EL FIRME MUSCULO DE
EURASIA
¿Qué significó el
desfile del Día de la Victoria en Moscú y a quiénes preocupa ello?
Por Charles H. Slim
A pesar de las
esperables críticas, los ninguneos y del intento de empequeñecer por parte de
las elites occidentales los festejos del Día de la Victoria en la Plaza Roja de
Moscú, la conmemoración no pudo ser más exitosa. Un Vladimir Putin con su
acostumbrada parsimonia estoica y rodeado de los altos dignatarios que lo
acompañaron en la ocasión, dejó claro una vez más que las épocas de manipular y
reescribir la historia y sabotear la soberanía de las naciones libres han
terminado. No es necesario aclarar a quienes va dirigida esta alegación.
Los 27 millones de
soviéticos y rusos que ofrendaron sus vidas para derrotar a la Alemania Nazi
son algo más que un dato histórico; fueron la causa y el precio que la entonces
URSS pago para liberar a Europa de aquel régimen.
Hoy una vez más
Rusia se ha visto obligada a levantarse para defender a su gente, su estilo de
vida, la seguridad y sus intereses estratégicos de los enjuagues de ciertos
gobiernos occidentales (angloestadounidenses) que han dejado en evidencia sus
inconfesables y sucias redes con las cuales se valen y que, valga la sorpresa,
son la reminiscencia de aquel nazismo que la URSS derroto. Esto último no debe
asombrar a nadie mucho menos, cuando el entonces primer ministro británico
Winston Churchill en vísperas de la caída de Berlín instigaba al gobierno
norteamericano a un ataque sorpresa y nuclear contra la URSS. Si algo detuvo
esta pérfida planificación fue el desarrollo y presentación al mundo en 1949 de
la primera bomba nuclear soviética.
Tampoco y ya en la
posguerra durante toda la guerra fría agencias como la CIA y el MI6 rescataron,
protegieron y se sirvieron de elementos nazis, entre ellos a los “banderistas”
ucranianos para emplearlos en sus operaciones subversivas contra la URSS.
Todo aquello
demostró que pese a derrotar a las fuerzas nazis en los campos de batalla, no
se aniquilaron a sus verdaderos creadores y causantes, quienes propiciaron la
aparición y generación de esta ideología extrema surgida de la desesperación y
los abusos que se cometieron al final de la primera gran guerra y que fueron
llevados a cabo por los colonialistas franceses y británicos.
He allí que el
mundo no debe volver a caer en el mismo engaño, en ese en el cual el victimario
vende las soluciones de los problemas que el mismo creo.
En el 80
aniversario de la victoria del ejército soviético sobre el Tercer Reich, los
festejos sin dudas se hacen extensivos a la derrota que una semana antes
tuvieron en Kursk las fuerzas neonazis del régimen de Kiev, liderado por un pequeño
Führer irónicamente judío askenazi. El 25 de abril pasado las tropas rusas
liberaban la última localidad ocupada en el oblast ruso dando por terminado uno
de los fracasos militares más estrepitosos planeados y dirigidos por la OTAN y
más puntualmente, Londres.
Al mismo tiempo y
pese a las amenazas que Zelensky lanzo sobre la seguridad de los mandatarios
presentes (y que en otro momento habrían sido calificadas de terroristas), todo
fluyo con calma y en una completa seguridad que posiblemente haya sido el
producto de haberse abortado algún intento muy puntual, aunque es más probable
que quienes hayan mantenido calmado a los perros del SBU hayan sido los
directores del MI6.
Más allá de lo
estético y de la demostración del poder armamentístico el desfile tuvo un
efecto integrador desde lo político y humano que solo el carisma de Vladimir
Putin pudo conjugar. Una de las señales que así lo indica se vio con la fluidez
con su par chino Xi, con quien hablaron (traductor mediante) durante todo el
desfile. Y no es para menos, ambos son los líderes de naciones que sufrieron
por los enjuagues y maquinaciones políticas de sus “socios” colonialistas
europeos quienes, tras propiciar y alimentar al fascismo italiano y luego al
nazismo alemán llevaron al mundo a la segunda gran guerra ¿Quiénes están a la
cabeza de ese pasado negro? Obviamente, los británicos, grandes responsables de
la creación de problemas geopolíticos contemporáneos que además de sufrimiento
y dolor para poblaciones enteras, subsisten hasta nuestros días.
Por eso no fue
casual ya que al mismo tiempo, mientras transcurría el desfile en Moscú, en
Kiev la coalición de conspiradores con Keir Starmer a la cabeza elaboraban una
declaración a fin de intimidar a Rusia con un ultimátum para que establezca un
alto al fuego por 30 días caso contrario aplicarían “sanciones nuevas y masivas”.
Según estas intenciones, pretenden que el alto al fuego se apegue a una serie
de condiciones impuestas por ellos algo de lo cual el vicepresidente del
Consejo de Seguridad Dimitri Medvedev le respondió con un alto y claro “métanse
las amenazas en el culo”.
Esto y más allá del
posicionamiento de ambos bandos, pone en el tapete el dudoso interés que se
deja entrever en el bloque anglo-europeo por terminar la guerra. Como de
costumbre, Naciones Unidas es un convidado de piedra y no pesa para nada en todo
esto. También se advierte la velada ambición de Londres por retomar un sitial
de protagonismo en las decisiones políticas en el continente y que mejor para
ello, que hacerlo desde el tema de la seguridad (bajo una supuesta amenaza
rusa), argumento central para generar una carrera armamentística con el
consiguiente negocio que ello trae. Dentro de este paquete Starmer y Macron
creen que uniendo sus arsenales nucleares podrían presionar a Putin sin
entender quizá que el poder nuclear estratégico del que dispone Rusia solo
requiere (por su capacidad, poder y alcance) de cuando menos una decena de ojivas
para contra restarles.
Todo esto en
apariencias no involucraría a los EEUU ya que según la narrativa de los medios
Trump habría retirado la cooperación a Ucrania, pero eso no sería tan así. Si
ello fuera realidad y pese al respaldo de este grupo liderado por Londres, las
tropas ucranianas no tendrían el material para continuar operando. Y si
hablamos de su poder nuclear, Washington planea invertir un billón de dólares
para reemplazar miles de ojivas nucleares por nuevos dispositivos más potentes.
Con esto a la vista, las perspectivas de paz no son esperables.
Por lo pronto, es
seguro que Moscú ve estas intenciones como lo que son, provocaciones que
pretender extender las hostilidades obviamente a costa de la sangre de los
habitantes ucranianos, ofrecidos en sacrificio por Volodymyr Zelensky y que los
británicos han venido administrando con sus fallidas y sangrientas operaciones
secretas para tratar de dar vuelta el rumbo de la guerra.
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