lunes, 29 de agosto de 2022

 

“LA CAIDA DE LAS DEMOCRACIAS LIBERALES”

Cuando la realidad se sobrepone a las escenografias y los cuentos de hadas de los medios occidentales

 

Por Javier B. Dal

La guerra que hoy sacude a Eurasia sin dudas es una tragedia que muy bien pudo haberse evitado, pero que por otra parte ha servido para demostrar ante la vista de los escépticos y los abúlicos, que tan respetuosos son de la ley internacional y los derechos humanos las autoproclamadas democracias liberales occidentales.

No solo son sus gobiernos y la infraestructura que los sostienen sino también esa casta de intelectuales y fabricantes de dogmas que formatean a gusto e interés de aquellos, los argumentos para sostenerlos en la cúspide del poder. Para ello, tienen como principal vehículo las tentaculares empresas de medios masivos que les dan el espacio para que puedan “discursar con total libertad” siempre y cuando, sirva a los lineamientos del poder que al que ellos responden. Claramente eso no es libertad. Todos estos “filósofos” e informadores de toda clase de calaña ven hoy flaquear su paradigma que durante décadas fue mantenido en parte, embarrando al adversario y construyendo en rededor de él, una imagen diabólica y desagradable demostrando ser -paradójicamente- los mejores alumnos de Goebbels.

Son los instigadores del odio a los musulmanes conocido como islamofobia catalogándoles de forma generalizada y arbitraria de “terroristas”, una siniestra estrategia discursiva y psicológica que sirvió magníficamente al oscurantismo neoconservador y sionista angloestadounidense que emergió tras el nada claro evento del 11/S. Bajo esta sombra y al amparo de una impostada “lucha contra el terrorismo” se persiguieron, encarcelaron, torturaron y asesinaros a millones de musulmanes sin que ello sea digno de ser considerado un genocidio premeditado.

Son también los rusofobos de hoy, que se encargan de ensuciar a todo el colectivo ruso por el simple hecho y conveniencia de ser funcional al discurso de La Casa Blanca y de la OTAN. En la misma línea callan las incongruencias en Ucrania que se materializan con el apoyo a un régimen neonazi liderado por un judío askenazi que es financiado y armado por occidente que no duda en alentar el terror nuclear bombardeando plantas nucleares y ejecutar actos de terrorismo dentro de Rusia.

En Argentina como en todo Sudamérica también están haciendo su labor aprovechando la circular crisis socio económica propiciada por una clase política archi corrupta e impresentable que desde hace décadas es cómplice y funcional al debilitamiento de la institucionalidad que sin dudas también carcome a la administración de justicia. Aquí reina la confusión y la pelea es de todos contra todos por un puñado de dinero. Sumado a esto el desconocimiento y una caída en los niveles de la educación, las nuevas generaciones demuestran poco interés y capacidad para la crítica y razonar de lo que les venden estos supuestos informadores de la realidad.

Pero estas aves que se disfrazan de “republicanos” son en realidad, entusiastas partidarios del segregacionismo (obviamente solapado) que en las últimas épocas ha ido saliendo a la luz en la sociedad estadounidense y europea, casualmente sus modelos admirados del liberalismo infectados del odio al negro, al hispano y a los musulmanes. 

Para estos sectores la islamofobia no tiene lugar en su vocabulario por el simple hecho que ellos mismos lo practican a diario. Se presentan como defensores de los derechos humanos y de la legalidad internacional pero, lo hacen de forma selectiva, acusando a unos de terroristas (sin pruebas de ello) mientras no dicen nada de verdaderos estados terroristas como Israel (una teocracia disfrazada con traje y corbata) que, bajo el amparo del imperialismo estadounidense comete por día violaciones a los derechos humanos de toda clase como ninguno.  Y a pesar de eso, osan llamarla la “democracia” del Medio Oriente.

