BLANQUEANDO
AMISTADES
¿Por qué Donald
Trump y su administración le da un espaldarazo al régimen de Al Qaeda en
Damasco?
Por Dany Smith
Suele suceder que
en la vida matrimonial se vea atravesada por terceros en el papel de amantes de
alguno o de ambas partes y que en la mayoría de las veces, está oculto para el
engañado y para la sociedad. En alguna que otra oportunidad es posible que esa
situación se blanqueé como parte de un acuerdo para al menos no se enteren los
de afuera. Al parecer en la política estadounidense algo similar esta sucediendo
hoy con uno de los más espinosos y controvertidos temas contemporáneos: El
terrorismo.
El derrocamiento del gobierno sirio a
manos del falso yihadismo de los cuadros de Al Qaeda y sus socios del ISIS bajo
otras denominaciones, es el punto central de este asunto. Desde el 2001
Washington argumentando que había sido atacado por el terrorismo islamista puso
en marcha la llamada guerra interminable que denominó “lucha contra el
terrorismo” que además de falsa, es un oxímoron tan grande como un elefante.
Hoy todo eso ya es historia. Esa guerra
que escondía un gigantesco negocio para crear partidas presupuestarias con las
cuales se armaron decenas de agencias federales, grupos especiales y a su vez
estas operar en todo el Medio Oriente y Asia. Al final de cuentas lo que
siempre sospechamos y que muchos denunciaron es una verdad a gritos: “La guerra
contra el terrorismo islámico fue una farsa montada por los neoconservadores y
sionistas revisionistas que cobro millones de vidas”.
Esto que diez años atrás hubiera sido
blanco del descrédito de los medios corporativos (que hablaban de guerra civil)
e incluso de una persecución gubernamental bajo la acusación de traición o
terrorismo, hoy es una verdad innegable. Lo que algunos periodistas e investigadores
constataron en los campos de batalla de Siria e Iraq que daban cuenta de la
connivencia de Washington y sus aliados con las bandas terroristas, hoy es una
verdad ratificada. Depósitos de armas, municiones, explosivos y toda clase de
equipos de comunicaciones de origen occidental fueron hallados en manos de Al
Nusrah, Al Qaeda e ISIS, pruebas más que contundentes sobre este contubernio. Pese a esas pruebas los relatores y
charlatanes a sueldo de los medios en occidente intentaban no darse por
aludidos.
Pero aquello es historia y para esos
mismos relatores mediáticos hay que olvidarse de todo.
La llegada hace una semana de Trump a
Damasco y tras ser recibido por Ahmed Al Shaara, uno de los comandantes de una
de las facciones de Al Qaeda en Siria, con quien tuvo una más que amigable
reunión, viene a blanquear aquellas opacas y clandestinas relaciones que la CIA
y las agencias de inteligencia del Pentágono había trabado con él y su banda de
criminales que impostando el papel de mujahidines (musulmanes que se esfuerzan)
han masacrado y siguen masacrando a las minorías en Siria.
Solo para remarcar la aterradora circunstancialidad
que se vive en Siria, los desplazamientos, los arrestos arbitrarios, las
ejecuciones, los secuestros y el tráfico de niñas alauitas para la prostitución
rememora aquellas oscuras jornadas que se vivían en el Iraq bajo ocupación
angloestadounidense donde la mafia de la secta Dawah, apoyada por Washington e instaurada
como administradora en Bagdad, cooperaba con actos semejantes y de los cuales
aún miles de iraquíes nunca tuvieron justicia.
La señal que Donald Trump envía con esta
visita y el anuncio del levantamiento de las sanciones que ya venían desde 2011,
es el blanqueamiento de relaciones políticas con quienes hace 24 años las
agencias federales como la CIA, sus homónimos militares y colegas del bloque
atlantistas incluido Israel, habían establecido de forma clandestina para y
mediante las operaciones de falsa bandera que justificar el denominado “terrorismo
islamista” y así desplegar una planificación de intervencionismo belicista contra
el mundo árabe-islámico.
Este blanqueo no es al azar ni falto de
propósito. Trump se ve impulsado a darle respaldo a estos viejos activos de la
CIA ante las tensas relaciones que ha estado teniendo en el último mes con su
socio israelí Benjamín Netanyahu quien al parecer, creyendo que tenía el
control total sobre La Casa Blanca y molesto por los emplazamientos (que
algunos suenan como amenazas) para seguir sosteniendo el régimen neonazi de Volodomyr
Zelensky en Ucrania y fastidiado por la inconveniencia política que significan las
carnicerías contra la población palestina, Trump le habría acomodado en su
lugar advirtiéndole que no jugara con su paciencia.
Pero esta movida va más allá de una mera
desavenencia por egos personales. Washington y eso significa “el
establecimiento” está interesado en convertir a Siria en un estado títere que
no solo beneficiaría a los despliegues estadounidenses con especial interés en contrapesar
a la presencia rusa en Tartus sino en proporcionarle a Israel una zona de
descompresión total ante una situación complicada para el estado sionista. Y no es que desde la toma del país por esta
banda de criminales no funcionaran a favor de Washington, solo que ahora en
adelante les necesitan oficialmente como aliados.
Igualmente y más allá de que Donald Trump
como presidente de los EEUU, cumpliendo con las directivas de este poder subterráneo
del establecimiento trata de lavarle la cara a un régimen de criminales (surgidos
de grupos creados y asistidos por la CIA y socios turcos y las Mukhabarat del
golfo) representado con tipo con arreglos cosméticos de una barba recortada y vistiendo
costosos trajes de corte europeo, no dejaría de ser funcional en última
instancia y principalmente para los intereses de un solo actor y ese es, el
estado de Israel.