miércoles, 30 de septiembre de 2015

EN LA MIRA


CARRERA CONTRA LA MUERTE


Entretelones de lo que puede desatarse en Siria con la participación rusa



Tan lapidarias como realistas, fueron las palabras de Vladimir Putin en una entrevista concedida a la cadena estadounidense CBS NEWS, cuando aseguró que “en Siria hay un gobierno y un ejército legítimo y está enfrentándose que algunos de nuestros socios occidentales califican de oposición. En realidad el ejército de Assad está luchando contra organizaciones terroristas”, dejando estupefactos a los asesores de inteligencia en Washington. Esto causó un ataque de alergia en los burócratas de la Casa Blanca y los militares del Pentágono que comenzaron a intuir lo peor.

Tal cual lo intuyeron y confirmando los informes sobre la llegada de aviones de transporte militar rusos trayendo personal con equipamientos y armas de última generación, los militares norteamericanos y sus colegas de equipos de fuerzas especiales que, junto a la CIA estaban trabajando sucio dentro de Siria, deberían hacer sus maletas y huir cuanto antes para borrar cualquier rastro que comprometa aun más a la Casa Blanca y a sus aliados en Tel Aviv.

Imaginarse por un instante, que podría suceder si los aviones rusos empezaran sus operaciones y en el proceso, arrasaran alguno de los campamentos donde  se entrenan los llamados “rebeldes moderados” supervisados por estadounidenses; y en ese acto, quedaran los impertinentes rastros  que revelaban que aquellos rebeldes eran lo mismo que los de “Al Qaeda” y que los “asesores” estadounidenses eran elementos de la CIA con extensos historiales de crímenes en Iraq, Libia y Afganistán. Simplemente sería un terrible dolor de cabeza para la administración Obama y una mancha más a la ya de por si enlodada imagen estadounidense.

Pero los descubrimientos podrían ir  más allá de estos actores. Si se combinaban exitosamente las operaciones aéreas y las terrestres, hasta podrían llegar a hallar los convidados de piedra intuidos desde el inicio de toda esta agresión, que podrían estar operando con elementos propios o tercerizados –como de costumbre para cubrir su presencia-.  

Las posibilidades de que esto pudiera ocurrir son tan altas, que los números que el mismo Putin ha revelado en aquella entrevista, dejan en claro que lejos de la aludida torpeza en la selección de los llamados moderados, hubo un actuar liso y llano que no espero ser descubierto por filtraciones indiscretas. Según dejó entrever Putin, de los 12000 voluntarios que había reclutado el programa norteamericano, solo “sesenta”  estuvieron preparados para actuar y de estos solo quedan “cinco” o “seis” dado que el resto se pasaron al bando de los mercenarios de línea dura.

Desde el punto de la macro política regional, esto significa un obstáculo que frenaran  los planes de Washington y un serio inconveniente para Israel en momentos que, aprovechando el caos sirio que distrae a la resistencia árabe,  mediante el uso de la fuerza trata de arrebatar al pueblo palestino la propiedad de la Mezquita de “Al Aqsa” para la concreción de planes mesiánicos.

Pero a pesar de que Vladimir Putin y su gobierno saben muy bien como se creó esta crisis y de dónde salió el ISIS, mantiene el protocolo oficial y ajustándose a la ley internacional aprovecho en la sesión de la 70º Asamblea de Naciones Unidas para llamar a todos los países del mundo, a unirse en esta lucha, marcando la diferencia con sus “socios” occidentales que, con dobles raseros, jugarretas y una gran carga de cinismo, lejos han estado de comprometerse a luchar realmente contra este flagelo que –y hay que reiterarlo hasta el hartazgo- fue creado por sus propias agencias de inteligencia.
   


INTERNACIONAL


LA NUEVA Y VERDADERA FASE


Como la intervención rusa puede frustrar definitivamente los planes de EEUU y de Israel para destruir a Siria


La situación en Siria había venido siendo desesperante sin haber encontrado en los organismos internacionales, la ayuda real y necesaria para combatir a esa entelequia que se conoce como “Estado Islámico”.  Y ha sido suficiente para el pueblo sirio, que a la ignominia de Naciones Unidas y las impostadas posturas de Washington,  deben soportar que día con día esos grupos de mercenarios, reciban descaradamente la ayuda externa otorgada por los mismos que dicen combatirles.

Era cuestión de tiempo para que Moscú tomara una determinación clara en el asunto. Luego de la ponencia de Vladimir Putin ante la Asamblea de Naciones Unidas, dejó bien en claro que Rusia estaba con los que están contra el terrorismo y los que únicos en Siria que lo combaten, es el gobierno y sus Fuerzas armadas.

