“RETORICA DEL DEJA VU”
¿Por qué las decisiones en política exterior y
en particular sobre Ucrania del presidente Joe Biden pueden hundir su
administración?
Por Charles
H. Slim
A lo largo de la historia de la política exterior norteamericana, varios
mandatarios han quedado atrapados por sus propias palabras llevando al país por
una senda de degradación. Cuando EEUU tomo la decisión de meterse en el sudeste
asiático allá por la década de los sesentas (1964), Washington fallo en dos
consideraciones básicas: Una, la ilegitimidad de su decisión y otra
menospreciar la determinación de los vietnamitas de pelear hasta el final.
En aquel momento y tras
el asesinato de J. F. Kennedy, Lyndon B. Johnson ocupo la Casa Blanca
ajustándose muy convenientemente a los intereses del estado profundo que desde
antes de finalizar la segunda guerra ya había comenzado a cooptar los centros
de decisión política y que sin dudas pudo tener que ver en la eliminación de
aquel presidente católico.
Para Johnson y sus
generales entrar a Vietnam no parecía un desafío. Creyeron que podían con el
Vietcong y su promesa de apoyo al gobierno de survietnamita se basó en esa
ilusión. Cuando el norte lanzo la ofensiva Tet las tropas estadunidenses
estaban disminuyendo su apoyo y las promesas de Johnson se fueron al cesto de la
basura junto con los helicópteros que en abril de 1975 huyeron de Saigón.
Cuando se dio la crisis
de los rehenes en Teherán en 1979, James (Jimy) Carter ordenó un operativo de rescate
que terminó en un completo desastre y sin dudas la confianza en su gobierno se
derrumbó al subsuelo. Los contrarevolucionarios y los colaboradores de la CIA (y
sus socios del Mossad) que esperaban ordenes de Washington debieron huir sin
más.
Cuando George W. Bush y sus comandantes creyeron que Iraq había sido conquistada, en mayo de 2003 y rodeado de una aureola triunfalista se monto toda una escenografía mediática abordo del Portaaviones “USS-Abraham Lincoln” donde el mismo Bush arribó a bordo de un avión “S-3B Vikinkg” disfrazado con un traje de piloto de combate para luego declarar: “el fin de los combates…Misión cumplida!”.
No tardo de decir esas palabras
cuando en Bagdad la resistencia incrementaba sus operaciones causando bajas y cuantiosas
pérdidas materiales que eran celosamente censuradas por la ocupación. Su
administración no pudo tapar esto y para peor, ello empeoraría con el paso del
tiempo. A esto se sumarían las revelaciones sobre torturas, violaciones y
ejecuciones (cometidas en la sombra de los siniestros campos de detención) terminando
con la pobre imagen con la que ya contaba su administración pero, lo peor
embarrando la poca credibilidad que a los ojos del mundo tenía EEUU.
Biden parece olvidar
estos eventos y fallidos de sus predecesores, tal vez sean los años o quizá una
demostración de una excesiva confianza. Lo cierto es que sus promesas de
involucrar a los EEUU en una guerra perpetua contra Rusia, puede terminar con
una catástrofe no solo para EEUU y los obsecuentes serviles de la UE sino también
para todo el mundo.
A pesar de las
bravuconadas de Biden y de los billonarios fondos en armamento y asesoramiento
que se han enviado a sostener al régimen de Zelensky, los esfuerzos parecen haber
sido en vano y hoy por hoy las fuerzas rusas avanzan sin obstáculos a su
objetivo estratégico más importante, Odessa. El desconcierto y la ambigüedad reinan entre
los socios atlantistas europeos quienes a pesar de ladrar ante los medios contra
el oso ruso, tras bambalinas y amenazados por una inflación en alza han pedido
clemencia a Moscú para que no les corten el suministro de gas.
En el círculo de
colaboradores y partidarios del cómico de Kiev la agitación y el nerviosismo no
puede disimularse demostrando que han perdido la confianza en La Casa Blanca. Las
deserciones y la resistencia a enlistarse van en aumento ya que los jóvenes se
han dado cuenta que no luchan por su país sino por una mafia sostenida por
Occidente. Para peor, los golpes de la inteligencia rusa contra un intento de
sabotaje contra la planta de Zaporiyia en momentos que la OIEA visitaba sus
instalaciones y los reveces en Kherson en un fallido intento de ofensiva con
más de 2000 soldados ucranianos eliminados y cientos de apresados, ha sacudido
los nervios del régimen pro-atlantista. Ante esto los generales de Zelensky han
entrado en pánico. Y es que con mucha razón entre ellos se preguntan, “si la
OTAN nos abandona ¿Qué será de nosotros?”
El uso del terrorismo
no ha funcionado sino todo lo contrario. El asesinato de Darya Dugina le ha dado
mayor determinación al gobierno de Putin y al mismo tiempo ha servido para
exponer públicamente la torva cara que se esconde detrás de la OTAN.
Las cosas no podrían
estar peor. Incluso los subalternos británicos se hallan confundidos y
consternados con esta realidad ¿Qué diablos podemos hacer si militarmente no es
posible detener a los rusos? La respuesta parece ser la de modelar una
contraofensiva desinformativa e intoxicación de la historia contemporánea para
intentar construir un caso legal. El principal argumento para encabezar esta
nueva estrategia es reeditar la farsa de la “violación de la integridad
territorial de Ucrania en 2014”. Pero ¿Cuáles son los hechos que respaldarían
esta desesperada hipótesis?
El primero es Crimea y
el otro la asistencia a las poblaciones del Donbass. En el discurso de
Washington y Londres, Rusia y Vladimir Putin se apropiaron ilegalmente de un
territorio soberano, pero se abstienen de mencionar -además de las
implicancias en el golpe de estado- que la OTAN estaba preparada para
llevar a cabo su propio movimiento apenas cayera Kiev. Las bases navales del
mar Negro y Sebastopol, puntos estratégicos, no iban a ser entregadas a un
régimen de matones ultranacionalistas pagados por la OTAN.
En realidad no importa que
tan brillante sea la mentira que monten, la realidad de una depresión económica
que aplastará a la UE hará que los ciudadanos europeos se preocupen más por el
deterioro de la calidad de vida que por estos enjuagues políticos sucios. Pero
y ante esta situación creada por las políticas suicidas de La Casa Blanca y que
parecen un volver indefinidamente al “día de la marmota” ¿Pedirá disculpas
Biden?