UNA DESESCALADA
DIFUSA
¿Qué se puede
esperar de Donald Trump y de su engañosa política con la OTAN sobre la
situación en Ucrania?
Por Charles H. Slim
La cumbre de la OTAN realizada en La Haya el 24 de junio pasado y en la cual acudió el multifacético Donald Trump quedo muy en claro que las expectativas de la alianza en Ucrania ya son prácticamente nulas salvo, que los chicos de la UE se pongan al hombro la campaña y eso representa, hacerse cargo del coste de las operaciones de apoyo al régimen neonazi.
Así lo dejo claro
Trump sugiriendo a los colegas presentes, que suban sus presupuestos para
gastos militares a un 5% del PBI. Si bien eso no sería nada para países como
Gran Bretaña, Francia o Alemania quienes tienen en cierta medida espaldas, no
es lo mismo para los socios más modestos pero no menos obsecuentes como son
España, Italia y Polonia. No dejemos de mencionar la preocupación que ha
cundido en Estonia, Lituania y Letonia quienes ven en la posición de Trump un
posible relegamiento de su situación.
Quien hizo gala de
las preocupaciones para aumentar los gastos militares fue el secretario de la
OTAN Mark Rutte quien alegando una sobreactuada y falseada amenaza rusa, clamo
por aumentar y acelerar la producción de armas no ya para mejorar la situación
de los ucranianos en el terreno sino, para armar a Ucrania hasta los dientes
una vez que haya un alto al fuego. Como bien se sabe, las principales
industrias que han estado abasteciendo las necesidades del régimen de Kiev se
hallan en EEUU, Canadá y Reino Unido con lo cual Rutte les hizo un gran favor
ya que, detrás de todo esto hay un gran negocio.
Como vimos, Trump
lejos ha estado por bregar en un cierre definitivo de las agresiones contra
Rusia, si su intensión estuvo en tratar de ponerle límites a sus socios
europeos no se notó. Su decisión de no enviar municiones para sistemas anti
aéreos “Patriot” y “M142” Himars podría ser una contribución a frenar las
ambiciones de Zelensky y su junta neonazi de permanecer en el poder de manera
indefinida pero no basta.
Pareciera muy
positivo que no se entreguen esas municiones especiales pero, si al mismo
tiempo continúan con las acciones encubiertas, el terrorismo y los sabotajes
dentro del territorio ruso, estas muestras de buena voluntad no importarían
mucho. Claro que ni Trump sabría a
ciencia cierta si hay activos de la CIA o grupos especiales que responden a la
inteligencia militar involucrados en estas operaciones negras, pero si tuviera
interés podría esforzarse por averiguarlo.
Tampoco es muy
esperanzador que La Casa Blanca siga robando los fondos y el oro ruso de
cuentas bancarias de occidente para seguir financiando al régimen neonazi de
Kiev; es por ello que podríamos preguntar ¿A qué juegas Donald? Al respecto el
presidente Vladimir Putin ya tomo la decisión firmando un decreto ejecutivo por
el cual se crearán canales de comunicación interbancarios netamente rusos que
protegerán los depósitos y trasferencias de nuevos saqueos similares.
En medio de esto y
al mismo tiempo, las sanciones económicas y comerciales y las medidas hostiles
que usan para implementarlas solo han fortalecido a los rusos y en especial a
su gobierno. Incluso las afirmaciones sobre la contracción de la economía rusa
por efecto de estas sanciones, no son sinceras.
En tanto en el
terreno, los ataques rusos cada vez son más amplios, precisos y devastadores
como una respuesta a los ataques terroristas que las células de saboteadores
ucranianos realizan dentro de Rusia. La precisión de los misiles “Iskander-M” y
de los “Oreshnik” hipersónicos están devastando los centros de mando y control
dejando a las líneas de combate sin coordinación ni comunicaciones.
Como se ve la
promesa de Trump de poner fin a la guerra en Ucrania ya es un fracaso aunque la
vocera presidencial Anna Kelly diga otra cosa.
El Oblast de Sumy
está siendo el principal campo de batalla donde las fuerzas ucranianas están
siendo arrolladas pese, a la continua provisión de material y pertrechos
británicos y muchos otros de la era soviética donados por países de la región como
Polonia y Chequia.
Ninguno de estos
movimientos pasa inadvertido para Washington DC es decir, para el presidente
Trump con lo cual se sigue advirtiendo una notable ambigüedad en su discurso de
querer un alto al fuego. Es más, ya no hay lugar a dudas que Trump está
tratando de rodear con estratagemas discursivas y falsas señales a un gobierno
ruso que ya le ha perdido (si es que en algún momento le tuvo) la poca
confianza que le inspiró.
A estas alturas ya
no hay dudas de que Trump y su movimiento MAGA persiguen recolocar a los EEUU
en el concierto internacional en el sitial que logro tener tras la caída de la
URSS en la década de los noventas, bajo el mismo parámetro de la excepcionalidad
de ese “americanismo” que hizo de su país, una potencia arrolladora con todo lo
que ello significa.
Pero a pesar de
que esos sean sus planes reales, las circunstancias geopolíticas actuales son
muy diferentes. El mundo ha cambiado mucho y aunque la guerra arancelaria de
Donald Trump ha sido su primera puesta en evidencia sobre la continuidad de estos
planes, ha debido retroceder precisamente porque China no es un “país de
campesinos” ni Rusia es la ruina económico-social en la que Boris Yeltsin y su
gente la sumieron siguiendo a los maliciosos asesores de Wall Street.
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