Sin más rodeos, el Congreso ruso había venido estudiando la propuesta del ejecutivo para que fuerzas militares rusas se involucren en la lucha abierta contra los grupos que están asolando al país árabe, todo ello como parte de un interés vital para la Federación de cortar inmediatamente con una amenaza que  se está buscando extrapolar a sus regiones.

Solo faltaba la requisitoria oficial del gobierno sirio, para que los asesores rusos puedan ingresar legalmente y colaborar con el gobierno en las diversas áreas que hagan al combate contra organizaciones como “Jabbat Al Nusrah”, “Al Qaeda” y por supuesto el “ISIS”. Tal como lo dejó en claro el mandatario ruso, la intervención de su país se haría dentro del estricto marco de la ley internacional con lo cual, oficializado el pedido desde Damasco, Moscú puso en marcha los mecanismos para agilizar los aprestos para concretar el comienzo de las operaciones conjuntas. Con ello, se deja a la vista una diferencia superlativa con las acciones que EEUU y sus aliados –especialmente el Reino Unido- quienes sin permiso y obrando en la clandestinidad, sin dar cuenta de a quienes y a cuantos mataba, además de bombardear instalaciones en territorio nacional,  cometen graves crímenes contra la población civil.

Sin medias tintas y yendo a la médula del problema, Vladimir Putin y su gabinete dejaron bien en claro las diferencias existentes entre la intervención que se preparaba para desplegar en Siria y la que habían venido llevando a cabo estadounidenses y sus aliados; y la diferencia puntual y crucial era que ellos lo hacían fuera de la ley internacional.

Según se ha informado desde el Kremlin, el senado ha autorizado el despliegue de aviones de combate en Siria para concretar operaciones contra blancos de los grupos armados y que estarán coordinados con las fuerzas árabes sirias y aliados regionales –como Hezbolla- marcando otra de las grandes diferencias que se pueden hallar entre las acciones de la Coalición encabezada por EEUU que desde hace ya un año ha venido bombardeando con criticable éxito a estos grupos.

Precisamente en este marco, Washington ve con clara inquietud el despliegue de una fuerza aérea rusa  dado que ya no será posible operar con la dudosa selectividad y la impunidad con la que sus aviones habían venido atacando blancos que no estaban dentro del rango de los mercenarios. Era por esto que desde el Pentágono el Secretario de Defensa estadounidense Ashton Carter, ordenaba a sus mandos establecer canales comunicación con el comando militar ruso en Siria. Se había  denunciado muy seguido, que los aviones estadounidenses y británicos han atacado posiciones del ejército árabe sirio, instalaciones petroleras del estado, gasoductos y otros puntos de interés económico que solo dañan a la república Siria.

Tal como lo anunció el jefe de la Administración del Kremlin Sergüei Ivanov,  la participación de Rusia será exclusivamente aérea y no se contempla accionar con fuerzas terrestres dado que ello es imposible. Las precisiones de Ivanov parecían señalar el grado de peligrosidad que representa la región donde se hallan los mercenarios, encuadrándola casi como una situación de “infestación”  territorial.  Y esta definición no es para nada errada. Según los informes de inteligencia que los mismos rusos habían venido realizando sobre la situación en las zonas donde operan los grupos mercenarios, colocar hombres en el terreno representaba una situación que no era recomendable.

Pero la evaluación de los rusos no se basa en especulaciones o acusada a  temores por la integridad de sus soldados o miedo a enfrentar los peligros de un campo de batalla; éstos además de tener duros entrenamientos en todo tiempo, cuentan con la experiencia sobre lo que es combatir en los escenarios más duros que cualquiera pudiera haber conocido. Entre líneas, sus informes dejaban en claro que si sus hombres ingresaban a la lucha terrestre muy seguramente se cruzarían con invitados no previstos como eran los SAS británicos, los “Rangers” americanos e incluso a los mismos israelíes.


Lo cierto es que con este comunicado oficial, Rusia confirmaba su participación en exclusiva ayuda al gobierno sirio, sin dar detalles sobre el tiempo y las características estratégicas de las operaciones a realizar. 

Sin lugar a dudas, la entrada en juego de los aviones rusos MIG-31, MIG-29 y SUKHOI-25, marcaría una determinante ventaja para los combatientes sirios en tierra y darán una protección letal contra los muy bien equipados “pseudo-yijadistas” que entre otras armas, cuentan con los sofisticas misiles anti tanque “TOW 2” y misiles aire aire “STINGER”.

martes, 29 de septiembre de 2015

EN LA MIRA


ENCUBRIMIENTO Y COMPLICIDADES CRIMINALES  EN SIRIA”


Como los mercenarios pagados y armados por occidente, usaron y siguen usando gas Sarín y cobertura aérea israelí

Para entender la mentalidad de los criminales que están detrás de los mero esbirros que Washington denomina engañosamente “rebeldes” o presuntos yijadistas, hay que ver que les mueve para sin rodeos ni contemplaciones, facilitar todos los recursos –incluso los más sucios- para matar a la mayor cantidad de ciudadanos árabes, musulmanes, kurdos y cristianos posibles.

