martes, 12 de agosto de 2025

ESTRATEGIA DE PAPEL

¿Por qué la adquisición por Argentina de 24 aviones F-16 carece de relevancia estratégica?

 

Por Javier B. Dal 

Durante años y especialmente en los últimos 20, el abandono del estado de la defensa nacional ha servido para que, entre otras consecuencias, los argentinos llegaran a encumbrar a un gobierno seudo-libertario que pese a denostar la existencia del estado y su funcionalidad, reconoce que sin fuerzas armadas, un estado nación es intrascendente en el actual contexto global.

Pero, una vez más y en lo que hace a las decisiones políticas, la Argentina paso de la desidia total a un voluntarismo inútil siendo ambas, malos caminos para encausar y posicionar geopolíticamente al país. La adquisición de unos 24 aviones caza F-16 B MLU “Fighting Falcon” daneses de producción estadounidense se inscribe en este círculo de estupidez con la que los políticos argentinos manejan un área tan sensible.

Ciertamente con esto, el país recuperará la capacidad supersónica de su fuerza aérea, algo que a los oídos de muchos y en pleno siglo XXI es algo increíble. Aun reverbera la cumbre del G-20 en Buenos Aires aquella imagen patética que sin aviones caza para escoltar a los aviones de los mandatarios, estos debían reducir su velocidad y altura para que los subsónicos disponibles pudieran emparejarles.

Obviamente esto fue presentado por el ministro Luís Petri como un hecho trascendente que si bien es de importancia, no lo es en el grado que ha querido mostrar. Durante décadas y por la obvia incapacidad política de los gobiernos que siguieron tras la guerra de 1982, el país fue perdiendo sus capacidades militares -propiciada desde Londres y cooperada desde Buenos Aires- dejando sin cobertura ni protección, los cielos, los mares y el territorio continental ante los movimientos británicos en el atlántico sur y la previsión de un posible escenario de conflicto.  

Pero si bien esto es una buena noticia para la fuerza y sus pilotos, en lo que hace al fondo de la eficacia y la conveniencia estratégica de este material es algo mucho muy discutible. A primera vista es una revitalización de un arma imperdonablemente abandonada para un país con la importancia geoestratégica que presenta y para un personal altamente capacitado y con reconocimiento mundial. Antes que no tener nada o volar aviones a motor como si estuviéramos a comienzos del siglo XX, poder volver volar aviones supersónicos como los F-16 marca una gran diferencia para ellos.

Según se ha informado este lote de aviones irían a la VI Brigada Aérea en la base aérea de Tandil, en el centro de la provincia de Buenos Aires donde comenzarían sus operaciones de vuelo.

Pero, se trata de un avión usado con 45 años de antigüedad y según el modelo (atendiendo a los nuevos sistemas) una reliquia vulnerable ante los actuales cazas modernos y ni hablar de los sistemas antiaéreos existentes. Ahora bien ¿Por qué Dinamarca fue autorizado a vender estos trastos a los argentinos? Obviamente porque Washington dio su visto bueno pese a las actuadas reticencias de la Secretaría Exterior británica; y bien digo actuadas ya que la RAF cuenta con medios aeronavales y sistemas antiaéreos de última generación en Malvinas para anularlos.

No hay que perder de vista que Dinamarca es un miembro fundador de la OTAN y el Reino Unido es parte de esta organización y en como tal, conoce al detalle estos aviones.

Recapitulando, podemos ver que el número de aparatos que entrarían en servicio es interesante, aún con estos detalles antes mencionados pero, pese a ello, son una mala compra que de ser puestos a prueba en un evento real, los argentinos lamentarán. En el pasado cercano el estado argentino estuvo a punto de cometer un terrible error al contemplar la compra de los aviones israelíes “Kfir” que además de no valer lo que Tel Aviv pedía, eran obsoletos. Según se rumorea, la IAI sigue gestionando para que el gobierno de los Milei acepte una nueva propuesta. No sucedió esto con los viejos “Super Etendard” franceses comprados por el gobierno de Mauricio Macri para la armada y que por su vetustez, son inoperantes y un verdadero peligro para la seguridad de sus tripulantes. Además de haber costado un dispendio de 12.5 millones de euros, demostró un menosprecio por el valor vida de sus pilotos quienes además de tener que lidiar con oponentes más nuevos y mejor armados, deben cuidarse de las fallas por la antigüedad y fatiga material de sus propios aparatos.

Es legendaria la audacia y pericia de los pilotos argentinos con viejos aviones A4-Q “SkyHawk”, Mirage III EA y Dagger en la guerra contra los británicos por las islas del atlántico sur en 1982. Los mismos pilotos de la RAF quedaron obnubilados por el coraje de sus oponentes al maniobrar con aparatos de treinta años de antigüedad, pero no se puede balancear un faltante tecnológico con la voluntad humana, aún si esta es extraordinaria.

Si hubiera una política realmente independiente y con una verdadera proyección geopolítica propia, mínimamente se habría optado por sistemas modernos y de contrapeso real como pueden ser los aviones rusos y chinos.   

Como se dice por acá, esto solo es una “movida para la gilada” y nada más. Aquí no intervienen altos intereses por la patria o la libertad o lo que el ministro Petri diga. Se trata de una compra inocua y que desde Londres se permitió sin claro y por supuesto, actuar oficialmente como preocupados por los canales diplomáticos.

Por eso, esta adquisición no sería ni un paso adelante ni un retroceso, solo es una compra de material para el necesario trabajo de la fuerza aérea. No causan ningún desbalance estratégico ni le proporcionan a la Argentina una potencialidad significativa. Estos aviones y pese al número adquirido, no son ninguna amenaza para la región y mucho menos para el emplazamiento británico (OTAN) en Port Stanley, Malvinas o para la flota británica que circula sin reparos por todo el mar argentino. En conclusión, más humo.   

  

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