miércoles, 3 de diciembre de 2025

 ¿UNA GUERRA POR DELEGACION EN EL INDOPACIFICO?

¿Por qué y para quién el gobierno japonés lanza una abierta provocación contra China?

 

Por Sidney Hey 

Tal vez suene reiterativo y mis amigos quienes a veces me lo recuerdan, nada es casualidad en los asuntos de la geopolítica. La premura de Donald Trump por cerrar la guerra en Ucrania y su propuesta de plan de paz -tejido a la sombra en un apartamento en Miami- en el cual sacrifica al peón askenazi Zelensky no es sin la expectativa de dar inicio a otro asunto. Es muy posible que la “Operación Midas” que ha puesto al descubierto la obscena corrupción del régimen de Kiev haya sido con alguna ayudita del propio Trump. Y no es que le simpatice Vladimir Putin o (estupidez aparte) sea un agente ruso: Se ha dado cuenta que el “pequeño führer” no podrá derrotar a la Federación de Rusia.

A propósito, nadie con dos dedos de frente y un poco de memoria va creerse ese plan de 20 puntos y en ello incluyo a Putin.  

Lo que viene quitando el sueño a La Casa Blanca y al propio Trump es su disputa geopolítico-comercial con China que más allá de las últimas conversaciones en las que se habrían llegado a ciertos acuerdos mutuos, cosas extrañas comenzaron a suceder en torno a la isla de Taiwán. La intempestiva declaración del primer ministro del Japón Sanae Takaichi en el marco del parlamento en Tokio sobre una posible intervención en defensa de Taiwán si China atacaba a la isla, desató una seguidilla de idas y venidas por los canales diplomáticos muy convenientes para occidente.

Salvando la controversia desatada, el episodio se presenta muy extraño y sino ¿Por qué Takaichi hizo esas declaraciones?, ¿Qué implicancias tendría para Japón los asuntos de Pekín sobre un asunto soberano?, ¿Acaso se busca resucitar el militarismo del imperio nipón? Antes de formular una hipotesis, pongamos en contexto a los protagonistas y sus intereses en la región. Sabemos que Pekín viene reclamando la soberanía sobre la isla de Taiwán que los portugueses bautizaron “Formosa”. Tras finalizar la guerra civil entre comunistas y nacionalistas chinos en 1949, la isla se convirtió en refugió de estos últimos liderados por Chiang Kai-shek, quien al mismo tiempo, se volvió un actor útil para el Departamento de Estado norteamericano con la finalidad de contener a la China Popular. Al mismo tiempo EEUU ocupaba Japón convirtiéndolo con el paso de los años en su más fiel vasallo en el Mar Meridional.  Esto último explica en parte la reacción de Takaichi que no es otra cosa que, la reacción de Washington.

En los últimos años las tensiones entre Taipei y Pekín han escalado de forma considerable, especialmente durante la administración de Joe Biden en la cual las provocaciones enfriaron las relaciones con China. El interés estadounidense de fortificar la isla no responde a un apoyo a la soberanía taiwanesa o un respaldo a la democracia, se trata de un intercambio de intereses estratégicos en los cuales EEUU por intermedio de sus socios de AUKUS (especialmente Australia), Corea del sur y Japón buscan consolidar en toda la zona. No dejemos de nombrar a Singapur que pese a no ser (oficialmente) un miembro de la OTAN opera disimuladamente bajo directivas ambiguas y nada claras, trabajando a su favor, prestando su territorio a instalaciones y personal quienes hacen de los ojos y oídos (electrónicos) de los estadounidenses y de la OTAN en la zona, monitoreando de constante las comunicaciones no solo del indo-pacifico sino hasta Asia Central.

Pero ¿Por qué Japón pondría la cara y no Corea del sur?

Su ubicación (en especial la prefectura de Okinawa) la hace importante para cualquier apoyo estratégico-logístico inmediato ante una operación china de recuperación de Taiwán, como así también, para una operación de los estadounidenses para crear un incidente. Sintetizando, Japón sería la plataforma de operaciones para EEUU y la OTAN. Corea del sur tiene otra tarea y no menos importante que es la de contener a Pyongyang con lo cual queda bien claro el reparto de roles en los planes de EEUU para el indo-pacífico.

Al mismo tiempo podríamos estar siendo testigos de una cortina de humo que esconde otra maniobra que podría no involucrar precisamente a China o al menos no directamente. Si tomamos en cuenta las rencillas históricas entre Rusia y Japón por las islas Kuriles, el progresivo desarrollo militar nipón tutelado por EEUU y su posición (en la retaguardia de Rusia) geográfica dan para tener en cuenta este tipo de especulaciones. Sumado a ello, las acusaciones japonesas de que Moscú -como una manera de cubrirse las espaldas mientras centra su atención en Ucrania- estaría permitiendo la chinización de las islas, ponen en contexto una situación muy compleja. Esto último lo expuso el profesor Yoichi Shimada quien advierte que ello le daría acceso al ártico -y sus rutas comerciales- con la construcción de puertos chinos y estaciones científicas en las costas del pacifico norte.

Quizá sea posible que aquella idea conmueva los ánimos de los japoneses, que viendo a Moscú distraído en la guerra en Eurasia le da una oportunidad imperdible o incluso, el propio Japón tema verse rodeado por China. Obviamente que la PM Takaichi no habla por ella misma e incluso por el gobierno en Tokio; detrás sin dudas está el Establishment de Washington DC y súbditos europeos tratando de dar un golpe seco que haga quebrar las rodillas de la Federación de Rusia.

Más allá de la credibilidad que se le pueda dar al plan de paz para Ucrania, hay un dato de la realidad que no se puede obviar y ese es que el Establishment anglosajón no comulga con un fin de la guerra con lo cual, Moscú y en especial Vladimir Putin deberían analizar con cuidado si lo planteado por Takaichi no es parte de una charada coordinada entre Washington y Tokio para crear una distracción para los chinos y una maniobra para bajar la guardia a los rusos.

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