Se trata de un tema muy espinoso, demasiado para que los medios convencionales se atrevan a comentarlo. Cuando se detectaron ataques con este agente químico, especialmente sobre aldeas alawitas y cristiana,  las agencias de noticias occidentales no tardaron en señalar al único culpable agradable a Washington, Londres y Tel Aviv: “Bashar Al Assad”.

Pero a pesar de la seguridad con la que estos medios y supuestos expertos militares y de inteligencia se atrevían a responsabilizar a un gobierno que planificaban caería muy pronto tal como sucedió en Libia-, debieron ir moderando sus posturas hasta casi desaparecer del espectro informativo ante la aparición de fatales pruebas de que, quienes estaban usando esta arma de destrucción masiva eran los mercenarios. Pero la pregunta era: ¿Quién le está dando este tipo de armas y de dónde provienen?

Los canales de inteligencia y contrainteligencia se entrecruzaban con los de los traficantes que como una verdadera tela de araña en la cual, los intereses de varios actores extranjeros se dejaban entrever mediante episodios tan curiosos como dantescos. Armas, equipos de comunicaciones y proyectiles anti tanque de fabricación israelí comenzaron a ser parte de la panorámica en el escenario de lo que los medios anglosajones pretendían vender como “lucha revolucionaria” por parte de una entelequia llamada “Ejército Libre Sirio”.  Mucho dinero invertido en la matanza de pobladores y de soldados sirios, demasiado para que en esta empresa solamente intervinieran los petrodólares del golfo; la envergadura de las operaciones que llevan adelante los miles de mercenarios que son infiltrados por las fronteras jordanas, turcas y por el Golán bajo ocupación israelí.  “Quienes ponen el dinero no siempre son los mismos que venden las armas” señalo una fuente anónima de inteligencia.

Uno de los más importantes vendedores y traficantes de armas a nivel regional son los israelíes que según el CRS en el periodo de 2004 al 2011, Israel había transferido contratos multimillonarios de armas que lo ubicaron en el octavo lugar de los países exportadores de productos bélicos  teniendo como principales clientes, a Arabia Saudita, La India y Emiratos Árabes ( Globe newspaper)

Con libertad para operar –representada por la omisión de la inteligencia electrónica de EEUU-, la convergencia del mercado negro de armas se centro en los alrededores de Siria sin que el Comando regional de las fuerzas estadounidenses se hubieranpreocupado por este flujo.

La región se convirtió en un verdadero hormiguero de tráfico de armas de todo tipo, pero no cualquiera puede ofrecer los armamentos más destructivos y costosos disponibles en el mercado. Pero una cosa es vender fusiles, municiones y hasta misiles anti tanque de última generación pero ¿Quiénes podían proporcionar el acceso a los tubos de Sarín o Mostaza? Aquí además del dinero, había que tener suficiente influencia –y estrechas relaciones con las agencias de inteligencia- como para que sin preguntas y de la forma más discreta, contenedores con estos agentes venenosos pudieran salir de los laboratorios estadounidenses enclavados en la república de Georgia, trasladados por tierra, embalados en barco y llevados a salvo a las costas de Turquía donde se desembarcarían para ser llevados bajo el control del MIT (Servicio secreto turco) a los campamentos secretos de la CIA en el sur.

Simplemente, una banda de mercenarios, muchos de ellos provenientes de diferentes países,  no podía dirigir estas complejas operaciones.

Pero tal como lo señalan los investigadores como Gordon Duff, editor del medio digital “VeteransToday.com”, había pruebas contundentes de la cooperación estrecha entre Israel, EEUU, Georgia, Turquía, Ucrania y posiblemente Alemania, había sido crucial en lo referente a la provisión de estas armas químicas a las bandas mercenarias. Solo cabe recordar como muestra de la criminalidad deliberada de estos siniestros cooperantes, la masacre de “Al Gouta” en 2013 que, perpetrada por un grupo foráneo,  infructuosamente Washington pretendió endilgársela al gobierno de Damasco.

