EFECTO TRUMP
¿Cuáles son los
factores que posibilitan que las decisiones en política exterior de Trump
parezcan eficaces?
Por Javier B. Dal
A solo un mes del regreso de Trump a La Casa Blanca, muchas cosas cambiaron repentinamente y otras han entrado en proceso de cambio. Uno de estos cambios se está viendo en todo el Medio Oriente y no precisamente con fines constructivos. En estos momentos en la que anteriormente fue una frontera segura y abierta a la resistencia árabe islámica se ha transformado en campo de batalla entre el nuevo ejército sirio, Hezbollah y grupos pro-turcos que no participan en la farsa del gobierno sirio.
Esta situación (y
como ya intuíamos) le beneficio a Israel y en especial a Netanyahu que ha
logrado deshacerse de la Siria nacionalista, sembrar el caos en el Líbano y por
estas horas con expectativas de lograr su sueño de apoderarse de todos los
territorios árabes palestinos incluida la franja de Gaza.
Los árabes, los
musulmanes y especialmente los palestinos no deberían estar sorprendidos por
esto y por el contrario deberían tener desarrollada una hoja de ruta para hacer
frente a esto. Trump una vez en el poder pondría todo lo necesario para apoyar
los planes expansivos de Israel e incluso de ser necesario, poner a sus fuerzas
armadas en el terreno para lograrlo. En esto, Trump y su círculo personal no
tiene discordancias con los neoconservadores y sionistas revisionistas en
Washington. Así y gracias al compromiso de sostener los esfuerzos de las FDI
para imponerse en la franja de Gaza, reocupar el sur del Líbano y una porción de
Siria (en especial Quneitra), Netanyahu ha ganado peso político para escapar
momentáneamente a la justicia internacional.
En apenas dos
semanas desde su asunción, Donald Trump desbarató todo el Medio Oriente aunque
todavía no sabemos en que desembocará ello.
¿Cómo lo hizo?
Ante todo, digamos que Trump no es un genio político, ni un estratega con
experiencia militar y mucho menos un estadista. Tampoco le interesa ilustrarse
con literatura política de autores trascendentales como podría ser Maquiavelo o
Von Clausewitz. Incluso pese que algunos así lo creen, estamos más que seguros
que jamás leyó una sola página de algo, ni siquiera de la “Santa biblia” de la
cual se mostrado con ella en sus manos en algunas fotos y mucho menos de obras trascendentales
como el “Príncipe” o el “Arte de la Guerra” de Maquiavelo. Quienes han estado
tratando de esbozar esta clase de conclusiones para pintarlo como un genio de
la política, sin dudas son los típicos aduladores que buscan un giño del poder
y nada más.
Trump solo hace
uso de los recursos del estado federal para mover las fichas geopolíticas de
acuerdo a su propio criterio en un tablero global muy cambiante e inestable. Mediante
engaños, gazapos y amenazas manejará ciertos asuntos mientras que para otros, aquellos
que no representan una amenaza, obrará como el patán sin escrúpulos que abusa
de los indefensos. Por ejemplo, su promesa de acabar con la inmigración fue
algo muy fácil de poner en marcha. La puso a rodar inmediatamente con sus órdenes
ejecutivas que autorizan a las fuerzas federales a poco menos que cazar a
migrantes para conducirlos como criminales y deportarlos en aviones que sus
países de origen deben costear el flete.
Nada democrático
pero muy eficaz. Donald Trump viene a ser el lado descarnado y tonto de la
política estadounidense que aunque dañina para la imagen externa de los EEUU,
es muy aplaudida por los chauvinistas, los racistas, sionistas y los
neoconservadores que se acomodan en cada nueva administración en La Casa
Blanca. Precisamente estos últimos, pese a que Donald pretendería recortar los
gastos en guerra, sus extravagantes afirmaciones sobre convertir a Gaza en una
“Riviera” les deja un margen muy importante a estos sectores (en especial en el
establecimiento), para confiar en que ganarían mucho dinero con los negocios
que se generen.
Como bien digo, la
aplicación de esta política del garrote veloz ha funcionado muy bien con los asuntos
que aunque mediáticamente incomodos, son fáciles de ejecutar.
Ahora bien, en lo
que respecta a situaciones como la causa palestina y Oriente Medio, la guerra en
Ucrania y la situación muy poco nombrada como es la del continuo hostigamiento
de EEUU y sus socios de la OTAN en el Mar Meridional (China) y todo el
indo-pacífico, esta política no es tan lineal ni fácil de aplicar. Tal vez las
amenazas a la resistencia palestina para que entreguen los rehenes israelíes o
“desataría el infierno” en la Franja sabiendo que hay dos millones de civiles
como blancos expuestos a ese castigo, tengan eficacia con ellos dada la
asimetría de fuerzas evidente, pero sabe que esas tácticas no funcionarán con
otros actores que además de poder defenderse pueden devolver el golpe.
Es por ello que
Trump no va usar esta retórica con la Federación de Rusia ni con China. Él sabe
como dice el dicho “dónde le apreta el zapato”. En estos casos trata de usar la
seducción y la persuasión sabiendo que ya lo tienen catalogado como un sujeto taimado
que no suele cumplir con sus propias palabras y borra con el codo los acuerdos
que firma con la mano. Además, no hay dudas que tanto en Moscú como en Pekín
están muy bien al tanto de quiénes son los funcionarios que conforman la actual
administración que le secunda y que no precisamente se destacan por el respeto
al diálogo y mucho menos por algún interés por la paz.
Desde el
vicepresidente J. D. Vance para abajo el sentimiento rusofobo y anti chino
campa a sus anchas en Washington DC, algo histórico que se ratifica con la
imposición de más sanciones a Rusia y el arancelamiento a los productos chinos.
Si bien ya
estarían en tratativas para oficializar conversaciones con Rusia para el asunto
de Ucrania, poco o nada se ha dicho de qué pasará con las fuerzas navales
estadounidenses en el Mar Meridional y su insidiosa injerencia en todos los
países de la región, en especial hostigando a Corea del Norte valiéndose de estados
proxis como Australia, Corea del sur y Japón.
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