jueves, 10 de julio de 2025

 

UNA DESESCALADA DIFUSA

¿Qué se puede esperar de Donald Trump y de su engañosa política con la OTAN sobre la situación en Ucrania?

 

Por Charles H. Slim

La cumbre de la OTAN realizada en La Haya el 24 de junio pasado y en la cual acudió el multifacético Donald Trump quedo muy en claro que las expectativas de la alianza en Ucrania ya son prácticamente nulas salvo, que los chicos de la UE se pongan al hombro la campaña y eso representa, hacerse cargo del coste de las operaciones de apoyo al régimen neonazi.

Así lo dejo claro Trump sugiriendo a los colegas presentes, que suban sus presupuestos para gastos militares a un 5% del PBI. Si bien eso no sería nada para países como Gran Bretaña, Francia o Alemania quienes tienen en cierta medida espaldas, no es lo mismo para los socios más modestos pero no menos obsecuentes como son España, Italia y Polonia. No dejemos de mencionar la preocupación que ha cundido en Estonia, Lituania y Letonia quienes ven en la posición de Trump un posible relegamiento de su situación.

Quien hizo gala de las preocupaciones para aumentar los gastos militares fue el secretario de la OTAN Mark Rutte quien alegando una sobreactuada y falseada amenaza rusa, clamo por aumentar y acelerar la producción de armas no ya para mejorar la situación de los ucranianos en el terreno sino, para armar a Ucrania hasta los dientes una vez que haya un alto al fuego. Como bien se sabe, las principales industrias que han estado abasteciendo las necesidades del régimen de Kiev se hallan en EEUU, Canadá y Reino Unido con lo cual Rutte les hizo un gran favor ya que, detrás de todo esto hay un gran negocio.

Como vimos, Trump lejos ha estado por bregar en un cierre definitivo de las agresiones contra Rusia, si su intensión estuvo en tratar de ponerle límites a sus socios europeos no se notó. Su decisión de no enviar municiones para sistemas anti aéreos “Patriot” y “M142” Himars podría ser una contribución a frenar las ambiciones de Zelensky y su junta neonazi de permanecer en el poder de manera indefinida pero no basta.

Pareciera muy positivo que no se entreguen esas municiones especiales pero, si al mismo tiempo continúan con las acciones encubiertas, el terrorismo y los sabotajes dentro del territorio ruso, estas muestras de buena voluntad no importarían mucho.  Claro que ni Trump sabría a ciencia cierta si hay activos de la CIA o grupos especiales que responden a la inteligencia militar involucrados en estas operaciones negras, pero si tuviera interés podría esforzarse por averiguarlo.

Tampoco es muy esperanzador que La Casa Blanca siga robando los fondos y el oro ruso de cuentas bancarias de occidente para seguir financiando al régimen neonazi de Kiev; es por ello que podríamos preguntar ¿A qué juegas Donald? Al respecto el presidente Vladimir Putin ya tomo la decisión firmando un decreto ejecutivo por el cual se crearán canales de comunicación interbancarios netamente rusos que protegerán los depósitos y trasferencias de nuevos saqueos similares.

En medio de esto y al mismo tiempo, las sanciones económicas y comerciales y las medidas hostiles que usan para implementarlas solo han fortalecido a los rusos y en especial a su gobierno. Incluso las afirmaciones sobre la contracción de la economía rusa por efecto de estas sanciones, no son sinceras.

En tanto en el terreno, los ataques rusos cada vez son más amplios, precisos y devastadores como una respuesta a los ataques terroristas que las células de saboteadores ucranianos realizan dentro de Rusia. La precisión de los misiles “Iskander-M” y de los “Oreshnik” hipersónicos están devastando los centros de mando y control dejando a las líneas de combate sin coordinación ni comunicaciones.

Como se ve la promesa de Trump de poner fin a la guerra en Ucrania ya es un fracaso aunque la vocera presidencial Anna Kelly diga otra cosa.

El Oblast de Sumy está siendo el principal campo de batalla donde las fuerzas ucranianas están siendo arrolladas pese, a la continua provisión de material y pertrechos británicos y muchos otros de la era soviética donados por países de la región como Polonia y Chequia.    

Ninguno de estos movimientos pasa inadvertido para Washington DC es decir, para el presidente Trump con lo cual se sigue advirtiendo una notable ambigüedad en su discurso de querer un alto al fuego. Es más, ya no hay lugar a dudas que Trump está tratando de rodear con estratagemas discursivas y falsas señales a un gobierno ruso que ya le ha perdido (si es que en algún momento le tuvo) la poca confianza que le inspiró.

A estas alturas ya no hay dudas de que Trump y su movimiento MAGA persiguen recolocar a los EEUU en el concierto internacional en el sitial que logro tener tras la caída de la URSS en la década de los noventas, bajo el mismo parámetro de la excepcionalidad de ese “americanismo” que hizo de su país, una potencia arrolladora con todo lo que ello significa.

Pero a pesar de que esos sean sus planes reales, las circunstancias geopolíticas actuales son muy diferentes. El mundo ha cambiado mucho y aunque la guerra arancelaria de Donald Trump ha sido su primera puesta en evidencia sobre la continuidad de estos planes, ha debido retroceder precisamente porque China no es un “país de campesinos” ni Rusia es la ruina económico-social en la que Boris Yeltsin y su gente la sumieron siguiendo a los maliciosos asesores de Wall Street.  

 

 

 

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