Pero allí no terminaban las injerencias de estos siniestros aliados. No hace mucho hemos podido ver como supuestos aviones sauditas, a comienzos del año  lanzaban bombas nucleares tácticas sobre Yemen, algo que fue inmediatamente denunciado por los combatientes “Huties” señalando como autores reales de esos ataques, a aviones israelíes y bombas entregadas por Tel Aviv a Riad. Las explosiones que quedaron registradas en al menos una docena de tomas desde varios ángulos en la ciudad de Sanaa captadas desde teléfonos  móviles y cámaras digitales, que se asemejaban mucho a la detonada en mayo del 2013 en las inmediaciones de Damasco y que fue producida por una incursión aérea israelí.

Según informes levantados por inspecciones en el lugar donde cayó esta bomba nuclear táctica, había rastros de radiación que comprobaba su utilización. La evidencia dejaba en claro una vez más, que a Tel Aviv le importa muy poco la vida ajena y menos aún la de los árabes musulmanes en general –corroborada con su negra historia sobre los palestinos- y sirios en particular. Por supuesto que este “delivery” de la muerte no era gratuito o por un simple gesto político para con los corruptos gobiernos del golfo; esto tenía un precio y era muy alto.

A la provisión de armamento, equipos de comunicaciones e inteligencia, se agregaron las injerencia de elementos israelíes trabajando conjuntamente con los grupos mercenarios, que han sido detectadas a lo largo de estos años especialmente en las zonas fronterizas de los Altos del Golán, Quneitra, Daraa y Zabadani dejando a Tel Aviv en dificultades para explicar estos hechos, no quedándole más recurso que la de mantener un silencio sepulcral muy bien acompañado por la complicidad de los medios occidentales.

Pero la entrada de Rusia en el escenario, ha cambiado en unos ciento ochenta grados la situación y con ello han complicado las operaciones de engaño con las cuales los complotadores pretendían pintar al gobierno legítimo sirio como el autor de las barbaridades y las atrocidades que han venido siendo maquilladamente propagadas por los medios masivos  occidentales.


Sin dudas de que los principales constructores de armas, municiones y bombas como las señaladas, engordan sus bolsillos a costa de la vida de miles de pobladores de la región y en algún momento, que no queden dudas, deberán ser llamados a comparecer  ante la instancia jurisdiccional de la Corte Penal Internacional.
“CHAVEZ VS FIDEL”

La necesidad de diferenciar para hacer justicia histórica


Como dice el dicho “las comparaciones son odiosas”, pero en el caso de estos dos notables estadistas, esta acción se vuelve necesaria para hacer justicia histórica y darle a cada uno el lugar preponderante en la historia.

A lo largo de estos años ha sido muy común escuchar que “Chávez era comunista”, “que Chávez era como Castro”, “que Venezuela era como Cuba” y un rosario de sandeces más que provenían de sectores con intensiones aviesas destinadas a desinformar aun mas a la opinión pública ignorante de política.

Comenzando con el Comandante Fidel Castro Ruz, abogado que se convirtió en líder de la revolución nacional en la Cuba de fines de los años cincuentas pero que debió convertirse al marxismo para poder ser cobijado bajo el ala de la entonces Unión Soviética,  fue un político astuto y pragmático que demostró que en la construcción de poder no existen ni amigos ni incondicionales, menos aún los imprescindibles.

Supo jugar muy bien el juego del gato y el ratón con EEUU aunque, su figura fue eclipsada por el médico argentino Ernesto “Che” Guevara Lynch quien demostró ser mejor orador que combatiente. No caben dudas de que Guevara fue el alma y la mística de esta revolución. Con sus encendidos discursos y su empatía con los hombres y mujeres del común, le dio la vida que no le daba el frío y calculador Fidel, más preocupado por cuidar el poder que de la cotidianidad popular.  Inquieto y propulsor de la revolución continua no se quedo en los laureles de la burocracia partidaria que se estableció en Cuba.

Por el contrario, Fidel fue un astuto negociador y un temible cerebro político con el cual pudo retener el poder hasta no hace mucho.  Como aliado de la URSS en la guerra fría, Cuba nunca debió enfrentarse militarmente a los estadounidenses (salvo el incidente de Bahía de Cochinos, urdido por la CIA), pero si un embrago económico que sumió a la isla en una situación acuciante por cincuenta años.

Castro y su revolución fueron la inspiración revolucionaria para algunos sectores de la izquierda latina y de otras latitudes. Adornado con elogios épicos que quisieron darle a la revolución un carácter “romántico”,  los hechos de la realidad demostrarían que eso solo era para el consumo de novelas.

