LA NUEVA
BIPOLARIDAD
¿Qué implica la
actual conflictividad geopolítica entre el agresivo occidente colectivo y el
multilateralismo que plantea el sur global?
Por Charles H. Slim
En la segunda mitad
del siglo pasado, fue la bipolaridad la que marcó el enfrentamiento entre el
este y oeste que conocimos como la “guerra fría”. EEUU y la Europa occidental
que se autodenominaban como el “mundo libre” y Rusia y todo Europa oriental denominado
como el “bloque soviético” mantuvieron en vilo al mundo en especial, por las
capacidades nucleares de cada uno. Pese a que ese paradigma desapareció en
1991, parece que esta lógica ya está nuevamente instalada bajo una nueva y muy
peligrosa circunstancialidad[1].
A la pregunta de
¿Por qué llegamos a esta instancia? Haremos un repaso histórico extra ligero de
las causales y sus autores. Ante todo, EEUU típico a su historia, dijo una cosa
y termino haciendo otra, es decir, mintieron en toda la regla. En mayo de 1990 James
Baker prometió en su cara a Eduard Shevardnadze que la OTAN no se extendería “ni
una pulgada” hacia el este mientras bajo cubierta, la CIA y sus colegas
británicos ya trabajaban en alimentar los independentismos en Eurasia[2] y (especialmente el
islamista) en el Cáucaso.
El gobierno de
Boris Yeltsin fue funcional para estos planes. Sin poder político real, sumido
el país en una catástrofe político-económico y social, los financistas
estadounidenses de Wall Street junto a los oligarcas que surgieron entonces, se
repartieron a gusto el control de los intereses estatales con miras a los más
importantes[3].
Esto recién comenzó a cambiar cuando en diciembre de 1999 Vladimir Putin es
elegido presidente e inmediatamente comienza a ordenar al país llevándolo a la
potencialidad actual.
Desde entonces
hasta hoy, Rusia vió en silencio y con paciencia como EEUU mediante la OTAN
avanzaba tratando de cercarla[4] y al mismo tiempo lo hacía
sobre el mundo invadiendo, destruyendo y cooptando países sin que los
organismos internacionales como la ONU hicieran algo en su contra.
Hoy estamos bajo
una bipolaridad marcada no por falsas diferencias ideológicas sino, por una
lucha entre un imperio moribundo con su disfraz democrático ajado y un sector
del globo (sur global) que ha sido víctima constante de las políticas de aquel.
Precisamente en este último la Federación de Rusia hoy tiene su sitial de
preferencia como punta de lanza para abrir camino a una nueva realidad
geopolítica. Junto a China dieron el primer paso para proponer un nuevo modelo
multilateral de cooperación y desarrollo que hoy conocemos como los BRICS+ y que
sigue creciendo motivo por el cual histéricamente trata de ser saboteado desde
el “occidente colectivo”.
En este contexto,
como siempre, los gobiernos argentinos han estado detrás de los acontecimientos
y hoy, bajo una administración eminentemente pro-sionista-atlantista[5] (y por ende renunciante de
sus intereses nacionales)[6] no debe asombrarnos el
hilarante proceso de obsecuente americanización que da lugar a toda clase de
epítetos.
En esta nueva bipolaridad
el enfrentamiento es claramente por el control económico y comercial global (incluida
la talasacracia) pero que a su vez, bajo la superficie esconde un componente
ideológico-confesional que agrandes rasgos podríamos resumir como el choque entre
dos formas de pensar irreconciliables cada una, comprometida con intereses bien
definidos. En occidente el sionismo-capitalista bajo la cobertura militar de la
OTAN (EEUU, UE e Israel) y el mundo islámico, China y el cristianismo ortodoxo
de Oriente (Rusia, China e Irán), son los paradigmas de este conflicto.
Mientras los primeros pisotean los valores, los derechos humanos y las
soberanías ajenas, los segundos se defienden de aquellos siendo la esperanza de
construir un multilateralismo para escapar y protegerse de aquel monstruo.
