miércoles, 27 de agosto de 2025

 

UNA GEOPOLITICA EN SEPIA

¿Por qué las negociaciones que plantea Donald Trump sobre un alto al fuego en Ucrania no funcionan?

 

Por Dany Smith

Al parecer el mito de que un outsider de la clase política iba a cambiar los manejos caprichosos de una elite ultracorrupta enquistada en Washington ya se ha terminado. Ni Donald Trump ha demostrado ser mejor que esa elite conservadora que se nutre del negocio político-electoral ni es lo pretendidamente independiente del estado profundo que dijo él, detestar.

Esto que los ciudadanos estadounidenses ya comprueban cada día, se está trasluciendo en la política exterior de Washington, que a estas alturas podríamos bautizar como un refrito de una muy mala película clase B. Trump no solo empezó mal pretendiendo extorsionar al globo con sus caprichosas y abusivas escalas arancelarias sino que, ha continuado con las horrendas prácticas en política exterior de sus predecesores en especial las de Joe Biden.

Desde la campaña hasta aquí hemos visto a un fanfarrón que bordea lo hilarante, aunque sus políticas tengan poco o nada de chistosas. El mandatario se parece más a un presentador de espectáculos que a un estadista que tiene a cargo a uno de los países más importantes de la tierra. Sus anuncios estridentes y llenos de comentarios muchas veces irreverentes (y otras más, estúpidos) que se potencian por las luces de las cámaras han terminado en la nada misma, demostrando la ficcionalidad en las que se apoyan sus (digamos) ¿políticas?

La cumbre de Alaska con el presidente ruso pese a la fanfarria y la gran simbología desplegada y que Trump pretendió explotar, termino en un rosario de buenas intenciones y nada más. No hay dudas que Putin ya sabía que ese sería resultado con lo cual fue (una vez más) más astuto que su contraparte, no bajando la guardia en los frentes de Ucrania ya que, mientras Trump alardeaba de que controlaba a sus perros (la UE y al propio régimen neonazi de Zelensky), éstos lanzaban ataques terroristas con drones kamikaze sobre las localidades rusas de Belgorod y Kursk mientras que al mismo tiempo atacaban las instalaciones nucleares de Zaporiya.

Con estos acontecimientos ¿Qué grado de credibilidad puede tener La Casa Blanca en sus tan publicitadas buenas intenciones?  

El 18 de agosto y en el marco de un nuevo sketch en el “Show de Donald”, La Casa Blanca volvió a recibir como anfitrión al líder ucraniano Volodymyr Zelensky y junto o mejor dicho tras él llegaron como convidados de piedra los segundones europeos con Keir Starmer, Ùrsula Von Der Leyen y Emanuel Macron como insignes representantes del lobbie para seguir con la guerra y en ese plan, mantener alejados a los rusos y ucranianos.

Aunque quizá muchos digan lo contrario esto no es más que la aplicación del realismo del doble rasero norteamericano en el cual, Trump se hace el distraído y que se representa con aquel cínico dicho que reza “la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda”.

Todo esto ya lo vimos en las décadas de la guerra fría solo que con unas cuantas diferencias. La intriga y la paranoia ya no responde a un objetivo común y consensuado donde Washington lleva la voz cantante. Al parecer no hay nada planificado o más bien es un desastre. Si bien, la administración compuesta de un rejunte de variopintos funcionarios republicanos, que no son precisamente amigables con Rusia, la oposición demócrata que detesta a Donald Trump,  también ha demostrado ser mucho más anti rusa y que está mucho más decidida a prolongar la guerra por cualquier medio y hasta la última gota de sangre ucraniana.

Tan extremista es la postura de estos demócratas que parecieran haber sido convertidos en neoconservadores rabiosos, pero ciegos o al menos nada estratégicos en su proceder.

Hoy podríamos decir que en la OTAN no hay una dirección estratégica a cargo de Washington sino, un conjunto de chapuzas surgidas de las decisiones de un presidente caprichoso y efectista que poco o nada entiende de políticas extremas como son la guerra y las consecuencias que esta trae. 

Algunos dicen que Trump está haciéndose el tonto y estaría engañando a sus colegas europeos, otros dicen que son los europeos quienes creen que le están engañando a él, pero al final de todo quienes realmente les están engañando a todos ellos es el propio Vladimir Putin que (como todos los rusos intuyen), sabe que están determinados a continuar fomentando la agresión hibrida contra la Federación.

A estas alturas y con tantas señales que demuestran la incoherencia entre lo que Trump dice y lo que sucede en la realidad, Vladimir Putin no solo demuestra estar en el camino correcto, sino que, esta misma incoherencia aumenta el número de los ciudadanos de todo el mundo que corroboran las jugarretas sucias del bloque atlantista. Como parte de este corto circuito esquizofrénico que existe entre La Casa Blanca y los líderes políticos europeos no debe sorprender las expresiones del canciller alemán Friedrich Merz quien de repente brega por un alto al fuego cuando ha sido un militante anti ruso de la primera hora ¿Motivos de este cambio? La llegada del invierno que complicará aún más a las debilitadas fuerzas ucranianas y que mejor momento para suspender las operaciones.

Como estamos viendo, las viejas fórmulas del siglo XX para negociar y resolver los asuntos geopolíticos entre potencias ya no sirven ¿Por qué? Ante todo, ya no hay dos bloques homogéneos como en la guerra fría; no hay una reciprocidad política en cuanto al nivel entre los interlocutores; no existe el respeto a las palabras y lo que se escribe rápidamente es borrado con el codo, y lo peor de todo, la traición ya no se oculta.

domingo, 24 de agosto de 2025

 

AMENAZA EN LONTANANZA

¿Cuáles son las verdaderas intenciones del presidente Donald Trump que se esconden detrás de la remisión del grupo de tareas a las aguas del Caribe?