Aunque su comunismo despertó adhesiones en movimientos de las décadas de los sesenta y setentas, sus posturas políticas se limitaban a mantenerse dentro de un marco de los “intereses del Partido” –de la Internacional Comunista- quedando afuera muchas causas y luchas que no adherían a ninguno de los paradigmas políticos que conformaban la bipolaridad de la época. La prudencia también fue una característica de la política revolucionaria castrista por lo cual, en sus extensos discursos de hasta cinco horas, palabras como “imperialismo”, “yanqui” y “patria o muerte”, fueron parte de una dogmática semántica e impactante para los  oídos, pero nada más.

Algunos han señalado la curiosidad de la sobrevivencia del régimen de la Habana. Para los partidarios del Castrismo, ha sido la virtud de un líder indiscutible; para los fríos analistas de la política “una conveniencia para Washington”. En los hechos, si así lo hubiere querido, los estadounidenses hubieran invadido la isla en solo 48 horas y llegado hasta el mismo palacio presidencial para sacar a Fidel Castro caminando o como dice el dicho, “con los dos pies para adelante”. En los hechos, Cuba como amenaza militar no existió nunca, salvo que la URSS hubiera podido emplazar sus misiles intercontinentales.

La explicación para tal “fenómeno” fue simplemente, la existencia de un fabuloso negocio en el cual, el presupuesto gubernamental federal destinaba por año miles de millones de dólares para la vigilancia, inteligencia y maniobras militares fundadas por la supuesta “amenaza comunista a pocos kilómetros de Florida”. En él entraban, la industria de armas, subcontratistas para servicios, equipos, compra de aviones, lanchas, etcetcetc. Para algunos suspicaces, en este negocio  participaba Castro y su círculo más cerrado, mientras el resto de los cubanos debían sobrevivir con comidas racionadas y zapatos rusos.

Sin lugar a dudas de que Castro hizo mucho más por el capitalismo que lo que su proyecto denominado la “Gran Cuba Socialista” pudo lograr en la isla.

En cuanto a las decepciones del castrismo más conocidas, están el abandono que acusó el MIR (Movimiento Izquierda Revolucionario) chileno, que había solicitado a Castro el apoyo con armas para proteger al presidente socialista Salvador Allende, que según algunos, solo se concreto con el regalo de un fusil AK-47 con una dedicatoria en un chapa de la culata.  Lo mismo de los “Tupac Amaru” uruguayos o los “ERP” o “Montoneros” en Argentina que encontraron limitado apoyo de la Habana para sus operaciones insurgentes.  Con esto para muchos izquierdistas desilucionados, Castro dijo mucho pero no hizo nada.

Para la década de los ochentas, Fidel gozaba de la fama de un histórico revolucionario, algo así como el “León herbívoro” que junto a su revolución, eran más decorativos que una amenaza real para la seguridad nacional de EEUU o del continente. Tras la guerra de Malvinas en 1982, Argentina recibió el apoyo de la mayoría de los países de la región –especialmente del Perú- y de la Habana su reconocimiento como parte de una lucha antimperialista.

La década de los noventas signó definitivamente la debacle del Castrismo, que ya no tenía propósito ante la caída de la URSS. Malas noticias para los negocios que se hacían con el presupuesto de defensa en EEUU y para los parásitos que vivían a expensas de aquel; a partir de ese momento, hacían sus valijas para concentrarse en los exóticos y realmente peligrosos escenarios del Oriente Medio donde se anclaran hasta el presente.

Anacrónica y sin alcance, la revolución de Castro solo se vivía en Cuba.  Realmente, la isla pasó a tener más bien un interés meramente turístico, la verdadera fuente de ingresos  para la Cuba revolucionaria que traían los turistas gringos para los desesperados camaradas cubanos. Desde la caída de la URSS, para muchos analistas y congresistas norteamericanos el bloqueo a Cuba no tenía propósito. No se justificaba destinar un presupuesto para gastar en combustible para vuelos de vigilancia o patrullaje táctico para prevenir la ridícula idea de “una invasión cubana a los cayos de la Florida”. Tal como lo señaló un militar retirado, “si las FFAA cubanas no pueden recuperar Guantánamo, menos podría realizar una invasión de ultramar”.

Muy diferente fue la carrera del venezolano Hugo César Chávez Frías, quien tras haber sido militar del ejército de Venezuela, mostró de joven, las inquietudes políticas en medio de una situación de galopante corrupción de la clase política que mantenía a la sociedad bajo una situación de miseria e injusticias. Co fundador del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) dio sus primeros pasos en el campo de la política. A diferencia de la Cuba pre-revolucionaria, en Venezuela había un sistema de partidos que simulaba representatividad ciudadana.

