EN GEOPOLITICA
TAMBIEN EL CRIMEN NO PAGA
¿Hay esperanza de una justicia global?
Por Charles H. Slim
No solo un ladrón o
los pandilleros de un barrio bajo y marginal son criminales. También están los
criminales de alto nivel social quienes por sus conexiones y el dinero que
ostentan pueden eludir a la justicia. A estas alturas todos conocemos una
variada fauna de criminales, pero los vinculados a la política siempre han
eludido ser tenidos en cuenta y cuando lo son, la justicia tambalea. Pero todos
sabemos existen e incluso, ocuparon y ocupan actualmente puestos en los cargos
públicos más altos de la política de sus países y otros en organismos
internacionales. Siguiendo con ello, la política es una parte inescindible de
la vida del hombre entonces ¿Por qué los políticos que cometen delitos también no
van entrar en la categoría de simples criminales?
Esto se complica
en las relaciones internacionales y en lo que hace a los crímenes que se
cometen en el marco de una determinada geopolítica. La injerencia en otro
estado mediante subversión, terrorismo y hasta la invasión militar causa
muertes, heridos y afecta la vida de toda una población entonces ¿Dónde están
las imputaciones contra quienes ordenan estos crímenes?
Aquí hablamos de
criminales con mayúscula es decir, esos que amparados en la impunidad de un
sistema internacional ultracorrupto han quitado la vida a cientos de miles de
seres humanos y han arruinado a otros cientos de miles más ¿Cuál podría ser la
diferencia entre un matón de un suburbio marginal de una metrópoli con un tipo
de traje y corbata forrado con el dinero de los contribuyentes?
Las guerras -dejando
de lado su complejidad- como cualquier crimen tienen causas, móviles,
instigadores, autores, coautores, cómplices y una graduación de participes para
poder ejecutarlas. Incluso hoy, ya no se respetan parámetros ni prohibiciones
que regían la guerra y mucho menos la legislación internacional humanitaria.
Para estos criminales estatales y para-estatales el fin justifica los medios. Así
lo vemos con Donald Trump con sus argumentaciones contra Venezuela y al mismo
tiempo su complicidad con los crímenes cometidos por Israel en Gaza. En el
mismo sentido, el gobierno británico de Keir Starmer, el alemán de Merz y el
francés Macron esforzándose por seguir sosteniendo las hostilidades bajo el
argumento de garantizar la “defensa de Ucrania”…a costa de la vida de los
ucranianos.
Pero ya no les
basta con asesinar masas de personas anónimas, derribar ciudades enteras,
torturas, violar y/o asesinar de forma deliberada a mujeres y niños como parte
de una estratégica maléfica de escarmiento colectivo; también se atreven a
cometer magnicidios y el asesinato de figuras públicas que ellos consideren que
deben ser asesinados. Esto con los crímenes a la luz pública ¿Y qué hay de los
ataques terroristas que se fabrican para argumentar e impulsar agendas
geopolíticas?, ¿Cómo se puede calificar a esta clase de dirigencias que instigan
y ordenen estos hechos?
He aquí el dilema
moral y legal que en occidente tratan de tapar con estridencias discursivas y
argumentaciones falaces para tratar de desacreditar a la visión opuesta. En la
década de los noventas la arabofobia, en el nuevo milenio la islamofobia y hoy la
descarada rusofobia que se destila por algunos medios. Esto lo vemos todos los
días con la guerra en Ucrania y la situación de los palestinos en Gaza donde
desde los medios en forma (alevosamente) continua y persistente se busca
demonizar a los rusos y a los palestinos respectivamente.
En estos momentos
las tensiones que genera la guerra en Ucrania y el impune genocidio que Israel
comete en Gaza (y que son alentados por los mismos actores occidentales) van
llevando a una polarización global que nadie puede negar; pero ¿Quién inicio el
fuego? Esta es una pregunta que nadie quiere contestar en occidente o al menos,
no en base a la verdad ¿Por qué? Porque la respuesta golpearía muy duramente en
la credibilidad ante la opinión pública en quienes se arrogan rótulos de
“demócratas”, “morales” y pobres perseguidos.
Pero esa no es la
única pregunta que habría que responder. Los analistas serios y realistas hace
ya tiempo que conocen la respuesta a la cuestión ¿Por qué no termina la guerra
en Ucrania? Simplemente por el continuo y sostenido apoyo de Washington, la UE
a través de la OTAN como su instrumento de expansión hacia el este. Son estos
actores quienes sostienen los hilos de la marioneta Zelensky y su oprobioso
régimen neonazi que no es más que un grupo criminal ocupando un poder de facto.
Pero los responsables directos de estas decisiones criminales son los
gobernantes, es decir, personas físicas quienes con voluntad y discernimiento
ordenan estas criminalidades ¿Quiénes ordenaron invadir Afganistán e Iraq a
sabiendas de que todo era mentira? Entonces si vemos que estos funcionarios reúnen
todos los elementos que conforman a las características de un simple delincuente
¿Por qué no hay la debida actuación de oficio por los organismos
internacionales de justicia bajo el Estatuto de Roma? Las ventilaciones de los
safaris para disparar a los pobladores de Bosnia Herzegovina de 1991 en
adelante ¿Quiénes creen que los organizó?
El caso de Ucrania
informa de una larga cadena de actos preparativos (orquestados por las agencias
de inteligencia) que vienen de muy atrás para desencadenar la intervención rusa
de 2022 ¿Quiénes ordenaron dichos actos? Cada administración en La Casa Blanca
desde 1991 (y decisivamente la de Joe Biden) estuvo detrás en fomentar
injerencias (bajo todas las formas más insidiosas) a fin de subvertir y cortar
las relaciones con Rusia. Obviamente eso fue sembrando el camino para lo que
sucede hoy. Entonces ¿Dónde están las causas penales ante el CPI contra cada
uno de los responsables estadounidenses y sus colaboradores británicos?
Una mecánica similar
vemos en el asunto palestino ¿Cómo y por qué se inició todo esto? No fue precisamente
por el ataque de Hamas del 7 de octubre en 2023, ello solo fue un capítulo más (y
que debe ser bien investigado) en la larga contienda que la resistencia
palestina tiene contra la ocupación israelí que viene desde 1948. Pero esto ha
servido para que Israel (Netanyahu y sus funcionarios extremistas) y sus
partidarios en occidente justifiquen por los medios (a su servicio) no solo el
sistematizado abuso (que involucran cárceles para niños) y genocidio contra la
población palestina sino, su expansionismo sobre los territorios vecinos del
Líbano y Siria.
Como vemos la
balanza está rota y la justicia del más fuerte (e influyente) prevalece. La
seguridad jurídica global esta al arbitrio de quien pueda protegerse y responder
a las agresiones, dejando en evidencia la ausencia de una instancia judicial
internacional realmente neutral.



