martes, 5 de agosto de 2025

 

HACIA UNA NUEVA GEOPOLITICA O HACIA EL ABISMO

La política de guerra económica global impulsada por la administración Trump-Vance ¿Allana y favorece el camino para nuevas alternativas?

 

Por Charles H. Slim

Si hay alguien que ha empujado al mundo a las actuales circunstancias es sin dudas los EEUU quien ya en un franco declinar de su influencia geopolítica, forjada por el intervencionismo blando y el directamente bélico que sin pausa ha venido orquestando en los últimos treinta años hasta esta parte, nos hace reflexionar sobre la imperiosa necesidad de una geopolítica limpia y desintoxicada del americanismo estadounidense,

Las proclamas sobre la importancia de la democracia y los derechos humanos y de imponerla sobre aquellos que no las adoptan como parte de un realismo político, han caído en saco roto por el simple hecho de que EEUU ha quedado en evidencia que no tiene autoridad moral para imponer valores que nunca respetaron. Esos valores fueron solo adornos para los oídos en las estratagemas dialécticas de los asesores más trascendentes como fueron Kissinger y Brzezinski.

Mientras las administraciones estadounidenses (indistintamente de republicanas o demócratas) se arrogaban ser el faro de estos valores, bajo la alfombra y en la clandestinidad se autorizaban golpes de estado, asesinatos, magnicidios, atentados y las invasiones que han traído a cada uno de los países implicados catastróficas consecuencias humanitarias y que hoy se reflejan en las mareas de refugiados de las cuales tanto EEUU como sus socios europeos en aquellas aventuras, fustigan como amenaza.

Solo como muestra de ello y de lo que va del presente siglo, la supuesta democracia impuesta en Iraq que costo un millón y medio de iraquíes asesinados por su invasión y ocupación en 2003 forja un nefasto precedente de entidad que deshace estas elucubraciones pretensiosas.

La era del “policía del mundo” ha terminado y ellos lo saben. Lo mismo con los sermones moralistas hacia el mundo declamados por décadas tanto por demócratas como por republicanos. El último y desesperado intento ante guerras fracasadas y sus calamitosas consecuencias ha sido el tratar de dibujar un derecho internacional paralelo (y conveniente) que permita continuar con aquellos mismos objetivos, pero por otros medios. Como estratagema para tratar de reubicarse en el cambiante contexto mundial y el descredito ganado por aquellas políticas, los cerebros demócratas han fabricado o más bien remozado la entelequia de un “orden internacional basado en reglas” que a simple vista no dice nada y deja más preguntas que certezas.

Pues bien ¿Y cómo esta la cosa con Trump? Al parecer su política se orienta más al utilitarismo económico que a seguir sosteniendo la costosa estructura con la cual se esparcía toda esa propaganda de valores que los mismos políticos estadounidenses no cumplían pero que servía para mantener programas y operaciones clandestinas en el exterior. Así las radios, sitios de internet, las agencias pantalla de ayuda “humanitaria” y los fondos que los subvencionan para radiar propaganda subversiva contra los países que Washington trata de cooptar se desmontarían por la actual administración. Al parecer y como lo dejó en claro un alto funcionario, ya no les importa estar diciéndole y forzando a otros países cómo pensar y cómo deben vivir.

Esto último no significa una mejora con la farsa anterior. Es un sinceramiento que esconde un nuevo engaño. Se podría decir que en apariencias es un punto neutro en la política exterior y un abandono del excepcionalismo con el cual se han manifestado desde la mitad del siglo pasado en el concierto de las naciones. Así La Casa Blanca puede tratar con Israel y al mismo tiempo con la Siria bajo el control de Al Qaeda, o con la Federación de Rusia y al mismo tiempo con la UE de quien en este último caso le arranco un acuerdo económico increíblemente ventajoso y que ya ha desatado reclamos contra Úrsula Von Der Leyen. Y bien digo en apariencias ya que, si bien a Trump le interesan los resultados contantes y sonantes, eso no le impide seguir operando bajo cubierto para hacer prevalecer la hegemonía estadounidense.

A estas alturas muchos estadounidenses de a pie se dan cuenta que MAGA no significa hacer grande a la nación sino (entre otras), al ego de Trump. Si no lo cree así pregúntese ¿Qué ha cambiado desde su llegada? El gasto militar que prometió reducir no ha sucedido, por el contrario, lo ha aumentado. Esto último se constata con la continuación en el aprovisionamiento de misiles y equipos a Ucrania y el ilimitado y variado surtido de armas a Israel con las cuales lleva adelante un genocidio contra la población árabe-palestina. Todo esto favorece que (sumado a otros pasivos como los no remunerados) siga aumentando la deuda pública que según algunas fuentes del Tesoro hablan de 37 billones de dólares ¿Acaso los estadounidenses no lo votaron para que esto cambie?

Pero allí no terminan las contradicciones. Al aumento en el gasto militar para seguir financiando guerras ajenas y que influye en el número rojo mencionado, el presidente obra como un capo de la mafia exigiendo tributos abusivos en nombre de los EEUU y si te opones, te impone aranceles confiscatorios que se suman en muchos casos, a sanciones económico-financieras que no tienen ninguna base legal ni legítima y que (descaradamente) persiguen destruir la competencia comercial internacional con particular interés en los BRICS ¿Dónde está el respeto al derecho internacional aquí?

Si hacer “América Grande otra Vez” significa atropellar a los demás y continuar la política exterior de agresión militar para complementarla con medios económicos y comerciales (como son los aranceles abusivos), no es un buen augurio para la estabilidad global. La extorsión como método podría funcionar un tiempo y hasta un matón lo sabe, pero ¿Cuánto tardara el mundo en rebelarse contra EEUU?

 

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