viernes, 2 de septiembre de 2022

 

“RETORICA DEL DEJA VU”

¿Por qué las decisiones en política exterior y en particular sobre Ucrania del presidente Joe Biden pueden hundir su administración?

Por Charles H. Slim


A lo largo de la historia de la política exterior norteamericana, varios mandatarios han quedado atrapados por sus propias palabras llevando al país por una senda de degradación. Cuando EEUU tomo la decisión de meterse en el sudeste asiático allá por la década de los sesentas (1964), Washington fallo en dos consideraciones básicas: Una, la ilegitimidad de su decisión y otra menospreciar la determinación de los vietnamitas de pelear hasta el final.

En aquel momento y tras el asesinato de J. F. Kennedy, Lyndon B. Johnson ocupo la Casa Blanca ajustándose muy convenientemente a los intereses del estado profundo que desde antes de finalizar la segunda guerra ya había comenzado a cooptar los centros de decisión política y que sin dudas pudo tener que ver en la eliminación de aquel presidente católico.

Para Johnson y sus generales entrar a Vietnam no parecía un desafío. Creyeron que podían con el Vietcong y su promesa de apoyo al gobierno de survietnamita se basó en esa ilusión. Cuando el norte lanzo la ofensiva Tet las tropas estadunidenses estaban disminuyendo su apoyo y las promesas de Johnson se fueron al cesto de la basura junto con los helicópteros que en abril de 1975 huyeron de Saigón.

Cuando se dio la crisis de los rehenes en Teherán en 1979, James (Jimy) Carter ordenó un operativo de rescate que terminó en un completo desastre y sin dudas la confianza en su gobierno se derrumbó al subsuelo. Los contrarevolucionarios y los colaboradores de la CIA (y sus socios del Mossad) que esperaban ordenes de Washington debieron huir sin más.

Cuando George W. Bush y sus comandantes creyeron que Iraq había sido conquistada, en mayo de 2003 y rodeado de una aureola triunfalista se monto toda una escenografía mediática abordo del Portaaviones “USS-Abraham Lincoln” donde el mismo Bush arribó a bordo de un avión “S-3B Vikinkg” disfrazado con un traje de piloto de combate para luego declarar: “el fin de los combates…Misión cumplida!”. 

No tardo de decir esas palabras cuando en Bagdad la resistencia incrementaba sus operaciones causando bajas y cuantiosas pérdidas materiales que eran celosamente censuradas por la ocupación. Su administración no pudo tapar esto y para peor, ello empeoraría con el paso del tiempo. A esto se sumarían las revelaciones sobre torturas, violaciones y ejecuciones (cometidas en la sombra de los siniestros campos de detención) terminando con la pobre imagen con la que ya contaba su administración pero, lo peor embarrando la poca credibilidad que a los ojos del mundo tenía EEUU.

Biden parece olvidar estos eventos y fallidos de sus predecesores, tal vez sean los años o quizá una demostración de una excesiva confianza. Lo cierto es que sus promesas de involucrar a los EEUU en una guerra perpetua contra Rusia, puede terminar con una catástrofe no solo para EEUU y los obsecuentes serviles de la UE sino también para todo el mundo. 

A pesar de las bravuconadas de Biden y de los billonarios fondos en armamento y asesoramiento que se han enviado a sostener al régimen de Zelensky, los esfuerzos parecen haber sido en vano y hoy por hoy las fuerzas rusas avanzan sin obstáculos a su objetivo estratégico más importante, Odessa.  El desconcierto y la ambigüedad reinan entre los socios atlantistas europeos quienes a pesar de ladrar ante los medios contra el oso ruso, tras bambalinas y amenazados por una inflación en alza han pedido clemencia a Moscú para que no les corten el suministro de gas.

En el círculo de colaboradores y partidarios del cómico de Kiev la agitación y el nerviosismo no puede disimularse demostrando que han perdido la confianza en La Casa Blanca. Las deserciones y la resistencia a enlistarse van en aumento ya que los jóvenes se han dado cuenta que no luchan por su país sino por una mafia sostenida por Occidente. Para peor, los golpes de la inteligencia rusa contra un intento de sabotaje contra la planta de Zaporiyia en momentos que la OIEA visitaba sus instalaciones y los reveces en Kherson en un fallido intento de ofensiva con más de 2000 soldados ucranianos eliminados y cientos de apresados, ha sacudido los nervios del régimen pro-atlantista. Ante esto los generales de Zelensky han entrado en pánico. Y es que con mucha razón entre ellos se preguntan, “si la OTAN nos abandona ¿Qué será de nosotros?”

El uso del terrorismo no ha funcionado sino todo lo contrario. El asesinato de Darya Dugina le ha dado mayor determinación al gobierno de Putin y al mismo tiempo ha servido para exponer públicamente la torva cara que se esconde detrás de la OTAN.

Las cosas no podrían estar peor. Incluso los subalternos británicos se hallan confundidos y consternados con esta realidad ¿Qué diablos podemos hacer si militarmente no es posible detener a los rusos? La respuesta parece ser la de modelar una contraofensiva desinformativa e intoxicación de la historia contemporánea para intentar construir un caso legal. El principal argumento para encabezar esta nueva estrategia es reeditar la farsa de la “violación de la integridad territorial de Ucrania en 2014”. Pero ¿Cuáles son los hechos que respaldarían esta desesperada hipótesis?

El primero es Crimea y el otro la asistencia a las poblaciones del Donbass. En el discurso de Washington y Londres, Rusia y Vladimir Putin se apropiaron ilegalmente de un territorio soberano, pero se abstienen de mencionar -además de las implicancias en el golpe de estado- que la OTAN estaba preparada para llevar a cabo su propio movimiento apenas cayera Kiev. Las bases navales del mar Negro y Sebastopol, puntos estratégicos, no iban a ser entregadas a un régimen de matones ultranacionalistas pagados por la OTAN.

En realidad no importa que tan brillante sea la mentira que monten, la realidad de una depresión económica que aplastará a la UE hará que los ciudadanos europeos se preocupen más por el deterioro de la calidad de vida que por estos enjuagues políticos sucios. Pero y ante esta situación creada por las políticas suicidas de La Casa Blanca y que parecen un volver indefinidamente al “día de la marmota” ¿Pedirá disculpas Biden?

 

 

 

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