domingo, 11 de mayo de 2025

 

EL FIRME MUSCULO DE EURASIA

¿Qué significó el desfile del Día de la Victoria en Moscú y a quiénes preocupa ello?

 

Por Charles H. Slim 

A pesar de las esperables críticas, los ninguneos y del intento de empequeñecer por parte de las elites occidentales los festejos del Día de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú, la conmemoración no pudo ser más exitosa. Un Vladimir Putin con su acostumbrada parsimonia estoica y rodeado de los altos dignatarios que lo acompañaron en la ocasión, dejó claro una vez más que las épocas de manipular y reescribir la historia y sabotear la soberanía de las naciones libres han terminado. No es necesario aclarar a quienes va dirigida esta alegación.

Los 27 millones de soviéticos y rusos que ofrendaron sus vidas para derrotar a la Alemania Nazi son algo más que un dato histórico; fueron la causa y el precio que la entonces URSS pago para liberar a Europa de aquel régimen.

Hoy una vez más Rusia se ha visto obligada a levantarse para defender a su gente, su estilo de vida, la seguridad y sus intereses estratégicos de los enjuagues de ciertos gobiernos occidentales (angloestadounidenses) que han dejado en evidencia sus inconfesables y sucias redes con las cuales se valen y que, valga la sorpresa, son la reminiscencia de aquel nazismo que la URSS derroto. Esto último no debe asombrar a nadie mucho menos, cuando el entonces primer ministro británico Winston Churchill en vísperas de la caída de Berlín instigaba al gobierno norteamericano a un ataque sorpresa y nuclear contra la URSS. Si algo detuvo esta pérfida planificación fue el desarrollo y presentación al mundo en 1949 de la primera bomba nuclear soviética.

Tampoco y ya en la posguerra durante toda la guerra fría agencias como la CIA y el MI6 rescataron, protegieron y se sirvieron de elementos nazis, entre ellos a los “banderistas” ucranianos para emplearlos en sus operaciones subversivas contra la URSS.

Todo aquello demostró que pese a derrotar a las fuerzas nazis en los campos de batalla, no se aniquilaron a sus verdaderos creadores y causantes, quienes propiciaron la aparición y generación de esta ideología extrema surgida de la desesperación y los abusos que se cometieron al final de la primera gran guerra y que fueron llevados a cabo por los colonialistas franceses y británicos.

He allí que el mundo no debe volver a caer en el mismo engaño, en ese en el cual el victimario vende las soluciones de los problemas que el mismo creo.

En el 80 aniversario de la victoria del ejército soviético sobre el Tercer Reich, los festejos sin dudas se hacen extensivos a la derrota que una semana antes tuvieron en Kursk las fuerzas neonazis del régimen de Kiev, liderado por un pequeño Führer irónicamente judío askenazi. El 25 de abril pasado las tropas rusas liberaban la última localidad ocupada en el oblast ruso dando por terminado uno de los fracasos militares más estrepitosos planeados y dirigidos por la OTAN y más puntualmente, Londres.

Al mismo tiempo y pese a las amenazas que Zelensky lanzo sobre la seguridad de los mandatarios presentes (y que en otro momento habrían sido calificadas de terroristas), todo fluyo con calma y en una completa seguridad que posiblemente haya sido el producto de haberse abortado algún intento muy puntual, aunque es más probable que quienes hayan mantenido calmado a los perros del SBU hayan sido los directores del MI6.  

Más allá de lo estético y de la demostración del poder armamentístico el desfile tuvo un efecto integrador desde lo político y humano que solo el carisma de Vladimir Putin pudo conjugar. Una de las señales que así lo indica se vio con la fluidez con su par chino Xi, con quien hablaron (traductor mediante) durante todo el desfile. Y no es para menos, ambos son los líderes de naciones que sufrieron por los enjuagues y maquinaciones políticas de sus “socios” colonialistas europeos quienes, tras propiciar y alimentar al fascismo italiano y luego al nazismo alemán llevaron al mundo a la segunda gran guerra ¿Quiénes están a la cabeza de ese pasado negro? Obviamente, los británicos, grandes responsables de la creación de problemas geopolíticos contemporáneos que además de sufrimiento y dolor para poblaciones enteras, subsisten hasta nuestros días.

Por eso no fue casual ya que al mismo tiempo, mientras transcurría el desfile en Moscú, en Kiev la coalición de conspiradores con Keir Starmer a la cabeza elaboraban una declaración a fin de intimidar a Rusia con un ultimátum para que establezca un alto al fuego por 30 días caso contrario aplicarían “sanciones nuevas y masivas”. Según estas intenciones, pretenden que el alto al fuego se apegue a una serie de condiciones impuestas por ellos algo de lo cual el vicepresidente del Consejo de Seguridad Dimitri Medvedev le respondió con un alto y claro “métanse las amenazas en el culo”.

Esto y más allá del posicionamiento de ambos bandos, pone en el tapete el dudoso interés que se deja entrever en el bloque anglo-europeo por terminar la guerra. Como de costumbre, Naciones Unidas es un convidado de piedra y no pesa para nada en todo esto. También se advierte la velada ambición de Londres por retomar un sitial de protagonismo en las decisiones políticas en el continente y que mejor para ello, que hacerlo desde el tema de la seguridad (bajo una supuesta amenaza rusa), argumento central para generar una carrera armamentística con el consiguiente negocio que ello trae. Dentro de este paquete Starmer y Macron creen que uniendo sus arsenales nucleares podrían presionar a Putin sin entender quizá que el poder nuclear estratégico del que dispone Rusia solo requiere (por su capacidad, poder y alcance) de cuando menos una decena de ojivas para contra restarles.

Todo esto en apariencias no involucraría a los EEUU ya que según la narrativa de los medios Trump habría retirado la cooperación a Ucrania, pero eso no sería tan así. Si ello fuera realidad y pese al respaldo de este grupo liderado por Londres, las tropas ucranianas no tendrían el material para continuar operando. Y si hablamos de su poder nuclear, Washington planea invertir un billón de dólares para reemplazar miles de ojivas nucleares por nuevos dispositivos más potentes. Con esto a la vista, las perspectivas de paz no son esperables.

Por lo pronto, es seguro que Moscú ve estas intenciones como lo que son, provocaciones que pretender extender las hostilidades obviamente a costa de la sangre de los habitantes ucranianos, ofrecidos en sacrificio por Volodymyr Zelensky y que los británicos han venido administrando con sus fallidas y sangrientas operaciones secretas para tratar de dar vuelta el rumbo de la guerra.  

 

 

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