EN LA MIRA
CARRERA CONTRA LA MUERTE
Entretelones de lo que puede desatarse en Siria con la participación rusa
Tan
lapidarias como realistas, fueron las palabras de Vladimir Putin en una
entrevista concedida a la cadena estadounidense CBS NEWS, cuando aseguró que “en
Siria hay un gobierno y un ejército legítimo y está enfrentándose que algunos
de nuestros socios occidentales califican de oposición. En realidad el ejército
de Assad está luchando contra organizaciones terroristas”, dejando estupefactos
a los asesores de inteligencia en Washington. Esto causó un ataque de alergia
en los burócratas de la Casa Blanca y los militares del Pentágono que
comenzaron a intuir lo peor.
Tal cual lo intuyeron y
confirmando los informes sobre la llegada de aviones de transporte militar
rusos trayendo personal con equipamientos y armas de última generación, los
militares norteamericanos y sus colegas de equipos de fuerzas especiales que,
junto a la CIA estaban trabajando sucio dentro de Siria, deberían hacer sus
maletas y huir cuanto antes para borrar cualquier rastro que comprometa aun más
a la Casa Blanca y a sus aliados en Tel Aviv.
Imaginarse por un instante, que
podría suceder si los aviones rusos empezaran sus operaciones y en el proceso,
arrasaran alguno de los campamentos donde
se entrenan los llamados “rebeldes moderados” supervisados por
estadounidenses; y en ese acto, quedaran los impertinentes rastros que revelaban que aquellos rebeldes eran lo
mismo que los de “Al Qaeda” y que los “asesores” estadounidenses eran elementos
de la CIA con extensos historiales de crímenes en Iraq, Libia y Afganistán.
Simplemente sería un terrible dolor de cabeza para la administración Obama y
una mancha más a la ya de por si enlodada imagen estadounidense.
Pero los descubrimientos podrían
ir más allá de estos actores. Si se
combinaban exitosamente las operaciones aéreas y las terrestres, hasta podrían
llegar a hallar los convidados de piedra intuidos desde el inicio de toda esta
agresión, que podrían estar operando con elementos propios o tercerizados –como
de costumbre para cubrir su presencia-.
Las posibilidades de que esto
pudiera ocurrir son tan altas, que los números que el mismo Putin ha revelado
en aquella entrevista, dejan en claro que lejos de la aludida torpeza en la
selección de los llamados moderados, hubo un actuar liso y llano que no espero
ser descubierto por filtraciones indiscretas. Según dejó entrever Putin, de los
12000 voluntarios que había reclutado el programa norteamericano, solo “sesenta”
estuvieron preparados para actuar y de
estos solo quedan “cinco” o “seis” dado que el resto se pasaron al bando de los
mercenarios de línea dura.
Desde el punto de la macro
política regional, esto significa un obstáculo que frenaran los planes de Washington y un serio
inconveniente para Israel en momentos que, aprovechando el caos sirio que
distrae a la resistencia árabe, mediante
el uso de la fuerza trata de arrebatar al pueblo palestino la propiedad de la
Mezquita de “Al Aqsa” para la concreción de planes mesiánicos.
Pero a pesar de que Vladimir
Putin y su gobierno saben muy bien como se creó esta crisis y de dónde salió el
ISIS, mantiene el protocolo oficial y ajustándose a la ley internacional
aprovecho en la sesión de la 70º Asamblea de Naciones Unidas para llamar a
todos los países del mundo, a unirse en esta lucha, marcando la diferencia con
sus “socios” occidentales que, con dobles raseros, jugarretas y una gran carga
de cinismo, lejos han estado de comprometerse a luchar realmente contra este
flagelo que –y hay que reiterarlo hasta el hartazgo- fue creado por sus
propias agencias de inteligencia.
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