Bienvenidos a la realidad. Estos son los que defienden o pregonan la “democracia liberal” que solo se reduce a una mera enunciación carente de contenido y que solo es una fachada de un sistema consumista y depredador heredado del colonialismo británico que el delirante Boris Johnson quiso revivir con el Brexit y que su posible sucesora Liz Truss (tan ignorante como su predecesor) amaga continuar usando a Ucrania como plataforma.

Cuando el escritor Salman Rushdie fue apuñalado -a coro de los atlantistas del norte y Europa- no tardaron en salir a mostrar una impostada consternación aprovechando el hecho para tirar por elevación contra Irán, el chivo expiatorio que desde hace años las embajadas de EEUU y de Israel tratan de establecer como culpable de dos atentados que tienen olor a otra cosa más repugnante. En cambio, cuando Israel causa una masacre de niños en Gaza o cuando se produjo el cobarde ataque terrorista que el 20 de agosto último quitó la vida a la joven periodista y politóloga rusa Darya Dugina (hija de Alekxandr Dugin) no hubo un solo comentario de estos liberales para denostar esos actos inhumanos. Allí es donde se ve la parcialidad y la falsedad de su discurso humanista.

Expertos en dar lecciones de moral y ética solo de la boca para afuera. Si como dijo Jesucristo -aunque los sionistas no lo respeten- practicasen el dicho “No veas la paja en el ojo ajeno más bien mira la viga en el propio”, sin dudas se llamarían a silencio, algo que no hacen dejando en claro la hipocresía y la parcialidad con la que se mueven por los medios.

Son estos mismos personajes que chapeando con sus títulos y maestrías en costosas universidades del mundo anglosajón y como si ello los pusiera por encima del sentido común, han sido consecuentes y obsecuentes aduladores de las políticas xenófobas, racistas y mortales contra los pueblos no occidentales (que incluye a los latinos con las intervenciones dirigidas desde Washington) revelando ese “gen” supremacista el cual los hace auto percibirse superiores a los demás y con el cual justificarse y justificar a los entes políticos que admiran para poder agredir, robar y matar a pueblos enteros escondiéndose detrás del victimismo.

Son los justificadores de las fechorías de estas “democracias liberales” las mismas que pretenden reglar al mundo arengando el respeto a los derechos humanos cuando ello quedo muy claro que ellos mismos no respetan y muy poco aplican.

La demostración de esto lo vimos en Iraq, Afganistán, Libia y lo seguimos viendo en Yemen, Palestina y Siria donde EEUU y sus aliados continúan ocupando de forma ilegal y arbitraria territorios desde donde se lanzan ataques que matan a civiles tanto en Siria como en países vecinos. Pero claro, esto no se dice ya que según estos fabuladores “las democracias no hacen eso”. Sin dudas las salas de torturas en los inhumanos presidios de Guantánamo, Abu-Graib o Gilboa (dedicados a musulmanes) son para estos crápulas de la pluma, relatos y propaganda. 

Los derechos humanos (en el marco geopolítico) para estos son otra mercancía solo asequible a los occidentales de una determinada confesión y etnia; quienes no entran en esta categoría solo son una masa despreciable y dispensable para concretar los planes de quienes dirigen desde Washington y Bruselas. Hoy los ucranianos de a pie (tanto los pro-occidentales como los rusofonos del Donbass) son la carne de cañón para los intereses de estos actores y pese a los extensos antecedentes subversivos y criminales previos que implican a funcionarios de la embajada en Kiev y a elementos de la OTAN como provocación de la intervención rusa del 24 de febrero 2022, los medios y estos argumentadores falsean la realidad.

La libertad y la democracia que tanto han blandido como banderas propias solo son apariencias y reflejos distorsionados para encubrir las verdaderas dictaduras liberales (esas de puño de acero con guante de seda) que no hay que olvidar, crecieron a la sombra del colonialismo y el imperialismo anglosajón que estos esbirros berretas tratan de maquillar. Si la semilla es mala es seguro que su fruto será similar.

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