Sumida en la partidocracia, la corruptela y el clientelismo, para fines de la década de los ochentas Venezuela se hundía en el caos económico  y con una clase gobernante tan o más corrupta que la clase política que jugaba de opositora, se preocupaba más por lo que los bancos y Washington pensaran que lo que le ocurría a sus conciudadanos.  La situación era mucho más compleja que la Cuba pre revolucionaria y el desafío para desatar aquella “trenza” de corruptela partidocratica que gusta tanto cubrirse con el calificativo “democrático” intentando desarmar las criticas y las oposiciones.

Fue de ese modo que en la madrugada de febrero de 1992, un grupo de hombres del ejército liderado por hasta ese momento desconocido Tte Coronel,  tomaron varias instalaciones gubernamentales en Maracaibo, Caracas, Valencia y Maracay como forma de protestar por la descarada política de saqueo y entrega que impulsaba el presidente Carlos Andrés Pérez.  Imposibilitado de tomar el Palacio de Miraflores, toma una decisión crucial que daría inicio a un mito. Ante el fracaso de aquella jornada, ese flaco oficial con boina roja ordena la entrega de las armas y acepta las consecuencias que resultan en el encarcelamiento por dos años, donde elaboro junto a sus camaradas “Cómo salir del Laberinto”, un programa político para rescatar a Venezuela de su pozo.

Tras su liberación, el ascenso político fue meteórico y sin pausa. Con un carisma incomparable supo entender y comprometerse con todas las causas del mundo, allí donde la injusticia y los atropellos del imperio se cobraban con sangre las pretensiones de dominación. A diferencia de Fidel, “Hugo” celebró y saludó sin cortapisas ni temores la lucha de los pueblos que buscaban la libertad y la independencia contra las brutalidades de Washington y de Tel Aviv. Y no se quedó allí, fue conteste con sus palabras y sus gestos fueron conocidos por los pueblos árabes e islámicos que tan acostumbradamente desde esta región, se les miró con desconfianza producto de años de desinformación y propaganda radiada por los medios sustentados por los que llevaban la muerte a esas regiones.

Para Chávez, la revolución no tenía partido, no era una construcción burocrática que buscaba afiliados para crear esos grandes aparatos burocráticos que se vuelven sectarios y no aceptan las disidencias. ¿Acaso alguien vio o escucho a Fidel criticar a Israel por sus crímenes? Por el contrario Chávez, sin rodeos se despacho contra Tel Aviv y tomo medidas claras por sus violaciones a los derechos humanos. Su discurso rompió todas las barreras y su potente voz cargada de emoción, encendió las simpatías de los palestinos que luchaban contra la maquinaría voraz de sionismo israelí, pasando por los cómodos jeques árabes del Golfo, Siria, Libia, Iraq e Irán, sin que las barreras del idioma y la idiosincrasia detuvieran su camino.

Fue saludado con entusiasmo y sincero cariño por los injustamente vituperados pueblos musulmanes, cruentamente castigados por las armas estadounidenses e israelíes.

Chávez revalido su carisma y su condición de líder, al sobreponerse al intento de golpe de estado en abril del 2002, cuando un grupo de empresarios, oficiales de las tres fuerzas y dueños de los medios más importantes del país, habían orquestado con la colaboración de Washington, un golpe que resulto en un fiasco.

No tuvo empacho en decirle a la cara al títere iraquí Yalad Talabani, mientras el resto de los presentes estupefactos escucharon que era una vergüenza que su gobierno se prestara a colaborar con los invasores estadounidenses.

Su prédica llegó a los gobiernos más disimiles y se entrevisto con los líderes mundiales más controvertidos sin que ello fuera un reparo para estrecharles las manos o encontrarles en fraternales abrazos.  Trabó un fuerte lazo con Vladimir Putin, siendo Venezuela el primer país latinoamericano en mucho tiempo que establecía tan profundos lazos que dieron la potencia para fortalecerle ante las amenazas del norte. Llamó y trató como amigos a Mohamar Al Gadafy, Bashar Al Assad y quien lo recordó con emoción en su partida, el iraní Mahmud Ahmadinejad quien lo despidió como “a un entrañable amigo”. Con altura y carácter, llevó la prédica de la revolución bolivariana y saludó con respeto a los países que realmente resisten al brutal embate imperialista, lo que le valió el desprecio y el odio del sionismo internacional.


