LA HORA DEL
OFRECIMIENTO
¿Qué estaría
dispuesto el gobierno de los Milei para obtener la ayuda generosa y desinteresada
de Washington en su dilema con el FMI?
Por Charles H. Slim
Nadie puede hacerse
el sorprendido con las políticas que Donald Trump ha puesto en vigencia bajo el
espectacular título de “Declaración de independencia económica”. La diferencia
en esta ocasión es que Trump quiere sodomizar a todos, sin importar incluir a
los amigos. El problema es hay algunos se resistirán y otros aceptarán con
resignación. Entre los últimos hay que contar al gobierno argentino quien ya lo
hemos dicho, creía que tendría un trato preferencial por las divertidas monerías
del presidente Javier Milei y su marcada obsecuencia con Washington. La
imposición de un arancelamiento diferenciado del 10% además de un balde agua
helada, viene en el peor momento del país y aunque La Casa Rosada diga lo
contrario, Milei deberá peregrinar a Washington no para negociar, sino para
ofrecer algo de interés para Donald Trump.
En Argentina ya
pocas cosas son argentinas y los propios argentinos ya deben intuirlo. Pero,
aunque los políticos ya han vendido prácticamente todo, siempre quedan plazas
interesantes y en este caso, muy potables para los intereses estratégicos de
los EEUU y de sus socios de la OTAN, que a propósito (y como ya lo hemos visto)
sigue tan vigente como nunca.
La situación de
ocupación británica en el atlántico sur es un hecho que el gobierno de los
Milei se ha comprometido a no tocar e incluso a proteger en el marco de su
oculta política desmalvinizadora, un punto de conflicto irreconciliable con la
vice presidenta Victoria Villarruel. Con esto en consideración, a La Casa
Blanca (o más bien al Pentágono y a la Agencia) solo podrían interesarle otros
puntos situados sobre el continente, es decir, en el territorio argentino.
Ciertamente que los militares estadounidenses ya hace tiempo están dentro del
territorio argentino y una de sus últimas reubicaciones conocidas ha sido la
hidrovia Paraná-Paraguay, sitial de alto valor estratégico, entregado por el
actual gobierno.
Pero estos
despliegues no alcanzan para un Trump ambicioso. Argentina puede entregar otros
recursos o prestar otras colaboraciones mucho más útiles y tangibles importantes
para La Casa Blanca en su campaña global por sostener la hegemonía
estadounidense. En estos menesteres los actuales ministros de defensa y
seguridad del gobierno, ya cooperan con agrado a los movimientos militares y de
inteligencia de los estadounidenses dentro del país pero para los burócratas en
Washington, “los argentinos pueden darnos más”.
Milei y su círculo
personal podrán decir muchas cosas e incluso desmentir esta situación, pero en
vistas a tomar una nueva deuda con el FMI (cuando Milei renegaba de estas
políticas), con un sistema productivo en estado de coma bajo un régimen de
cambio insostenible, una continua suba de los precios en alimentos (pese a la
supuesta baja de la inflación), servicios y costos de la economía doméstica, no
le deja mucho margen para pretensiones ampulosas. He aquí donde surge el
peligro para la nación y para cada ciudadano del país.
A la ya vigente
guerra hibrida de poderes contra la Federación de Rusia abierta en Ucrania y su
total involucramiento en las acciones de Israel en todo el Medio Oriente, hay
en curso una guerra en el nivel comercial que EEUU ya había declarado antes con
las sanciones y punta pies contra la república Popular de China y que con la
puesta en vigencia de un arancelamiento general a todo el mundo (que destruirá
el sistema vigente desde 1945), solo encubre un escalón más de esta agresión
que intenta desbancar al comercio chino. El problema adicional a esto es que
muy posiblemente pueda escalar a otro nivel y llegue a tornarse con el paso del
tiempo en un enfrentamiento bélico.
Aquí es donde se
inserta la Argentina de los Milei. No olvidemos que en campaña, Javier Milei
expresaba su entusiasta aversión a China e incluso en las primeras instancias
de su presidencia se refirió despectivamente al liderazgo del país asiático que
lo obligó a retractarse por obvios motivos de conveniencia (por el SWAP). Ahora
bien. En los hechos y de forma silenciosa éste gobierno “libertario” ha
continuado apoyando esta agenda anti china y en general anti oriental (en
especial anti islámica) respondiendo a la agenda angloestadounidense.
La variedad de
opciones que Argentina puede ofrecerle a los intereses estratégicos de EEUU son
tantos como riesgosos para los propios argentinos. Sin mencionar el posible
involucramiento de personal en operaciones en el Mar Rojo, Gaza y sobre Ucrania,
hay otras opciones disponibles. Como lo hemos dicho antes, el gobierno
argentino no está en una posición de paridad para pretender ser tomado como un
“socio” y mucho menos con un tipo como Trump. Argentina carece de poder propio
y no representa ningún desafío (menos aún una amenaza) en una mesa de
negociaciones incluso, no tiene cartas para negociar nada.
Milei deberá
ofrecer algo que le interese a Trump o a los intereses estratégicos de los
EEUU. Aquí no existe ninguna reciprocidad ni mucho menos esa imaginada amistad.
Habrá un buen entendimiento cuando existan ofrecimientos incondicionales y nada
más. Podría hacerlo él mismo o escuchar lo que Trump puede pedirle sin
posibilidad de respuestas negativas o pataleos de alguna índole.
Los posibles
ofrecimientos de los Milei podrían ser: Otorgar un espacio territorial en la
Patagonia para la instalación de una base aeronaval de comando conjunto entre
estadounidenses y la OTAN. Otra, la instalación también de la Patagonia de una
base de monitoreo satelital a la que tienen los chinos en la provincia del
Neuquén. Otro, la construcción de una base naval insular con propósitos de
supuestas investigaciones científicas. Otro podría ser, la adquisición de
terrenos en alguna provincia centro-oeste del país, sujeta a un régimen administrativo
de excepción para la instalación de laboratorios de Bio-guerra bajo el
camuflaje de investigaciones y desarrollo de vacunas (como las que tiene en
China y Asía Central).
Cualquiera de
estas ofertas podría estar sobre la mesa para recibir a cambio, un apoyo con
los organismos internacionales de crédito y los argentinos deben tener por
seguro que no sabrán cuáles ni dónde ni cómo se materializarían estas
propuestas.