 

Por Charles H. Slim

Por fin Washington mira a Latinoamérica diría alguno de sus adeptos en la región y eso en referencia a las proyecciones de La Casa Blanca y en particular Donald Trump tiene para los países que se mantienen rebeldes a su hegemonía geopolítica. Para los partidarios pro-estadounidenses y anglófilos que campan por la región la noticia de que Trump ordenó el despliegue de una fuerza de intervención para Venezuela los llena de satisfacción.

Oficialmente se conoció que el 8 de agosto Trump en el marco de una política de combate al narcotráfico y mediante un memo secreto ordenó al Pentágono la puesta en marcha de ciertas operaciones contra los cárteles de la droga en el Caribe apuntando en particular contra el “Cartel de los soles” y que sin pruebas, coloca al presidente Nicolás Maduro y varios generales venezolanos como parte de él ¿Muy conveniente, no? No debemos olvidar como las agencias de inteligencia suelen exagerar las amenazas o incluso inventarlas (sin importar las consecuencias postreras) cuando los requerimientos políticos de La Casa Blanca así lo ameritan y hoy, lo ameritan como nunca.

Para quienes ya estamos al tanto de las maniobras que La Casa Blanca suele implementar para disfrazar otras intenciones, esto representa una nueva variante de una vieja estrategia del intervencionismo que supuestamente (y así lo decía en campaña) Trump era enemigo. Pero como ya vimos, la volatilidad del presidente es tan evidente que no podemos confiarnos en nada de lo que afirme en la mañana y haga a la tarde. Lo cierto es que una fuerza militar (y no de paz) esta próxima a las costas de Venezuela.

Según la versión oficial los destructores “USS Gravely”, “USS Jason Dunham” y “USS Sampson” que conforman el grupo de tareas y que en apariencias bajo la excusa de luchar contra el tráfico de drogas, estaría instruido para ejecutar un plan previamente diseñado que involucraría la provocación de un incidente en las aguas territoriales venezolanas que justifique un casus belli y así pueda desembocar en nada menos que la invasión del territorio venezolano o al menos, una porción de él. Esto ha puesto a Caracas en estado de alerta ya que (y no hace falta aclararlo) EEUU tiene extensos precedentes en crear este tipo de apariencias engañosas y de agresiones similares.

Adicional a la información de estas naves de combate se ha sabido que hay unos 4000 hombres de la infantería de la marina, es decir una amenazante fuerza de desembarco que créanme, no viajarán tantas millas para quedarse embarcados. Tampoco esto cuaja con las excusas de que esta fuerza se limite a tareas de inteligencia y control del tráfico marítimo.  Hay un plan detrás de este movimiento y sabiendo cuáles son los cálculos de costo beneficio que hace Trump en sus movimientos, no es creíble que este despliegue que ya cuesta unos cientos de millones de dólares sea para nada.

Además de los miles de infantes de marina hay un despliegue variado de armamento ofensivo que no requiere de una incursión humana que por su cercanía ya es una amenaza latente para la soberanía de los venezolanos. Aunque en la región los habitantes tienen una extensa memoria y muy  bien ilustrada de las funestas intervenciones militares estadounidenses (Nicaragua desde comienzos del siglo XX hasta 1980, Granada 1982, El Salvador, Panamá 1989) sin hablar de los golpes de estado y contra revoluciones orquestados bajo cuerda por la CIA, existen sectores que por motivaciones económico-financieras pero también de simpatía cultural, apoyan estos movimientos. En el actual escenario nadie dude que la oposición venezolana, con la complicidad de algunos gobiernos de la región, ven en esto una oportunidad para deshacerse del gobierno bolivariano y en ese plan ya estén coordinando con el Departamento de estado norteamericano.  

Una vez más habría que golpear las puertas de la ONU para reclamar ante una nueva amenaza a la soberanía con una probable agresión en puerta aunque como ya sabemos, no podemos esperar nada de un organismo que de continuo ve condicionado su trabajo dado que responde al dicho popular “no muerdas la mano que te da de comer”.

Aunque pocos se animen a predecir cuáles son los reales propósitos de este despliegue, es muy posible sino muy seguro que ello se vincule con la actual pulseada que EEUU y sus socios de la UE tienen con la Federación de Rusia y China tanto en lo geopolítico-militar como en lo geoeconómico por el avance de los BRICS. Golpear a la revolución Bolivariana para que se desmorone y colocar un gobierno de títeres como Corina Machado, Juan Guaildo y otros mercenarios que esperan su oportunidad buscaría cortar los molestos lazos orientales que Hugo Chávez tendió antes de morir y que siguen vigentes.

Pero la agresión estadounidense ya hace tiempo que comenzó. Las sanciones económicas tienen años y no dejemos de lado su ilegalidad pero si es cierto que en el actual marco, la administración Trump las ha reforzado más allá de estas medidas. Según fuentes confiables, los ataques cibernéticos por hackers anónimos contra la infraestructura crítica de Venezuela y en especial de Caracas han recrudecido poniendo en peligro desde los servicios bancarios y administrativos, el transporte y abastecimiento de energía eléctrica hasta los archivos digitales confidenciales de los principales ministerios de gobierno, especialmente del SEBIN y de las FFAA.

Así mismo y a pesar de estas sofisticadas tácticas de ciberguerra y que podrían ser parte de una fase preparatoria para una acción directa, las FFAA y las autoridades venezolanas han podido resistir y proteger sus instalaciones más sensibles presumiblemente gracias a la asistencia de tecnología informática y el seguimiento de protocolos provistos por la Federación rusa y de China.