Chávez partió en marzo del 2013; demasiado rápido y rodeado de demasiadas circunstancias muy sospechosas. El gran amigo, el líder y el inspirador del multilateralismo en las relaciones entre los estados que recogió Putin y hoy es una doctrina que se contrapone al unilateralismo estadounidense que solo ha traído calamidades, son la prueba de que el “Comandante Hugo César Chávez Frías”  vive  y ha dejado mucho más a este mundo, que lo que han dejado los mezquinos partidismos anquilosados que solo son piezas de museo.

domingo, 27 de septiembre de 2015

VETERANOS DE AYER

EL PELIGRO DE PARTICIPAR DE LA GEOPOLITICA AJENA

Riesgos y consecuencias de una posible nueva intervención argentina en el Golfo Pérsico


No ha pasado mucho tiempo desde que las alarmas de un posible ataque a Irán, sonaban indiscretamente por varios portales alternativos de noticias. Los argumentos oficiales para esta empresa era “el peligro que representa para el mundo”. Pero detrás de todas esas maniobras discursivas y la tan acostumbrada propaganda cargada de malicia e islamofobia, hay y siguen existiendo intereses geopolíticos bien definidos.

Era allá por el año 2007 cuando una noticia impactante pasaba desapercibida en los medios informativos occidentales y ni que hablar de los argentinos. El 6 de septiembre de ese año una flotilla de ataque israelí incursionó sobre territorio sirio y destruyó las instalaciones de una planta nuclear que habría sido entregada por Corea del Norte. A pesar de que el hecho no fue reconocido oficialmente ni por Damasco ni por Tel Aviv, los cierto era que fue citado por la ex Secretaria de Estado norteamericano Condolleza Rice en un cable diplomático que fue filtrado por “Wikileaks”.

En ese mismo cable, Rice reconocía el derecho de Israel para realizar esta acción que se asemejaba a la realizada en 1980 contra el reactor iraquí de Osirak que destruyó las aspiraciones de un desarrollo atómico propio.

Además de dejar en claro que para Tel Aviv la ley internacional no les comprende y que están más allá de ella, sirvió para marcar el contexto en el que se produjo este golpe contra la soberanía siria. Estaba claro que se trataba de un precalentamiento para llevar adelante una operación más ambiciosa y mucho más riesgosa como era –y siguen ambicionando en Tel Aviv- atacar a Irán.

Desde mediados del 2009 que Israel había venido presionando por todos los medios posibles, para que EEUU se involucre en un ataque sobre la república Islámica. Acciones criminales y terroristas como fueron los asesinatos de científicos nucleares a manos del Mossad, fueron solo una parte de las tácticas de las que Tel Aviv estaba dispuesta a usar para cumplir con sus planes. Las ambiciones por desarmar a Irán señalan un claro plan geopolítico que a su vez, abriría paso a llegar al plan culmine: destruir la capacidad nuclear de Pakistán.
Los esfuerzos políticos por justificar una agresión contra la República Islámica no escatimaron en recursos y en argumentos que iban desde los más abstractos a los más infantiles como los vistos con Benjamín Netanyahu presentando ante el foro de Naciones Unidas, unas caricaturas de cómo entendía a Irán como un peligro no para Israel, sino para el mundo.

Las presiones sobre la Casa Blanca tampoco se detuvieron y la administración de Barak Obama no estuvo exenta de improperios y hasta de amenazas por parte de los sectores más duros del sionismo norteamericanos. Y en cierta medida estos sectores y los que se representaban en los Lobbies judíos como AIPAC, se sentían decepcionados o mejor dicho traicionados por las promesas incumplidas que aquel mismo Obama, había hecho en la tribuna de aquel Lobbie por el 2008.

Pero AIPAC y sus socios parecían haber olvidado que Barak Obama es el presidente de todo EEUU y no de la comunidad judía o en el peor de los casos, de Israel. Pero incluso la culpa tampoco era de los representantes de estos grupos de presión, dado que se había vuelto una costumbre que se vieran con “derechos” –mucho más calificados- a reclamar por estos intereses sectoriales, dado que aportan suculentas sumas de dinero para apoyar las campañas de los presidenciales; después de todo, los predecesores en la Casa Blanca siempre han estado presionados a ligarse a estos compromisos no escritos.

Sobre esas bases y con la influencia que ejercen en el Congreso estadounidense, Tel Aviv ha intentado infructuosamente involucrar a EEUU en una agresión contra Irán sobre la base de  meras “sospechas” y no de informes certeros con pruebas objetivas, que señalasen  de que se estuvieran desarrollando armas con capacidad nuclear, las cuales Israel desarrolla desde fines de la década de los sesentas en el siglo pasado.
  
Algunos trascendidos contemporáneos a aquel ataque sobre territorio sirio, hablaban de que se buscaba la cooperación de varios países para que esas acciones se extendieran sobre Irán. Entre los solicitados estaba Argentina, quien apelando a las continuas acusaciones que se vertían desde Tel Aviv y Washington sobre Teherán de haber sido el autor del ataque contra la Embajada de Israel y la AMIA,  el gobierno argentino tendría algo así como “un deber moral” de cooperar con los recursos que estuvieren a su alcance.

