EXITO ESTRATEGICO
¿Por qué la respuesta contra Israel del 13 de abril representa para
Teherán un doble éxito estratégico?
Por
Charles H. Slim
Como ya bien sabemos, el 13 de abril pasado Teherán decidió devolverle gentilezas a Israel tras el ataque criminal a su sede diplomática en Damasco donde además de sus altos funcionarios, fueron asesinados unos ochos infortunados ciudadanos sirios de a pie que pasaban por el lugar. Aquello significó un “alto” a la impunidad con la cual Israel se acostumbró a asesinar sin consecuencias. La modalidad elegida por las CGRI fue un ataque con drones y misiles balísticos a los cuales se sumaron otros vectores lanzados por la resistencia islámica desde Iraq y Yemen.
Quien se
mantuvo al margen de esta acción fue Hezbollah que a pesar de las especulaciones
que siempre están haciendo desde occidente (particularmente desde Buenos Aires),
solo se avoco a mantener sus acciones limitadas en la frontera (especialmente
contra puestos de espionaje electrónico y avanzadas de las FDI) y entre las
cuales por estos últimos días se cuentan el derribo de costosos y sofisticados
drones “Hermes” 450 y 900.
Para la
opinión pública en occidente, el ataque iraní fue como un baldazo de agua fría
para Israel y claro, también para su protector en occidente.
Pero como
bien sabemos, el ataque fue avisado desde Teherán con 36 horas de antelación a
Washington para que fuera testigo de la potencia controlada con la cual iba a
ejercer su venganza. Eso permitió que los aviones norteamericanos, británicos y
franceses desplegados en la región y también los navíos de guerra que operan
desde el Mar Rojo y el Mediterráneo estuvieran alertas y pudieran salir a
tratar de interceptar a la oleada de vectores que provenían desde el este.
Irán pudo
haber tomado otro curso de acción mucho más dañino y artero pero con este
ataque avisado, le dice a Washington y a sus socios que el único responsable es
Israel y sería su infraestructura gubernamental la que pagaría por lo de
Damasco.
Obviamente
que desde Washington se avisó a Tel Aviv en previsión de lo que venía en camino
sin saber (al parecer) la capacidad real de lo que les iba a golpear y mucho
menos la precisión. Netanyahu y su gabinete advertidos de la situación fueron
inmediatamente trasladados a los refugios de la sede gubernamental desde donde
verían como se desarrollarían los eventos.
En medio de
la noche y pasadas las 23 horas del 13 de abril, las sirenas comenzaron a sonar
en todas las ciudades israelíes y especialmente en Tel Aviv y aunque la fuerza
aérea y las FDI ya estaban preparados con los sistemas “Cúpula de Hierro” en el
cual ponen toda su confianza, el pánico entre la población israelí se
entremezclaba con los gritos de los árabes-palestinos de las zonas ocupadas que
festejaban la llegada de los misiles.
Tras el
ataque vimos como los medios israelíes y en particular los occidentales quisieron
mostrar una sensación de invulnerabilidad, mostrando solo una parte del
escenario y hablando de una eficacia del 99 % en la interceptación de los
misiles. Pero la realidad no fue ni por asomo así y eso se pudo notar en las
caras largas de Netanyahu y sus generales quienes tras el final del ataque no
harían más comentarios que los necesarios.
A pesar de
los preparativos israelíes ante el aviso que le dio Washington, las medidas
para contraestar la totalidad del ataque y pese a la invalorable ayuda
angloestadounidense, no fueron suficientes.
Ciertamente
que la aviación atlantista y el sistema “Cúpula de Hierro” lograron interceptar
una buena parte de los vectores que ingresaron a los cielos de Palestina pero,
hubo un número de ellos que no pudieron ser alcanzados por el simple hecho de
que era imposible hacerlo ¿Cuántos fueron y cuáles eran las características de
esos misiles que no pudieron ser interceptados?
Según
fuentes confiables los misiles que no pudieron ser interceptados fueron 14 y
todos ellos eran hipersónicos de la clase “Fattah”, fue por ello que ni los
aviones, ni los misiles crucero de los buques ni mucho menos el sistema israelí,
pudieron cazarlos. Y fueron esos misiles los que cayeron en los sitios más
inesperados para Tel Aviv como fueron la base aérea Nevatim donde salió el avión
“F-35” que atacó la embajada en Damasco, el aeropuerto Ramón, una base secreta
del Mossad en el Monte Hermón (de los Altos del Golán) donde habrían muerto
varios de sus agentes y lo más doloroso para el orgullo de Netanyahu y su
elite, un bloque de oficinas en Tel Aviv donde se ubicaba otra sede de su
inteligencia.
Para
Teherán fue un éxito por doble partida ya que además de responder controladamente
a la agresión israelí, le ha marcado los límites a Tel Aviv dejándole entrever
que a pesar de la ayuda estadounidense y de sus socios europeos, tienen los
recursos tecnológicos suficientes como para causarle un gran daño a la
infraestructura israelí y que a diferencia de lo que ellos siguen haciendo
contra la población civil palestina o de la vecina Siria, pueden golpear puntos
precisos de los estamentos militar e inteligencia que no esperaban ver
afectados.
Este éxito
quedó ratificado tras la limitada y poco perjudicial respuesta israelí del 19
de abril pasado (frustrada por el derribo de un F-35 sobre Jordania que llevaba
una ojiva nuclear para crear un PEM en la estratosfera iraní)[1],
lo que informa que más allá de la incondicionalidad del Establecimiento
estadounidense, Biden también esta bajo presión y se vio obligado a poner
límites a las expectativas de un Netanyahu rabioso que es muy posible haya
creído ser la reencarnación del Rey Saúl.
[1]
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