HACIA UNA NUEVA
GEOPOLITICA O HACIA EL ABISMO
La política de
guerra económica global impulsada por la administración Trump-Vance ¿Allana y
favorece el camino para nuevas alternativas?
Por Charles H. Slim
Si hay alguien que ha empujado al mundo a las actuales circunstancias es sin dudas los EEUU quien ya en un franco declinar de su influencia geopolítica, forjada por el intervencionismo blando y el directamente bélico que sin pausa ha venido orquestando en los últimos treinta años hasta esta parte, nos hace reflexionar sobre la imperiosa necesidad de una geopolítica limpia y desintoxicada del americanismo estadounidense,
Las proclamas
sobre la importancia de la democracia y los derechos humanos y de imponerla
sobre aquellos que no las adoptan como parte de un realismo político, han caído
en saco roto por el simple hecho de que EEUU ha quedado en evidencia que no
tiene autoridad moral para imponer valores que nunca respetaron. Esos valores
fueron solo adornos para los oídos en las estratagemas dialécticas de los asesores
más trascendentes como fueron Kissinger y Brzezinski.
Mientras las
administraciones estadounidenses (indistintamente de republicanas o demócratas)
se arrogaban ser el faro de estos valores, bajo la alfombra y en la
clandestinidad se autorizaban golpes de estado, asesinatos, magnicidios,
atentados y las invasiones que han traído a cada uno de los países implicados
catastróficas consecuencias humanitarias y que hoy se reflejan en las mareas de
refugiados de las cuales tanto EEUU como sus socios europeos en aquellas
aventuras, fustigan como amenaza.
Solo como muestra
de ello y de lo que va del presente siglo, la supuesta democracia impuesta en
Iraq que costo un millón y medio de iraquíes asesinados por su invasión y
ocupación en 2003 forja un nefasto precedente de entidad que deshace estas elucubraciones
pretensiosas.
La era del “policía
del mundo” ha terminado y ellos lo saben. Lo mismo con los sermones moralistas
hacia el mundo declamados por décadas tanto por demócratas como por
republicanos. El último y desesperado intento ante guerras fracasadas y sus
calamitosas consecuencias ha sido el tratar de dibujar un derecho internacional
paralelo (y conveniente) que permita continuar con aquellos mismos objetivos,
pero por otros medios. Como estratagema para tratar de reubicarse en el
cambiante contexto mundial y el descredito ganado por aquellas políticas, los
cerebros demócratas han fabricado o más bien remozado la entelequia de un “orden
internacional basado en reglas” que a simple vista no dice nada y deja más
preguntas que certezas.
Pues bien ¿Y cómo
esta la cosa con Trump? Al parecer su política se orienta más al utilitarismo
económico que a seguir sosteniendo la costosa estructura con la cual se
esparcía toda esa propaganda de valores que los mismos políticos
estadounidenses no cumplían pero que servía para mantener programas y
operaciones clandestinas en el exterior. Así las radios, sitios de internet,
las agencias pantalla de ayuda “humanitaria” y los fondos que los subvencionan
para radiar propaganda subversiva contra los países que Washington trata de
cooptar se desmontarían por la actual administración. Al parecer y como lo dejó
en claro un alto funcionario, ya no les importa estar diciéndole y forzando a
otros países cómo pensar y cómo deben vivir.
Esto último no
significa una mejora con la farsa anterior. Es un sinceramiento que esconde un
nuevo engaño. Se podría decir que en apariencias es un punto neutro en la
política exterior y un abandono del excepcionalismo con el cual se han
manifestado desde la mitad del siglo pasado en el concierto de las naciones.
Así La Casa Blanca puede tratar con Israel y al mismo tiempo con la Siria bajo
el control de Al Qaeda, o con la Federación de Rusia y al mismo tiempo con la
UE de quien en este último caso le arranco un acuerdo económico increíblemente
ventajoso y que ya ha desatado reclamos contra Úrsula Von Der Leyen. Y bien
digo en apariencias ya que, si bien a Trump le interesan los resultados
contantes y sonantes, eso no le impide seguir operando bajo cubierto para hacer
prevalecer la hegemonía estadounidense.
A estas alturas
muchos estadounidenses de a pie se dan cuenta que MAGA no significa hacer
grande a la nación sino (entre otras), al ego de Trump. Si no lo cree así
pregúntese ¿Qué ha cambiado desde su llegada? El gasto militar que prometió
reducir no ha sucedido, por el contrario, lo ha aumentado. Esto último se
constata con la continuación en el aprovisionamiento de misiles y equipos a
Ucrania y el ilimitado y variado surtido de armas a Israel con las cuales lleva
adelante un genocidio contra la población árabe-palestina. Todo esto favorece
que (sumado a otros pasivos como los no remunerados) siga aumentando la deuda
pública que según algunas fuentes del Tesoro hablan de 37 billones de dólares
¿Acaso los estadounidenses no lo votaron para que esto cambie?
Pero allí no
terminan las contradicciones. Al aumento en el gasto militar para seguir
financiando guerras ajenas y que influye en el número rojo mencionado, el
presidente obra como un capo de la mafia exigiendo tributos abusivos en nombre
de los EEUU y si te opones, te impone aranceles confiscatorios que se suman en
muchos casos, a sanciones económico-financieras que no tienen ninguna base
legal ni legítima y que (descaradamente) persiguen destruir la competencia
comercial internacional con particular interés en los BRICS ¿Dónde está el respeto
al derecho internacional aquí?
Si hacer “América
Grande otra Vez” significa atropellar a los demás y continuar la política exterior
de agresión militar para complementarla con medios económicos y comerciales
(como son los aranceles abusivos), no es un buen augurio para la estabilidad
global. La extorsión como método podría funcionar un tiempo y hasta un matón lo
sabe, pero ¿Cuánto tardara el mundo en rebelarse contra EEUU?

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