Pero pese a que en la Casa Blanca estaba el entusiasta George W. Bush y su gabinete decididamente pro-israelí,  la viabilidad de acompañar a la aspiración de Tel Aviv por atacar a Irán era algo para nada conveniente para Washington.  La difícil situación de EEUU en Iraq y Afganistán,  la creciente animosidad del público estadounidense por una guerra que había quedado estancada,  hacía inaceptable que se provocara una escalada que muy seguramente repercutiría en contra de lo que, especialmente estaba sucediendo en Iraq.  La seguridad de sus tropas ya estaba severamente comprometida y con un plan como el propuesto por Israel, simplemente se agravaría.

Pero esas no eran las verdaderas consideraciones que frenaron a Washington;  la situación de Irán y el control estratégico que ejerce sobre el estrecho de Ormuz, lo convierte en un enemigo que no conviene despertar. Estas consideraciones estrictamente estratégicas se veían agravadas por los riesgos que una operación como la gestada por los israelíes, podía acarrear a su flota y a los intereses de las compañías petroleras que cotizan en Wall Street.

 Desde el punto de vista militar, EEUU tenía mucho que perder, mientras que Israel una vez concretada la misión, sus aviones volverían a su base a varios cientos de millas del lugar.

A las posibles represalias sobre la base naval en Bahrein, los estadounidenses y sus socios árabes del golfo no estaban dispuestos a volver a vivir aquellas jornadas de inseguridad para sus buques tanque, que durante la guerra entre Irán-Iraq, se vieron repetidamente agredidos causando pérdidas multimillonarias en crudo vertido al mar o quemado  por los ataques de aviones o lanchas suicidas.  

Otra consideración muy puntual, era el renovado y más potente sistema de misiles costeros desarrollados por Irán y que, con un estrecho tan peligroso como el de Ormuz además de dificultar la salida, podrían cerrarlo muy fácilmente.

Con esta decepción de último momento para un Israel que no estaba acostumbrado a un no de Washington,  además de la furia en Tel Aviv causó como el efecto dominó, una seguidilla de negativas para involucrarse en una aventura como la propuesta. En el caso del gobierno de Néstor Kirchner, pese a su aparente posición de independencia política,  estaba presionado para que Irán fuera señalado judicialmente como el responsable de los ataques en Buenos Aires y en esa línea se le habría pedido que colaborase con una participación militar que se desarrollaría a la sombra de la legalidad internacional.  

Esta circunstancialidad adversa a los planes de Tel Aviv, ayudo a que cancelaran momentáneamente sus aspiraciones de atacar a la república islámica.

En ese sentido, el gobierno argentino advirtiendo los grandes peligros que rodeaban acompañar o al menos cooperar con los planes que proponía Tel Aviv y considerando que EEUU se había abierto de estos planes, La Casa Rosada decidió mantenerse al margen y no involucrarse en una situación para la cual no estaba –y no sigue estando- preparada.

Por un solo momento, pensemos lo que hubiera involucrado cooperar con semejantes planes. Primero, al no existir una autorización legal que se materializan por medio de resoluciones –bastante discutidas- del Consejo de seguridad, encontraba el escollo de aunque  más no fue, de una muy discutida legalidad. Una actitud como esa, impulsada desde sectores extranjeros, hubiera roto el histórico respeto que nuestra nación ha reconocido a las soberanías de todas las naciones del mundo.

Segundo, si Argentina se prestaba a estos planes, ¿con qué recursos participaría? Su situación en el área de la defensa simplemente se podía catalogar como desesperante. A diferencia de la participación de las unidades navales en la campaña bélica conocida como “Tormenta del Desierto” entre 1990 y 1991,  las circunstancias geopolíticas eran bastante cambiantes y la situación en la región se mostraba en una creciente inestabilidad. Enviar personal militar –de haberse concretado esta agresión- hubiera representado un sacrificio  muy difícil de justificar y ajeno a los intereses nacionales;  y una inexplicable carga política  para el futuro del país.


Y por último, si hubieran condiciones  tecnológicas y materiales –hoy inexistentes- para que la Armada se hiciera presente en una nueva operación en aquel mismo teatro, los potenciales peligros que rodearon a las operaciones “ALFIL 1”  y que fueron muy reales,  en la actualidad y por las características geográficas de las extensas costas iraníes, los nuevos y letales sistemas de misiles anti buque que Irán despliega generosamente, especialmente en la boca del estrecho, aquellos peligros dejarían de ser tales para convertirse en un hecho concreto.  Hoy por hoy, un solo misil, puede aniquilar a una fragata evadiendo todos los sistemas de contramedidas que en el pasado podían –y con la ayuda de la suerte- desviar al misil de su trayectoria.