UNA GEOPOLITICA EN
SEPIA
¿Por qué las
negociaciones que plantea Donald Trump sobre un alto al fuego en Ucrania no
funcionan?
Por Dany Smith
Al parecer el mito de que un outsider de la clase política iba a cambiar los manejos caprichosos de una elite ultracorrupta enquistada en Washington ya se ha terminado. Ni Donald Trump ha demostrado ser mejor que esa elite conservadora que se nutre del negocio político-electoral ni es lo pretendidamente independiente del estado profundo que dijo él, detestar.
Esto que los
ciudadanos estadounidenses ya comprueban cada día, se está trasluciendo en la
política exterior de Washington, que a estas alturas podríamos bautizar como un
refrito de una muy mala película clase B. Trump no solo empezó mal pretendiendo
extorsionar al globo con sus caprichosas y abusivas escalas arancelarias sino
que, ha continuado con las horrendas prácticas en política exterior de sus
predecesores en especial las de Joe Biden.
Desde la campaña
hasta aquí hemos visto a un fanfarrón que bordea lo hilarante, aunque sus
políticas tengan poco o nada de chistosas. El mandatario se parece más a un
presentador de espectáculos que a un estadista que tiene a cargo a uno de los
países más importantes de la tierra. Sus anuncios estridentes y llenos de
comentarios muchas veces irreverentes (y otras más, estúpidos) que se potencian
por las luces de las cámaras han terminado en la nada misma, demostrando la
ficcionalidad en las que se apoyan sus (digamos) ¿políticas?
La cumbre de
Alaska con el presidente ruso pese a la fanfarria y la gran simbología desplegada
y que Trump pretendió explotar, termino en un rosario de buenas intenciones y
nada más. No hay dudas que Putin ya sabía que ese sería resultado con lo cual
fue (una vez más) más astuto que su contraparte, no bajando la guardia en los
frentes de Ucrania ya que, mientras Trump alardeaba de que controlaba a sus
perros (la UE y al propio régimen neonazi de Zelensky), éstos lanzaban ataques
terroristas con drones kamikaze sobre las localidades rusas de Belgorod y Kursk
mientras que al mismo tiempo atacaban las instalaciones nucleares de Zaporiya.
Con estos
acontecimientos ¿Qué grado de credibilidad puede tener La Casa Blanca en sus
tan publicitadas buenas intenciones?
El 18 de agosto y
en el marco de un nuevo sketch en el “Show de Donald”, La Casa Blanca volvió a
recibir como anfitrión al líder ucraniano Volodymyr Zelensky y junto o mejor
dicho tras él llegaron como convidados de piedra los segundones europeos con
Keir Starmer, Ùrsula Von Der Leyen y Emanuel Macron como insignes
representantes del lobbie para seguir con la guerra y en ese plan, mantener
alejados a los rusos y ucranianos.
Aunque quizá
muchos digan lo contrario esto no es más que la aplicación del realismo del
doble rasero norteamericano en el cual, Trump se hace el distraído y que se
representa con aquel cínico dicho que reza “la mano derecha no sabe lo que hace
la izquierda”.
Todo esto ya lo
vimos en las décadas de la guerra fría solo que con unas cuantas diferencias.
La intriga y la paranoia ya no responde a un objetivo común y consensuado donde
Washington lleva la voz cantante. Al parecer no hay nada planificado o más bien
es un desastre. Si bien, la administración compuesta de un rejunte de variopintos
funcionarios republicanos, que no son precisamente amigables con Rusia, la
oposición demócrata que detesta a Donald Trump, también ha demostrado ser mucho más anti rusa
y que está mucho más decidida a prolongar la guerra por cualquier medio y hasta
la última gota de sangre ucraniana.
Tan extremista es
la postura de estos demócratas que parecieran haber sido convertidos en
neoconservadores rabiosos, pero ciegos o al menos nada estratégicos en su
proceder.
Hoy podríamos
decir que en la OTAN no hay una dirección estratégica a cargo de Washington
sino, un conjunto de chapuzas surgidas de las decisiones de un presidente
caprichoso y efectista que poco o nada entiende de políticas extremas como son
la guerra y las consecuencias que esta trae.
Algunos dicen que
Trump está haciéndose el tonto y estaría engañando a sus colegas europeos,
otros dicen que son los europeos quienes creen que le están engañando a él,
pero al final de todo quienes realmente les están engañando a todos ellos es el
propio Vladimir Putin que (como todos los rusos intuyen), sabe que están
determinados a continuar fomentando la agresión hibrida contra la Federación.
A estas alturas y
con tantas señales que demuestran la incoherencia entre lo que Trump dice y lo
que sucede en la realidad, Vladimir Putin no solo demuestra estar en el camino
correcto, sino que, esta misma incoherencia aumenta el número de los ciudadanos
de todo el mundo que corroboran las jugarretas sucias del bloque atlantista.
Como parte de este corto circuito esquizofrénico que existe entre La Casa
Blanca y los líderes políticos europeos no debe sorprender las expresiones del
canciller alemán Friedrich Merz quien de repente brega por un alto al fuego
cuando ha sido un militante anti ruso de la primera hora ¿Motivos de este
cambio? La llegada del invierno que complicará aún más a las debilitadas
fuerzas ucranianas y que mejor momento para suspender las operaciones.
Como estamos
viendo, las viejas fórmulas del siglo XX para negociar y resolver los asuntos
geopolíticos entre potencias ya no sirven ¿Por qué? Ante todo, ya no hay dos
bloques homogéneos como en la guerra fría; no hay una reciprocidad política en
cuanto al nivel entre los interlocutores; no existe el respeto a las palabras y
lo que se escribe rápidamente es borrado con el codo, y lo peor de todo, la
traición ya no se oculta.