En lo
estrictamente militar y geoestratégico, la Federación de Rusia (y por las
políticas de Putin) se ha estado preparando para afrontar los desafíos que hoy
le presenta una administración estadounidense ambigua y sus nihilistas socios
atlantistas (en especial los británicos) dispuestos a encender a Europa con una
guerra. Putin ha sido medido y paciente ante las provocaciones estadounidenses,
el fomento de la inestabilidad y el terrorismo patrocinado por Londres que ha
sido mal interpretado como una debilidad. Tanto la secretaría general de la
OTAN como algunos generales del Pentágono creen eso, aunque y lejos de los
micrófonos y las cámaras de los medios, saben que están frente a un dilema
estratégico que no se resolvería ni con misiles Storm Shadow, ni Taurus ni los
Tomahawk.
En el terreno de
los medios también se marcan diferencias con el pasado. A diferencia de las
épocas de la guerra fría, la Federación de Rusia ha sido activa en promover
canales y medios de comunicación a fin de impulsar la difusión de una voz
alternativa para darle lugar a la versión que los poderes del occidente
colectivo nunca darían a conocer. Con ello, el monopolio que tenían los medios
estadounidenses y europeos hoy es historia.
Por último y no
menos importante, es el poder de fuego. La OTAN y EEUU han encontrado limites y
precisamente fue Rusia quien se los puso.
El último
ejercicio de las fuerzas estratégicas rusas poniendo a prueba las capacidades
de la triada nuclear ante una inminente agresión, dejó bien claro que de ser
necesario Moscú tiene con qué, no solo para defenderse sino también para
cobrarle los daños a los autores y sus instigadores. Así mismo demuestra poseer
las herramientas necesarias para la defensa efectiva de su soberanía
territorial incluyendo el auxilio a sus socios quienes (como Venezuela) se vean
amenazados por potenciales agresiones[7]. En este último sentido,
el acuerdo estratégico firmado en mayo pasado entre Caracas y Moscú, alcanza entre
otras cuestiones, a la cooperación en asistencia de armamento estratégico[8]. En esto el cómo y con qué
ya tienen respuesta, solo queda esperar el cuándo el presidente Putin ordene la
acción.
[1]
Que se evidencia con la probada eficacia de los nuevos misiles hipersónicos
rusos con capacidad nuclear, como una respuesta a las constantes y amenazantes
injerencias de EEUU en alimentar al régimen neonazi de Kiev.
[2] La
agitación y la desestabilización planificada fue promovida mediante las
llamadas “revoluciones de color” que sacudieron países como Yugoslavia,
Georgia, Rumania, Hungría y en especial Ucrania fueron en realidad operaciones
de subversión montadas y dirigidas por ONG´s que eran una máscara de la
inteligencia angloestadounidense.
[3]
Para Washington uno de los objetivos primordiales era apoderarse mediante
maniobras de privatización de las centrales nucleares, la industria militar y
debilitar en lo posible a las FFAA
[4] En
2002 durante la administración de George W. Bush, EEUU abandono unilateralmente
el Tratado sobre Misiles Balísticos (ABM) con la clara intensión de multiplicar
sus fuerzas de misiles ofensivos en Europa occidental y oriental para rodear a
la Federación de Rusia.
[5]
Permitiendo la instalación de bases navales en el atlántico sur (Tierra del
Fuego) colaborando y reforzando con el ello el control estratégico de la OTAN
en la zona y a su vez permitiendo la proyección del poder naval
anglo-estadounidense sobre la Antártida.
[6]
Consecuencia de este alineamiento geopolítico, las reivindicaciones sobre la
soberanía de las islas Malvinas y todas las aguas circundantes han sido
congeladas con miras a que se olviden.
[7]
Casualmente por parte de los mismos que agreden con sus sanciones económicas y
fomento de guerras de poder contra la Federación de Rusia en Ucrania y muy
pronto contra China en el indo-pacífico
[8]
Incluidos el asesino de portaaviones KH-31A una variante modernizada del misil
soviético KH-22 y un exponente del
flamante dron submarino POSEIDON.




