las razias y el
terror implantado en las calles desde la llegada de los invasores complico sus
planes. “La vida se volvió un infierno con los americanos y sabíamos que lo único
traerían serían sus trucos sucios y muerte”, me afirmaba con firmeza mientras
gesticulaba con su mano derecha. Para él no había dudas de que muchos oficiales
del Baas de Saddam se vendieron a los ocupantes y pasaron a servir a esas
operaciones de “contrainsurgencia”. Para ambos la aparición de “ISIS” en 2014 fue
parte de los engaños de Washington y en los cuales por supuesto, colabora
Israel.
A pesar que las editoriales de occidente y en
particular de EEUU y Gran Bretaña siguen dando su amañada versión de lo que
ocurre en Iraq argumentando que ello es producto de la “influencia de Irán” y
de los “planes de Irán” o de las “maquinaciones de los Ayatolas en Teherán”
cierto es que, la cruda realidad existente (miseria, corrupción, crímenes,
drogas) se la deben a los angloestadounidenses y a nadie más.
Los análisis que suelen hacerse sobre la situación de Iraq
están teñidos de parcialidad, claro oscuros y un gran recorte en la trama de
los hechos claramente destinados a borrar la aberración que significó una invasión
basada en argumentos falsos y mentiras que para peor, se convirtió en una
ocupación bestial de la que ningún medio en occidente se atreven a profundizar.
Suenan en cierta forma hilarantes las alegaciones angloestadounidenses
al fomento de la democracia, las preocupaciones por la participación popular en
las elecciones o el tan trillado tema de los derechos de la mujer que vale
recalcarlo, en las épocas de Saddam Hussein se respetaban de forma acabada
(algo que no hacían ni hacen los socios de las petromonarquías del Golfo). Los
invasores no le devolvieron el poder al pueblo sino le dieron el gobierno a
verdaderos grupos criminales quienes continuaron con las bestialidades y las
arbitrariedades que llevaban adelante sus tropas y agencias de inteligencia.
Y es que
pareciera que los redactores de medios en sendos países se olvidan como los
batallones de inteligencia militar, la CIA y sus colegas británicos (con la
siempre presente mano de Israel) introdujeron elementos disociadores como sin
dudas el fue el agente jordano Abu Muzab Al Zarqawi quien había sido un activo
de la CIA en Afganistán y con él toda una cadena de impostores y mercenarios que
debían destruir a la resistencia nacional por dentro.
Tampoco se debe olvidar que fueron los norteamericanos
quienes (impostando una supuesta preocupación mediática) usaron a los chiitas
iraquíes para tratar de eliminar todo vestigio del nacionalismo baasista de Saddam
pero solo hallaron en los militantes de las sectas pro-iranies como la “Dawa” y
“Badr” los mejores esbirros para concretar esos planes.
Para peor, además de colaboracionistas incapaces estos
esbirros demostraron ser mucho más corruptos, arbitrarios y brutales que los
nacionalistas del Baas entonces ¿Cuál ha sido la mejora de ese cambio? Los únicos
que se han beneficiado con esto son los EEUU y sus aliados (entre ellos Israel)
y para nada esto contempla a los iraquíes.
El respeto por los derechos humanos sigue siendo un
gran agujero negro en este país. Son incontables los casos de detenciones, torturas
y hasta desaparición de activistas que han denunciado las brutalidades del
régimen. A pesar de haberse constatado graves violaciones y crímenes contra los
opositores a los colaboracionistas de turno, Washington siempre ha hecho la
vista gorda por el simple hecho de que le son serviles a sus propósitos. Sumado
a esto el proceso político existente en el país es un fraude desde su origen y
por ello claramente ilegitimo. Desde 2003 solo gobiernan mafias en Bagdad y
ninguna de ellas ha instaurado algo similar a la tan clamada democracia y mucho
menos ha beneficiado la vida de los iraquíes. Las únicas libertades existentes bajo
este estado de cosas son la de hacerse ricos para los gobernantes y sus
allegados y la de morirse de hambre para los ciudadanos comunes. Y Washington
ha tolerado esto porque es funcional a sus planes. Solo cuando en Bagdad se han
querido salir del carril de lo que a EEUU le importa, las marionetas han sido sigilosamente
escarmentadas (con la repentina aparición de ISIS).
Todo el andamiaje electoral (insertado en 2005) es de
autoría anglosajona y son precisamente asesores norteamericanos y británicos
quienes alimentaron el sectarismo de aquel entonces y que actualmente, en este
marco de cataclismo político apelan a profundizar el faccionamiento dentro de
los partidos manipulando los procesos electivos con intención de mantener el
Status Quo de control. Pese a ello, no han logrado los objetivos en su grado
más óptimo.
Hay una gran tensión entre la administración títere y
Washington que se ve alimentada por el creciente clamor popular que urge a la
salida completa de los estadounidenses que pone en riesgo esa relación
simbióticamente sucia y siniestra de necesidades reciprocas de las cuales que
los iraquíes de a pie están fuera. Lo sucedido en Afganistán en septiembre
pasado ese ideario. A medida que crecen las demandas para esta salida aumentan
los ataques reivindicados por el “ISIS” ¿No les parece muy conveniente?
Las voceadas preocupaciones sobre la corrupción, la
violencia estatal y la falta de transparencia en los manejos tiránicos de las
marionetas de turno son una mera actuación teatral. Lo mismo en referencia a la
miseria y la desigualdad social que casualmente viene creciendo sin pausa desde
2003 y que ha sido motivo de las continuas manifestaciones callejeras y la
desconfianza de la juventud con todo lo que se vincula al gobierno.
La seguridad es inexistente y ello por el simple
motivo de que las áreas sensibles como inteligencia, policía y cuerpos de
seguridad interior se hallan filtradas y tironeadas por facciones que responden
a la CIA o al VEVAK iraní. La administración de justicia es una extensión de esta
situación y es por ello que nada es investigado. El país es una mera
apariencia. Fue por ello que los israelíes junto a sus socios de la CIA pudieron
dirigir y concretar en la misma capital el asesinato de Soleimani y Muhandis e
incluso montar charadas como el último intento de asesinato en noviembre pasado
contra el actual títere de Bagdad.
Gran Bretaña y EEUU han venido tratando (mediante una colonización institucional) de
fagocitar a la sociedad iraquí pero el experimento no les ha salido como
esperaban. La miseria, el desempleo y el abandono de los sectores más
desprotegidos son el pan de cada día. Las preocupaciones y las supuestas ayudas
de Washington y Londres son solamente artilugios y maquillaje que tratan de
tapar una situación insostenible. Los iraquíes en general pero los chiitas en
particular hace rato se dieron cuenta del embuste y ellos mismos saben separar
la paja del trigo.
La gran mayoría es consciente que reeditar la
violencia interreligiosa con embustes como “ISIS” es funcional a Washington y a
Israel y es por ello que están atentos a los acontecimientos.
Pese a la miseria sembrada por la ocupación y que
mantienen sus colaboracionistas como el actual Primer ministro Mustafa Al
Kadhimi, los chiitas iraquíes prefieren seguir a referentes creíbles quienes
como el clérigo chiita Muqtadar Al Sadr han enfrentado a los invasores, manteniendo
su postura a lo largo de los años y al mismo tiempo se mantienen al margen de
la influencia de Teherán.